Hace más de 500 años, un monje alemán llamado Martín Lutero dio inicio a una protesta que se extendió hasta convertirse en un movimiento mundial. ¿Qué fue en realidad este movimiento de la Reforma protestante? Descubre la respuesta en este corto video narrado por el Dr. R.C. Sproul. Compártelo con tus amigos y familiares.
Un predicador joven acababa de perder a su esposa cuando su pequeña hija le preguntó: -Si Jesús murió por nuestros pecados, ¿por qué nosotros también debemos morir?
El padre no respondió en seguida, buscando una explicación apropiada para la edad de la niña. Pero cuando iban al cementerio, el papá llamó la atención de la niña sobre un pesado camión que iba delante de ellos, y le preguntó: -¿Ves la sombra del camión en el piso? Pues no somos aplastados por el camión, sino que solo atravesamos su sombra.
El padre guardó silencio un momento y luego dijo con una voz conmovedora: -¿Sabes?, muriendo en la cruz, Jesús se hizo aplastar como por la carga más pesada. Toda la ira de Dios cayó sobre él, para que nosotros solo tuviéramos que atravesar la sombra de la muerte.
Según las Escrituras solo hay dos maneras de morir. La primera, aterradora, está reservada a los incrédulos. “Si no creéis que yo soy (Jesús, el Hijo de Dios), en vuestros pecados moriréis”. Morir en sus pecados es presentarse delante de Dios, quien es santo, como un culpable delante de su juez, con una condena segura. Los pecados olvidados o minimizados un día serán presentados de nuevo ante cada uno. No habrá ningún abogado delante de este tribunal, sino solo un Juez inflexible y que lo sabe todo.
Pero la gracia de Dios ha dado al creyente la opción de morir de otra manera, de morir “en el Señor”, salvo de la condenación por la obra de Cristo en la cruz.
Los cabeza de familia deberían leer las Escrituras a sus familias e instruir a sus hijos y criados en los asuntos y las doctrinas de la salvación. Por tanto, deben orar en familia y con sus fami- lias. Ningún hombre que no niegue las Escrituras, puede oponerse al incuestionable deber de leerlas en el hogar; [el deber que tienen] los gobernantes de la familia de enseñar e instruir a sus miembros de acuerdo con la Palabra de Dios. Entre una multitud de versículos expresos, analicemos estos: “Y sucederá que cuando vuestros hijos os pregunten: “¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas” (Éx. 12:26-27). Los padres cristianos tienen el mismo deber de explicar a sus hijos los sacra- mentos del Nuevo Testamento para instruirlos en la naturaleza, el uso y los fines del Bautis- mo y de la Santa Cena: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”, es decir, mañana y tarde (Dt. 6:6-7; 11:18-19). “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Se- ñor” (Ef. 6:4). Y a Dios le agradó esto en Abraham: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Gn. 18:19). Esto es, pues, innegable si se ha de creer en la Palabra que hemos recibido como reglamento y a la que debemos brin- dar obediencia. Incluso los paganos enseñaban la necesidad de instruir a la juventud a tiempo.
La razón de esta consecuencia, desde la lectura familiar hasta las instrucciones de orar en familias, es evidente ya que necesitamos rogar a Dios para que nos proporcione la ilumina- ción de Su Espíritu, que abra los ojos de todos los miembros de la misma31 y que derrame su bendición sobre todos nuestros esfuerzos, sin la cual no hay salvación. Esto será más patente si consideramos y reunimos los siguientes argumentos:
1. ¿De quién es la palabra que se ha de leer juntos en familia? Acaso no es la Palabra del Dios eterno, bendito y glorioso. ¿No requiere esto y, hasta exige, oración previa en mayor medida que si uno fuera a leer el libro de algún hombre mortal? La Palabra de Dios es el medio a través del cual Él habla con nosotros. Por medio de ella nos instruye y nos informa acerca de las preocupaciones más elevadas e importantes de nuestras almas. En ella debemos buscar los remedios para la cura de nuestras enfermedades espirituales. De ella debemos sacar las armas de defensa contra los enemigos espirituales que asaltan nuestras almas para ser dirigidos en las sendas de la vida32. ¿Acaso no es necesario orar juntos, pues, para que Dios prepare todos los corazones de la familia para recibir y obedecer lo que se les lea, procedente de la mente de Dios? ¿Es tan formal y sensible toda la familia a la gloria, la santidad y la majestad de aquello que Dios les transmite en su Palabra que ya no haya necesidad de orar para que así sea? Y si
31 “Pero, por encima de todo lo demás, dirige tus palabras a Dios para que las puertas de la luz divina pueda abrirse para ti. Y es que nadie puede percibir ni entender estas cosas, excepto aquél a quien Dios y su Cristo le han concedido este privilegio”. — Justino Mártir (110-165).
32 “La Santa Escritura es (1) la silla de Dios desde la que se dirige a nosotros. (2) Es la escuela de Dios en la que Él nos enseña y comunica información. (3) Es el dispensario de Dios y la consulta espiritual desde la que Él distribuye sus medicinas sanadoras. (4) Es el arsenal de Dios y su gran colección de armas adecuadas desde la que nos aprovisiona de armas defensivas y ofensivas para nuestra protección contra los enemi- gos de todo tipo. (5) Es la mano de Dios con la que nos quía hacia adelante, por las sendas de fe y justicia y nos conduce sanos y salvos hasta la vida eterna”. —Johann Gerhard (1582-1637).
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ven la necesidad, ¿no debería ser lo primero que hagan? Después de leer las Escrituras y de escuchar las amenazas, los mandamientos y las promesas del glorioso Dios; cuando los peca- dos han quedado al descubierto y también la ira divina contra ellos; cuando se han impuesto los deberes y explicado los preciosos privilegios y las promesas de un Dios fiel, “promesas grandes y preciosas” para quienes se arrepienten, creen y acuden a Dios con todo su cora- zón, sin fingimientos, ¿no tienen ustedes la necesidad de caer juntos de rodillas, rogar, llorar e invocar a Dios pidiendo perdón por esos pecados de los que los ha convencido esta Palabra, de los que son culpables y por los que deben lamentarse delante del Señor? ¿[No tienen la necesidad de orar] para que cuando se descubra el deber, todos tengan un corazón dispuesto para obedecer y ponerlo en práctica, y juntos arrepentirse sin fingimientos y acudir a Dios, para que puedan aplicarse esas promesas y ser copartícipes de esos privilegios? Basándonos en todo esto, pues, existe una buena razón para que cuando lean juntos, también oren juntos.
2. Considera los grandes y profundos misterios contenidos en la Palabra de Dios que deben leer juntos. Verás que también aparecerá la necesidad de orar juntos. ¿No encierra, acaso, esa Palabra la doctrina concerniente a Dios, la forma en que se le debería conocer, amar, obedecer, adorar y deleitarse uno en Él? En cuanto a Cristo, Dios y hombre, es un misterio sobre el cual se maravillan los ángeles y que ningún hombre puede entender o expresar, y que ninguno puede explicar por completo.33 Con respecto a los oficios de Cristo, la Palabra declara que son los de Profeta, Sacerdote y Rey. El ejemplo y la vida de Cristo, sus milagros, las tentaciones que soportó, sus sufrimientos, su muerte, sus victorias, su resurrección, ascen- sión e intercesión y su venida para juzgar se plasman en la Palabra divina. ¿No se encuentran en las Escrituras la doctrina de la Trinidad, de la miseria del hombre por el pecado y su reme- dio en Cristo? ¿Y también el pacto de gracia, las condiciones de éste y los sellos del mismo? ¿Los muchos privilegios preciosos y gloriosos que tenemos por Cristo: La reconciliación con Dios, la justificación, la santificación y la adopción? ¿Las diversas gracias por obtener, los deberes que realizar y el estado eterno de los hombres en el cielo o en el infierno? ¿No están estas cosas y otras como ellas, en la Palabra de Dios que se debe leer a diario en tu hogar? ¿Y sigues sin ver la necesidad de orar antes y después de leer la Palabra de Dios? Sopésalo bien y lo comprenderás.
3. Considera cuánto le incumbe a toda la familia saber y entender estas cosas tan necesarias para la salvación. Si las ignoran, están perdidos. Si no conocen a Dios, ¿cómo podrán amarlo? Podemos amar a un Dios y a un Cristo invisibles (1 P. 1:8), pero nunca a un Dios desconocido. Si tu familia no conoce a Cristo, ¿cómo creerán en Él? Y, sin embargo, tienen que perecer y ser condenados de no hacerlo. Tendrán que perder para siempre a Dios y a Cristo, al cielo y sus almas, si no se arrepienten, creen y se convierten. Y dime, si la lectura de este Libro es la que los hará comprender la naturaleza de la verdadera gracia salvífica, ¿no será necesaria la oración? Sobre todo cuando muchos poseen la Biblia y la leen, pero no entienden las cosas que tienen que ver con su paz.
33 “Que todo cristiano fiel y creyente consagre su atención a las Sagradas Escrituras. En ellas descubrirá maravillosas manifestaciones, dignas de la fe por la cual se producen. Contemplará a los hombres del mundo mintiendo en su impiedad, las recompensas de los piadosos y el castigo del impío. También mi- rará con asombro a las bestias salvajes vencidas por la religión y su ferocidad transformada en placidez, y las almas de los hombres volver a sus cuerpos sin vida. Pero un espectáculo que supera de lejos todas estas cosas se exhibirá ante su vista extasiada: Verá a ese diablo que desea triunfar sobre todo el mundo, mintiendo, como un enemigo ya vencido bajo los pies de Cristo. Hermanos, ¡que visión tan adecuada, tan preciosa y tan necesaria!”. —Cipriano (200-258).d
4. Considera, además, la ceguera de sus mentes y su incapacidad, sin las enseñanzas del Es- píritu de Dios, para conocer y comprender estas cosas. ¿No es necesaria la oración?
5. Considera también, que el atraso de sus corazones a la hora de prestar atención a estas verdades importantes y necesarias de Dios, y su falta de disposición natural al aprendizaje demuestran que es necesario que Dios los capacite y les dé la voluntad de recibirlas.
6. Una vez más, considera que la oración es el medio especial para obtener conocimiento de Dios y su bendición sobre las enseñanzas y las instrucciones del cabeza de familia. David oró pidiéndole a Dios: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Sal. 119:18). En la Palabra de Dios hay “maravillas”. Que el hombre caído pueda ser salvo es algo maravilloso. Que un Dios santo se reconciliara con el hombre pecador es maravilloso. Que el Hijo de Dios adoptara la naturaleza del hombre, que Dios se manifestara en la carne y que el creyente fue- ra justificado por la justicia de otro son, todas ellas, cosas maravillosas.
Sin embargo, existe oscuridad en nuestra mente y un velo sobre nuestros ojos; además, las Escrituras forman un libro con broche, cerrado, de manera que no podemos entender estas cosas grandiosas y maravillosas de una forma salvífica, y depositar nuestro amor y nuestro deleite principalmente en ellas, a menos que el Espíritu de Dios aparte el velo, quite nuestra ignorancia e ilumine nuestra mente. Y esta sabiduría es algo que debemos buscar en Dios, mediante la oración ferviente. Ustedes, los que son cabezas de familias, ¿no querrían que sus hijos y criados conocieran estas cosas y que estas tuvieran un efecto sobre ellos? ¿No que- rrían, ustedes, que se grabaran en sus mentes y en sus corazones las grandes preocupaciones de su alma? ¿Los instruyen ustedes a este respecto? La pregunta es: ¿Pueden ustedes llegar a sus corazones? ¿Pueden ustedes despertar sus conciencias? ¿No pueden? Y aun así, ¿no te lleva esto a orar a Dios con ellos para que Él lo lleve a cabo? Mientras estén orando juntamente con ellos, Dios puede estar disponiendo en secreto y preparando poderosamente sus corazones para que reciban su Palabra y las instrucciones de ustedes a partir de estas.
Tomado de “How May the Duty of Family Prayer Be Best Managed for the Spiritual Benefit of Every One in the Family?” (¿Cómo puede el deber de la oración familiar ser mejor administrado para el bene- ficio espiritual de cada uno en la familia?), Puritan Sermons 1659-1689. Being the Morning Exercises at Cripplegate (Sermones puritanos 1659-1689. Estando en los ejercicios matutinos en Cripplegate), Vol 2, Richard Owen Roberts, Editor. _____________________________________________
Thomas Doolittle (1632 – c. 1707): Ministro no conformista inglés, nació en Kidderminster, Wor- cestershire, Inglaterra.
La vida física transmitida por nuestros padres, nuestros sentidos y nuestra inteligencia nos permiten discernir al Dios Creador en lo que llamamos la naturaleza: “las cosas hechas” (Romanos 1:20); ellas nos hablan de parte de Dios (Salmo 19:3).
Aparte de esta percepción de Dios, todo contacto con él es imposible, porque nosotros somos pecadores. Todos nuestros esfuerzos: intenciones loables, buenas obras, formas y prácticas religiosas no tienen ningún valor para saldar nuestra deuda y permitir que nos acerquemos al Dios santo.
Pero Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra para hablarnos, para anunciarnos personalmente la buena nueva, el evangelio del reino de Dios (Marcos 1:15). Él nos dice que en ese reino moran la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Entonces, ¿cómo podemos entrar en ese reino, ya que nuestra condición de pecadores nos impide el acceso al ámbito divino?
La respuesta es simple: por el nuevo nacimiento, como lo expresa Jesús: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Cuando alguien acepta a Jesús como su Salvador, Dios le da esta vida espiritual, una vida nueva. Como creyente, él participa entonces de la naturaleza divina, posee la vida eterna, se convierte en hijo de Dios. Y así, Jesús mismo no se avergüenza de llamarnos sus hermanos (Hebreos 2:11).
La pregunta que cada uno debe hacerse es: ¿He nacido de nuevo?
Renovando Tu Mente R.C.Sproul Serie: El matrimonio íntimo
En El matrimonio íntimo, el Dr. R.C. Sproul muestra que si seguimos los principios de Dios, el matrimonio puede ser una celebración de gozosa intimidad y uno de los mayores placeres de la vida. En esta serie, el Dr. Sproul examina no solo la teología del matrimonio, sino también su sociología y psicología, cubriendo temas como la comunicación, los roles de género y el sexo.
¿Qué es el matrimonio cristiano? Muchas personas hoy en día se preguntan si el matrimonio es una tradición anticuada que debe ser desechada de una vez por todas. En este episodio de Renovando Tu Mente, R.C. Sproul nos lleva al origen del matrimonio con el fin de descubrir el propósito de Dios para la relación entre marido y mujer.
Martín Lutero confesó: «Las Escrituras son la viña en la que todos debemos trabajar». Y sí que trabajó en esa viña. En un principio, la educación formal de Lutero lo dirigió a los campos de las artes y las ciencias. Fue educado en los temas propuestos y desarrollados por Aristóteles. Su mente perspicaz lo preparó muy bien para sus estudios de maestría en el campo del derecho. Durante todo ese tiempo, tuvo conflictos profundos en su alma.
La infame tormenta eléctrica que sorprendió a Lutero camino a Erfurt terminó llevándolo al monasterio. Sin embargo, los deberes como monje no lograron calmar sus batallas internas. Sus superiores, que ahora estaban muy interesados en él, prescribieron más estudio, así que Lutero emprendió un viaje de investigación teológica.
Estudiar teología y Biblia en la década de 1510 significaba poco más que estudiar lo que los maestros tenían que decir sobre la teología y la Biblia. Los textos de estudio de Lutero eran fuentes sobre más fuentes —escritos de teólogos anteriores, papas y otros hombres— y se esperaba que él no hiciera mucho más que dominar las fuentes para que, a su vez, también apuntara a los estudiantes del futuro hacia los maestros.
Cuando Lutero pasó de ser alumno a ser profesor, estaba emergiendo una nueva estrella en la educación, una estrella que alumbraría al Renacimiento y a la Reforma. Los historiadores se refieren a esta nueva forma de aprender con la frase latina ad fontes, «a las fuentes». Hay que quitar las capas de la tradición y las fuentes secundarias; hay que ir directamente al documento original. Lutero acudió a la fuente. Leyó a Pablo, leyó los Salmos, leyó a los profetas. En la viña de la Escritura, halló la solución para sus luchas y mucho más que eso.
Erasmo publicó su Nuevo Testamento griego-latín en Basilea el año 1516. Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia un año después. La primera de esas tesis cuestiona la traducción latina de la palabra griega usada para referirse al «arrepentimiento». Con la Biblia en la mano, Lutero y la Reforma despegaron de verdad.
Pocos años después de publicar las noventa y cinco tesis, Lutero hizo un trabajo de amor para su propio pueblo: la traducción del Nuevo Testamento al alemán. Más adelante, dejó ambos testamentos a disposición de los lectores alemanes. En 1525, Tyndale tradujo el Nuevo Testamento desde el griego para el mundo de habla inglesa.
La Reforma se basó en la Biblia, así que no debe sorprendernos encontrar en los reformadores una doctrina robusta de la Escritura. Un modelo útil para esclarecer la doctrina de la Escritura es el que está compuesto por cuatro términos claves: autoridad, necesidad, claridad y suficiencia.
El reformador italiano Pedro Mártir Vermigli definió con claridad la autoridad de la Escritura al centrar su atención en una frase latina compuesta por dos palabras: Dominus dixit, que significa «Así dice el Señor». La Biblia es la Palabra de Dios, así que es verdadera, así que es concluyente, así que es inerrante, así que es infalible, así que es nuestra única guía segura.
Juan Calvino es famoso por comparar la Escritura con un par de lentes. Sin la Escritura, malinterpretamos el mundo natural, la naturaleza humana y al Creador. La Escritura sola nos entrega una imagen clara de quién es Dios, quiénes somos nosotros y cuál es el plan que Dios en verdad tiene para el mundo. Sin la Escritura, tropezamos en la oscuridad. La Escritura es necesaria para que veamos correctamente el mundo.
Uno de los escritos más importantes de Ulrico Zuinglio se titula Sobre la claridad y la certeza de la Palabra de Dios. La idea de que la Escritura es clara no significa que todo lo que hay en ella es igual y abundantemente claro. Sin embargo, sí significa que el mensaje y el sentido principal de la Escritura es claro. Zuinglio también nos dice que Dios nos ha dado el Espíritu Santo, «el Maestro de la verdad», y que Dios ha dotado a Su iglesia de maestros e individuos con dones para que conozcamos Su Palabra con certeza.
Justo antes de su martirio, Lady Juana Grey anotó un par de palabras en la copia del Nuevo Testamento que iba a dejarle a su hermana. Escribió que ese volumen no estaba adornado exteriormente con oro, como los libros más elegantes de su biblioteca, pero «internamente vale más que las piedras preciosas». Pedro dice que Dios nos ha concedido «todo cuanto concierne a la vida y a la piedad» en las «preciosas y maravillosas promesas» de Su Palabra (2 P 1:3-4). La Palabra de Dios es suficiente para decirnos qué debemos creer para ser salvos y cómo agradar a Dios.
En realidad, el cimiento reformado de la sola Scriptura —«la Escritura sola»— está formado por las cuatro palabras claves que describen a la Biblia. Puesto que es autoritativa, necesaria, clara y suficiente, la Escritura es nuestro estándar supremo en asuntos de fe y práctica. En consecuencia, debemos predicar, leer, estudiar y publicar la Escritura. La Reforma se basó en el cimiento firme de la Palabra de Dios.
Al celebrar lo que la Reforma logró quinientos años atrás, también debemos mirar al futuro, a la próxima Reforma. ¿Podemos imaginarnos todo lo que la Palabra de Dios podrá lograr en manos del pueblo de Dios en los años venideros?
Publicado originalmente en: Tabletalk Magazine Stephen Nichols El Dr. Stephen J. Nichols es presidente de Reformation Bible College, director académico de Ligonier Ministries y maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries. Es el anfitrión de los podcasts 5 Minutes in Church History y Open Book. Es autor de numerosos libros, entre ellos For Us and for Our Salvation, Jonathan Edwards: A Guided Tour of His Life and Thought, Peace y A Time for Confidence, y es coeditor de The Legacy of Luther y de la serie de Crossway: Theologians on the Christian Life. Él está en Twitter @DrSteveNichols.
Viernes 28 Octubre Cristo es el todo, y en todos. Colosenses 3:11 Jesucristo nuestro centro y modelo
En la epístola a los Filipenses el apóstol Pablo comparte sus experiencias de la vida cristiana. Esta senda está resumida en una Palabra: Jesucristo. Esto lo vemos en cada capítulo de tan maravillosa epístola:
El Señor Jesús es el centro y el objeto de la vida cristiana: “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).
El Señor Jesús es el modelo para el cristiano: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5-8). Aquí, “sentir” quiere decir “manera de pensar”. ¿Cuál era la manera de pensar del Señor Jesús? La obediencia y la sumisión. Glorificó a Dios humillándose.
El Señor Jesús es la meta de la carrera del cristiano: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). Hebreos 12:2: No mirar ni a la derecha, ni a la izquierda, ni atrás.
Cristo es la fuerza de la vida del cristiano: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). En 2 Corintios 12:9 dice: “Bástate mi gracia”. ¡Hay Alguien que nos da fuerza! “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice el Señor; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice el Señor, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice el Señor de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis” (Hageo 2:4-5). El Señor Jesús mismo, su Palabra y su Espíritu están con nosotros.
Coalición por el Evangelio Vivimos en un mundo que cada día avanza en una dirección contraria a la verdad de Dios y sus mandatos. ¿Por qué? La Biblia dice que el mundo no tiene temor de Dios. Es importante que el pueblo de Dios sea capaz de discernir la corriente de este mundo y la raíz de su orientación. Para ello, necesitamos conocer la descripción que la Biblia hace del mundo sin temor de Dios.
En este sermón, el pastor Carlos Contreras nos enseña a la luz del Salmo 33:8-12, la realidad espiritual del hombre natural en contraste con la nueva naturaleza que el Señor le ha dado a su pueblo.
Carlos Contreras es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Carlos es pastor en la Iglesia Cristiana Gracia Soberana, de Ciudad Juárez, México. Está casado con María Eugenia (Kena) Flores, con quien ha tenido cuatro maravillosos hijos y tres nietos. Puedes seguir a Carlos en Twitter o en Facebook.
Algunas personas piensan que la Reforma protestante fue una restauración milagrosa del cristianismo apostólico producida por Dios en la historia directamente desde lo alto. En su momento, esta postura dominó especialmente el pensamiento protestante de Estados Unidos. Sin embargo, fue impugnada de forma eficaz a mediados del siglo XIX por dos gigantes del pensamiento histórico y teológico: John Williamson Nevin y Philip Schaff, del Mercersburg Seminary, de Pensilvania. Desde entonces, no hemos vuelto a aquella vieja postura. Aunque es cierto que Dios obró con poder en el siglo XVI, no lo hizo pasando por alto la historia ni las causas humanas (por cierto, los ocho volúmenes de History of the Christian Church [Historia de la iglesia cristiana] de Schaff siguen siendo una obra maestra que merece nuestro afecto y atención).
LA INFLUENCIA DEL RENACIMIENTO En muchos sentidos, la Reforma fue la cara espiritual del Renacimiento. Los filósofos renacentistas del siglo XV reaccionaron contra buena parte de la cultura medieval, y llamaron a volver a la cultura del período clásico de Grecia y Roma, que era más antigua y, según ellos, más saludable. Su famoso lema era ad fontes, «a las fuentes», y llevó a algunos a rechazar casi toda la teología y la espiritualidad medieval para volver a las fuentes originales del cristianismo, es decir, a la Biblia y a los padres de la Iglesia primitiva. Pensaban que los padres eran mejores intérpretes del evangelio que los teólogos escolásticos medievales.
Este retorno a la Biblia y a los padres se vio con muchísimo poder en la vida y obra de Erasmo, célebre por su devoción académica hacia el Nuevo Testamento griego, a la luz del cual evaluó y halló defectos en la Vulgata Latina, la Biblia oficial de la Iglesia medieval de Occidente (los apóstoles escribieron el Nuevo Testamento en griego). El descubrimiento renacentista del idioma griego, y el impulso hacia las fuentes del cristianismo derivado del principio ad fontes, llevaron a Erasmo a imprimir su edición del Nuevo Testamento griego en 1516. Ese volumen fue un puente por el que muchos alumnos pasaron del Renacimiento a la Reforma. Lo encontramos en las primeras dos tesis de las noventa y cinco que redactó Martín Lutero:
Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo «arrepiéntanse», quiso decir que toda la vida de los creyentes debe ser de arrepentimiento. No podemos pensar que esa palabra se refiere al sacramento de penitencia administrado por los sacerdotes, es decir, a la confesión y la satisfacción.
Aquí, Lutero apela a la palabra griega traducida como «arrepiéntanse», que, debido a la traducción de la Vulgata Latina, poenitentiam agite, «hagan penitencia», se entendía antes como una referencia al sacramento de penitencia.
La devoción de Erasmo por el Nuevo Testamento griego es bien conocida. Tal vez es menos conocido que tenía casi la misma devoción, tanto a nivel académico como espiritual, por los padres de la Iglesia primitiva. Editó y reimprimió muchos escritos de los padres, invitando a los lectores a hallar en ellos un cristianismo más puro que el que estaba disponible en las fuentes medievales. El modelo a seguir del propio Erasmo era el gran Jerónimo, el erudito célibe que consagró sus dones intelectuales para promover la causa de la fe verdadera.
El conocimiento más amplio y preciso de los padres de la Iglesia primitiva que Erasmo promovió llevó a muchos a cuestionarse el cristianismo contemporáneo. ¿Era el cristianismo del siglo XVI la misma fe que se había expresado en los grandes credos de la iglesia, por ejemplo, en el Credo Apostólico, el Credo Niceno y la Definición de Fe de Calcedonia?
En esta defensa renacentista de los padres como los mejores intérpretes del evangelio, un padre en específico cobró mucha relevancia: Agustín. En parte, esto se debió al simple hecho de que Agustín superó a todos los otros padres de la Iglesia occidental por su genio teológico, su influencia formadora y su prolífica autoría. Sin embargo, muchos también hallaron alimento para sus almas en las obras devocionales y doctrinales de Agustín. Martín Lutero y Ulrico Zuinglio se convirtieron en sus discípulos fervientes y un aspecto notable de esto fue que abrazaron su postura sobre la soberanía de la gracia divina. Una generación después, Juan Calvino dijo que se alegraría si toda su fe se expresara de acuerdo a las enseñanzas de Agustín. Esta, pues, es otra forma muy específica en la que el Renacimiento se infiltró en la Reforma. Al crear un nuevo nicho para Agustín, el Renacimiento alimentó el «movimiento de renovación» agustiniano, que era muy cercano al corazón de la Reforma.
El propio Erasmo también avivó la llama de la Reforma. Su disgusto por los defectos del catolicismo romano medieval tardío, que a menudo expresaba con sátiras desoladoras, contribuyó a preparar la mente de la gente para que estuviera dispuesta a adoptar medidas drásticas. Por lo general, su Elogio de la locura es visto como el mayor ejemplo de los escritos de Erasmo en ese género. En mi opinión, su ensayo Julio excluido del reino de los cielos es mucho más divertido. Allí, el alma del papa Julio II (1503-1513) llega a las puertas del cielo, solo para descubrir que san Pedro no lo reconoce y se niega a dejarlo entrar, por lo que Julio amenaza con excomulgar al apóstol.
En términos más positivos, Erasmo trató de implementar un programa para reformar la sociedad. Incluía la centralidad de la educación, el conocimiento del idioma griego, el estudio de la Biblia y una espiritualidad enfocada en la fe del corazón, no en meros rituales externos. Con mucha frecuencia, vemos que los reformadores protestantes de Europa estaban impregnados de estos ideales erasmianos. Les añadieron una dimensión teológica que no estaba en el programa de Erasmo (por ejemplo, la doctrina agustiniana de la gracia), pero esos dos aspectos —el erasmismo y el agustinianismo— terminaron siendo poderosamente compatibles. En algunos casos, incluso podemos ver que la influencia directa de los ideales positivos y los escritos de Erasmo llevaron a la gente a tomar el camino de la Reforma, especialmente en el caso de Zuinglio, quien siempre afirmó que le debía su conversión a un poema religioso escrito por Erasmo:
En 1514 o 1515, leí un poema sobre el Señor Jesús escrito por el profundamente erudito Erasmo de Róterdam, donde, con muchas palabras hermosas, Jesús alega que la gente no busca toda la bendición en Él para que Él sea su fuente de toda bendición, su Salvador, su consuelo y el tesoro de su alma. Entonces pensé: «Bueno, si esto es cierto, ¿por qué habríamos de buscar ayuda en cualquier ser creado?».
LA IMPRENTA Tan importante para la Reforma como el propio Renacimiento fue la creación de un nuevo modo revolucionario de difundir la información: la impresión con tipos móviles. Quizás, una de las razones básicas por las que los movimientos previos de reforma evangélica no habían capturado el pensamiento colectivo (pensamos en los valdenses, los lolardos y los husitas) fue que entraron en escena antes de la invención de la imprenta. En una Europa dominada por la jerarquía católica romana, la difusión intelectual de ideas nuevas y «no oficiales» era mucho más difícil antes de la introducción de los tipos móviles.
La invención de la impresión con tipos móviles fue la revolución informática de la Baja Edad Media. Johannes Gutenberg, de Maguncia, Alemania, fue su gran precursor durante la década de 1450. Para la llegada del siglo XVI, había más de doscientas imprentas produciendo libros en toda Europa. Habían acabado los días en que los escribas (por lo general monjes) debían copiar a mano las obras literarias. Por primera vez, los editores podían producir miles de copias de un libro con facilidad y rapidez, y hacerlas circular de forma masiva. Eso significó que las ideas podían expandirse mucho más rápido que antes. También significó que la capacidad de leer empezó a ser más valorada.
En consecuencia, las ideas reformadoras del Renacimiento lograron expandirse por Europa con relativa sencillez y, de paso, también las ideas de Lutero, Zuinglio y otros, que eran aún más radicales en su carácter reformador. Podríamos decir que la imprenta permitió que la Reforma «se viralizara» de un modo que simplemente habría sido imposible en una época anterior. Esta nueva tecnología de la información terminó siendo un regalo de Dios para Su pueblo.
Vemos el vínculo entre la revolución de la imprenta y la difusión de la Reforma en un solo hecho: las ciudades y universidades fueron las primeras en abrazar la Reforma. Por ejemplo, en Inglaterra, Londres se convirtió rápidamente en el semillero del protestantismo para la nación. Allí estaban las grandes imprentas. Además, allí había un puerto floreciente al que los buques mercantes podían llevar literatura protestante desde el continente europeo.
Hallamos un fenómeno similar cuando analizamos la Suiza del siglo XVI. La Confederación Suiza estaba compuesta por trece estados miembros conocidos como cantones. Cuatro de ellos eran cantones urbanos: Zúrich, Basilea, Berna y Schaffhausen. Los otros nueve eran cantones agrícolas que giraban en torno al campo y las aldeas, y estaban dominados por cinco cantones forestales centrales. ¿Será un mero accidente histórico que la Reforma haya triunfado en los cuatro cantones urbanos mientras que los cantones forestales siguieron siendo bastiones del catolicismo romano? Las ciudades, con sus centros de educación superior y sus industrias de impresión, fueron lugares ideales para que se diseminara el pensamiento reformado.
Del igual modo, en Alemania, la mayoría de las ciudades imperiales libres (ciudades autogobernadas sin alianzas superiores al margen del emperador del Sacro Imperio Romano) se convirtieron al protestantismo. No fue una simple conversión política y superficial, como descubrió para su pesar el emperador Carlos V al tratar de reimponer el catolicismo romano en esas ciudades usando la fuerza armada a fines de la década de 1540. El pueblo de las ciudades alemanas actuó en desacato y siguió siendo protestante. La espada podía conquistar sus territorios, pero no sus almas. Carlos finalmente tuvo que admitir su derrota y retirarse.
REFORMADORES MENOS CONOCIDOS También debemos contextualizar a Lutero y Zuinglio como figuras destacadas pero no aisladas de la Reforma protestante. Lutero solo habría sido la mitad de lo que fue sin Felipe Melanchthon. Más que Lutero mismo, fue Melanchthon quien aportó la pericia lingüística de la Reforma alemana. Su conocimiento del idioma griego era fenomenal, y es posible que Melanchton haya sido el primero en ver y recalcar que, en el Nuevo Testamento, el vocablo griego traducido como «justificar» significa «declarar justo» en un sentido judicial, no «hacer justo» en el sentido de la santificación. Esa terminó siendo la piedra angular de la doctrina de la justificación por la fe. Sin duda alguna, Melanchton fue quien escribió la Confesión de Augsburgo, que terminó transformándose en el estándar internacional de la doctrina luterana. Lutero estaba muy consciente de su deuda con Melanchton, su colaborador más íntimo:
Yo soy tosco, revoltoso e impetuoso, nacido para pelear contra ejércitos de diablos y monstruos. Mi labor es quitar troncos y piedras, arrancar espinas y cardos, despejar bosques silvestres. Entonces llega el maestro Felipe, con gentileza y suavidad, sembrando y regando con gozo, según los dones que Dios le ha concedido en tanta abundancia.
Otros colaboradores de Lutero fueron Johannes Bugenhagen, quien tuvo un papel clave contribuyendo a reformar la Iglesia en Dinamarca; Justus Jonas, quien dejó huella como escritor de himnos; Nikolaus von Amsdorf, un teólogo escolástico de profesión que abrazó la Reforma; y varios otros hombres que eran conocidos en su época, aunque ahora han quedado eclipsados tras la sombra de Lutero. Por grandioso que haya sido, Martín Lutero no fue un hombre orquesta.
Zuinglio tampoco lo fue. Contó con la hábil asistencia de hombres como Leo Jud, Oswald Myconius y Juan Ecolampadio. Tras la muerte prematura de Zuinglio en 1531, lo sucedió el brillante Heinrich Bullinger, quien se transformó en el «gran anciano» de la Reforma y murió en 1575.
Otras regiones de Europa tuvieron sus propios grandes reformadores. Martín Bucero en Estrasburgo (ahora está en Francia, pero entonces estaba en Alemania) trató de combinar lo mejor de la Reforma de Lutero con lo mejor de la Reforma de Zuinglio. El resultado fue enormemente atractivo para un joven francés llamado Juan Calvino que, como parte de la segunda generación de reformadores, fue discípulo de Bucero. Puede que hoy discutamos quién es un verdadero calvinista, pero el propio Calvino no era más que un verdadero bucerista.
En Dinamarca, hallamos a Hans Tausen, el «Lutero danés», cuya predicación difundió el evangelio como un incendio forestal a partir de 1524. En Suecia, los hermanos Olaf y Lars Petersson tuvieron un ministerio evangelizador de impacto similar. En Inglaterra, William Tyndale publicó su traducción inglesa del Nuevo Testamento en 1525; ni la religión ni el lenguaje de Inglaterra volvieron a ser iguales.
Podríamos seguir hablando así. Lutero y Zuinglio tal vez lideraron el camino, pero no estuvieron solos. Por toda la faz de la Europa romanista, inspirada por los ideales de Erasmo y la teología de Agustín, una generación completa se separó de las corrupciones de una iglesia que se había descarriado. Deberíamos invertir algo de tiempo y energía en aprender sobre los reformadores menos conocidos.
REFORMAS MÚLTIPLES Los historiadores modernos también enfatizan correctamente que la Reforma protestante solo fue una de las reformas que experimentó la gente del siglo XVI. El contexto más amplio nos fuerza a tomar en consideración la Reforma radical y la Contrarreforma de la Iglesia católica romana. Los reformadores radicales eran un grupo muy diverso. En la actualidad, es común dividirlos en anabaptistas, racionalistas y espiritualistas, pero algunos historiadores también mencionan a los milenialistas apocalípticos. En muchos casos, comenzaron como seguidores de Lutero y Zuinglio, pero después se desataron y tomaron un curso propio.
A pesar de su diversidad, los reformadores radicales rechazaron al unísono la visión protestante de la Escritura y la justificación por la fe sola. El grupo anabaptista evangélico que más ha perdurado, los menonitas, tenía una postura romanista sobre el canon de la Escritura (aceptaban los libros apócrifos). Todos los reformadores radicales repudiaron el bautismo de infantes, pero no estuvieron de acuerdo sobre lo que debían colocar en su lugar (¿el credobautismo? ¿El bautismo en el Espíritu?). También rechazaron toda conexión entre la Iglesia y el Estado, por tenue que fuera. Tal vez la mayoría de los protestantes modernos empatizan con ellos en ese punto.
La Contrarreforma fue la reforma interna que efectuó la Iglesia romana, en parte para responder a la Reforma protestante. Algunas corrientes reformadoras dentro de Roma eran muy positivas (desde la perspectiva protestante), en especial el movimiento evangélico católico, que abrazó la justificación por la fe. Sin embargo, lo que terminó emergiendo fue una Iglesia romana consolidada en su postura de antiprotestantismo militante. En el plano teológico, eso ocurrió en el Concilio de Trento, donde se codificó la doctrina romanista durante más de veinte años con una nueva precisión y claridad antiprotestante. A nivel más básico, esta hostilidad militante contra la Reforma protestante fue encarnada con vigor desenfrenado por la nueva orden monástica conocida como la Compañía de Jesús o los jesuitas.
Cuando las cosas se calmaron, Europa quedó dividida por la mitad en torno a cuestiones religiosas. El norte era (generalmente) protestante y estaba enfrentado al sur, que era católico romano. Los radicales, que estaban esparcidos a ambos lados de la división, eran perseguidos dondequiera que vivieran. Vendrían ciento cincuenta años de «guerra fría» religiosa, que a veces se acaloraba y se convertía en conflictos militares devastadores que asolaban el suelo de Europa y lo empapaban de sangre. Al menos en Gran Bretaña, la causa protestante se alió con la causa del gobierno constitucional, lo que tuvo grandes efectos para el futuro de los Estados Unidos de América.
En conclusión, el estudio cuidadoso de la Reforma nos muestra que, lejos de ser un rayo caído inexplicablemente del cielo, fue un fenómeno inmerso en la historia de sus tiempos en todo sentido. Tuvo raíces y antecedentes, tuvo canales de influencia identificables y quedó profundamente entrelazado con la política y cultura de su propia época singular (que ahora está a quinientos años de nosotros). Si me lo permites, quisiera cerrar citando algo que dije una vez:
En muchos sentidos, los reformadores protestantes fueron personas profundamente influenciadas por su época, tal como nosotros por la nuestra. No debemos esperar encontrar perfección en ellos más de lo que las generaciones futuras podrán encontrar en nosotros. Sin embargo, si nos sumergimos en la época de la Reforma, de seguro veremos que, como solía decir Hollywood de sus películas, «toda la vida está aquí». Además, tal vez veamos que esa vida, tan fresca, agitada y valiente, tiene mucho que ofrecernos hoy, cuando, en comparación con ellos, estamos en el hastío y la superficialidad.
Publicado originalmente en: Tabletalk Magazine
Nicholas R. Needham El Dr. Nicholas Needham es pastor de la Iglesia Inverness Reformed Baptist Church de Inverness, Escocia, y profesor de historia eclesiástica en el Highland Theological College de Dingwall, Escocia. Es autor de la obra 2,000 Years of Christ’s Power [2000 años del poder de Cristo], compuesta de varios tomos.
Jueves 27 Octubre Señor, ¿qué es el hombre, para que en él pienses?… El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa… Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor. Salmo 144:3-4, 15
Búsqueda y propósito ¡Cuántas reflexiones surgen en el espíritu humano! Este espíritu está hecho de tal manera que solo podemos imaginar un universo coherente, que tiene un significado y una finalidad. Y necesariamente buscamos las causas primeras, tratando también de imaginarnos el futuro… El universo no salió de una ausencia de voluntad, para evolucionar al azar hacia un fin inexistente. Nuestra lógica interior exige leyes, una organización, una intención, es decir, un Creador.
Cada uno se interroga también sobre el significado de su propia vida, una vida en la que se alternan días de gozo y de dolor, y que de repente se acaba con la muerte inevitable. Pero el espíritu humano tampoco puede detenerse allí, busca sin cesar, rechaza esta realidad… Debe haber algo más detrás de esto, debe haber un futuro más allá de la tumba.
Mientras todo me muestra una naturaleza maravillosamente estructurada y terminada, es imposible que mi propia vida no tenga un significado profundo, que el mundo moral no tenga ninguna coherencia final.
En la Biblia Dios responde todas estas preguntas. Él nos dio una inteligencia capaz de reconocerlo en la naturaleza (ver Romanos 1:20). Además, él tiene un plan para cada uno, un plan lleno de promesas. “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). Dios ofrece a cada uno la paz del alma y del corazón, la certeza de la vida eterna.