Examínese

Examínese

6/6/2018

¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (Santiago 4:4) 

¿Sigue aferrado usted al estilo de vida que llevaba antes de ser cristiano? Como revela el versículo de hoy, si no hizo un esfuerzo consciente por separarse de este mundo cuando se entregó a Cristo, tiene razón para poner en tela de juicio si su salvación fue genuina.

Primera Juan 2:15 dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Cuando usted se hace cristiano, desea que se le separe del mundo. Sin duda el mundo seguirá tentándolo a usted en lo sucesivo, pero usted debe dejar el malvado sistema de Satanás.

Es una mentira decir que una persona puede ir a Cristo sin haberse apartado del mundo. ¡Tiene que haber un cambio de la manera de vivir! No es algo fácil de hacer. Pablo nos dijo que no vivamos como vivíamos antes de que conociéramos a Cristo (Ef. 4:17). Pero podemos vivir de esa manera porque tenemos una nueva naturaleza.

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Todos enemigos de Dios

JUNIO, 06

Todos enemigos de Dios

Devocional por John Piper

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte. (Colosenses 1:21-22)

La mejor noticia de todo el mundo es que nuestra separación de Dios ha llegado a su fin y hemos sido reconciliados con el Juez del universo. Dios ya no está en nuestra contra sino a nuestro favor. Tener al Amor omnipotente de nuestro lado nos arma de valor. La vida se vuelve absolutamente libre y osada cuando el Ser más poderoso actúa a nuestro favor.

Sin embargo, el mensaje completo de salvación que da Pablo no es una buena noticia para quienes rechazan el diagnóstico de Colosenses 1:21: «Erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente».

¿A cuántas personas conoce que digan «soy enemigo de Dios en mi mente»? La gente no suele decir «odio a Dios». Entonces, ¿a qué se refiere Pablo al decir que las personas son «enemigos [de Dios] en [su] mente» antes de ser reconciliadas por medio de la sangre de Cristo?

Creo que lo que quiere decir es que hay una hostilidad real hacia el Dios verdadero, pero las personas no se permiten pensar en el Dios verdadero. Imaginan que Dios es como ellos quisieran que él fuera, lo que rara vez incluye alguna posibilidad de que realmente pudieran estar en serios problemas con él.

Sin embargo, considerando cómo es Dios realmente —un Dios que es soberano por sobre todas las cosas, incluso la enfermedad y las calamidades— Pablo dice que todos nosotros éramos enemigos de él. En el fondo, aborrecíamos su poder y autoridad absolutos.

El hecho de que cualquiera de nosotros sea salvo de debe a la maravillosa verdad de que la muerte de Cristo obtuvo la gracia por medio de la cual Dios conquistó nuestros corazones y nos hizo amar a Aquel a quien solíamos odiar.

Muchos todavía están aprendiendo a no ser enemigos de Dios. Es bueno que él sea gloriosamente paciente.

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Deuteronomio 10 | Salmos 94 | Isaías 38 | Apocalipsis 8

6 JUNIO

Deuteronomio 10 | Salmos 94 | Isaías 38 | Apocalipsis 8

Una de las imágenes más impactantes y llenas de simbolismo del libro es la que encontramos en Apocalipsis 8:3–5.

Tiene diversas raíces. Nos lleva a pasajes como Salmos 141:2: “Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino”. David quiere que sus oraciones sean tan agradables a Dios, tan aceptables para él, como el incienso quemado delante suyo en el tabernáculo, como los sacrificios ofrecidos a él allí mismo al final del día. El pacto mosaico ordenó que se levantase el altar del incienso (Éxodo 30:1–10). Este tipo particular de altar y de sacrificio tendría ciertas vinculaciones en el mundo antiguo, las cuales desconocemos. En un mundo en que la higiene era deficiente, era aconsejable quemar un poco de incienso en las casas para enmascarar los malos olores y esta asociación acompañaría a este mismo acto en el tabernáculo y más adelante en el templo. Este ritual ordenado por Dios seguía vigente con total seguridad en la época de Jesús (Lucas 1:8–9).

Juan ya ha utilizado la relación entre las oraciones y el incienso en Apocalipsis 5:8. Cuando el León/Cordero, el Señor Jesús, toma el libro de la mano derecha de aquel que está sentado en el trono, y se prepara para abrir los sellos, los ángeles alrededor del mismo “se postraron delante del Cordero”. Sujetaban “copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios”. El sentido de la visión no es que sea bueno que haya velas de incienso en las catedrales (lo cual confundiría simbolismo y realidad), sino algo más profundo. Si no se hubiese encontrado a nadie que llevase a cabo los propósitos de justicia y bendición de Dios, todas las oraciones de su pueblo son inútiles. Ahora que el León/Cordero ha prevalecido, estas (simbolizadas por el incienso debido al símil del Antiguo Testamento) humean en la presencia de Dios, que las escuchará y contestará, porque ya es seguro que sus propósitos de bendición y juicio se cumplirán.

Aquí en 8:3–5, “las oraciones de todos los santos” se queman delante de Dios en el altar del incienso. “Luego el ángel tomó el incensario y lo llenó con brasas del altar, las cuales arrojó sobre la tierra; y se produjeron truenos, relámpagos y un terremoto” (8:5), señales todas ellas, en este contexto, de la presencia y el juicio aterradores de Dios, que responden a las oraciones de su pueblo.

¿Qué tiene esto de extraño? El alma de los mártires pide justicia (Apocalipsis 6:10). Toda la iglesia clama: “¡Ven, Señor Jesús!” (22:20), sabiendo que así conseguirá que aquella se cumpla finalmente. Los seguidores de Jesús oran pidiendo que venga su reino, lo cual no es una noción sentimental en el contexto de un mundo rebelde y roto.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 157). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La última puerta

Miércoles 6 Junio

Prepárate para venir al encuentro de tu Dios. Buscad al que… vuelve las tinieblas en mañana

Amós 4:12; 5:8

La última puerta

Todos los hombres se dirigen inexorablemente hacia la «última puerta». Esta los lleva a una salida determinada por su decisión personal: vivirán eternamente con Dios o estarán definitivamente alejados de su presencia y del conocimiento de su amor. “Dios es amor” (1 Juan 4:8), y nos dio la posibilidad de conocer la profundidad de ese amor en la cruz donde Jesús, su Hijo, fue crucificado por los hombres. Despreciar o rechazar esa oferta de Dios es permanecer eternamente sin ese amor divino.

Dios se interesa por usted así como por los millones de personas que viven en la tierra. ¡Su vida tiene un sentido! Nacer, vivir, morir… ¡Este no es el fin! Ante la cercanía de la muerte, de esa última puerta, ¿solo experimenta una vaga angustia? ¿No se hace preguntas sobre ese futuro cercano o lejano? Usted tiene un alma, una inteligencia que puede hacerse preguntas, ¡no trate de ignorarlas! ¡Busque a Dios!

Entonces comprenderá el porqué de su vida en la tierra. Ahora Dios le pide que se prepare para ir a su encuentro. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Hoy, cada uno de nosotros es responsable de recibir ese don de Dios. “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12).

Unido a Jesucristo el Hijo de Dios, por la vida eterna, el creyente atravesará con él esa «última puerta». ¡Es un pasaje inmediato, en un abrir y cerrar de ojos, a la presencia de Dios, y la fe ya lo entrevé!

Levítico 16 – Romanos 12 – Salmo 68:15-20 – Proverbios 16:27-28

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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