Nuestra patria celestial

Mayo 28

Nuestra patria celestial

Nuestra ciudadanía está en los cielos. (Filipenses 3:20)

Los cristianos no somos ciudadanos de este mundo. La palabra griega para “ciudadanía” en el versículo de hoy se refiere a una colonia de extranjeros. En una fuente secular, se emplea para describir una ciudad capital que mantenía en un registro el nombre de sus ciudadanos. En realidad, somos ciudadanos inscritos de otro lugar: “El cielo”. Nuestros nombres están allí, nuestro Padre está allí, nuestros hermanos y hermanas están allí, y nuestra herencia está allí; es nuestra patria.

Los israelitas llevados al cautiverio babilónico nos dan un paralelo histórico con la iglesia contemporánea. Su patria seguía siendo la Tierra Prometida aunque vivieron durante tantos años en una sociedad extranjera. Pero cuando llegó el momento de regresar, muchos se habían arraigado de tal modo en la cultura babilónica que no quisieron irse. Cuando el Señor dice que es el momento de ir al cielo, luchamos contra eso como si fuera lo peor que pudiera ocurrirnos porque este mundo ha llegado a ser todo para nosotros. Por eso siempre se nos debe recordar que nuestra ciudadanía está en el cielo.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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¿Es suficiente?

Martes 28 Mayo

¿Qué debo hacer para ser salvo? Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo.

Hechos 16:30-31

En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

Hechos 4:12

¿Es suficiente?

Tal vez usted piensa que si no le hace mal a nadie, si trata de actuar correctamente, si busca hacer el bien en su entorno, responde a las exigencias de Dios. Y en lo que respecta a las faltas inevitables, usted cuenta con la indulgencia divina. Quizá sea esta su opinión o su religión personal, que consiste en definir lo que es aceptable para Dios. Sin embargo estas buenas disposiciones no son suficientes, pues Dios es santo y no puede soportar el mal. Un solo pecado es suficiente para condenarlo. Felizmente él también es el Dios Salvador que se encargó de arreglar todo por medio del sacrificio de Jesucristo en la cruz.

Ya en los comienzos de la humanidad, Dios constató que “el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Génesis 8:21). Y más tarde declaró: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). El hombre no puede mejorarse por sí mismo. Usted puede plantar un peral silvestre y cuidarlo con esmero, sin embargo sus peras nunca serán buenas. Es necesario que sea injertado, es decir, que sus ramas silvestres sean cortadas y que se le injerte ramitas de un peral conocido por sus buenos frutos.

Con el hombre sucede lo mismo. Jesús dijo: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5:1). “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:11-12). ¿Qué puedo agregar yo?

1 Reyes 22:1-28 – Romanos 6 – Salmo 65:1-4 – Proverbios 16:9-10

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