QUÉ SIGNIFICA ESTAR UNIDO A CRISTO

QUÉ SIGNIFICA ESTAR UNIDO A CRISTO
POR OSKAR AROCHA

La realidad espiritual más importante de nuestra relación con Dios es que hemos “muerto con Cristo” (Ro 6:8). ¡Es sorprendente! La Palabra revela que estábamos unidos a Cristo en la cruz y que unidos a Él ahora podemos recibir de Dios Padre toda bendición espiritual (Ef 1:3, 7; 2Co 1:20; Fil 4:19; 2Ti 1:1).

Esta relación es presentada en la Escritura como una relación de representación. En la primera carta a la iglesia en Corinto esta relación es comparada con nuestra relación de representación en Adán, cuando dice: “Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1Co 15:22). Kistemaker destaca que el texto griego de la primera frase, la frase de Adán, está en tiempo pasado; sin embargo la segunda frase está en futuro. Esta evidencia gramatical es importante porque en sentido cronológico, cuando este pasaje fue escrito, ya ambos acontecimientos habían ocurrido. Así que, en la historia de la redención, aun desde que Adán pecó y la promesa de gracia fue revelada, todos aquellos que han depositado su confianza en el Mesías fueron representados y han tenido un bendito futuro asegurado desde ese momento, para siempre.

Por otro lado, otro pasaje en Romanos dice: “Tal como por una transgresión resultó la condenación […] así también por un acto de justicia resultó la justificación” (Ro 5:18). Estábamos unidos a Cristo en ese “acto de justicia” expresado en el Calvario, pero hay más. Según Mounce la construcción gramatical de la frase “acto de justicia” se refiere normalmente a un pronunciamiento más que a una acción. Indica un proceso completado más que un solo acontecimiento. Y unido a frases del contexto tales como “el juicio” en el verso 16, el autor está apuntando a una “sentencia de justificación”. En otras palabras, la unión con Cristo no solo conecta específicamente a la cruz de Cristo, sino también, en un sentido integral, a todo aquello que fue logrado por él: vida, muerte, resurrección y gloria (ver Ef 2:4-7; Ro 6:8).

UNIDOS A CRISTO EN SU MUERTE
Nuestra unión a Cristo en la cruz es trascendental porque cuando Cristo fue crucificado, ya la unión había sido decidida antes de la fundación del mundo. El Padre nos bendijo “en Cristo, según nos escogió en Él [Cristo] antes de la fundación del mundo” (Ef 1:3) y esa gracia “nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad” (2Ti 1:9).

Esta realidad se ilustra como si en cada momento pasado, presente y futuro el Padre nos observara a través de unos anteojos llamados ‘crucificados juntamente con Cristo’. Y no importa si fue 2000 años antes de Cristo con algún creyente de Ur de los Caldeos (Abraham), o si fue en el momento exacto en que la sangre fue derramada en el Gólgota, o si es 2000 años después, el Padre considera a los suyos “muertos con Cristo”.

Ante lo extraordinario de esta realidad espiritual, algunos teólogos de siglos pasados hablaron de esta unión como una unión “mística”, no porque sea mágica, sino porque no tenemos palabras para explicar tan maravillosa realidad. La Escritura dice que cuando Cristo murió en la cruz, todos aquellos por quienes murió murieron juntamente con Él, y cuando resucitó, resucitaron con Él (Ro 6:6-8). “Aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia han sido salvados), y con Él nos resucitó” (Ef 2:4-6).

En Dios salva pecadores, se expone, de manera amena pero retadora, sencilla pero profunda, cada una de las verdades que compilan la doctrina de la salvación de Dios. Compuesto de tres partes, este libro nos sitúa desde antes del principio, cuando Dios ya había escogido salvarnos por Su amor, y nos lleva hasta el final, hasta la glorificación que tendremos cuando podremos estar siempre con el Señor. Si deseas saber más acerca de lo que la Biblia enseña sobre este tema supremamente fundamental, ¡léete este libro!

¿CÓMO PUEDES ESTAR UNIDO A JESÚS?
Entonces, si Cristo conocía y tenía una relación existente con aquellos por quienes murió, ¿quiénes fueron aquellos que murieron juntamente con Él? Esa pregunta nunca falta en este tema. La Escritura responde, sin mencionar nombres o apellidos, que cuando Cristo murió en la cruz, aquellos por quienes murió Dios les llamaba Su linaje, Su pueblo, Sus ovejas y Su Iglesia.

En el anuncio profético de la muerte de Jesús, el profeta Isaías declara: “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje” (Is 53:10). En el anuncio profético de Su nacimiento el ángel del Señor dijo: “llamarás Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mt 1:21). En el conocido discurso del Pastor y las ovejas Jesús dijo: “Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas […] y pongo mi vida por las ovejas” (Jn 10:14, 16). Y en su discurso sobre el diseño del matrimonio según Dios, el apóstol Pablo dijo: “Amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella” (Ef 5:23-25).

Estos distintos títulos (linaje, pueblo, iglesia y ovejas) aluden a los redimidos que murieron juntamente con Cristo, y aun así nosotros no sepamos sus nombres, Dios sí los sabe. Jesús dijo: “Yo conozco a Mis ovejas […] así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre, y doy Mi vida por las ovejas” (Jn 10:14-15). Dios las conoce por sus nombres, son Suyas y las ama en Cristo, que dio Su vida por ellas.

Es maravilloso considerar cada titular:

» Linaje habla de hijos y de una descendencia pura que proviene del Progenitor o Padre.
» Pueblo introduce un concepto de comunidad y un lugar de desarrollo y disfrute ilustrado por Israel en la tierra de Canaán.
» Iglesia presenta la relación más íntima, la unión de un hombre y su mujer, donde dos vienen a ser una sola carne.
» Ovejas conecta al rebaño indefenso y en riesgo, pero que tiene un Pastor que guía, ama y protege. Nos remonta a David que dijo: “Jehová es mi Pastor, nada me faltará” (Sal 23:1), y al patriarca Jacob que dijo: “De allí es el Pastor, la Roca de Israel” (Gn 49:24).
Estos redimidos que individualmente se relacionan a Dios en Cristo son gente de cada pueblo, lengua, tribu y nación (Ap 5:9). Ellos conforman un solo pueblo, un solo rebaño, un solo Israel, una sola iglesia, una sola nación, y todos bajo un solo Rey, Jesucristo, el Rey de gloria. Y sabiendo que somos de Dios, unidos indivisiblemente en Cristo, podemos, entonces, estar seguros de toda bendición y toda promesa. Tenemos una esperanza viva para vivir con gozo pleno. ¡Podemos fijar nuestras esperanzas plenamente, con gozo celestial, en Cristo, tanto que seamos así las personas más libres sobre la tierra!


Este artículo sobre estar unido a cristo fue adaptado de una porción del libro Dios salva pecadores publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

¿Has nacido de nuevo?

Una vez conversé con un señor que quería aprender más acerca de la fe cristiana. Él dijo que se consideraba cristiano, y quería saber más acerca de lo que implica el cristianismo. Pero me advirtió, “no quiero ser un cristiano nacido de nuevo”.

Al oírlo mi mente se trasladó a la campaña presidencial norteamericana de 1976, cuando Jimmy Carter se identificó como un cristiano nacido de nuevo. Casi al mismo tiempo, Charles Colson, quien había sido consejero del Presidente Nixon, y resultó involucrado en el escándalo de Watergate, se convirtió a Cristo y escribió un libro titulado Nacido de nuevo, que vendió millones de copias y hasta fue llevado al cine bajo el mismo título. El líder del partido Black Panther, Eldridge Cleaver, e incluso Larry Flynt, el editor de la revistaHustler, entraron en escena anunciando al mundo que habían “nacido de nuevo”, aunque ahora Flynt se declara ateo.

De pronto, la frase nacido de nuevo, que solo era conocida en un muy pequeño segmento de la iglesia, se convirtió en noticia candente y empezó a captar la atención nacional. El mundo secular la adoptó y la aplicó a cosas ajenas a la fe cristiana. Por ejemplo, si un beisbolista tenía un buen año después de uno especialmente malo, se decía que era un jugador “nacido de nuevo”.

En algún punto de todo ese despliegue mediático el verdadero significado del concepto nacido de nuevose oscureció. En consecuencia, existe mucha confusión, incluso dentro de la iglesia, en cuanto a la naturaleza exacta del nuevo nacimiento. El propósito de este pequeño libro es examinar lo que significa nacer de nuevo, tanto bíblica como teológicamente.

Debo hacer notar desde el principio que la frase “cristiano nacido de nuevo”, en un sentido reducido y técnico, es una redundancia. Esto se debe a que, según el Nuevo Testamento, para hacerse cristiano, primero uno debe nacer de nuevo (Juan 3:3–5). Por lo tanto, si una persona nace de nuevo, es cristiana. Por lo tanto, decir que alguien es un “cristiano nacido de nuevo” es como decir que es un cristiano cristiano. El Nuevo Testamento no conoce otro tipo de cristiano.

Además, el término nacer de nuevoes un sinónimo popular del término teológico regenerar. No conozco ninguna iglesia en la historia del cristianismo que no haya tenido una doctrina de la regeneración. Es decir, cada organismo cristiano en la historia de Occidente ha tenido que desarrollar algún concepto de lo que significa nacer de nuevo espiritualmente. Esto se debe a que el concepto no se originó entre los teólogos, comentaristas bíblicos, o predicadores. La idea misma del renacimiento espiritual tiene su origen en las enseñanzas de Jesús. Puesto que los cristianos se identifican como seguidores de Cristo, ellos naturalmente han estado interesados en comprender lo qué dice Jesús al respecto.

LA CONVERSACIÓN DE JESÚS CON NICODEMO

El relato de la primera enseñanza de Jesús sobre este tema lo encontramos en Juan 3. Quisiera analizar este pasaje detenidamente para que obtengamos un fundamento sólido para nuestra discusión posterior sobre el nuevo nacimiento.

Juan escribe, “Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, prominente entre los judíos. Este vino a Jesús de noche” (vv. 1–2a). Juan nos presenta de inmediato a Nicodemo y nos dice dos cosas acerca de su trasfondo: primero, era fariseo, y segundo, era prominente entre los judíos. Los fariseos eran una secta religiosa conservadora conocida por su estricta obediencia a la ley de Dios. Los “prominentes entre los judíos” eran las autoridades religiosas de Israel. La nación judía estaba bajo la autoridad imperial de Roma y era administrada por un gobernador romano. Sin embargo, la autoridad religiosa de Israel recaía sobre un grupo de setenta hombres que conformaban un cuerpo conocido como el Sanedrín. Estos hombres eran, en términos generales, el equivalente a los senadores de los Estados Unidos o a los cardenales de la Iglesia Católica Romana. Cuando Juan identifica a Nicodemo como un dignatario de los judíos, claramente está indicando que Nicodemo era miembro del Sanedrín. No todos los fariseos eran miembros del Sanedrín, pero algunos miembros del Sanedrín eran fariseos. Entonces Nicodemo era un hombre educado y poderoso, altamente instruido en teología.

Nicodemo vino a Jesús de noche. ¿Por qué hizo eso? Tengo la sospecha de que Nicodemo estaba levemente nervioso. No quería que lo vieran en público con Jesús, quien era popular entre el pueblo, pero despertaba sospechas entre las autoridades religiosas. Así que fue muy discreto en su primer encuentro con Jesús.

No obstante, Nicodemo llegó con palabras refinadas: “Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él” (v. 2). Es significativo que este anciano de los judíos reconociera a Jesús como un rabí y se dirigiera a él con el respeto reservado a los teólogos. Nicodemo estaba admitiendo que Jesús era un auténtico maestro de la Palabra de Dios. Entonces pasó a declarar que al menos algunos de los líderes judíos reconocían que Jesús era un maestro enviado por Dios, gracias a las señales que hacía. Esta actitud era muy distinta a la de muchos en el grupo de los fariseos. Ellos no tenían una imagen tan positiva de Jesús. De hecho, ellos atribuían sus actos prodigiosos al poder de Satanás (Mateo 12:22–32). Pero este fariseo rehusó hacer una acusación tan extrema; llegó, más bien, elogiando a Jesús. Era como que le decía, “Jesús, yo reconozco que tú debes ser un maestro enviado de Dios porque ningún hombre podría desplegar el tipo de poder que tú has mostrado a menos que Dios esté autenticando su mensaje”.

UNA CONDICIÓN NECESARIA

Considera lo que respondió Jesús. Él no dijo, “No merezco este honor que me has concedido, dignatario de los judíos, miembro del Sanedrín; es grandioso ser alabado por alguien en una posición tan elevada”. Es casi como si Jesús no quisiera que Nicodemo deje de adularlo. Una vez que Nicodemo calla, Jesús respondió como siempre lo hacía en su enseñanza: dejar a un lado las minucias e ir al meollo del asunto. Le dijo a Nicodemo, “En verdad, en verdad te digo que el hombre que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (v. 3). En otras palabras, “Nicodemo, deja de hablar de cuestiones secundarias y honores personales. Lo que quiero transmitirte es lo siguiente: hay algo imprescindible que la persona debe hacer a fin de ver el reino de Dios”.

Nos encanta hacer distinciones en teología y filosofía, y una distinción muy importante en estas disciplinas es la que se hace entre lo que llamamos una “condición necesaria” y una “condición suficiente”. Una condición necesaria se define como algo que obligatoriamente debe ocurrir antes de que otra cosa pueda suceder. Por ejemplo, la presencia de oxígeno es absolutamente necesaria para encender un fuego. Sin oxígeno no puede haber fuego. Por el contrario, una condición suficiente es lo único necesario para que se dé un resultado. El oxígeno no es una condición suficiente para que haya fuego. Es necesario para el fuego, pero por sí solo el oxígeno no garantiza que resulte el fuego. No se puede tener fuego sin oxígeno, pero se puede tener oxígeno sin tener fuego. En resumen, una condición necesaria es un sine qua non: sin ella no se consigue el efecto deseado.

En esta conversación con Nicodemo, Jesús dio una condición necesaria. Es necesario aguzar el oído cada vez que Jesús enseña condiciones necesarias, pero esto es especialmente cierto en este caso, porque Jesús describe un requisito absoluto para la entrada en el reino de Dios. Él dijo, “A menos que el hombre nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Es decir, a menos que suceda “A”, “B” no puede seguir. ¿Ves por qué es tan importante? Con estas palabras, Jesús estableció la condición necesaria para entrar en su reino. Él interrumpió a este hombre altamente instruido en teología, un líder religioso reconocido y alabado por sus conciudadanos de Israel, y le lanza esta verdad como un balde de agua fría: “Tú necesitas nacer de nuevo”. Es como si yo entrara en una iglesia y mientras el pastor me hace una pregunta teológica o me dice palabras amables, yo le dijera: “Alto. Ni siquiera puedes ver el reino de Dios, porque necesitas nacer de nuevo”. No es de extrañar que los fariseos fueran tan hostiles con Jesús.

Dicho de la manera más simple posible, si no renaces espiritualmente, no eres cristiano. Es necesario nacer de nuevo para ser cristiano. Nadie nace siendo cristiano. Nadie llega a este mundo estando ya incorporado al reino de Dios. Los fariseos pensaban que ellos nacían en el reino de Dios. Su razonamiento era: “Somos hijos de Abraham. Hacemos todo lo que es correcto. Tenemos la ley de Moisés”. Pero más adelante Jesús les diría algo como esto, “Ustedes no son hijos de Abraham. Ustedes son hijos de aquellos a quienes sirven” (ver Juan 8:39–47).

No puedo enfatizar completamente lo radical de esta declaración de Jesús. Si a nosotros nos parece radical, sonaba aun más radical para los contemporáneos de Cristo.

Recuerden a mi amigo que dijo: “R. C., quiero ser cristiano, pero no quiero ser un cristiano nacido de nuevo”. En realidad lo que él quería eran las rosas, pero sin espinas. Lo más probable es que quisiera decir: “Quiero ser cristiano, un cristiano de verdad, pero no quiero ser una de esas personas que alardean y fastidian a los demás con sus repulsivos métodos de evangelismo”. Esa era la manera en que estaba identificando a un grupo de cristianos que lo incomodaban, un estilo particular dentro de la iglesia cristiana a los que él percibía como los únicos “cristianos nacidos de nuevo”.

Pero en el significado real de las palabras, existe solo un tipo de cristiano. Hay diferentes estilos de ese único tipo de cristiano. Algunos son corteses y otros son ásperos. Algunos son callados y otros son locuaces. Algunos son conservadores y otros no lo son tanto. Pero el único tipo de cristiano que entra en el reino de Dios es el cristiano regenerado, porque Jesús hizo del nuevo nacimiento una condición necesaria. Entonces lo primero que quiero comunicarles acerca del nuevo nacimiento es que es necesario.

EL USO DE LA REPETICIÓN EN JESÚS

Hay dos formas en que los judíos usaban la repetición como énfasis, y Jesús utilizó ambas en su conversación con Nicodemo. Yo analicé una de ellas en mi libro La Santidad de Dioscuando examiné en Isaías 6 la parte donde se retrata a los serafines en el salón del trono celestial cantando “santo, santo, santo” en respuesta antifonal. Expliqué el significado de la repetición de una palabra, una técnica que es usada en toda la Biblia. Cuando los judíos querían hacer hincapié en algo, en lugar de añadir un signo de exclamación o usar cursivas, ellos simplemente lo repetían.

Cuando Jesús presenta su condición necesaria, él no dijo solamente: “A menos que el hombre naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Más bien comenzó diciendo: “En verdad, en verdad…”, que en el idioma original se hubiera leído “amēn, amēn”. La palabra “amén” en español proviene de ese término hebreo; es una palabra que usamos a menudo para terminar nuestras oraciones y con la que decimos “verdaderamente” o “que así sea”. En ocasiones Jesús introducía su enseñanza repitiendo la palabra amén, y ésta es una de esas ocasiones. Cuando Jesús decía, “En verdad, en verdad”, o “De cierto, de cierto”, era como si estuviese diciendo, “les recomiendo que pongan un asterisco frente a esto, porque es extremadamente importante”.

Yo solía decirles a mis alumnos durante mis clases en el seminario,: “Cada vez que me vean escribir algo en la pizarra, deberían marcarlo con una ‘X’ roja en sus apuntes, porque es seguro que va a aparecer en el examen”. Jesús hacía algo parecido cuando decía “De cierto, de cierto”. Cuando quería decir: “Esto es algo muy importante”, él decía: “De cierto, de cierto”.

Hay miles de ministros en Estados Unidos que se pararán este domingo en la mañana y dirán que no es necesario nacer de nuevo para entrar en el reino de Dios. Si escuchan a alguien decir eso, quisiera recordarles que eso no es lo que Jesús dijo. Cuando se sientan contrariados pensando si nacer de nuevo es o no un requisito, tendrán que optar por el que habla con suprema autoridad en la iglesia cristiana. El Señor de la iglesia dice: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”.

Hay una segunda forma en que los judíos usaban la repetición. Además de repetir una palabra, ellos repetían un concepto en particular con palabras ligeramente distintas. Cuando el apóstol Pablo advertía a los gálatas que no abandonaran el evangelio bíblico, él les dijo: “Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8). Luego el apóstol añade, “Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema” (v. 9). Aquí Pablo usó la segunda forma de repetición, haciendo la misma observación dos veces con palabras levemente distintas.

Jesús hizo lo mismo. Primero dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Nicodemo le responde, “¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?” (v. 4). Entonces Jesús le contestó: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (v. 5). Al repetir este requisito clave, el Señor muestra que es muy esencial.

Esto es lo que deduzco de la enseñanza de Jesucristo: es imposible ver el reino y entrar al reino a menos que uno nazca de nuevo. Pero esto plantea una pregunta importante: ¿qué significa “nacer de nuevo”? Como dije anteriormente, cada iglesia tiene alguna doctrina de la regeneración. Créanme, no todos ellos tienen la misma doctrina. Todos reconocen que la regeneración o el nuevo nacimiento es un requisito para entrar al reino de Dios, pero no todos concuerdan sobre cómo se cumple ese requisito y lo que esto involucra. Usaremos los siguientes capítulos para buscar discernir lo que Jesús precisamente quiso decir cuando estableció esta condición necesaria.

Tomado de: R. C. Sproul, ¿Qué significa nacer de nuevo?, vol. 6, La Serie Preguntas Cruciales (Poiema Lectura Redimida; Reformation Trust, 2017), 55–64.

El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

¿Qué hará usted cuando llegue el fin?

Lunes 28 Noviembre

¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?

Jeremías 5:31

Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.

Hebreos 3:15

¿Qué hará usted cuando llegue el fin?

El primer versículo se halla en medio de una larga acusación de Dios contra Jerusalén, escrita hace 2600 años por el profeta Jeremías. Durante mucho tiempo los habitantes de esta ciudad se habían rebelado contra el Señor y no habían escuchado sus advertencias. Por eso la hora del juicio había llegado. Una nación lejana invadiría la ciudad y deportaría su población (Jeremías 5:15-19). ¿Qué haréis cuando llegue el fin? Esta pregunta suena como un último llamado, una última invitación a reflexionar y a volverse a Dios. Pero en su época esta pregunta permaneció sin respuesta, y algunos años más tarde el rey de Babilonia ejecutó el juicio anunciado (2 Reyes 25; hacia el año 588 antes de Cristo).

Nuestra civilización está a punto de hundirse en el caos moral. Todos los días se descubren nuevos escándalos, la corrupción toca todos los ámbitos de la sociedad. Pero “Dios no puede ser burlado” (Gálatas 6:7). Él es paciente, pero la Biblia nos dice que “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). Este hombre es Jesucristo. Sin embargo, él no quiere ser un día nuestro juez; al contrario, quiere librarnos del juicio. Incluso sufrió en nuestro lugar la ira del Dios santo para que esta ira nunca caiga sobre nosotros. Depende de nosotros confesar nuestros pecados, creer en él y aceptar su gracia.

No espere más, de lo contrario, ¿qué hará cuando llegue el fin?

Josué 16-17 – Colosenses 1:15-29 – Salmo 135:1-7 – Proverbios 28:21-22

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