Porque el SEÑOR cuida el camino de los justos.. Salmo 1:6

Serie: Nada me faltará

«Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del SEÑOR se deleita, y de día y noche medita en ella». No existe mejor palabra para iniciar el Li- bro de los Salmos y este primer capítulo que la palabra «dichoso». Extremadamente feliz y afortunado, aquel cuya confianza y deleite no estuvo en el camino de los impíos, sino que encuentra su mayor placer y confianza en la ley del Señor. Son tiempos complicados y difíciles, tiempos donde el mundo corre de un lado para otro. No han encontrado refugio en el ejército, no han encontrado esperanza en la economía y no están encontrando soluciones en la medicina. El mundo corre y grita desesperado y el miedo y el pavor se van apoderando poco a poco del corazón de muchas personas alrede- dor del planeta. Vídeos con soluciones inefectivas, noticias que no auguran que en breve las cosas se solucionen, supermercados sin abastecimiento para suplir las necesidades de todos y los políticos y gobernadores de las naciones sin nada que decir porque no existen soluciones a la vista.
Sin embargo, en medio de todo eso, en medio de toda esa oscu- ridad, existe un brillo especial, un pueblo que refleja paz, un pueblo que refleja confianza, un pueblo que consigue tener un corazón gozoso y lleno de fe en un Dios soberano y todopoderoso, el pueblo del Señor, la Iglesia de Cristo.
Nuestros ojos no están en los sucesos, nuestros oídos no están en los consejos del hombre y nuestro corazón no se apoya en el cami- no del mundo, nuestros ojos están en la Palabra de Dios, nuestros oídos atentos a sus promesas y nuestros corazones practicando y poniendo por obra con cánticos y oraciones todo lo que hemos aprendido de las Sagradas Escrituras.
No tenemos miedo, no estamos asustados, no corremos desespe- rados, sino que hemos encontrado, en la Palabra de Dios, en la cual nos deleitamos, en la cual meditamos de día de noche, una fuente de gozo y confianza, hemos obtenido una paz que sobrepasa todo en- tendimiento y la seguridad de que en todo Dios tiene un propósito.
«Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento» (vv. 3-4).
Apoyados en la Palabra de Dios, poniéndola por obra, creyéndola de todo corazón, tenemos la seguridad de que el Señor conoce nuestro camino, traza la senda por la que debemos andar y va delante de nosotros.
Tenemos la seguridad de que Dios va como poderoso gigante delante de Su pueblo, que lo guarda, que lo cuida, y por ello, por esa fe, sabemos que nuestro futuro está asegurado, está garantizado, porque el Dios de la historia ya se encuentra allí, trascendiendo el tiempo y el espacio, y en eso nosotros descansamos.
Cobra ánimo, sigue poniendo tus ojos en las noticias que muestra la Escritura y no tanto en las que muestra la televisión; y recuerda, si pones tu corazón en ellas serás, aun en medio de la tormenta, una persona dichosa.

Nada me faltará: 30 meditaciones sobre Salmos de esperanza

2020 por B&H Español

Prueba decisiva para el hombre

Viernes 5 Agosto

Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale! Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.

Marcos 15:14-15

Prueba decisiva para el hombre

En las escenas del juicio contra Jesús y de su crucifixión, asistimos a la prueba decisiva del hombre, comprometiendo la responsabilidad de cada uno. – Pilato ocupaba la sede de la autoridad civil, pero en lugar de hacer reinar la justicia, cedió a la presión popular y condenó a aquel a quien, no obstante, había reconocido como justo. – Los soldados que servían bajo sus órdenes fueron crueles y cínicos. – Los escribas y los sacerdotes que constituían el clero de entonces buscaron falsos testigos para condenar a Jesús, y la multitud siguió su ejemplo, mostrando la peor ingratitud hacia aquel que incansablemente había sanado, alimentado y hecho bien de tantas maneras. – Los que pasaban por allí, simples curiosos, lo injuriaban, dando libre curso a su odio sin ningún motivo. – Los discípulos también abandonaron a su Señor; fueron incapaces de enfrentar la situación; uno de ellos lo negó públicamente.

En esta escena la humanidad fue puesta a prueba de manera absoluta. En medio de semejante despliegue de crueldad, de desprecio e indiferencia, escuchamos a Jesús crucificado rogar por sus verdugos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Con una calma perfecta terminó la obra que el Padre le había encomendado para nuestra salvación (Juan 17:4), e hizo posible el perdón divino para cada uno de los que creen en él.

En la cruz, el ser humano mostró definitivamente la maldad de su corazón. Al mismo tiempo, Dios manifestó su amor y su justicia al mundo.

Jeremías 9 – Lucas 15 – Salmo 90:13-17 – Proverbios 20:25-26

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