7/9 – ¿Pueden las mujeres darse el lujo de ser mansas?

Aviva Nuestros Corazones

Serie: La hermosura de la mansedumbre

7/9 – ¿Pueden las mujeres darse el lujo de ser mansas?

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Annamarie Sauter: La única manera en que puedes mostrar mansedumbre es si Cristo vive a través de ti. Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: No estamos hablando de moralismo hoy, ni de autocorrección o de hacernos mejores personas de lo que en realidad somos. Estamos hablando de Cristo, quien vive en nosotras y ha pagado el precio por nuestros pecados y mora en nosotras. Por el poder del Espíritu Santo, Él derrama Su gracia en nuestras vidas para crear algo sobrenatural que nosotras nunca hubiésemos logrado estando alejadas de Él.

Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy nos ha estado guiando a través de una serie que ha traído convicción a nuestras vidas llamada, La hermosura de la mansedumbre. En los días recientes, hemos obtenido un panorama bíblico, general, sobre la mansedumbre, ahora veremos lo mismo aplicado a las mujeres de hoy día. ¿Pueden hoy en día las mujeres darse el lujo de ser mansas? Aquí está Nancy.

Nancy: Siempre han existido mujeres insensatas, desde el jardín del Edén, según leemos en Génesis 3. Sin embargo, nuestra cultura se ha propuesto promover y respaldar características en las mujeres totalmente alejadas a la mansedumbre y a la quietud de espíritu, características de las que hemos estado hablando durante estos

Hace unos años apareció un artículo en el periódico de EEUU, USA Today, que decía,

La tendencia de moda para el personaje de las heroínas en las películas ya no es la dama en peligro o aflicción; sino la dama que ocasiona peligro o aflicción. Las actrices más cotizadas como Angelina Jolie, Keira Knightley, Jennifer Garner, Jessica Alba, y Jessica Biel han cultivado una reputación como símbolos sexuales un poco rudas y marimachos; pero, por su delicado físico y hermosa cabellera son consideradas símbolos sexuales que desarmarían a cualquier fortachón fácilmente con una mirada seductora o con una patada en el cuello.

Así que tenemos en esta 3ª ola del feminismo, como se le conoce, esta cultura obscena entre mujeres, donde se entrena a las mujeres a ser atrevidas, agresivas, y sueltas de lengua. La mansedumbre y la quietud de espíritu son denigradas y menospreciadas. De hecho, me topé con un blog en internet, donde el escritor, no cristiano, se oponía a los padres que entrenan a sus hijos con diferencias de género—aquellos que quieren que las niñas sean niñas y los niños sean niños. El título del blog era, “Socializando a nuestras niñas para ser mujeres mansas y aburridas o poco interesantes”.

De modo que se piensa que si uno es manso, uno es aburrido, poco interesante sin gracia, debilucho o falta algo, o quizás no eres lo suficientemente interesante como mujer de hoy.

Uno puede aprender mucho del consenso de la cultura al navegar por la esfera de los blogs. He aquí otro blog, esta mujer cristiana dijo—“fui criada en una era cuando se podía ver en las noticias de la televisión a las mujeres arrojando sus sujetadores a fogatas para luego marchar en demostraciones públicas, en busca de igualdad de derechos. Estas son mujeres que encontraron su voz para expresarse y no temieron hacerlo con gran frecuencia. La discreción salió por la borda, hacer un espectáculo público de sí mismas estaba a la orden del día”.

Los programas de televisión reiteraban este mensaje de ser escandalosas, repulsivas, prepotentes en los papeles femeninos estelares. El mensaje era aún más impuesto en nosotras a diario por parte de nuestras maestras de escuela básica, media y superior.

En el momento que muchas de nosotras llegamos a ser adultas jóvenes, teníamos este mensaje de la feminidad y de lo que se trataba el ser una mujer tan firmemente grabado que muchas de nosotras sentíamos la presión de “convertirnos” en una especie de superheroína capaz de hacerlo todo, tenerlo todo, decirlo todo y de no tolerar algo en contra de nuestro derecho a hacerlo.

¿Alguna de ustedes sabe lo que es haber sido criada en esta época?

Ella continúa diciendo,

 

“Para aquellas de nosotras que no crecimos dentro de una iglesia con ejemplos fuertes de mujeres piadosas y gentiles. . . Y carecimos del efecto que estas mujeres ejercen sobre otras muchas que se han convertido a Cristo; para nosotras ha sido un largo camino cuesta arriba para despojarnos de estos atributos mundanos de feminidad, y encontrar el balance entre defender lo que es correcto y hacerlo con gracia de manera que traigamos honra a Dios.”1

Ella nos introduce el reto que implica haber sido influenciadas por este tipo de cultura muy feminista, escandalosa, atrevida y prepotente y desde ahí, aprender a ser una mujer de Dios, especialmente si has crecido sin haber tenido un entrenamiento, instrucción o un modelo a seguir.

Aquí leemos de otra mujer que se encuentra dentro de un matrimonio difícil, ella nos escribió diciendo, “constantemente permito que mis emociones me derriben en picada ante las molestias cotidianas”. Dudo que haya alguien aquí que no pueda identificarse con tal situación de alguna forma. Le permitimos a nuestras emociones dominarnos y agitarnos en un torbellino en medio de situaciones que nos molestan e irritan. ¿Alguna otra le sucede lo mismo? ¿O soy yo acaso la única que se irrita? ¿Verdad que no?

Entonces, ¿qué puede hacer una mujer? ¿Cómo lidiamos con estas preguntas? Las respuestas a estas preguntas no son tan sencillas como las opciones A, B, C, D. No hay una fórmula única. La piedad es todo un proceso. La santificación es también un proceso. Es Cristo en nosotras formando la justicia de Dios en nosotras. En esta sesión y en la próxima deseo hablar de algunos aspectos prácticos que cultivan un espíritu de mansedumbre y gentileza. Pero, para empezar, necesito decirles que no hay una fórmula. Si la hay, yo no la he encontrado.

Me gustaría que hubiese tres o cuatro pasos bien fáciles o un libro de Matthew Henry que yo pudiera leer como, La búsqueda de la mansedumbre y la quietud del espíritu. Hemos estado hablando del mismo a lo largo de esta serie. Pero bueno, yo he leído el libro, y aún no soy mansa. ¡¡Tal vez si lo colocara debajo de mi almohada. . .!!

Alguien me dijo hace rato, “debo obtener ese libro,” y en verdad deseo que lo haga. Pero quiero decirte que, no hay atajos rumbo a la piedad. Será una batalla diaria. Humillandonos a nosotras mismas. Reconociendo nuestra necesidad. Permitiendo que Dios forme a Cristo en nosotras.

Así que esta sesión y la próxima son sesiones que dentro de diez años espero poder compartir de manera más efectiva de cómo lo hago hoy. Quiero compartir contigo unos pensamientos, un tanto al azar, para cultivar un espíritu de mansedumbre y humildad.

La Escritura nos dice: “Busca la mansedumbre.” Lo encontramos en Sofonías capítulo 2, en el versículo 3 en la versión Reina Valera. “dice buscad mansedumbre”.

Persiguela. Proponte desarrollar un corazón manso. La pregunta es

¿Cómo? ¿Cómo la buscamos? ¿Cómo nos revestimos de mansedumbre y de dulzura, tal como dice Colosenses capítulo 3? ¿Cómo nos vestimos de mansedumbre? ¿Qué hacemos?

Creo que un buen punto de partida es ser honestas con nuestras debilidades. Detengámonos y evaluemos nuestro coeficiente de mansedumbre. Resulta fácil compararnos con algunas de las mujeres del mundo, como las que hemos mencionado, que son atrevidas, exageradas, escandalosas, y decimos, “Bueno, yo no soy así.” Pero en realidad nos debemos comparar con la Palabra de Dios y preguntarnos, “¿Cómo estoy en cuanto a la mansedumbre?”

Permíteme hacerte algunas preguntas. No trates de anotarlas todas. Las tendremos, para ti, en la transcripción que puedes obtener si visitas nuestra página. Pensando en dónde creemos estar en relación a la mansedumbre, contéstate. . .

¿Eres fácilmente provocada?

¿Te irritas o te molestas con facilidad cuando las circunstancias no te complacen?

¿Tienes la tendencia a perder los estribos?

¿Tienes un mal genio?

¿Te enojas fácilmente?

¿Arremetes en contra de tus hijos cuando ellos cometen errores?

¿Eres a menudo impaciente con los demás que no ejecutan a tu nivel de expectativas o no se presentan a tiempo o no son tan conscientes como tú?

¿Tus amistades te provocan a la impaciencia, o quizás lo hagan los amigos adolescentes de tus hijos, quienes se comportan como si tuvieran dos años? Les dices ¡Maduren! Y lo haces de manera impaciente.

¿Tienes un espíritu de crítica? Esto no significa que nunca les señalas a tus hijos las cosas que deben ser corregidas. La pregunta es, ¿Tienes un espíritu que busca cosas negativas? ¿Ves las cosas con ojos negativos y un espíritu crítico?

¿Te encuentras frecuentemente resentida con la gente o las circunstancias que atraviesas? Por no hacer o ser como tú quisieras que fuesen.

¿Eres una mujer controladora? La mansedumbre es un espíritu de humildad que declara, Dios está en control. No yo. ¿Te encuentras controlado, tratando de tener las riendas de tu propia vida y la de los demás a tu alrededor? ¿Estás controlando tu hogar, tu matrimonio, tu área de trabajo, hasta controlando al grupo de mujeres de tu iglesia? ¿Sientes que debes estar en control? ¿Sientes que debes tener la última palabra? ¿Se tienen que hacer las cosas a tu manera?

¿Eres bocona y ruidosa? No estoy hablando de un asunto de personalidad. Agradezco al Señor el hecho de que hizo diferentes tipos de personalidades. Algunas de ustedes son muy extrovertidas, pueden fácilmente platicar con extraños, son el alma de la fiesta. Nada malo hay en ello. Pero si tienes un espíritu que al entrar en una habitación te hace dueña de ella con tu lengua, tus palabras, tu boca. Sabes a lo que me refiero cuando digo “bocona”. Mujeres que hablan demasiado, que hablan muy fuerte, de manera muy escandalosa. Llamando la atención sobre ellas mismas, sin ser sensibles a otros a su alrededor. Sin ser capaces de escuchar, solo siendo una parlanchinas.

“Rápida para hablar”. ¿Eres tú “rápida para hablar”? Cualquier cosa que cruza por tu mente simplemente tiene que salir por tu boca. Con frecuencia terminamos teniendo que confesar pecado simplemente porque hablamos demasiado apresurado. Proverbios 10:19 dice, “En las muchas palabras no falta pecado. . .” Pecaremos si hablamos demasiado.

¿Tiendes a ser muy franca? Cualquier cosa que pienses, tus opiniones, son conocidas por todo mundo. Obstinada, dogmática. Por cierto, uno de los sitios donde veo esto muy a menudo es en los medios electrónicos, a través de correos electrónicos, en el internet, en las páginas web, o en los blogs. La gente simplemente dice lo que piensa sin frenar o limitar sus palabras. Estoy hablando de gente cristiana.

Hoy en día escucho y ustedes lo pueden ver en el internet, un debate en curso sobre el derecho de los cristianos a usar desde vulgaridad limitada hasta descarada; y algo de ella hasta en los púlpitos. Este asunto de no ser puro y cuidadoso con nuestras palabras, sino que decimos lo que sea que nos pase por la mente. Si se me ocurre, tengo el derecho de decirlo. Eso no es un espíritu de mansedumbre. ¿Cómo te encuentras tú ante esta tendencia?

¿Eres terca?

¿Te aferras a una postura?

¿Debes ser siempre la que dice la última palabra?

¿Siempre debes tener la razón?

¿Eres pronta para corregir a otros, para señalar sus errores, sus fracasos y sus fallas?

¿Tienes un espíritu perfeccionista? Eso no es un espíritu manso.

¿Demandas mucho de los demás? ¿Eres rigurosa? Con eso quiero decir que tienes un pequeñito mundo donde todo debe quedar acomodado a tu deseo o te saca de tus casillas.

Déjame decir, que sé que estoy hablando con mujeres solteras mayores de edad. Creo que este es un detalle del que nosotras las mujeres solteras mayores debemos estar muy conscientes. Para las que no tenemos espejos en nuestras vidas, cuando no vives con alguien que rete tus límites, es muy fácil desarrollar ese criterio tan estrecho, negativo y riguroso; donde no toleras el ruido de otros. No manejas adecuadamente los cambios. No eres flexible. No te adaptas. Como soltera, y ya merecedora del calificativo “mayor”, siento necesidad de rodearme de niños en mi vida, así como de familias y cosas que entran en mi mundo y chocan con mis deseos. Lo hago porque no quiero volverme una mujer muy rígida, gruñona, para quien toda cosa debe salir a su manera.

¿Eres dada a los argumentos?

¿Eres alguien que prueba a los demás?

¿Eres temperamental?

¿Tomas la defensiva cuando eres criticada?

Pudiéramos incrementar la lista de preguntas, pero éstas son las que me vienen a la mente ahora que hemos estado conversando sobre la mansedumbre. Si tomaste esta pequeña prueba de tu corazón, ¿dónde te encuentras? El primer paso para cultivar un espíritu de mansedumbre es ser honesta en cuanto a las áreas donde no eres mansa. Sin hacer excusas para ello, sin defenderte o racionalizar tu conducta. “Bueno, esa es mi personalidad”, o “Si tuvieras que vivir con este adolescente, con este esposo, con este jefe, entenderías”. Sin excusa alguna, simplemente siendo honesta ante Dios en cuanto a nuestra falta de mansedumbre.

Mientras estudiaba para esta serie, Dios usó un montón de simples circunstancias cotidianas, nada espectacular, pero suficientes para sacar de mí y exponer mi falta de mansedumbre, la falta de mansedumbre que hay en mi corazón. Evidenciada en ocasiones a través de mis palabras. En ocasiones a través de mi espíritu o en mi tono voz, en mis ojos al voltearlos.

Si tú no estás aún convencida de necesitarlo en tu vida, pregunta a la gente que vive contigo. Pídeles que respondan a estas características y que te califiquen. ¿Dirían ellos que tienes un corazón quieto y manso? ¿Qué sueles responder de manera humilde, calmada y paciente a la gente que te provoca en las circunstancias ordinarias? Recuerda que el punto de partida es ser honesta con respecto a las áreas donde no tienes un espíritu manso.

Entonces cultiva un espíritu agradecido—un espíritu agradecido. Digo eso desde varios puntos de vista. Antes que todo, toma conciencia de las misericordias de Dios, y date cuenta que todas las misericordias de Dios en tu vida, son inmerecidas. No mereces ninguna de Sus bondades o Su benevolencia. Muéstrate agradecida por la misericordia de Dios. Eso nos ayudará a ser mansas con otros al tratar con sus fallas y debilidades.

Como parte de tu agradecimiento, busca enfocarte en las buenas cualidades de los demás. Busca evidencias de gracia en sus vidas. La persona que te molesta, te fastidia, o te irrita es muy probable que ni sea cristiana, pero fue hecha a imagen de Dios. Busca indicios, pistas, de la imagen de Dios en esa persona. Busca evidencias de gracia divina en la vida de ese esposo, de esa hija adolescente, y concéntrate en esas cosas con un espíritu de gratitud.

Luego vístete con humildad. Esto es parte de la mansedumbre. La humildad es el estado cuando reconocemos nuestra pecaminosidad y nuestra necesidad de misericordia. Nos percatamos de que merecemos la ira de Dios y Su juicio, pero, Él nos ha mostrado Su misericordia. El apóstol Pablo nunca pudo entender el hecho de que Dios lo hubiera salvado cuando él era enemigo de Cristo y lo hubiera puesto en el ministerio. Pablo dice en 1era a Timoteo capítulo 1: «Es increíble para mí, es asombroso para mí que Dios en su misericordia hiciera esto por mí» (véanse los vers. 12-16).

Nunca dejes de asombrarte del estado en que estabas cuando Dios te encontró ni dejes de maravillarte de lo que ha hecho en ti y a través de ti. Éramos hacedores de maldad. Cuando estemos muy molestas con otros hacedores de maldad, muy fastidiadas con ellos, recordemos que también nosotras fuimos malvadas. A no ser por la misericordia de Dios, aún lo seríamos.

Tengo una amiga que está lidiando con una situación difícil con un hijo adulto un joven rebelde. Ella me contaba por teléfono el otro día, “Debo ver mi propio corazón, y debo permitirle a Dios que me muestre dónde estaría yo de no haber sido por Su gracia”. Es casi imposible ofenderse e irritarse tanto por los pecados de otros cuando vemos nuestra propia necesidad a través de ojos de humildad.

Entonces, si deseamos cultivar un espíritu humilde, es muy importante que consciente y consistentemente rindamos nuestros derechos. Si, rendimos nuestros derechos. ¿Qué nos enfurece? ¿No es acaso que sentimos que nuestros derechos han sido violados? Alguien pisoteó nuestros derechos. Alguien no nos ha tratado como pensamos que debimos haber sido tratadas. Pero entonces, si recapacitamos en cómo realmente merecemos ser tratadas, cualquier cosa que nos venga menor que el infierno es mucho mejor que lo que en verdad merecemos.

Si conscientemente cedes tus derechos antes de entrar en una situación. . .Cede tus derechos a la felicidad. Cede tus derechos para obtener un esposo que te ame y se preocupe por ti y supla para tus necesidades. Cualquier cosa que obtengas será una bendición. Lo considerarás un privilegio. Estarás agradecida por ello.

Si quieres cultivar un espíritu manso, Matthew Henry dice en su maravilloso libro, “Arrepiéntete con frecuencia.” Sé alguien que se arrepiente continuamente. Déjame leer una cita, Él dice,

Proponte arrepentirte con frecuencia de tu pasión pecaminosa y renovar tus pactos en contra de ella. Si al reflexionar sobre nuestros arranques de cólera sintiéramos un sabor amargo, no seriamos tan prestos a caer en ellos tan fácilmente.

En otras palabras, si nos damos cuenta de que cuando respondemos con enojo, irritación o ira, y estamos seriamente determinadas a arrepentirnos y si lo viéramos como el pecado que realmente es, entonces no estaríamos tan predispuestas a caer tan rápidamente a la siguiente provocación. Él dijo,

El arrepentimiento eficaz, es serio, profundo, está anclado en una humillación y contrición verdadera, nos deja mansos y dispone el alma a soportar heridas con una abundancia de paciencia. Todos los que viven una vida de arrepentimiento continuo—como cada uno de nosotros tiene razones suficientes para hacer—no puede evitar vivir su vida de manera callada y mansa. Pues nadie podrá decir o hacer algo que lo humille más allá de lo que él mismo dice de sí mismo.

Si estás siendo honesta en confesar tus propios pecados, entonces cualquier cosa que otro diga acerca de ti, que te critique o vitupere; sabrás que la verdad acerca de ti es mucho peor. Así que sé pronta en confesar tus pecados y tus faltas a Dios, y a otros y pronta a humillarte tú sola cuando no has respondido en mansedumbre.

Tan solo durante las semanas en que hemos estado estudiado esta serie tuve muchas ocasiones en que supe que mis respuestas, ya sea por correo electrónico, por teléfono o en alguna reunión no fueron mansas. Tuve que volver y decirle a los involucrados, “Eso no fue una respuesta mansa”. ¿Pudieras perdonarme? Humíllate como una pecadora arrepentida.

Luego pídele a Dios mansedumbre. Matthew Henry dice,

Ora a Dios, pídele que Su Espíritu obre en ti la gracia excelente de la mansedumbre y la quietud de espíritu. En cualquier momento que empecemos a comportarnos retadores y ruidosos, debemos elevar una oración a Él quien aquieta el estruendo del mar, pidiéndole esa gracia que acalla el corazón.

Dile “Señor, Tú puedes calmar las aguas tormentosas, ¿pudieras ahora mismo calmar mi corazón? Aquieta mi corazón. Calma la tempestad. Concédeme un espíritu manso y tranquilo”.

Luego toma la decisión de responder en mansedumbre. Matthew Henry dice,

Debemos comprometernos con una resolución firme, por medio de la fuerza de la gracia de Cristo, a ser más gentiles y amables.

Dice que con gran frecuencia deberíamos examinar nuestro crecimiento y nuestra capacidad en esta gracia. Deberíamos preguntarnos cada noche, si mantuvimos la paz durante todo el día.

Date tiempo para reflexionar. No estoy hablando de vivir bajo la ley, o de algún precepto legalista. Estoy hablando de cuando el Espíritu Santo nos trae convicción de que no estamos caminando en gracia, humildad o mansedumbre, de que no estábamos revestidas de mansedumbre, sino de orgullo o de ira o dimos rienda suelta a un espíritu irritable. Tómate el tiempo para reflexionar en ello y luego confiésalo.

La mayoría de nosotras vive vidas sin auto-examinarnos. Solo andamos por el día. Reaccionamos airadamente. Dejamos en claro nuestra opinión desaprobadora. Perdemos nuestra paz cuando ciegamente creemos defenderla. Y seguimos como si nada grave hubiese sucedido. Y todo ello se va acumulando sobre nuestro corazón. Haz una pausa y toma inventario de tus fallas y observa el corazón de nuestro Dios, tan misericordioso, perdonador y lleno de gracia y di, “Oh Dios, gracias por Jesús que murió en la cruz para pagar por este pecado”.

Llámalo pecado. No lo llames un rasgo de tu carácter. Y por lo que más quieras no culpes a la persona que te sacó de tus casillas. No cargues a otro con tu responsabilidad. Tómala tú y di, “Oh Dios, ten misericordia de mí”. Y luego por la gracia de Dios, levántate al día siguiente. Créele a Dios, Su gracia es suficiente, te viste de mansedumbre y de un espíritu de quietud.

Recuerda que es un proceso. No pienses o digas que, “De ahora en adelante seré mansa y humilde hasta el resto de mis días. Nunca más estaré involucrada en alguna discusión. Nunca más hablaré duramente a mis pequeños”. Lo más probable es que lo vuelvas a hacer antes de que termine el día, si en tu corazón crees y dices, “Yo puedo lograrlo”.

No estamos hablando de moralismo ni de una auto-corrección o de hacernos ver mejores de lo que somos. Estamos hablando de Cristo, quien mora dentro de nosotras, quien ha pagado el precio por nuestros pecados y vive en nosotras por el poder del Espíritu Santo. Él derrama de Su gracia en nuestras vidas para transformarnos en algo sobrenatural, en algo que nosotras jamás pudiésemos ser alejadas de Él.

Annamarie: Nancy Leigh DeMoss se encuentra compartiendo una serie llamada La hermosura de la mansedumbre. Ella nos ha estado hablando del único verdadero poder que nos permite aprender mansedumbre. Cristo en cada una de nosotras.

Durante esta serie, Nancy ha estado citando con frecuencia de una fuente que Dios puede usar para enseñarte mansedumbre. Aquí está Nancy para contarte más al respecto.

Nancy: Bueno, a lo largo de esta serie, he estado citando bastante un libro de Matthew Henry. Se llama “La búsqueda de la mansedumbre y la quietud de espíritu” y por el momento sólo está disponible en inglés.

Matthew Henry fue un autor puritano, su estilo es un tanto diferente a lo que estamos acostumbradas a leer hoy en día. Te diré que no es un libro para los débiles de corazón. Es algo pesado, no es de lectura ligera. Pero no es un libro grande, y sí confieso que es un libro que me ha ayudado mucho. Lo consulto a menudo. Creo que ya habrás notado, por las citas que he mencionado en esta serie, que es un recurso rico para quienes quieren mejorar su entendimiento del concepto que Dios tiene de un corazón manso.

Annamarie: Gracias Nancy. Te invitamos a AvivaNuestrosCorazones.com, si necesitas contactarnos o revisar algunos de nuestros materiales de estudio y recursos.

¿Alguna vez deseaste que tu lengua tuviese un botón de pausa? Nancy Leigh DeMoss te ayudará a explorar esa pregunta mañana en Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se cite otra fuente.

http://carlarolfe.blogspot.com/2008/03/culture-v-christ-godly-women.html

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se cite otra fuente.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

 

Las falsificaciones (2)

Miércoles 13 Mayo

¿Quién decís que soy yo? Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús:… sobre esta roca edificaré mi iglesia.
Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
En él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
Las falsificaciones (2)

Ayer dijimos que algunas religiones, aunque toman algo del cristianismo, en realidad son falsificaciones de la verdad.

Esas religiones consideran a Jesús como un hombre y un profeta notable, pero niegan totalmente su divinidad. Lo respetan, pero no lo reconocen como el Hijo de Dios, Dios Hijo. Esto está en flagrante contradicción con lo que nos enseña la Biblia respecto a Jesús: “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). “El Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:114). Su mismo nombre afirma lo que él es: Jesús significa Dios Salvador.

Todo el cristianismo se basa en esta persona. ¡Atentar contra él es atacar el fundamento de la fe cristiana, y entonces todo se derrumba! El que rebaja a Jesús al nivel de un simple hombre pierde todo: ¡ya no tiene la revelación de Dios, ni Salvador, ni paz, ni esperanza! ¿Por qué? Porque es su Persona la que da todo el valor a la obra que él cumplió; y es por medio de esta obra que él salva a los que creen en él. Solo una persona divina podía revelar plenamente a Dios y satisfacer las exigencias de su santidad. ¡Esto fue lo que Jesús hizo en la cruz!

“Escudriñad las Escrituras; porque… ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). ¡Esta es nuestra única garantía para no dejarnos descarriar por los que corrompen el evangelio de nuestra salvación!

16/62 – El costo de la obediencia

Iglesia Bautista Internacional

Serie: Hasta los confines de la tierra

16/62 – El costo de la obediencia

Miguel Núñez

Miguel Núñez

Es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puede encontrarlo en Twitter.

Una producción de Ministerios Integridad & Sabiduría

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este recurso, por cualquier medio o procedimiento, sin para ello contar con nuestra autorización previa, expresa y por escrito. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en las leyes internacionales de Derecho de Autor. Derechos Reservados.

18/41 – Un Monte Everest de Verdad

Sabiduría para el Corazón

Serie: Filipenses

18/41 – Un Monte Everest de Verdad

Stephen Davey

Texto: Filipenses 2:5-8  En este maravilloso y complejo pasaje de la escritura, el apóstol Pablo apela al maravilloso ejemplo de humildad de Cristo para que nosotros lo imitemos. Sabiduría para el Corazón es el ministerio internacional de enseñanza bíblica del Pastor Stephen Davey, traducido y adaptado al español por Daniel Kukin.

http://www.sabiduriaespanol.org

¿Debe la tradición Católica tener igual o mayor autoridad que la Biblia?

Got Questions

¿Debe la tradición Católica tener igual o mayor autoridad que la Biblia?

¿Debe concederse a las tradiciones eclesiásticas la misma autoridad que tienen las Escrituras? o, ¿deben seguirse las tradiciones de la iglesia solo si están en total concordancia con la Escritura? La respuesta a estas preguntas juega un importante papel para determinar lo que tu crees y cómo vives la vida cristiana. Nuestra postura es que la Escritura es la única fuente autoritativa e infalible para la doctrina y la práctica cristiana. Las tradiciones solo son válidas si tienen su origen en el firme fundamento de la Escritura, y si están en total acuerdo con toda la Escritura. A continuación veremos siete razones bíblicas que respaldan la enseñanza de que la Biblia debe ser aceptada como la autoridad para la fe y la práctica:

(1) Es la Escritura de quien se dice haber sido inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16), y es la Escritura la que contiene la repetida frase, “Así dice el SEÑOR…” en otras palabras, es la Palabra escrita la que repetidamente es vista como la Palabra de Dios. De ninguna tradición eclesiástica, se ha dicho que sea igualmente infalible e inspirada por Dios.

(2) Es la Escritura a quien Jesús y los apóstoles recurrían una y otra vez para el soporte o defensa de sus acciones y enseñanzas (Mateo 12:3,5; 19:4; 22:31; Marcos 12:10) Hay más de 60 versos en los que leerás “está escrito….” usado por Jesús y los apóstoles para respaldar sus enseñanzas.

(3) Es la Escritura hacia donde la iglesia es encomendada para combatir el error que habría de surgir (Hechos 20:32). De igual manera, era la palabra escrita la que era consultada en el Antiguo Testamento como fuente de verdad y sobre la cual basaban sus vidas. (Josué 1:8; Deuteronomio 17:18-19; Salmo 1; Salmo 19:7-11; 119; etc.) Jesús dijo que una de las razones por la que los saduceos estaban en un error concerniente a la resurrección, es que ellos no conocían las Escrituras (Marcos 12:24)

(4) La infalibilidad jamás se estableció como posesión de aquellos que se convirtieran en líderes de la iglesia en sucesión a los apóstoles. En ambos Testamentos, Antiguo y Nuevo, se puede ver que algunos designados como líderes religiosos, eran responsables de que el pueblo de Dios se extraviara en el error (1 Samuel 2:27-36; Mateo 15:14; 23:1-7; Juan 7:48; Hechos 20:30; Gálatas 2:11-16). Ambos Testamentos exhortan a la gente a estudiar las Escrituras para determinar lo que es verdadero y lo que es falso (Salmos 19; 119; Isaías 8:20; 2 Timoteo 2:15; 3:16-17). Mientras que Jesús enseñó respeto hacia los líderes religiosos (Mateo 23:3), enseñanza que siguieron los apóstoles; tenemos también el ejemplo de los mismos apóstoles de resistir la autoridad de sus líderes religiosos, cuando estaba en oposición a los que Jesús había ordenado (Hechos 4:19)

(5) Jesús compara las Escrituras con la palabra de Dios (Juan 10:35). En contraste, cuando se trata de tradiciones religiosas, Él condena algunas de ellas, porque contradicen la Palabra escrita (Marcos 7:1-13). Jamás utilizó Jesús las tradiciones religiosas para dar soporte a Sus acciones o enseñanzas. Antes de la escritura del Nuevo Testamento, el Antiguo Testamento era la única Escritura inspirada. Sin embargo, había literalmente cientos de “tradiciones” judías registradas en el Talmud (una colección de comentarios compilados por los rabinos judíos). Jesús y los apóstoles tenían tanto el Antiguo Testamento como la tradición Judía. Pero en ninguna parte de la Escritura Jesús o alguno de los apóstoles se refiere a las tradiciones judías. En contraste, Jesús y los apóstoles citan o aluden al Antiguo Testamento cientos de veces. Cuando los fariseos acusaron a Jesús y los apóstoles de “quebrantar las tradiciones” (Mateo 15:2), Jesús les respondió con una reprensión, “…¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?” (Mateo 15:3) La manera en que Jesús y los apóstoles distinguían entre las Escrituras y las tradiciones que tenían, es un ejemplo para la iglesia. Jesús específicamente reprende el tratar a los “mandamientos de hombres” como doctrinas (Mateo 15:9).

(6) Es la Escritura la que tiene la promesa de infalibilidad; que toda ella sería cumplida. Nuevamente, nunca es dada esta promesa a las tradiciones de la iglesia (Salmos 119:89, 152; Isaías 40:8; Mateo 5:18; Lucas 21:33).

(7) Son las Escrituras las que son el instrumento del Espíritu Santo y Su medio para derrotar a Satanás y cambiar vidas. (Hebreos 4:12; Efesios 6:17).

“… y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:15-17). “¡A la lay y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” (Isaías 8:20)

“Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” (Hechos 17:10-11) Aquí, la gente judía del pueblo de Berea fue elogiada por corroborar en las Escrituras las enseñanzas que estaban oyendo de Pablo. Ellos no solo aceptaron las palabras de Pablo como autoritativas; ellos examinaron las palabras de Pablo, comparándolas con la Escritura, y comprobaron que eran verdaderas.

En Hechos 20:27-32, Pablo reconoció públicamente que se levantarían “lobos” y falsos maestros “de vosotros mismos” (dentro de la iglesia). ¿A quién los encomendó? “A Dios y a la palabra de Su gracia”. Él no los encomendó a los “líderes de la iglesia” (ellos eran los líderes de la iglesia), ni a las tradiciones de la iglesia, ni al cuidado de un anciano en particular. En vez de eso, Pablo los dirigió a la Palabra de Dios.

En resumen, mientras que no hay un verso específico que establezca que solamente la Biblia es nuestra autoridad; la Biblia una y otra vez nos da ejemplos de las advertencias de volvernos a la Palabra escrita como nuestra fuente de autoridad. Cuando se trata de examinar el origen de la enseñanza de un profeta o líder religioso, siempre se recurre a la Escritura como la norma seguir.

La Iglesia Católica Romana utiliza un número de pasajes bíblicos para dar soporte y conferir a las tradiciones el mismo valor que tiene la Escritura. Estos son algunos de los pasajes más comúnmente utilizados, junto con una breve explicación:

“Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” ( 2 Tesalonicenses 2:15) “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.” (2 Tesalonicenses 3:6) Estos pasajes se refieren a las tradiciones que los Tesalonicenses habían recibido de Pablo mismo, ya fueran orales o escritas. No se refieren a tradiciones que ellos hayan heredado, sino a enseñanzas que ellos mismos habían recibido, ya fuera de la boca o de la pluma de Pablo.

Pablo no les está dando su bendición sobre toda la tradición, sino más bien solo en las tradiciones que él les ha transmitido a los tesalonicenses. Esto está en contraste con las tradiciones de la Iglesia Católica Romana, las cuales han surgido a partir del siglo cuarto en adelante, no de la boca o la pluma de uno de los apóstoles.

“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y valuarte de la verdad.” ( 1 Timoteo 3:14-15) La frase “columna y valuarte de la verdad” no indica que la iglesia sea creadora de la verdad, o que pueda originar tradiciones para complementar o suplir la Escritura. La iglesia que es la “columna y valuarte de la verdad” simplemente significa que la iglesia es la proclamadora y defensora de la verdad. El Nuevo Testamento alaba a las iglesias por proclamar la verdad, “Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor…” (1 Tesalonicenses 1:8). El Nuevo Testamento encomendaba a los primeros cristianos a defender la verdad, “… y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.” (Filipenses 1:7). No hay un solo verso en toda la Escritura que indique que la iglesia tiene la autoridad de desarrollar, o de decretar una nueva verdad como salida de la boca de Dios.

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo les he dicho” (Juan 14:26). Esta era una promesa dada solamente a los apóstoles. El Espíritu Santo ayudaría a los apóstoles a recordar todo lo que Jesús les había dicho. En ninguna parte la Escritura establece que habría una línea apostólica de sucesores, y que la promesa también sería para ellos.

“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.” (Mateo 16:18-19). Estos versos son usados por la Iglesia Católica Romana para basar su enseñanzas de que Pedro fue el primer Papa, y que la iglesia fue construida sobre él. Pero cuando es tomada en contexto con lo que sucede en el Libro de los Hechos, encuentras que Pedro fue quien abrió el evangelio al mundo en el sentido de que fue él quien primero predicó el evangelio de Cristo en el día de Pentecostés (Hechos 2). Fue él quien primero predicó el evangelio a los gentiles (Hechos 10) Así que, el atar y desatar fue hecho a través de la predicación del evangelio, no a través de ninguna tradición Católica Romana.

Mientras que es claramente evidente que la Escritura arguye su propia autoridad, en ninguna parte argumenta que “la autoridad de la tradición sea igual que la de la Escritura”. De hecho, el Nuevo Testamento tiene más que decir en contra de las tradiciones de lo que lo hace a favor de éstas.

La Iglesia Católica Romana, argumenta que la Escritura fue dada a los hombres por la Iglesia y que por lo tanto la Iglesia tiene igual o mayor autoridad que ella. Sin embargo, aún entre los escritores de la Iglesia Católica Romana (del Primer Concilio Vaticano), encontrarán la confesión de que los concilios eclesiásticos que determinaron cuáles libros debían ser considerados como la Palabra de Dios, no hicieron más que reconocer que el Espíritu Santo ya lo había hecho evidente. Esto es, la Iglesia no le “dio” las Escrituras al hombre, sino simplemente “reconoció” lo que Dios, a través del Espíritu Santo ya había dado. Como lo establece A. A. Hodge: el que un campesino reconozca a un príncipe y pueda llamarlo por su nombre, eso no le da el derecho de gobernar sobre el reino. De igual manera, un concilio eclesiástico que reconoce cuáles libros fueron inspirados por Dios y poseen las características de un libro inspirado por Dios, eso no le concede la misma autoridad de estos libros.

En resumen, uno no puede encontrar un solo pasaje que diga que “solo la Palabra escrita y no la tradición, es nuestra única autoridad para la fe y la práctica” Al mismo tiempo, lo que también debe ser admitido es que repetidamente, los escritores del Antiguo Testamento, Jesús y los apóstoles, consultaban las Escrituras como su instrumento de guía, y encomendaron hacer lo mismo a cualquiera y a todos los que los siguieran.

Usado con permiso del Ministerio Got Questions

Tomado de GotQuestions.org. Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en:  https://www.gotquestions.org/Espanol/

¿Cuál fue el propósito de Dios en la cruz?

Ministerios Ligonier

El Blog de Ligonier

¿Cuál fue el propósito de Dios en la cruz?

R.C. Sproul

La doctrina de la expiación limitada (también conocida como “expiación definitiva” o “redención particular”) dice que la expiación de Cristo fue limitada (en su alcance y objetivo) a los elegidos; Jesús no redimió los pecados de todo el mundo en la tierra. En mi denominación examinamos hombres jóvenes que entran al ministerio, e invariablemente alguien le preguntará a un estudiante, “¿Crees en la expiación limitada?” El estudiante responderá diciendo: “Sí, yo creo que la expiación de Cristo es suficiente para todos y eficiente para algunos”, es decir, el valor de la muerte de Cristo en la cruz fue lo suficientemente grande como para cubrir todos los pecados de todas las personas que han vivido, pero que solo se aplica a aquellos que ponen su fe en Cristo. Sin embargo, esa declaración no llega al verdadero corazón de la controversia, que tiene que ver con el propósito de Dios en la cruz.

La implicación de la posición no reformada es que Dios no sabe de antemano quién va a ser salvo.

Hay básicamente dos maneras de entender el plan eterno de Dios. Una comprensión es que, desde toda la eternidad, Dios tuvo el deseo de salvar el mayor número posible de personas de la raza humana caída, por lo que Él concibió un plan de la redención a través del cual Él enviaría a su Hijo al mundo para ser el portador del pecado para la gente caída. Jesús iría a la cruz y moriría por todos los que en algún momento depositarían su confianza en él. Así que el plan fue provisional —Dios proveyó expiación para todos los que se apropian de ella, esto es, para todos los que creen—. La idea es que Jesús murió potencialmente por todos, pero es teóricamente posible que todo esto fuera en vano, ya que todos, hasta la última persona en el mundo, podría rechazar la obra de Jesús y optar por permanecer muerto en sus delitos y pecados. Por lo tanto, el plan de Dios podría haberse frustrado ya que nadie podría aprovecharlo. Esta es la opinión que prevalece en la iglesia de hoy, que Jesús murió por todos provisionalmente. En el último análisis, si la salvación sucede, esto depende de cada persona individualmente.

La idea reformada entiende el plan de Dios de manera diferente. Dice que Dios, desde la eternidad pasada, ideó un plan que no era provisional. Era un plan “A”, sin un plan “B” a seguir si no funcionaba. Bajo este plan, Dios decretó que Él salvaría a un cierto número de personas de la humanidad caída, la gente a quien la Biblia llama los elegidos. Con el fin de que este plan de elección funcionara en la historia, Él envió a su Hijo al mundo, con el objetivo y el diseño específicos de lograr la redención de los elegidos. Esto se logró a la perfección, sin que una gota de la sangre de Cristo se desperdiciara. Todo el mundo que el Padre escogió para salvación será salvo a través de la expiación.

La implicación de la posición no reformada es que Dios no sabe de antemano quién va a ser salvo. Por esta razón, hoy hay teólogos diciendo: “Dios salva a tantas personas como le sea posible”. ¿Cuánta gente puede salvar Dios? ¿A cuántas personas tiene Él el poder para salvar? Si Él es realmente Dios, tiene Él el poder para salvar a todas las personas. ¿A cuántas personas tiene Él la autoridad para salvar? ¿No puede Dios intervenir en la vida de alguien, tal como lo hizo en la vida de Moisés, la vida de Abraham, o la vida del apóstol Pablo, para ponerlas en una relación de salvación con Él? Ciertamente Él tiene el derecho a hacer eso.

No podemos negar que la Biblia habla de Jesús muriendo por “el mundo”. Juan 3:16 es el primer ejemplo de un verso que utiliza este lenguaje. Pero hay un punto de vista de contrapeso en el Nuevo Testamento, incluyendo el Evangelio de Juan, que nos dice que Jesús dio su vida no por todos, sino por sus ovejas. Aquí, en el Evangelio de Juan, Jesús habla de sus ovejas como aquellos que el Padre le ha dado.

En Juan 6, vemos que Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me envió” (v. 44a), y la palabra traducida como “traer” adecuadamente significa “obligar”. Jesús también dijo en ese capítulo, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” (v. 37a). Su punto fue que todos aquellos a quienes el Padre ha designado para venir a su Hijo, vendrían, nadie más. Por lo tanto, tu salvación, de principio a fin, se basa en el decreto soberano de Dios, quien decidió en su gracia tener misericordia de ti, no porque vio cumplido en ti algo que demandaba, sino por el amor del Hijo . La única razón que puedo dar bajo el cielo de por qué soy cristiano, es porque soy un regalo del Padre al Hijo, no por lo que he hecho o podría hacer.

 

Publicado originalmente en Ligonier. Traducido por la Coalición por el Evangelio.

R.C. Sproul

El Dr. R.C. Sproul fue el fundador de Ligonier Ministries, co-pastor de Saint Andrew’s Chapel [Capilla de San Andrés] en Sanford, Florida, y el primer presidente del Reformation Bible College. Fue el autor de más de cien libros, incluyendo La Santidad de Dios.

6/9 – Una confrontación mansa

Aviva Nuestros Corazones

Serie: La hermosura de la mansedumbre

6/9 – Una confrontación mansa

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/una-confrontacion-mansa/

Annamarie Sauter: Aquí está Nancy Leigh DeMoss .

Nancy Leigh DeMoss : El Salmo 85 dice que en Cristo la misericordia y la verdad se encontraron. La justicia y la paz se besaron. Cristo es el que encarna a la perfección la gracia y la verdad.

Annamarie Sauter : Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

¿Es posible ser mansos y aun confrontar a alguien acerca del pecado en su vida? Nancy explora esto en la serie, La hermosura de la mansedumbre.

Nancy Leigh DeMoss : He oído acerca de un grupo de apoyo para las personas sumisas que se llama DOORMATS (que en español se puede traducir como limpiapies). Estas son las siglas en para «Organización dependiente de almas verdaderamente mansas y humildes”, sin objeciones. Su lema es: «Los mansos heredarán la tierra, si todos están de acuerdo con ello».

Estas personas no enfatizan ni siquiera que los mansos heredarán la tierra, es si todos están de acuerdo con ello.

Y su símbolo es la luz amarilla del semáforo, está bien si te detienes, está bien si sigues conduciendo no es rojo ni verde es amarillo.

 

Bueno, no tengo que decirte que esta es una perversión no saludable, antibíblica de la mansedumbre. Y, sin embargo, creo que cuando la gente habla acerca de la humildad esta es uno de las ideas más comunes. Ellos piensan que debilidad es ser tímido, ser cobarde. Ellos piensan que la mansedumbre es igual a debilidad.

Ahora

• La mansedumbre no significa que tú no hablarás la verdad.

• La mansedumbre no significa que tú no confrontas el error.

• La mansedumbre no significa que tú estarás parada pasivamente y dejarás que el mal triunfe.

En ese punto es donde necesitamos todo el consejo de Dios.

No hay manera de obtener todo el consejo de Dios en un programa de veinticinco minutos. Así que estamos tratando de equilibrar esta enseñanza en el día a día. Hay situaciones en la Biblia y vamos a ver algunas de ellas en el día de hoy, donde se necesita coraje y audacia, donde se necesita la confrontación. Pero cuando lo hacemos, tenemos que hacerlo siempre con un espíritu de humildad, con un espíritu de amabilidad, un espíritu de mansedumbre.

Y quiero hablar de varias de esas situaciones hoy, donde se necesita audacia y hablar de cómo lo hacemos con un espíritu de mansedumbre. La primera es cuando se trata de amonestar a un hermano o a una hermana en Cristo que ha pecado.

La Escritura dice: “Fieles son las heridas del que ama” (Pr. 27:6 ) Tú no eres un amigo, si tú no hablas la verdad. Si alguien está jugando con fuego, si están tomando decisiones en sus vidas que son decisiones insensatas, que son decisiones pecaminosas, no estás siendo un amigo, no estás siendo fiel al Señor, si no intervienes en la situación.

En realidad puedes llegar a ser un facilitador del pecado en la vida de otras personas—si no las amonestas. Pero a medida que amonestamos, reprendemos, reprobamos a los que están pecando, tenemos que hacerlo con un espíritu de mansedumbre y humildad.

El texto que resume todo esto en un solo versículo, es por supuesto, Gálatas capítulo 6, versículo 1.

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.

Un espíritu de mansedumbre, un espíritu de humildad.

 

En esta serie he estado citando extensamente un libro de uno de los puritanos, el comentarista Matthew Henry, que fue escrito hace más de 300 años, titulado, La búsqueda de la mansedumbre y la quietud de espíritu.

En este libro de Matthew Henry dice:

Las tres cualidades que se requieren en un buen cirujano también se requieren en el que reprende: ella o él debe tener ojo de águila, corazón de león, y la mano de una dama, en otras palabras, debe ser dotado de sabiduría, coraje, y de mansedumbre. A veces, sin embargo, es necesario reprender con seriedad.

Piensa por un momento en tus hijos. Hay momentos en que necesitas mirarlos a los ojos con seriedad y reprenderlos.

Sin embargo, nunca debemos reprender con ira, “porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. (Santiago 1:20 )

Ahora, debemos balancearnos aquí como sobre un hilo muy fino. Es un equilibrio difícil. Es la verdad con amor. Matthew Henry dice:

Debemos tratar a los que están enfrentando alguna falta con la misma ternura y compasión que nos gustaría que nos trataran si se tratara de nuestro propio caso.

¿Cómo queremos que la gente nos confronte? Queremos que sea con amabilidad, con amor, con cuidado. No queremos que nos maltraten o que nos golpeen en la cabeza. Nosotros queremos que sean gentiles, amables, pacientes y compasivos cuando nos confronten.

Bueno, entonces tenemos que reprender a los demás con el mismo espíritu que nos gustaría ser reprendidos.

He escuchado decir a través de los años que si haces una pregunta, traes convicción a la conciencia, pero si acusas a alguien, la voluntad se endurece. De manera que no debes hacerlo con un espíritu acusador. Porque eso solo los va a endurecer, va a endurecer la voluntad.

Así que haces una pregunta. “Puedo haber estado a un millón de millas de distancia,” solía decir un amigo—que ahora está con el Señor. Pero él decía: “Puedo haber estado a un millón de millas de distancia, pero ¿es posible que. . .?” Y luego hacía una pregunta sobre algo que había observado en mi vida.

¿Y sabes?, casi siempre tenía la razón. Pero cuando lo decía, lo hacía con un espíritu de mansedumbre y humildad, que lo hacía más fácil de recibir.

Ahora, eso es particularmente importante cuando estamos llamadas a decir la verdad sobre un tema o un pecado en la vida de una autoridad, de tu esposo, de tu padre, de un jefe, tal vez de un pastor o un anciano, o quizás de una persona mayor. Se nos dice que debemos hablar con ellos con todo respeto y humildad.

Pienso en 1era a Timoteo capítulo 5 en el versículo 1 que dice: “No reprendas al anciano, sino exhortale como a padre”. Eso no quiere decir que nunca le señales un pecado. Sino que hables con la forma y el espíritu con el que lo debes hacer.

En esta última semana me he sentido dirigida por el Señor a escribirle una carta a alguien que respeto mucho, una persona mayor, un hombre, un anciano, que yo tenía en mi corazón. Quería hacerle una pregunta sobre un curso de acción que había sido tomado. Oré al respecto. Esperé.

No lo hice rápido y abruptamente porque muchas veces creemos que sabemos exactamente lo que es correcto y no nos detenemos a pensar, ¿Es esto realmente algo que Dios quiere que yo diga en esta situación? Pero el Señor no me dejaba actuar al respecto.

Pasé mucho tiempo redactando la carta, en la edición, en la reedición, re-re-edición, queriendo asegurarme de que el tono, el espíritu fuera humilde, gentil, ameno, que no estuviera atacando a la persona. Y me dediqué a mirar cada palabra con cuidado. ¿Podría parecer como un ataque? ¿Podría poner a esta persona a la defensiva?

Yo no le tenía miedo a la persona. No estaba siendo cobarde. Estaba tratando de ser compasiva, tierna, mansa y humilde en mi enfoque. Fue muy bueno ver a esa persona venir y decirme: “Gracias por compartir esto, pero aun mas gracias por el espíritu con que lo compartiste”.

Y esa persona me dijo: “Voy a llevar esto al Señor y le preguntaré si hay algo que tengo que confesar, si hay algo con lo que tengo que lidiar”.

Así que la respuesta fue una respuesta humilde. Muchas veces no obtenemos una respuesta humilde porque hacemos las cosas en un modo de ataque en lugar de con un espíritu de humildad y mansedumbre. Así que cuando sea necesario amonestar a un hermano o a una hermana en Cristo debemos hacerlo, pero con un espíritu de mansedumbre.

Ahora déjame decirte algo; déjame hacer un paréntesis aquí. Quiero enfatizar algo aquí acerca de cuando se recibe la reprensión, no de cuando se hace. Es también muy importante recibirla con un espíritu de mansedumbre.

Si somos mansas, recibiremos bien la corrección, la crítica, la reprensión o la amonestación. La recibiremos con la tranquilidad con la que mi amigo lo hizo en respuesta a esta carta. La vamos a recibir con humildad y con gratitud.

Cuando recibimos cartas críticas en el correo—lo cual sucede en ocasiones—le digo a nuestro personal… Algunas vienen con un espíritu dulce pero otras no… y yo le digo al equipo de trabajo: “Siempre, siempre, siempre denle las gracias por escribir”.

El reproche, la confrontación, la corrección puede no venir de la forma más sabia. Puede ser exagerada. Es posible que incluso seamos totalmente inocentes de aquello por lo cual estamos siendo criticadas o reprobadas.

Estoy pensando en un incidente que tuvo lugar hace muchos años, cuando una persona que era un líder para mi llegó un día y me dijo algunas cosas muy fuertes; señaló algunos problemas en mi vida, y tenía toda una lista. Quiero decir— era toda una letanía. Esta era una persona que yo respetaba, alguien a quien yo admiraba; era una autoridad en nuestro ministerio. Sin embargo, esta persona dijo cosas muy fuertes y con un espíritu áspero.

Y yo no reaccioné con un espíritu de mansedumbre. Estaba herida. Estaba devastada. Yo solo me lo repetía una y otra y otra vez.

Mi reacción interna – no sé si esa persona lo notó, pero mi reacción fue de enojo. Era una actitud defensiva. Llena de orgullo. Me sentí rechazada. Estuve molesta con esta persona durante mucho, mucho tiempo. Por muchos, muchos meses, más o menos durante un año y medio, reflexionaba sobre esto en mi mente y aún le resentía esto a esta persona.

Cuando Dios comenzó a trabajar en mi corazón, en esa área, me di cuenta de que había algo más que una pizca de verdad en lo que se me había dicho. Ahora, hay circunstancias que mirando hacia atrás puedo ver por qué esta persona actuó en esta situación con dureza. Yo he perdonado hace mucho tiempo esta situación y a esta persona.

Pero de igual forma yo le dije: “Nada de eso es verdad”. Yo había mantenido esa posición durante meses. Pero una vez que mi corazón fue humilde, me di cuenta de que había algo de verdad en todo esto.

¿Qué había pasado? Yo reaccioné a su exageración, y por ello había perdido la verdad que Dios quería que yo viera, que era necesario que viera, solo por haber reaccionado a la manera como él lo expresó.

De manera que debemos responder con humildad. Pudiera ser exagerado. Puede incluso no ser verdad. Pero Dios puede usar algo que han dicho, una crítica, fea y falsa para ayudarte a ver algo en tu corazón que es verdad, para ayudarte a desarrollar un espíritu de mansedumbre. Nunca te va a ir mal en el camino de la humildad.

Así que volvamos a las situaciones en las que nosotras tenemos que confrontar; debemos tener la valentía y la audacia, pero debemos hacerlo con un espíritu de mansedumbre. En primer lugar está el amonestar a un hermano o a una hermana que está pecando.

Una segunda área es la corrección de aquellos que se oponen a la verdad. Hay un tiempo para reprender, para exponer, para oponerse al pecado y a la falsa doctrina. Sabemos que Jesús era manso y humilde, pero se enfrentó a los fariseos. Lo hizo de una manera sencilla pero directa.

Pero Él no lo hizo en defensa propia ni por autopromoción. Él no lo hizo por enojo pecaminoso. Fue la justicia de Dios en Él lo que lo provocó a defender la gloria y la verdad de Dios.

Anteriormente hemos hablado de cómo la Escritura dice que Moisés era el hombre más manso y humilde sobre la faz de la tierra. Y sin embargo, se le ve de pie frente a Faraón, rey de Egipto, diciendo: “Tienes que quitarte del camino de Dios. Estás equivocado”.

Vemos a Moisés enojarse con el pecado del pueblo de Dios en el incidente del becerro de oro y reprenderlos por su idolatría. Él llama a una acción disciplinaria. Y, sin embargo, se trata de la acción de un hombre manso.

Ahora, hubo otra situación en la vida de Moisés, ¿te acuerdas?, donde él permitió que la ira justa ardiera para convertirse en ira pecaminosa. A veces nos oponemos a aquellos que se oponen a la Verdad con ira que no es santa.

Recuerdas cómo Moisés, al final de su vida antes de que los Hijos de Israel llegaran a la tierra prometida, en Números capítulo 20, cuando no había agua. El pueblo murmuró como lo habían hecho muchas veces antes. Y Dios le dijo a Moisés: “Habla a la roca y saldrá agua” (véase el versículo 8).

Y en un ataque de ira y de impaciencia, Moisés golpeó la roca dos veces en lugar de hablar con ella. Esto no fue mansedumbre. Moisés no fue humilde en ese momento. La ira del hombre no obra la justicia de Dios.

Segunda a Timoteo capítulo 2 habla de aquellos a quienes debemos confrontar, los que se oponen a la verdad. Se nos dice el espíritu con el que debemos hacerlo. Dice:

Pero rechaza los razonamientos necios e ignorantes, sabiendo que producen altercados. Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido, corrigiendo tiernamente a los que se oponen… ( vv. 23-25).

Por cierto, la mejor arma contra el error doctrinal es enseñar la verdad. La luz es lo que expone y disipa las tinieblas.

Así que el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable, apto para enseñar, debe soportar pacientemente el mal, corregir a sus oponentes con mansedumbre y amabilidad.

Y ¿cuál es el objetivo? Quizá Dios les conceda el arrepentimiento que conduce a un conocimiento de la verdad. El punto no es simplemente atacarlos. El punto es ver que vengan al arrepentimiento.

Estamos no solo para hacer frente a los que son los adversarios de la verdad. Hemos de advertir a los creyentes acerca de los falsos maestros, acerca de la falsa doctrina.

Si lees la 2da carta de Pedro, si lees el libro de Judas, ambas hablan claramente sobre estos falsos maestros, los cristianos deben ser advertidos sobre ellos. Y Pedro y Judas utilizan un lenguaje muy fuerte en la descripción de estos falsos maestros, pero lo están haciendo con un espíritu de humildad y mansedumbre. Sin embargo, ellos están diciendo que esto no puede ser tolerado en la iglesia.

En Apocalipsis, capítulo 2 Jesús mismo dice a la iglesia,

‘Pero tengo esto contra ti: que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos..’ (vv. 20-21).

Jesús les dice: “El hecho de que la toleres en la iglesia, a esta mujer que trajo falsas enseñanzas, está mal. No se puede tolerar. Debes ser mansa, pero no puedes tolerar la falsa doctrina”.

Y luego Jesús dice—y es aquí donde se ve su espíritu de mansedumbre: “Yo le di tiempo para arrepentirse. Le di tiempo para arrepentirse”.

Y ahora Él dice, “Ella se rehúsa arrepentirse de su inmoralidad sexual”. Por tanto, la juzgaré. Al final, Dios juzgará a los que se niegan a arrepentirse. Pero el corazón de Cristo es que expongas el asunto, que lidies con eso, que lo confrontes y al mismo tiempo que le des tiempo para arrepentirse.

Ese debes ser siempre el deseo del corazón cuando estamos enfrentando un error, cuando estamos confrontando a aquellos que se oponen a la verdad. Queremos que ellos se arrepientan, y nos preocupamos por la gloria de Dios y la iglesia, y nos preocupamos por que los creyentes estén completos y protegidos en Cristo. Esa es la motivación del corazón humilde.

Ahora, aquí tenemos otra situación en la que tenemos que tener un espíritu de mansedumbre y es cuando estamos defendiendo nuestra fe con aquellos que no son creyentes, la defensa de nuestra fe con los no creyentes.

 

Primera de Pedro capítulo 3 empezando en el versículo 15 dice:

Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros ( vv. 15-16) .

• Haz la defensa, defiende tu fe.

• Explica por qué la Palabra de Dios es la verdad y el error es el error.

• Da una razón. Da una explicación.

• Ofrece una apología; esto es, defiende tu fe. Pero hazlo con mansedumbre y respeto.

Si sales y preguntas a la gente en la calle lo que piensan los cristianos de hoy, podrás escuchar un montón de gente que dice que los cristianos son argumentativos, que son contenciosos, que son poco amables o que tienen un espíritu áspero. Y si vas al Internet y ves algunos de los diferentes debates que se están produciendo sobre la teología y cuestiones doctrinales y espirituales, podrás ver un montón de gente, un montón de llamados cristianos, que hacen esto con un espíritu que no es manso y humilde.

Y eso no obra la justicia de Dios. Los cristianos no deben ser conocidos por ser argumentativos y contenciosos en su espíritu.

Ahora, eso no quiere decir que no debemos hablar. Esto no significa que dejamos que las personas que están promoviendo falsas religiones hagan lo suyo y digan lo suyo. Eso es cobardía. Tenemos que ser valientes y confiadas en la defensa de nuestra fe, pero siempre haciéndolo con delicadeza y respeto.

Esto también es cierto a la hora de lidiar con asuntos culturales o con la justicia social; asuntos que deben abordarse en nuestra sociedad. Hay quienes dicen que no debemos involucrarnos en estas cosas; sino que debemos permanecer en nuestras “fortalezas santas» y ser buenos cristianos, cristianos santos. Se supone que debemos ser sal y luz. La luz debe exponer la oscuridad. Hay cosas en nuestra cultura y nuestra sociedad que irritan a Dios. Hay cosas que atacan el nombre de Dios y Su gloria, y Sus caminos, y que deben molestarnos. Tenemos que estar dispuestas a hacer frente a esas cosas.

Pienso en el tema del aborto. En Proverbios capítulo 24 dice: «Libra a los que son llevados a la muerte, 
y retén a los que van con pasos vacilantes a la matanza» (v.11). Tenemos que armarnos de valor e involucrarnos en estos temas según Dios nos dirija, pero tenemos que hacerlo con gracia, con gracia.

Yo soy la primera en decir que a menudo es difícil saber dónde está esa línea. Pero esta tiene que ser la meta: sin atacar, sin descargas de ira, sin ser arrogante u orgullosa o una sabelotodo.

El llamado aquí es a tener un balance—un balance entre gracia y verdad. Ahora algunas de nosotras tendemos a irnos hacia la verdad, por lo que necesitamos que Dios nos equilibre con la gracia. Algunas tienden a ser más fuertes en la gracia, y es posible que necesiten que Dios te equilibre con la verdad.

Por supuesto, eso solo se cumplió perfectamente en Cristo. El Salmo 85 dice que en Cristo la misericordia y la verdad se encontraron. La justicia y la paz se besaron. Cristo es el que encarna a la perfección la gracia y la verdad (véase el versículo 10).

Me encanta ese pasaje en el Salmo 45. Donde ves este equilibrio en esta imagen de Cristo del Antiguo Testamento. Dice:

Eres el más hermoso de los hijos de los hombres. [Este es un salmo mesiánico que habla acerca de Cristo.] La gracia se derramó en tus labios, por lo que Dios te ha bendecido para siempre.

Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, en tu esplendor y tu majestad! [La gracia está en tus labios. Ciñe tu espada sobre el muslo.] Y en tu majestad cabalga victoriosamente, por la causa de la verdad y la mansedumbre y la justicia.» (vv. 2-4 NVI) .

Me recuerda a esa imagen del hombre en Apocalipsis 19, el hombre que vendrá en el caballo blanco. Su nombre es «Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra » (v. 11). Él está lleno de gracia y Él está lleno de verdad. Él está lleno de misericordia, y sin embargo, justamente hace la guerra contra el pecado.

En Cristo vemos mejor que en ningún otro lugar en la Escritura el poder de la mansedumbre. La mansedumbre no es debilidad. La mansedumbre es poder de Dios bajo control liberado en y a través de nuestras vidas. Puedes Ver esto en el libro de Apocalipsis, en el capítulo 5, donde vemos esa ilustración doble de Cristo.

¿Te acuerdas de ese libro que tenía siete sellos que nadie en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir? Y Juan dice: «Yo sollocé, yo lloré mucho, porque nadie era digno de hacerlo. Porque nadie era digno de hacerlo. Nadie tenía el poder de abrir estos sellos» (véase el versículo 4). Y uno de los ancianos dijo:

No llores más, he aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para que pueda abrir el libro y desatar sus siete sellos (v. 5).

Así que ves a Aslan, la imagen de Cristo, el León de la tribu de Judá, la raíz de David, el rey conquistador.

Y entonces Juan ve, en el versículo siguiente,

Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, [¿qué vio?] vio a un Cordero, de pie, como inmolado (v. 6).

¿Quién es el cordero? El cordero es el león. ¿Quién es el león? El león es el cordero. ¿Quién es el león y el cordero? Es Cristo, lleno de gracia y de verdad.

“Y vino, [el Cordero] y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos..” ( vv. 7-9)

Nadie más podía hacerlo. Tú no podías pensar ni esperar que un cordero conquistara. Pero es el cordero que conquista. ¿Cómo lo hizo? “Porque tú fuiste inmolado”.

El manso, humilde, Hijo de Dios sin pecado va a la cruz y lleva sobre sí toda la ira de un Dios santo contra todos los pecados de todas las personas que alguna vez han vivido. El hijo de Dios sin pecado va a la cruz y lleva sobre sí toda la ira de un Dios santo, contra todos los pecados de todas las personas que alguna vez han vivido.

“…porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán para siempre”. (vv. 9-10)

La cruz es el acto supremo de humildad. Y sin embargo, es el más poderoso acto en la historia del universo. Es a través de la cruz que los cautivos han sido puestos en libertad, que los pecadores han sido rescatados. El cordero fue inmolado y Él reinará por los siglos de los siglos.

Annamarie Sauter : Nancy Leigh DeMoss nos ha estado mostrando el equilibrio entre la fuerza y ​​la mansedumbre. Es posible manifestar los dos por el poder de Dios. El programa de hoy es parte de una serie llamada, La hermosura de la mansedumbre.

A través de estos programas, Nancy ha estado citando a Matthew Henry, un escritor puritano que entendía bien el concepto de la mansedumbre. Él pudo compartir estas ideas de forma bien profunda; y espero que lean el libro—aunque solo está disponible en inglés.

Bueno, hemos explorado la mansedumbre en varias sesiones. En el próximo programa vamos a ver específicamente cómo la mansedumbre se aplica a nosotras como mujeres en el siglo XXI. Por favor, vuelve a Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance Life Action Ministries. Y yo quiero que mi mamá asista a la conferencia de Mujer Verdadera.

Toda la Escritura fueron tomadas de la Biblia de Las Américas a menos que se cite otra fuente.

Aviva Nuestros corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se cite otra fuente.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Las falsificaciones (1)

Miércoles 13 Mayo
Hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
No creáis a todo espíritu… porque muchos falsos profetas han salido por el mundo… Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios.
Las falsificaciones (1)

La cajera examinó el billete con el que iba a pagar mis compras. Lo pasó por los rayos ultravioleta de un pequeño detector, y luego me lo devolvió: «Lo siento, señor, es falso». Estupefacto, tomé el billete y le di otro, que la cajera aceptó. Al llegar a casa examiné minuciosamente el billete rechazado y lo comparé con otro. ¡Realmente no veía ninguna diferencia!

Las falsificaciones abundan en muchos ámbitos: billetes falsos, marcas falsas, diversas imitaciones… ¿Sabía usted que en el ámbito espiritual Satanás es el gran especialista de la falsificación? Existen varias religiones que se parecen mucho al cristianismo. ¿Cómo podemos distinguir lo verdadero de lo falso? El apóstol Juan nos lo revela (1 Juan 4:1-6):

1) Esas religiones no aceptan que Jesucristo, el Hijo de Dios, “venido en carne”, se hizo hombre para vivir entre los hombres.

2) Hablan según los principios del mundo, y el mundo las escucha.

3) No se someten a las enseñanzas de los apóstoles.

Estos criterios nos permitirán descubrir a esos falsos profetas y sus peligrosas falsificaciones de la verdad. Cuanto más se parecen a ella, más peligrosas son. Todo lo que oímos sobre Jesucristo, sometámoslo a la luz penetrante de la Palabra de Dios. Todo está ahí, pues el fundamento del cristianismo es Jesucristo. “La verdad… está en Jesús” (Efesios 4:21).

(mañana continuará)

5 – La condenación de los moralistas | Romanos 2:1-5

Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo

Serie: Romanos

5 – La condenación de los moralistas | Romanos 2:1-5

Ps. Sugel Michelén

El pastor Michelén ha formado parte del Consejo de Ancianos de Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en Santo Domingo, República Dominicana, durante más de 30 años.Tiene la responsabilidad de predicar la Palabra regularmente en el día del Señor.Tiene una Maestría en Estudios Teológicos y es autor de varios libros: Historia de las Iglesias Bautistas Reformadas de Colombia, Coautor junto al Pastor Julio Benítez; La Más Extraordinaria Historia Jamás Contada, Palabras al Cansado – Sermones de aliento y consuelo; Hacía una Educación Auténticamente Cristiana, El que Perseverare Hasta el Fin; y publica regularmente artículos en su blog “Todo Pensamiento Cautivo”https://www.todopensamientocautivo.com/

Él es instructor asociado en Universidad Wesleyana en Indiana (IWU), extensión en español; enseña Filosofía en el Colegio Cristiano Logos; y durante 10 años, ha sido profesor regular de la Asociación Internacional de Escuelas Cristianas (ACSI) para América Latina. El pastor Michelén, junto a su esposa Gloria tiene tres hijos y cuatro nietos.

http://www.ibsj.org/sobre-nosotros/

¿Qué es la gracia común?

Coalición por el Evangelio

¿Qué es la gracia común?

WAYNE GRUDEM

Nota del editor: Este es un fragmento adaptado de Cómo entender la salvación (Vida, 2014), por Wayne Grudem.

Cuando Adán y Eva pecaron, se hicieron dignos de castigo eterno y de separación de Dios (Gn. 2:17). De la misma manera, cuando los seres humanos pecan hoy se hacen merecedores de la ira de Dios y del castigo eterno: “Porque la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23). Esto quiere decir que, una vez que las personas pecan, la justicia de Dios requiere solo una cosa: que queden eternamente separados de Dios, alejados de la posibilidad de experimentar sus cosas buenas y que vivan para siempre en el infierno, recibiendo solo la ira divina para siempre.

De hecho, esto es lo que les sucedió a los ángeles que pecaron, y nos podría haber sucedido a nosotros también: “Porque Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio” (2 Pe. 2:4).

Pero en realidad Adán y Eva no murieron de inmediato (aunque la sentencia de muerte empezó a cumplirse en sus vidas a partir del día que pecaron). La plena ejecución de la sentencia de muerte quedó demorada por muchos años. Además, millones de sus descendientes aun hasta el día de hoy no mueren y van al infierno tan pronto como pecan, sino que continúan viviendo por muchos años, disfrutando de innumerables bendiciones en este mundo. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede continuar Dios dando bendiciones a pecadores que merecen la muerte, no solo a aquellos que al final serán salvos, sino también a millones que nunca lo serán, cuyos pecados nunca serán perdonados?

La respuesta a estas preguntas es que Dios otorga gracia común.

Podemos definir la gracia común de la siguiente manera: la gracia común es la gracia de Dios mediante la cual Él da a las personas innumerables bendiciones que no son parte de la salvación. Se le llama común porque es común a todas las personas y no está restringida a los creyentes ni a los elegidos.

Para distinguirla de la gracia común, identificamos como “gracia salvadora” la gracia de Dios que trae salvación a las personas. Por supuesto, cuando hablamos de “gracia común” y “gracia salvadora” no estamos indicando que haya dos clases de gracia en Dios, sino que la gracia de Dios se manifiesta a sí misma en el mundo en dos formas diferentes.

La gracia común es diferente de la gracia salvadora en sus resultados (no produce salvación), en sus receptores (la reciben por igual los creyentes y los incrédulos), y en su fuente (no fluye directamente de la obra expiatoria de Cristo, puesto que la muerte de Cristo no gana ninguna medida de perdón para los incrédulos y, por tanto, tampoco hace que tengan mérito las bendiciones de la gracia común para ellos). Sin embargo, sobre este último punto debiéramos decir que la gracia común fluye indirectamente de la obra redentora de Cristo, debido al hecho de que Dios no juzgó al mundo de una vez cuando entró el pecado debido primaria y quizá exclusivamente a que planeaba salvar al final a algunos pecadores a través de la muerte de su Hijo.

La gracia común no cambia el corazón humano ni lleva a las personas al arrepentimiento genuino y a la fe, y, por tanto, no puede salvar a las personas (aunque en la esfera intelectual y moral puede proporcionar algo de preparación para hacer que las personas estén más dispuestas a aceptar el evangelio). La gracia común restringe el pecado, pero no cambia la disposición fundamental de nadie hacia el pecado, ni en ninguna medida significativa purifica la naturaleza humana caída.

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Wayne Grudem es profesor de teología y estudios bíblicos en Phoenix Seminary en Phoenix, Arizona.