¿Cómo podemos conocer a Dios?

¿Cómo podemos conocer a Dios?
Por John Piper

¿Quién es Dios? Es la pregunta más importante que podemos hacer y la recibimos mucho, sobre todo de escuchas internacionales. Trataremos la pregunta hoy y también el lunes. Esta pregunta en particular llegó a nosotros por escuchas como Gimel, Olayinka, Ezekiel, Bobby, Zandi, Matthew, Giovanni, Jerry, Tom y Esther. Gracias a todos por los correos. Todos le están haciendo la misma pregunta, Pastor John: ¿Quién es Dios?

Me encanta cuando la gente es tan clara y tan directa y tan honesta como para preguntar: ¿Quién es Dios? Y creo que es bueno y útil dividir la pregunta en partes; es decir: ¿Cómo podemos siquiera conocer la respuesta? ¿Dónde podemos buscar? ¿Nos ha revelado Dios de hecho la respuesta en algún lado? Y, si es así, ¿Quién eres, Dios?

Cuando me coloco en la posición de una persona que pregunta: “¿Quién es Dios?”, no puedo sino pensar que tal vez la primera pregunta que se debería hacer es: ¿Quién rayos piensa John Piper que es para contestar a la pregunta más importante en el mundo? Y la respuesta es que John Piper es un puntero. La revelación de Dios para el hombre no ocurre en mí; todo lo que puedo hacer es apuntar hacia ella: Allí. ¡Allí está! Esa es la revelación de Dios. Allí es donde Dios ha escogido revelar quién es Él. Busquen allí. Óiganlo.

Así que, ¿a dónde debemos mirar? ¿A dónde apunto yo? ¿A dónde apunta John Piper? Y, ¿qué descubrirás cuando mires allí? Apuntaré a cinco lugares hacia donde espero que mires; no hacia mí; mira hacia allí, a los lugares donde Dios se ha revelado a sí mismo a nosotros para decirnos quién es Él.

  1. Jesucristo
    Primero que nada, mira a Jesucristo. Jesús dijo en el Evangelio de Juan 18:37: “Para esto […] he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. Luego, en Juan 14:6, dijo: “Yo soy […] la verdad […]; nadie viene [a Dios] sino por Mí”. Luego, en Juan 8:19, dijo: “Si me conocieran, conocerían también a [Dios]”. Conocerías quién es Él. ¿Por qué? Porque dijo en Juan 10:30: “Yo y el Padre somos uno”. Nadie en la historia mundial ha hecho tales aseveraciones tan magníficas, tal vez hasta podrías decir aseveraciones locas, y después respaldarlas con una vida de integridad y de belleza y de poder.

La decisión más grande que cualquiera (como los que escuchan este podcast) podría hacer, es si Jesús estaba diciendo la verdad. ¿Cómo puedes saber eso? ¿Cómo puedes saber si Jesús estaba diciendo la verdad? La respuesta es esta: Conociéndolo. Al leer los cuatro relatos de su vida que se llaman los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Si no estás seguro sobre Él, espero que hagas de esto una prioridad en tu vida: ¿Está diciendo Jesús la verdad sobre sí mismo y sobre quién Dios es?

  1. El Nuevo Testamento
    Este es el segundo lugar a donde apuntaría para la revelación de quién es Dios: antes de que Jesús fuera crucificado, resucitara y ascendiera al cielo, le dijo a los que había escogido como sus heraldos autorizados: “Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad” (Juan 16:13).

En otras palabras, no solo Jesús afirmó hablar la verdad y ser la revelación de quien Dios es, sino que también proveyó escritos veraces de Él y de Su verdad a través de esos primeros seguidores. Estos escritos se llaman el Nuevo Testamento. Los escritos inspirados por el Espíritu dicen esto: “[Jesús] es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder” (Hebreos 1:3). Así que Jesús mismo revela quién es Dios y los escritores que Él escogió revelan quién es Dios.

  1. El Antiguo Testamento
    Este es el tercer lugar donde buscar quién es Dios: Jesús mismo y sus seguidores señalaron a las Escrituras judías como una revelación confiable de quien Dios es. Los judíos llaman a este libro la Tanaj, que es una acrónimo para la ley (Torá), los Profetas (Nevi’im) y los Escritos Sapienciales (Ketuvim). Los cristianos la llaman el Antiguo Testamento.

Los seguidores de Jesús no rechazamos las Escrituras judías. Creemos que Jesús cumple las Escrituras judías; Él no las rechaza. Él dijo: “No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir” (Mateo 5:17). Por eso, la Biblia cristiana está compuesta tanto del Antiguo Testamento, las Escrituras judías, como del Nuevo Testamento, escrito por esos seguidores de Jesús.

  1. La creación
    Este es cuarto lugar para buscar la revelación de quien Dios es: mira al mundo natural, la naturaleza. Tano el Nuevo como el Antiguo Testamento señalan a la naturaleza y dicen: “Mira, si tienes ojos para ver; Dios está revelado allí”. Quien Él es está revelado allí. La naturaleza no es Dios, pero Dios es el Creador de la naturaleza y se revela a sí mismo a través de la naturaleza.

El Antiguo Testamento lo dice de esta manera: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos” (Salmos 19:1). El Nuevo Testamento lo dice de esta manera: “Sus atributos invisibles [de Dios], Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado” (Romanos 1:20).

  1. La conciencia
    Este es el quinto y último lugar para buscar quién es Dios; es decir, mira dentro de tu propio corazón, en tu propia conciencia. Ahora, no estoy diciendo que puedas soñar quién es Dios con la imaginación de tu propio corazón y que puedas crearlo a tu manera. Muchas personas tratan de hacer eso. Eso no es lo que estoy diciendo. Eso no te llevará a ninguna parte. Lo que estoy diciendo es exactamente lo contrario: tu corazón te enfrenta, si eres honesto, con una realidad obstinada que no puede ser manipulada como nos plazca.

El Nuevo Testamento dice esto: “la ley [de Dios está] escrita en sus corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas veces y otras defendiéndolos” (Romanos 2:15). En otras palabras, nuestro propio corazón nos dice que hay un Dios cuya ley está escrita en nuestra conciencia y que hemos quebrantado esa ley. Y todos lo sabemos; lo sentimos profundamente en nuestros momentos más honestos.

“Muéstrame quién eres”
Así que, cuando escucho esta pregunta, la pregunta absolutamente esencial que desearía que todos en el mundo preguntaran con una seriedad absoluta: “¿Quién es Dios?”, mi primer pensamiento es este: John Piper no es una fuente de revelación. Soy una voz que clama en el desierto, por utilizar una metáfora, como el antiguo Juan el Bautista, un apuntador: ¡Mira! ¡Mira! Es necesario que Jesús crezca, y que yo disminuya (Juan 3:30).

Jesús es la principal revelación de quien Dios es. El Nuevo Testamento que Él ha inspirado es una revelación veraz de quién es Él. Las Escrituras judías, con Jesús como su cumplimiento, el Antiguo Testamento entero, es una revelación veraz de quien Él es. La naturaleza clama cada mañana y cada anochecer y durante todo el día que existe un Dios Creador poderoso, glorioso y sabio.

Y cada persona, todos nosotros, conocemos en nuestro corazón, en los momentos más sobrios de nuestra vida, que no somos una mera colección de átomos y de moléculas y de químicos y de energía en un proceso de evolución sin sentido. Sabemos, sabemos, que eso no es lo que somos. Escrita en nuestro corazón está la revelación de que hay un Dios y de que tiene la voluntad de que Sus criaturas lo conozcan y le agradezcan y lo magnifiquen; y sabemos que todos hemos quedado cortos, lo que hace el resto de esta pregunta tanto más importante.

¿Quién es Dios? ¿Es Él el tipo de ser que no solo es poderoso sino también personal? ¿Está principalmente enojado con el mundo porque todos hemos fallado tanto en honrarlo? O ¿es Él un Dios de misericordia, o tanto un Dios de justicia como de misericordia? ¿Ha tomado alguna acción Dios para ayudarnos? ¿Quisiera Él tener una relación con nosotros?

Así que le pido a todos los que están escuchando: Consideren estas preguntas como las preguntas más importantes de su vida. Y considere estos cinco lugares donde Dios se ha revelado a sí mismo. Escudríñenlos, pruébenlos y díganle a Dios: “Estoy listo para creer y someterme. Si esto es verdad, estoy listo. Muéstrame quién eres Tú”.

John Piper
http://desiringgod.org
John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

Un diálogo respetuoso

Miércoles 16 Noviembre
Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice el Señor.
Jeremías 29:13-14

Un diálogo respetuoso
Muchas personas no creyentes desean conocer más sobre la fe cristiana, pero temen preguntar a los cristianos, por miedo a ser juzgadas por ellos. Porque aceptar el intercambio es un poco descubrirse a sí mismo.

Les corresponde a los cristianos “adaptarse” a quienes los rodean para mostrarles claramente la buena nueva del amor de Dios. Y esto sin importar la cultura o la clase social del interlocutor. El Señor Jesús pagó el precio para llevar a Dios personas “de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9).

Aprovechar una conversación cordial para testificar de la gracia de Cristo implica el respeto a las personas, teniendo la convicción de que ellas son amadas por Dios. También es necesario que ellas sientan que las amamos, incluso si no compartimos todas sus opiniones. Es preciso escuchar a quienes buscamos alcanzar, comprender sus dudas. Con ellos, a su propio ritmo, será más fácil hallar las respuestas de la Biblia a sus preguntas.

En los evangelios frecuentemente vemos a Jesús acercarse e interrogar a sus interlocutores antes de hablarles. Así sucedió con la mujer samaritana (Juan 4), con los discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24).

En su defensa ante Agripa y Festo, Pablo les contestó: “No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura… ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:25-28).

Amigos cristianos, sigamos estos ejemplos y confiemos en Dios y en la obra de su Espíritu.

Josué 5 – Hebreos 7:18-28 – Salmo 125 – Proverbios 27:21-22

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

Cómo resolver el conflicto doctrinal

Cómo resolver el conflicto doctrinal
Por Fred Greco

Nota del editor:Este es el quinto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Conflicto en la iglesia

La historia de la iglesia está llena de conflictos doctrinales. Los cristianos modernos podrían pensar que esos conflictos son un fenómeno nuevo causado por nuestra distancia de las enseñanzas de Jesús y de la Iglesia primitiva. Sin embargo, en los primeros siglos de la Iglesia primitiva, hubo debates sobre diferencias teológicas significativas, las cuales, finalmente, fueron zanjadas por concilios de la iglesia, como los de Nicea y Calcedonia. ¿Cómo, entonces, deberían resolverse los conflictos doctrinales? La buena noticia para nosotros es que no es necesario que adivinemos o inventemos un modelo o un método: en Hechos 15, el Espíritu Santo nos ha dado una historia inspirada sobre cómo lidiar con los conflictos doctrinales.

PASO UNO: RECONOCER EL CONFLICTO Y BUSCAR AYUDA

Hechos 15 comienza con un acontecimiento conocido: surge un conflicto en la iglesia local porque había hombres enseñando lo que ellos creían que era una doctrina obligatoria para la iglesia (Hch 15:1). Eso no concordaba con la enseñanza de la iglesia local, por lo que Pablo y Bernabé contendieron con ellos, lo que dio lugar a «gran disensión y debate» (v. 2). En vez de dividir la iglesia o aceptar sus discrepancias, los líderes enviaron un grupo a Jerusalén para pedir ayuda. Sabían que la importancia de este asunto doctrinal iba más allá de su asamblea local, así que buscaron la sabiduría de toda la iglesia. De la misma manera, cuando surge un conflicto doctrinal en la iglesia hoy, debemos reconocer que es mejor buscar solucionarlo y no dejar que el conflicto se encone y genere división. La iglesia debe estar unida en su testimonio ante el mundo que la observa. Buscar ayuda más allá de la iglesia local es fácil en mi contexto presbiteriano, que cuenta con una serie de tribunales a los que podemos apelar. Pero incluso en un contexto congregacionalista, es posible convocar a un grupo de iglesias con ideas afines para abordar los conflictos doctrinales.

PASO DOS: LA IGLESIA SE REÚNE PARA RESOLVER EL CONFLICTO
Buscar ayuda solo es valioso si la iglesia en general está dispuesta a ayudar a resolver los conflictos doctrinales y es capaz de hacerlo. Eso es lo que vemos que hace la iglesia en Hechos 15. Pablo y Bernabé llevan el problema ante la iglesia de Jerusalén, y «los apóstoles y los ancianos se reunieron para considerar este asunto» (v. 6). Aquí no hubo un concurso de popularidad ni un deseo de llegar a un término medio para evitar los efectos nocivos del conflicto. Por el contrario, los apóstoles y los ancianos se reunieron para escudriñar las Escrituras y debatir el tema en cuestión. No tenemos una transcripción del debate. Sin embargo, vemos que tanto Pedro como Santiago aplican la verdad de la Palabra de Dios, incluyendo su doctrina de la justificación por la fe y la profecía del Antiguo Testamento sobre el llamado de los gentiles, para resolver el conflicto. Hoy en día, sería sabio que siguiéramos el ejemplo de la Iglesia primitiva y nos reuniéramos para resolver las disputas doctrinales. La historia de la iglesia está llena de ejemplos de esta clase de resoluciones para guiarnos. Algunos conflictos antiguos han vuelto a surgir (como ciertos postulados sobre la Trinidad), y nuevas aplicaciones en nuestra cultura contemporánea de enseñanzas establecidas han causado conflicto en la iglesia (como la naturaleza de la tentación y el pecado).

PASO TRES: PUBLICAR LA RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO
Después de zanjar la pregunta de si la circuncisión es necesaria para la salvación, la iglesia dio el paso importante de redactar una carta y enviar su decisión a la congregación de Antioquía y a las demás iglesias. Esto no solo sirvió para resolver el problema doctrinal, sino también para «animar y fortalecer» a las iglesias con la decisión. Las diferencias doctrinales habían producido una brecha en la paz de la iglesia local y también obstaculizado los esfuerzos de evangelismo y misiones.

El concilio de Jerusalén terminó con esa crisis mediante su pronunciamiento concluyente. Quizás nos preguntemos si esta es una solución posible para la iglesia de hoy, ya que no tenemos apóstoles como Pedro y Santiago para que nos corrijan. La tentación es decir que hoy los conflictos doctrinales nunca pueden ser resueltos por los concilios de la iglesia, pues no son exactamente iguales al concilio de Jerusalén. Sin embargo, eso es negar la realidad de que la iglesia a nivel mundial concuerda en las doctrinas de la Trinidad, la persona de Jesucristo y la autoridad de la Biblia porque los concilios del pasado se han pronunciado al respecto. Decir que la iglesia habla con autoridad no significa que hable de forma infalible (Confesión de Fe de Westminster 31.4). Los conflictos doctrinales son una oportunidad para que la iglesia adopte una postura clara en favor de la verdad de la Palabra de Dios. Debemos recurrir a la obra del Espíritu Santo al interior de la iglesia si queremos encontrar ayuda para nuestra fe y nuestra práctica.

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Fred Greco
El reverendo Fred Greco es pastor principal de Christ Church (PCA) en Katy, Texas.