Abril 30 «Y las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas … y las espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas.» Génesis 41:4, 7
En aquel sueño hay un gran aviso para nosotros. Es posible que los mejores años de nuestra vida, nuestras mejores experiencias, las mejores victorias que hemos ganado y los mejores servicios que hemos prestado sean destruidos por los fracasos, la derrota, el deshonor y la inutilidad en el reino. Las vidas de algunos hombres de gran valía y hechos extraordinarios han terminado de esa manera. Es terrible pensar en esto, pero ello es cierto. No obstante, nunca es necesario que esto suceda. S. D. Gordon ha dicho, que la única salvación contra tal tragedia es «un nuevo contacto diario y a cada hora con Dios.»
Las benditas experiencias, fructíferas y victoriosas de ayer, no solamente no me sirven hoy para nada, sino que serán devoradas y trastornadas por los fracasos de hoy, a no ser que sirvan hoy de incentivo para experiencias más ricas y mejores. «Un nuevo contacto con Dios,» permaneciendo en comunión con Cristo, impedirá que las vacas flacas y el mal grano se acerquen a nuestra vida.-Messages for the Morning Watch.
Domingo 30 Abril Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:11 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16 Experimentar la presencia de Jesús
Mensajes de cristianos perseguidos Un cristiano de mi congregación estuvo prisionero durante más de quince años debido a su fe. No lo había visto desde su liberación. Pero un día nos encontramos y me dijo: «¡Solo la presencia de Jesucristo me mantuvo vivo! En medio de las noches de tinieblas y de miedo, él estuvo a mi lado». Yo sabía que era cierto, pues el Señor también había estado a mi lado cuando estuve en la misma situación.
«Estar en su presencia» no es solo una verdad teológica y teórica, ¡pues yo mismo experimenté esa realidad! Los momentos difíciles, el terror, la amargura, las dudas (¡sí, las dudas!) se olvidan cuando la presencia de Dios se manifiesta, y entonces nos llena de gozo y paz.
¿Es necesario estar en la cárcel para experimentar su presencia? ¡No, claro que no! En cualquier lugar podemos experimentar esta exhortación: “Acercaos a Dios”. Sin embargo, cuanto más sombrío es el lugar, tanto más resplandecerá la luz de su presencia. Acerquémonos a Dios continuamente, en los tiempos de prueba y en los tiempos de prosperidad, en los momentos de tristeza y en los de gozo.
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmo 91:1). ¿Hay algo que lo atormenta? ¡Vaya a él, su refugio eterno, y descanse al abrigo del Altísimo, su Padre!.
Horacio Herrera, 30 años al servicio de Dios en un entorno ateo. 1 Reyes 1:1-27 – Marcos 5:1-20 – Salmo 50:7-15 – Proverbios 14:23-24
La semana pasada invertí cerca de 25 horas preparando el mensaje del domingo por la mañana de nuestra iglesia. El pasaje que prediqué fue 1 Samuel 9-11. Este sermón cubrió una porción extensa. Durante él, leí todo el pasaje y luego hablé por 40 minutos explicando el significado y aplicándolo a los corazones de los presentes. Este tipo de sermón puede ser llamado expositivo. Yo no vivo en la Inglaterra anterior a la época de la Ilustración, ni ofrecí el sermón en homenaje a la “Predicación Puritana” en nuestro calendario anual de la iglesia. Honestamente, nuestro pastor principal detesta esos calendarios anuales, pero ese es otro tema.
¿Por qué gastar todo este tiempo estudiando detenidamente la Palabra de Dios? ¿Y por qué como congregación nos dedicamos una hora a mi monólogo (que a veces debe ser soportado dolorosamente)? Me han hecho este tipo de preguntas antes. También he sido reprendido por amigos bien intencionados. Preguntan cosas como: “¿Por qué destacar la predicación sobre otras partes del servicio de adoración? ¿Acaso esto no refleja su prejuicio occidental hacia el discurso racional y ordenado? Nadie va a recordar el 95% de lo que dices de todos modos”. En otras palabras, ellos dicen, “¡Deja de perder tu tiempo y no nos hagas perder el nuestro!”.
Sin embargo, antes de renunciar a la Escritura en pro de las bellas artes en su reunión dominical, permítanme ofrecerles algunas razones por las que la predicación no sólo debe estar presente, sino ser primordial en la vida de su iglesia local.
El pueblo de Dios se reúne para escuchar la Palabra de Dios Tal vez no me creas, pero por naturaleza no disfruto sentarme para escuchar a alguien hablar conmigo. Prefiero el cine, escuchar un solo de batería o ver una pieza de arte. Pero el patrón consistente en la Escritura es que el pueblo de Dios se reúne alrededor de la Palabra de Dios. Tenemos que permanecer en silencio, mientras Él habla.
Cuando Dios estableció su pacto con su pueblo en el Éxodo, utilizó palabras y ordenó a su pueblo que se reuniese y oyera esas palabras (Éx. 24:7). Si bien Israel tenía sus enemigos en la carrera rumbo a la Tierra Prometida, Dios les mandó detenerse y marchar 20 millas hacia el norte hasta el lugar donde están dos acantilados opuestos. Allí, con las montañas escarpadas proporcionando un anfiteatro natural, “Josué leyó todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el Libro de la Ley. No hubo ni una palabra de todo lo que había ordenado Moisés que Josué no leyera delante de toda la asamblea de Israel, incluyendo las mujeres, los niños y los extranjeros que vivían entre ellos” (Jos. 8:34-35).
¿No te parece curioso que con el plan de conquistar un territorio se presente esta situación donde se lee un libro? Ahora bien, la guerra que se avecinaba no era una guerra común ni la gente de este pueblo era gente común. La palabra que los creó como nación continuaba siendo la palabra que los definía como pueblo de Dios. Años más tarde, cuando Josías condujo a su pueblo de regreso al Señor, lo hizo mediante la lectura: “Y subió el rey a la casa del Señor con todos los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los Levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el menor, y leyó en su presencia todas las palabras del Libro del Pacto que había sido hallado en la casa del Señor” (2 Cr. 34:30). Cuando el pueblo de Dios se reunió como un todo después del exilio, Nehemías no les enseñó una rutina de ejercicios, tampoco les enseñó a pintar con los dedos ni les pidió hacer una obra dramatizada. En cambio, colocó a Esdras sobre una plataforma de madera (Neh. 8:4) y mientras el pueblo permanecía en sus lugares (8:7), Esdras y los escribas “leyeron en el Libro de la Ley de Dios, interpretándolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura” (8:8).
El ministerio público de Jesús en Lucas comenzó entrando en la sinagoga, recogiendo el rollo de Isaías, leyéndolo, y enseñando de él (Lc. 4:14-22). En Hechos 2 el pueblo no se salvó al ver un gran dirigible con palabras “cristianas” o algún otro truco, sino a través de la exposición pública que hizo Pedro de Joel 2. En Hechos 6 se establecieron diáconos no para que los apóstoles pudieran tener más tiempo para estudiar lo último en técnicas de teatro o de vestidos de moda, sino para que pudieran tener la libertad de predicar la Palabra de Dios (Hch. 6: 2). Pablo exhorta a Timoteo a predicar la palabra (2 Ti. 4:2).
Podría seguir mencionando ejemplo tras ejemplo. Lo que miras te emociona, pero lo que escuchas te capacita. No necesitamos obras teatrales con las puertas del cielo y las llamas del infierno. El pueblo de Dios necesita reunirse para escuchar la predicación de la Palabra de Dios.
Predicar la Palabra de Dios enseña a tu gente cómo leer la Palabra de Dios No hace mucho tiempo, David Wells lamentó que los evangélicos ya no tienen valor de ser protestantes. Hoy en día, luchamos por el valor de ser, en un sentido, históricamente cristianos. A medida que la ola cultural de género y sexualidad cae sobre nosotros los cristianos, algunos no tenemos nada que decir porque no creemos que la Biblia tiene algo que decir al respecto, o no sabemos lo que dice, o se ha convertido en poco más que una colección de cuentos morales, una versión religiosa de las fábulas de Esopo que tenemos que reinterpretar para que encaje con nuestras costumbres culturales.
Pero mantener la Palabra de Dios en el centro de la vida de su iglesia local, especialmente mediante la predicación de textos consecutivos de la Escritura, le enseña a tu gente a leer la Biblia. No necesitan una clase de hermenéutica en un seminario para conseguir esto. Lo que necesitan es una predicación fiel. Lo que necesitan es escuchar una predicación que conecte la historia redentora que nos presenta la Biblia. Desde la creación del universo por la palabra de Dios hasta el sacrificio y el regreso del Segundo Adán. Una predicación que explique tanto el rechazo que sufrió Jesús de parte de la nación de Israel como la sumisión a Jesús del nuevo Israel de Dios.
Al inicio de mi vida cristiana formé parte de iglesias que amaban la Palabra de Dios, sin embargo, no la trataban como una montaña de la que se extrae oro, sino más bien como una colina con un par de rocas que se puede recoger y observar con cierto interés. Fue sólo cuando aterricé en una iglesia que extrae oro de la palabra, que conecta con cuidado ricos temas bíblicos y muestra cómo todo apunta a Cristo, que comencé a abordar el Antiguo Testamento con confianza y aliento. Mantener la Palabra de Dios como el centro de tu predicación y enseñanza, no sólo ayudará a las personas a saber leer, sino que les dará el estímulo para sumergirse en ella por sí mismas.
Predicar la Palabra de Dios cambia la vida de los oyentes una semana a la vez
¿De qué sirven todos esos sermones, si olvidamos la mayor parte de lo que hemos escuchado poco después? Bueno, no nos olvidamos de todo lo que oímos. Confío en que la mayoría de nosotros podemos recordar sermones que han desafiado nuestra vida, han cambiado la manera en que pensamos acerca de Dios, el matrimonio, el dinero, etc., y nos cambiaron para siempre. Así que no debemos menospreciar todo el esfuerzo de predicar un sermón.
Pero más importante aún es saber que la palabra semanal en nuestros mensajes del Día del Señor tienen como intención ¡darnos fuerza para llegar al próximo domingo! En el ritmo semanal de Dios, parece que Él entiende que viene el próximo domingo, que estamos hambrientos y tenemos que ser alimentados una vez más.
Mis sermones y tus sermones no tienen que permanecer en la mente de nuestros oyentes por toda la eternidad. No predicamos con la intención cambiar sus vidas en ese sentido. Más bien, esos sermones tienen el propósito de sostenerlos hasta la próxima semana. Una semana a la vez. Hasta llegar el cielo. Allá la Palabra hecha carne morará con nosotros para siempre y no habrá más necesidad de sermones.
Brad Wheeler es Pastor Asociado de Capitol Hill Baptist Church en Washington, D. C.
Sábado 29 Abril ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios? 1 Corintios 6:19 El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Gálatas 5:22-23 El fruto del Espíritu (1)
Desde que Jesús subió al cielo, el Espíritu Santo vino a la tierra para vivir en cada creyente: “Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo” (Efesios 1:13). El Espíritu Santo anima la vida nueva del creyente y produce un “fruto” que, por la gracia de Dios, madura en él. Está compuesto por el conjunto de estas virtudes morales: amor, gozo, paz… que encontramos en el segundo versículo de hoy. Si el corazón del creyente está lleno de estas virtudes, ellas se manifiestan en su vida, en su conducta. Esto fue lo que hizo decir al apóstol Pablo, dirigiéndose a los creyentes de Galacia (una provincia de la actual Turquía): “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25).
Esos cristianos estaban tentados a vivir como si ese fruto del Espíritu no fuese suficiente. Querían añadir a su cristianismo la práctica de ciertos ritos de la ley de Moisés.
Perdían así lo que nos aporta el verdadero evangelio, pues andar por el Espíritu es dejarle que nos dé la fuerza para rechazar el mal y hacer el bien. Por la fe podemos ponerlo en práctica cada día. Amigos cristianos, así como un niño aprende a caminar, nosotros tenemos que aprender a andar por el Espíritu. Este aprendizaje dura toda nuestra vida y hace crecer este fruto, que es interior, pero que se ve, como el amor, el gozo, la paz, la paciencia…
(Los próximos sábados comentaremos más sobre cada uno de estos aspectos del fruto del Espíritu). Jonás 3-4 – Marcos 4:21-41 – Salmo 50:1-6 – Proverbios 14:21-22
Abril 29 «Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras» (Santiago 5: 17.)
Gracias a Dios por eso. Elías se sentó debajo da un árbol como tú y yo hemos hecho con frecuencia; se quejó y murmuró, como a menudo nosotros hemos hecho; fué incrédulo como tú y yo también lo hemos sido. Pero no fué esta su condición cuando verdaderamente se puso en contacto con Dios. Aunque «era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras» «él rogó orando.» El texto original es verdaderamente sublime, no dice «ardientemente» sinó «él rogó en oración.» Él se mantuvo orando. ¿Qué lección aprendemos aquí? Que tú y yo debemos orar continuamente. Sube a lo alto del Carmelo y contempla la parábola tan extraordinaria de Fé y Vista. Lo que ahora se necesitaba no era el descendimiento del fuego, sino el descendimiento del agua; y el hombre que tiene poder para mandar al fuego, también tiene poder para mandar al agua por los mismos medios y métodos. Se nos dice, que él se inclinó a tierra con su rostro entre sus rodillas; es decir, evitando toda clase de vista y ruído. El se estaba colocando en una posición en que no podía ver ni oír debajo de su capa, lo que estaba sucediendo más allá. El dijo a su siervo, «Ve y observa si sucede algo.» El fué y cuando volvió, dijo una sóla palabra, «¡Nada!» Al rato volvió y dijo: «Hay una nube pequeña semejante a la mano de un hombre.» La mano de un hombre se había levantado suplicando, e inmediatamente vino la lluvia. Ahab no tuvo tiempo de volver a las puertas de Samaria con sus veloces caballos. Esta es una parábola de Fé y Vista. La fé misma encerrándose con Dios; la vista, observando y no viendo nada. La fé marchando hacia adelante, y «suplicando en oración» a pesar de la información tan desalentadora que le daba la vista. ¿Sabes cómo orar y prevalecer en tales ocasiones? Deja que la vista te informe de un modo desalentador, pero no prestes a ello atención alguna. El Dios vivo, aún está en los cielos, y el tardar podemos considerarlo como parte de Su bondad. -Arthur T. Pierson.
Tres muchachos dieron una definición de la fé, la cual es una ilustración de la tenacidad de la misma.
El primero de los muchachos dijo, «Es el tomar posesión de Cristo»
Posiblemente no hay un tema más discutido en la iglesia de hoy que el tema de las mujeres que sirven como pastoras / predicadoras. Por consiguiente, es muy importante no mirar este tema como hombres contra mujeres. Hay mujeres que creen que las mujeres no deberían servir como pastoras y que la Biblia coloca restricciones en el ministerio de las mujeres, y hay hombres que creen que las mujeres pueden servir como predicadoras y que no hay restricciones sobre las mujeres en el ministerio. Este no es un asunto de machismo o discriminación. Es un asunto de interpretación bíblica.
1ª Timoteo 2:11-12 proclama, «La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio». En la iglesia, Dios asigna diferentes roles a los hombres y a las mujeres. Este es el resultado de la manera en que la humanidad fue creada (1ª Timoteo 2:13) y la manera en la que el pecado entró en el mundo (2ª Timoteo 2:14). Dios, a través de los escritos del apóstol Pablo, restringe a las mujeres de servir en roles de enseñanza y/o tener autoridad sobre los hombres. Esto impide a las mujeres servir como pastoras sobre los hombres, lo cual definitivamente incluye predicarles, enseñarles públicamente y ejercer autoridad espiritual sobre ellos.
Hay muchas «objeciones» a este punto de vista sobre las mujeres en el ministerio pastoral. Una objeción común es que Pablo restringe a las mujeres de enseñar porque en el siglo primero, las mujeres por regla general eran incultas. Sin embargo, en ninguna parte de 1ª Timoteo 2:11-14 menciona el nivel educativo. Si la educación hubiese sido un requisito para el ministerio, la mayoría de los discípulos de Jesús probablemente no habrían calificado. Una segunda objeción común era que Pablo solamente restringió a las mujeres de Éfeso de enseñar a los hombres (1ª Timoteo fue escrita a Timoteo, un pastor en la iglesia de Éfeso). La ciudad de Éfeso fue conocida por su templo de Artemisa, y las mujeres eran la autoridad en esa rama del paganismo; por lo tanto, la teoría dice que Pablo sólo reaccionaba contra las costumbres de los idólatras de Éfeso dirigidas por mujeres, y la iglesia necesitaba ser diferente. Sin embargo, en ningún lugar del libro de 1ª Timoteo se menciona a Artemisa, ni Pablo menciona la práctica estándar de los adoradores de Artemisa como una razón para las restricciones en 1ª Timoteo 2:11-12.
Una tercera objeción común es que Pablo solamente se está refiriendo a los esposos y las esposas, no a los hombres y a las mujeres en general. Las palabras en griego para «mujer» y «hombre» en 1ª Timoteo 2:11-14 podrían referirse a esposos y esposas. Sin embargo, el significado básico de las palabras es más amplio que eso. Adicionalmente, las mismas palabras en griego son utilizadas en los versículos 8-10. ¿Solo los esposos deben orar en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda (versículo 8)? ¿Solo las esposas deben vestirse con ropa decorosa, con pudor y modestia; tener buenas obras y adorar a Dios (versículos 9-10)? Por supuesto que no. Los versículos 8 al 10 claramente se refieren a los hombres y mujeres en general, no solamente a los esposos y a las esposas. No hay nada en el contexto que debiera indicar una limitación para esposas y esposos en los versículos 11 al 14.
Sin embargo, otra objeción a esta interpretación de mujeres en el ministerio pastoral es en relación con Miriam, Débora, Hulda, mujeres que mantuvieron posiciones de liderazgo en el antiguo testamento. Es verdad que estas mujeres fueron escogidas por Dios para un servicio especial para Él y que ellas son modelos de fe, coraje y, sí, liderazgo. Sin embargo, la autoridad de las mujeres en el antiguo testamento no es relevante para el tema de los pastores en la iglesia. Las epístolas del nuevo testamento presentan un nuevo paradigma para el pueblo de Dios, la iglesia, el cuerpo de Cristo y, ese paradigma involucra una estructura de autoridad única para la iglesia, no para la nación de Israel o cualquier otra entidad del antiguo testamento.
Argumentos similares se hacen usando a Priscila y Febe en el nuevo testamento. En el libro de los Hechos, el capítulo 18, Priscila y Aquila son presentados como ministros fieles de Cristo. El nombre de Priscila es mencionado primero, indicando probablemente que ella era más «prominente» en el ministerio que su esposo. ¿Enseñaron Priscila y su esposo el evangelio de Jesucristo a Apolos? Sí, en su casa «le expusieron más exactamente el camino de Dios» (Hechos 18:26). ¿Dice la Biblia alguna vez que Priscila pastoreó una iglesia, o enseñó públicamente o se convirtió en la líder espiritual de una congregación de santos? Sin embargo, en ninguna parte se describe a Priscila participando en una actividad de ministerio que esté en contradicción con 1ª Timoteo 2:11 al 14.
En Romanos 16:1, a Febe se le considera una «diaconisa» (o «sierva») en la iglesia y es altamente elogiada por Pablo. Pero, como con Priscila, no hay nada en las Escrituras que indique que Febe fuera una pastora o maestra de hombres en la iglesia. «Apto para enseñar» es un calificativo dado para los ancianos, pero no para los diáconos (1ª Timoteo 3:1-13; Tito 1:6-9).
La estructura de 1ª Timoteo 2:11 al 14 deja la razón perfectamente establecida. El versículo 13 comienza con «Porque» y da la «causa» de lo que Pablo declara en los versículos 11 y 12. ¿Por qué las mujeres no deberían enseñar o tener autoridad sobre los hombres? Porque «Adán fue formado primero, luego Eva. Y Adán no fue engañado; sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión». Esa es la razón. Dios creó a Adán primero y luego creó a Eva a fin de que fuera «ayuda idónea» para Adán. Este orden de la creación tiene una aplicación universal para la humanidad en la familia (Efesios 5:22-23) y en la iglesia.
El hecho de que Eva fuera engañada también se da en 1 Timoteo 2:14 como una razón para que las mujeres no sirvan como pastoras o tengan autoridad espiritual sobre los hombres. Esto no significa que las mujeres sean ingenuas o que sean engañadas más fácilmente. Si todas las mujeres son engañadas más fácilmente, ¿por qué se les permitiría enseñar a los niños (quienes son fácilmente engañados) y a otras mujeres (quienes supuestamente son engañadas más fácilmente)? El texto simplemente dice que las mujeres no deben enseñar o tener autoridad espiritual sobre los hombres porque Eva fue engañada. Dios ha dado a los hombres la autoridad de enseñanza principal en la iglesia.
Muchas mujeres sobresalen en dones de hospitalidad, misericordia, enseñanza, evangelismo y ayuda. Gran parte del ministerio de la iglesia local depende de las mujeres. Las mujeres en la iglesia no están restringidas de orar o profetizar en público (1ª Corintios 11:5), solamente de tener autoridad en las enseñanzas espirituales sobre los hombres. La Biblia en ninguna parte restringe a las mujeres de ejercitar los dones del Espíritu Santo (1ª Corintios capítulo 12). Así como los hombres, las mujeres, están llamadas a ministrar a otros, a demostrar el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y a proclamar el evangelio a los perdidos (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8; 1ª Pedro 3:15).
Dios ha ordenado que solamente los hombres sirvan en posiciones de autoridad de enseñanza espiritual en la iglesia. Esto no es necesariamente porque son mejores maestros, o porque las mujeres son inferiores o menos inteligentes (tal no es el caso). Es simplemente la manera en que Dios designó la iglesia para que funcione. Los hombres deben ser ejemplo en el liderazgo espiritual, en sus vidas y a través de sus palabras. Las mujeres deben asumir un papel menos autoritario. Se las anima a enseñar a otras mujeres (Tito 2:3-5). La Biblia tampoco restringe a las mujeres de enseñar a los niños. La única actividad de la que están restringidas es de enseñar o tener autoridad espiritual sobre los hombres. Esto impide que las mujeres sirvan como pastoras de hombres. De ninguna manera esto las hace menos importantes, más bien les da un ministerio enfocado más de acuerdo con el talento dado por Dios.
Abril 28 «Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová suscitó salvador . .. y libró, a Othoniel hijo de Cenes, hermano menor de Caleb. y el espíritu de Jehová fué sobre él.» (Jueces 3:9, 10.)
Dios prepara a Sus héroes, y cuando llega la oportunidad coloca a cada uno en su puesto. El mundo se extraña de ello y se pregunta de dónde han podido salir. Querido amigo, deja que el Espíritu Santo te prepare por medio de la disciplina de la vida. Llegará un día cuando nosotros juzgaremos también a las naciones lo mismo que Othoniel, y gobernaremos y reinaremos con Cristo en el milenio terrenal. Pero antes de que llegue ese día tan glorioso debemos dejar a Dios que nos prepare como El preparó a Othoniel en Kirjath-sepher, por medio de las tribulaciones de nuestra vida presente y las victorias pequeñas, en cuya significancia soñamos muy poco. Por lo menos estemos seguros de esto, si el Espíritu Santo tiene preparado un Othoniel, el Señor del cielo y de la tierra tiene preparado un trono para él.-A. B. Simpson.
«La fortaleza y grandeza humanas, no brotan de una vida cómoda. Los héroes tienen que ser algo más que trozos de madera flotando sobre una mar sin fluctuaciones.» «Todo camino principal de la vida humana tiene sus caídas y sus elevaciones. Cada hombre tiene que atravesar el túnel de la tribulación antes de que pueda viajar por el camino elevado del triunfo.»
Viernes 28 Abril Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23 Al que no conoció pecado (Cristo), por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5:21 ¿Qué sabe del pecado? Hoy, el pecado es una noción mal conocida; cada uno tiene su propia opinión al respecto.
Unos afirman que es una concepción de la Edad Media, que introdujo la religión para asustar a los fieles y mantenerlos sometidos. Otros dicen que esta palabra solo tiene que ver con los ladrones, los criminales y todos los que merecen la cárcel, y que ellos no tienen nada que ver con eso. Otra persona añadirá que la noción del pecado depende de las civilizaciones, de las culturas y de las épocas. ¡Algunos opinan que afortunadamente hoy en día se es menos severo que antes!
Lo importante no es cómo definimos el pecado, sino cómo Dios lo ve y lo juzga. Para ello es necesario leer la Biblia. El pecado es toda acción humana que no tiene en cuenta la voluntad divina. Los textos de la Palabra de Dios y el ejemplo de Cristo, al igual que sus palabras, establecen la voluntad de Dios para nosotros, lo que él aprueba o, al contrario, lo que es inaceptable a sus ojos.
Dios es santo y debe condenar el pecado, incluso si este nos parece insignificante. Pero él perdona gracias a la obra hecha en la cruz por Jesucristo, quien murió en nuestro lugar.
Para ser perdonado solo se necesita una cosa: “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19). Dios ofrece su gracia y su perdón gratuitamente a toda persona que reconoce la necesidad de ser perdonada y cree en Jesucristo, quien viene a ser su Salvador.
Todo Comienza con Dios – Incluyendo el Evangelismo by Cameron Buettel
“En el principio creó Dios…” (Génesis 1:1)
La historia de redención de Dios comienza con Él mismo. Y es ahí donde debemos empezar cuando predicamos el Evangelio.
Eso no quiere decir que se requiera un discurso exhaustivo sobre el carácter y la naturaleza de Dios, o una investigación completa de sus atributos infinitos, para comprender y creer en el Evangelio. Ni siquiera nuestras mentes iluminadas por el Espíritu pueden comprender a Dios en toda Su plenitud; cuánto más una mente que aún está oscurecida por el pecado.
Sin embargo, no podemos presentar con precisión el Evangelio sin antes derribar las ideas falsas e idólatras sobre Dios que dominan el mundo. Hoy en día, la gente fabrica descuidadamente un dios basándose únicamente en su sentimentalismo y sus preferencias espirituales. Pero esta práctica popular es tan inútil como tratar de reescribir la ley de la gravedad o desear que desaparezca por completo. Dios es eterno (Isaías 57:15) e inmutable (Malaquías 3:6), y exige nuestra reverencia en Sus términos, no en los nuestros.
Dios se presenta a sí mismo en las Escrituras como el Dios vivo y verdadero. Él dice: «Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios» (Isaías 45:5). Además, la Palabra de Dios revela que el único Dios verdadero existe eternamente en tres Personas distintas.
La Trinidad
La doctrina de la Trinidad es imposible de comprender, pero como John MacArthur indica, es una doctrina incuestionablemente enseñada en la Biblia:
“No obstante, aunque la plenitud de la Trinidad está mucho más allá de la comprensión humana, se trata indiscutiblemente del modo en que Dios se ha revelado en la Biblia: como un Dios que existe en la eternidad en tres personas…
“Las Escrituras son claras en que estas tres personas juntas son un Dios y solo uno (Dt. 6:4). Juan 10:30 y 33, explican que el Padre y el Hijo son uno. Primera Corintios 3:16 muestra que el Padre y Espíritu son uno. Romanos 8:9 deja en claro que el Hijo y el Espíritu son uno. Además, Juan 14:16, 18 y 23, demuestran que el Padre, el Hijo, y el Espíritu son uno… Es decir, la Biblia deja en claro que Dios es un solo Dios (no tres), pero que el único Dios es una Trinidad de personas”[1].
Dios debe ser presentado como Trino para que pueda ser proclamado fielmente. Además, la Trinidad adquiere gran importancia en el ámbito de la evangelización porque las tres Personas desempeñan papeles distintos en la salvación de los pecadores. El Padre elige (Efesios 1:3-6); el Hijo redime (Efesios 1:7-12); y el Espíritu Santo convence (Juan 16:8), regenera (Tito 3:5) y habita en los creyentes (Efesios 1:13-14).
Creador y Juez
La Biblia presenta al Dios Trino como el Creador de todas las cosas, incluyendo la humanidad (Génesis 1). Como tal, Él es dueño legítimo de Su creación (Salmo 50:10-12) y exige adoración de nosotros, Sus criaturas (Éxodo 20:2-5; Mateo 4:10).
Pero la humanidad caída se niega en rebeldía a adorar al Creador. La comunión abierta que debería existir entre Dios y el hombre está ahora bloqueada por un muro de hostilidad divina (Salmo 5:5). La justa ira de Dios hacia los pecadores puede ser un tema desagradable para la sensibilidad moderna, pero es una verdad necesaria para despertar la indiferencia espiritual de nuestra época.
Aunque el carácter y la naturaleza de Dios es un tema inagotable, el evangelista debe esforzarse por inculcar algún sentido de la supremacía y soberanía de Dios en los corazones de los pecadores. Debe explicarles por qué deben temblar al pensar en el día en que estarán ante el tribunal del Dios santo (Hebreos 9:27). John MacArthur lamenta las tendencias evangelísticas modernas, las cuales como él comenta, hacen justamente lo contrario:
“’El principio de la sabiduría es el temor de Jehová’ (Salmo 111:10). Mucho de la evangelización contemporánea intenta despertar cualquier cosa menos el temor de Dios en la mente de los pecadores. Por ejemplo: ‘Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida’, es la línea para abrir la típica apelación evangelística. Esta clase de evangelismo está muy lejos de la imagen de un Dios al que debe temerse. El remedio para tal manera de pensar es la verdad bíblica de la santidad de Dios” [2].
Santo
Las Escrituras atribuyen el superlativo más fuerte para referirse a Dios como «santo, santo, santo» (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8). Paul Washer señala que la santidad de Dios: “No es solamente un atributo entre muchos, sino que es el mismo contexto en el cual todos los otros atributos divinos se definen y se entienden”[3]. Nuestro énfasis evangelístico en la santidad de Dios no pretende ignorar sus otros atributos, como el amor, la misericordia y la gracia. Más bien, Sus otros atributos encuentran su significado dentro del contexto de la santidad de Dios.
La palabra «santo» se traduce de la palabra hebrea qadosh, y se refiere a la trascendencia de Dios. Como Creador, Él trasciende Su creación y es totalmente distinto de todo lo que ha hecho. Independientemente de su tamaño o esplendor, nada en la creación se acerca ni remotamente a las perfecciones de Dios.
Entonces, ¿por qué es tan importante explicar que el Creador del universo es santo? Porque nosotros, en nuestro estado pecaminoso, somos la antítesis de todo lo que Él es. No hay mayor dicotomía que demuestre nuestra enorme necesidad que la yuxtaposición entre un Dios santo y hombres pecadores. John MacArthur señala las terribles implicaciones de ese abismo infinito:
“El Eterno es completamente Santo y Su ley por consiguiente exige santidad perfecta: ‘Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo (Levítico 11:44) … Aun el evangelio requiere esta santidad: ‘Sed santos, porque yo soy santo’ (1 Pedro 1:16). ‘Seguid…la santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Porque Él es santo, Dios aborrece el pecado”[4].
El Lugar Principal de Dios
Cuando los creyentes pensamos en Dios en términos del Evangelio, solemos hacer hincapié en Su amor y Su misericordia. Y aunque esos son atributos vitales, los cuales están entretejidos en todo el evangelio, no debemos cometer el error de descuidar Su naturaleza Trina, Su soberanía sobre la creación y Su santidad. Si lo hacemos, el resultado suele ser la proclamación de un evangelio centrado en el hombre, que presenta a Dios simplemente como un héroe que se aparece en última instancia para salvar el día.
La verdad es que los pecadores están en la mira de Dios. Son creación de Dios y han violado Su ley. Dios es el Salvador sólo porque Él es Aquel de quien los pecadores deben ser salvados, porque “Él no dejará impune al culpable” (Éxodo 34:7).
Cuando ponemos a Dios en el centro del Evangelio, adquirimos una perspectiva clara de la ofensa del pecado del hombre y la magnitud de su culpa.
«Y soy…. el que vivo, y he sido muerto, ‘Y he aquí que vivo por siglos de siglos.» (Apocalipsis 1 :17, 18.)
Flores! ¡Lirios de Pascua de resurrección! Contadme esta mañana la misma lección antigua de inmortalidad que habéis estado contando a tantas almas afligidas. ¡Antiguo y sabio Libro! Permite que lea nuevamente en tus páginas de firme certeza, que el morir es ganancia. ¡Poetas! Recitadme vuestros versos que en cada línea repiten el Evangelio de vida Eterna. ¡Cantores! Romped una vez más en canciones de gozo; permitidme que oiga los Salmos bien conocidos de la resurrección. El árbol, la flor, el pájaro, el mar, el cielo y el viento lo susurran, lo hacen sonar de nuevo, lo le hacen resonar y latir a través de todo átomo y partícula; deja que el aire se empape con ello. Permite que se relate una y otra vez, hasta que la esperanza se convierta en convicción, y la convicción en conocimiento de certidumbre; hasta que a semejanza de Pablo, aunque nos dirijamos a la misma muerte, caminemos con aire de triunfo, con fé firme, y con rostros apacibles y brillantes.
El dormir en Jesús es cesar El trabajo, cesar de gemir; Es con Cristo Jesús reposar, y empezar, sin dolor a vivir.
Es morir hacia Cristo volar, Es morir hacia el cielo subir, Es morir en Jesús habitar, Es morir empezar a vivir.
Es sentir una dicha sin par Es llegar al regazo de Dios Es la célico, brisa aspirar, Es beber en la fuente de amor.
Creemos que de cada tumba brota un lirio de Pascua de resurrección, y que en cada tumba se sienta un ángel. Creemos en un Señor resucitado. No volvamos nuestros rostros al pasado para adorar solamente en Su tumba, sino hacia arriba e interiormente, para que podamos adorar al Cristo viviente. Y porque Él vive, nosotros también viviremos.-Abbott.
¡ Aleluya! ¡Aleluya! El Señor resucitó; ¡Aleluya! ¡Aleluya! A la muerte ya venció.
No pudieron las entrañas Del sepulcro aterrador Retener entre sus sombras A Jesús, el Salvador.
Vencedores también somos
Por el mártir de la Cruz, Somos Suyos, y por siempre Viviremos en Su Luz.
¡Eres digno de alabanza, Victorioso Redentor, Nuestra vida te ofrecemos, Nuestros cantos, nuestro amor!
¡Aleluya! ¡Aleluya! El Señor Resucitó; ¡Aleluya! ¡Aleluya! A la muerte ya venció. _Vicente Mendoza.