La Biblia Dice…

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David Logacho
2016-09-25

La primera consulta para el programa de hoy nos ha sido hecha por una amiga oyente de Santiago de Chile. Dice así: Tengo 13 años y recibí a Jesucristo como mi Salvador cuando tenía 8. Hace unos pocos días, me habló un joven creyente de la iglesia para decirme que ha estado orando al Señor para que yo sea su enamorada y para pedirme que yo también ore al Señor para buscar su dirección y después le dé una respuesta. Yo nunca he tenido ningún interés en ese joven, y además me parece que estoy muy niña como para entrar en una relación formal de enamoramiento con alguien. ¿Me pueden dar algún consejo?

Con mucho gusto amiga oyente. Antes de nada, permíteme señalar que el enamoramiento es la fase previa al matrimonio. Digo esto para rebatir la idea común en muchos jóvenes, tanto hombres como mujeres, quienes ven al enamoramiento como un pasatiempo, o como un hobby. Por eso es que existen jóvenes, tanto hombres como mujeres, que hoy están enamorados de alguien y mañana están enamorados de alguien diferente y así sucesivamente. El joven que ha hablado contigo parece ser un joven maduro, por cuanto ha estado orando por ti desde hace tiempo y por cuando te ha pedido que tú también ores para buscar la dirección del Señor para tu vida en relación con el enamoramiento. Tú dices que nunca has tenido ningún interés en ese joven. Bueno, eso no es problema, porque si la voluntad de Dios es que tú seas enamorada de él, Dios mismo pondrá en ti el interés que por ahora no tienes en él. Recuerda que el amor que debe existir entre los enamorados no es algo que nace sino algo que se tiene que aprender. Tú decides lo que amas y lo que no amas. Es cuestión de la voluntad y no de las emociones. Donde me parece que existe mayor dificultad es en tu corta edad. 13 años me parece muy temprano como para entrar a una relación seria de enamoramiento. Percibo que a ti también te parece que estás muy niña para enamorarte. La Biblia dice en Cantares 2:7 que no es prudente hacer despertar ni hacer velar al amor hasta que quiera. Parece que a ti todavía no te ha llegado el tiempo para hacer despertar al amor. Siendo así, yo te aconsejaría que con sinceridad busques la dirección del Señor en oración sobre este asunto. Lee mucho tu Biblia, ora mucho al Señor y si persiste ese pensamiento que todavía no es tiempo para hacer despertar al amor, lo prudente será hablar con aquel joven para decirle que simplemente no estás lista para comenzar una relación de enamoramiento. Mientras llegue el tiempo para hacer despertar al amor, espera confiada en la dirección del Señor. Mientras tanto, dedica tu tiempo por entero a tus estudios, a tu familia, a tu iglesia, a tus amigas y amigos. Si tú te mantienes fiel al Señor, él mismo se encargará de mostrarte cuando es la hora para comenzar una relación de enamoramiento y él mismo se encargará de traer a tu vida el joven a quien tú harás feliz y quien te hará a ti feliz. No olvides que la relación de enamoramiento debe ser con el total acuerdo de tus padres, de los padres de él y de los líderes de la iglesia. Si no tienes luz verde de todas estas personas, es mejor que no entres a una relación de enamoramiento. Espero que esta sugerencia te ayude a tomar una decisión correcta.

La segunda consulta de hoy nos ha sido hecha por una amiga oyente de Quito, Ecuador. Dice así: Según Mateo 17:24 tanto Pedro como Jesús, fueron requeridos a pagar las dos dracmas. ¿Por qué tenían que pagar esto?

Gracias por su consulta amiga oyente. Vamos a leer el pasaje que se encuentra en Mateo 17:24-27 donde dice: “Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Él dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, vé al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.” Jesús estaba en la casa y Pedro afuera. En eso, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas. En cuanto a su valor, un dracma era lo que ganaba un jornalero por un día de trabajo. Es decir que Pedro y Jesús tenían que pagar el equivalente a dos días de trabajo. Pero ¿por qué es que Pedro y Jesús tenían que pagar estas dos dracmas? Bueno, este era un impuesto que tenían que pagar cada año los varones judíos mayores de veinte años y el dinero recaudado servía para el sostenimiento de la casa de Dios. El cobro de este impuesto se remonta al cumplimiento de la palabra de Dios en Éxodo 30:11-14 donde dice: “Habló también Jehová a Moisés, diciendo: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado. Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová” Este es el impuesto que se estaba cobrando a Pedro y a Jesús. Medio siclo expresado en dinero del tiempo de Jesús era equivalente a dos dracmas. Jesús explicó a Pedro que los miembros de la familia real están exentos del pago de impuestos. Así, Jesús, el Hijo de Dios, no tenía la obligación de pagar para el sostenimiento de la casa de Dios. Sin embargo, para evitar ofensas, estaba dispuesto a pagar. Jesús no tenía el dinero para pagar, ni tampoco Pedro. Gran dilema para los que piensan que Jesús y sus seguidores eran ricos. Jesús por tanto mandó a Pedro a pescar. El primer pez que muerda el anzuelo tendría en su boca un estatero, moneda equivalente a cuatro dracmas, cantidad exacta para pagar el impuesto de Jesús y Pedro. Impresionante manifestación del poder de Jesús sobre la naturaleza y de la omnisciencia de Jesús. Imagine la escena. Jesús sabía que en el fondo del mar de Galilea, había una moneda. Ordenó a un pez que se coma la moneda, cosa que no es común que hagan los peces, y la guarde en su boca, luego que espere el anzuelo de Pedro y tan pronto lo vea lo muerda. El pez obedeció sin titubear y eso proveyó el dinero que necesitaban Jesús y Pedro para cumplir con sus deberes sociales.

La siguiente consulta nos hace un amigo oyente de Quito, Ecuador. Dice así: ¿Tiene algún significado el hecho que a Jesús le hayan puesto una corona de espinas antes de ser crucificado?

Ciertamente sí, amigo oyente y para apreciarlo en toda su dimensión es necesario remontarnos al primer libro de la Biblia, el libro de Génesis. En este libro, en el capítulo 3 se nos relata ese episodio fatídico cuando el hombre y la mujer caen en pecado y hunden a sus descendientes y a la naturaleza en general en las terribles consecuencias del pecado. Parte de la consecuencia del pecado del hombre lo tenemos en Génesis 3:17-19 donde dice: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor del rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” Como consecuencia del pecado del hombre, Dios maldijo la tierra y en lugar de producir de suyo toda planta y todo árbol, la tierra comenzó a producir de suyo espinos y cardos. Para que el hombre pueda extraer de la tierra su alimento necesitaría luchar contra la tendencia natural de la tierra de producir espinos y cardos. Los espinos y cardos que produce la tierra son el símbolo de una tierra maldita por el pecado. Pero qué interesante. Los soldados romanos tomaron lo que la tierra produce de sí, como resultado de la maldición, las espinas y con ello fabricaron una corona para colocar sobre la cabeza de Jesús. Sin ellos advertirlo, estaban simbolizando que el sacrificio de Cristo, servía no solo para la salvación eterna del pecador sino también para quitar de en medio la maldición que, como consecuencia del pecado, pesa sobre la tierra. El sacrificio de un Cristo llevando una corona tejida de espinas, es señal de que algún día, la tierra entera será liberada de la maldición del pecado. Eso se cumplirá en la consumación de los tiempos, cuando la maldición por el pecado sea totalmente eliminada en los cielos nuevos y la tierra nueva. Note lo que dice Apocalipsis 22:3 “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estarán en ella, y sus siervos le servirán.” Como Usted podrá notar, en estos nuevos cielos y nueva tierra, no habrá más maldición. La obra perfecta de Cristo en la cruz, logró que se elimine la maldición que pesa sobre la tierra actual a causa del pecado. La corona tejida de espinas que fue puesta sobre la cabeza de Jesús antes de ser crucificado nos debe llevar a meditar en este hecho.

Disponible en Internet en: http://www.labibliadice.org

Contenido publicado con autorización de:
La Biblia Dice
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Telf. 00593-2-2475563
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