Perversiones de Satanás

Perversiones de Satanás

6/26/2018

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. (Efesios 5:3-4)

Tanto el amor de Dios como el amor de sus hijos es clemente, incondicional y altruista, pero por seguro Satanás pervertirá eso. El amor terrenal es superficial, egoísta, sensual y sexual, y Satanás le ha hecho creer al mundo esa definición del amor.

A diferencia del amor del mundo, el versículo de hoy termina indicando que debemos dar gracias. Pablo dijo que “Dad gracias a Dios en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:18). Cuando somos agradecidos por todo, nos salimos de nosotros mismos, porque la acción de gracias se dirige a Dios.

En vez de hablar de las personas, ámelas de una manera que transmita gratitud. Recuerde que el amor de Dios es desinteresado y agradecido, pero el amor del mundo es egoísta e ingrato.

DERECHOS DE AUTOR © 2018 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

El temor que nos acerca a Dios

JUNIO, 26

El temor que nos acerca a Dios

Devocional por John Piper

No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis. (Éxodo 20:20)

Hay un tipo de temor que es esclavizador y que nos aleja de Dios, y hay otro tipo de temor que es dulce y nos acerca a Dios. Moisés advirtió acerca del primero e hizo un llamado a tener el otro en el mismo versículo: «Y respondió Moisés al pueblo: No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis» (Éxodo 20:20).

La ilustración más clara que he visto de este tipo de temor fue la vez que uno de mis hijos miró a un pastor alemán a los ojos. Estábamos visitando a una familia de nuestra iglesia. Mi hijo Karsten tendría unos siete años. Esta familia tenía un perro enorme que se quedó mirando cara a cara con un niño de siete años.

El perro era amigable y a Karsten no le costó hacerse amigo. Pero cuando mandamos a Karsten a buscar algo que habíamos olvidado en el auto, él comenzó a correr y el perro lo persiguió gruñendo con tono grave. Por supuesto, Karsten se asustó; pero el dueño le dijo: «Karsten, ¿por qué mejor no caminas? Al perro no le gusta que la gente corra huyendo de él».

Cuando Karsten abrazaba al perro, él era amigable y hasta le lamía la cara. Pero cuando corría lejos del perro, él le gruñía y Karsten se asustaba.

Esa es una ilustración de lo que significa temer al Señor. Dios dispone que su poder y santidad enciendan su temor en nosotros, no para que nos alejemos de él, sino para que nos acerquemos a él.

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Deuteronomio 31 | Salmo 119:97–120 | Isaías 58 | Mateo 6

26 JUNIO

Deuteronomio 31 | Salmo 119:97–120 | Isaías 58 | Mateo 6

Cómo nos engañamos los humanos a nosotros mismos cuando se trata de asuntos religiosos. Existen tantas cosas que comienzan siendo incentivos al arrepentimiento y a la piedad, y que acaban volviéndose ídolos mezquinos… Lo que empieza como una ayuda hacia la santidad, termina siendo la triple trampa del legalismo, la auto-justificación y la superstición. Así ocurrió con la serpiente de bronce en el desierto. Aunque Dios ordenó hacerla y utilizarla (Números 21:4–9), se convirtió más adelante en semejante sinsentido religioso de modo que Ezequías la destruyó (2 Reyes 18:4).

Así ocurre algunas veces con otras formas de observancia religiosa o disciplina espiritual. Uno puede empezar a “llevar un diario” con el mejor de los propósitos y buenas razones, como disciplina que fomente la honestidad y el examen de conciencia, pero ello puede degenerar en la triple trampa: lo establecemos de tal forma como la prueba más clara de crecimiento personal y lealtad a Cristo que miramos con desprecio a aquellos que no se comprometen con la misma disciplina, y nos felicitamos cada día que mantenemos la práctica (legalismo); empezamos a creer que solo los santos más maduros mantienen diarios espirituales, por lo que reunimos los requisitos, y sabemos bien quién no lo hace (auto-justificación, santurronería); (c) empezamos a creer que existe algo en el acto en sí, o en el papel, o en la escritura, que es un medio de gracia necesario, un canal especial de placer o verdad divinos (superstición). Ese es el momento de tirar nuestro diario a la basura.

Claramente, el ayuno puede convertirse en una trampa parecida. Los cinco primeros versículos de Isaías 58 ponen de manifiesto y condenan el tipo erróneo de ayuno, mientras los versículos 6–12 describen el que agrada a Dios. El primero está relacionado con la hipocresía. Las personas lo practican, pero riñen con sus familiares (58:4). Ayunan, pero no dejan de explotar a sus trabajadores (58:3b). Estas personas religiosas se inquietan. Dicen: “¿Para qué ayunamos, si él no lo tiene en cuenta?” (58:3). Superficialmente, parecen tener hambre de Dios y sus caminos (58:2). La verdad es que están empezando a tratar el ayuno como si fuese un poco mágico: como he ayunado, Dios tiene que bendecirme. Esta forma de pensar es terriblemente triste y malvada.

Como contraste, el ayuno que agrada al Señor está marcado por un arrepentimiento genuino (58:6–12). No solo se aparta de la autoindulgencia, sino que comparte con los pobres de forma activa (58:7), y se esfuerza en “desatar las correas del yugo”, en “poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura” (58:6), en renunciar a una “lengua maliciosa” (58:9). Este es el ayuno que recibe la bendición de Dios (58:8–12).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 177). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Aceptar

Martes 26 Junio

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Romanos 12:2

Aceptar

A menudo, en mi vida, esta sencilla palabra implica la idea de un esfuerzo ante las adversidades, dificultades o pruebas. Ante las diferentes decisiones que debemos tomar y frente a las obligaciones que forman parte de nuestra existencia, no siempre es fácil admitir la necesidad de tal o cual situación, como por ejemplo el tiempo de la vejez, cuando debemos aceptar el ineludible ocaso que conduce a la muerte.

Para el cristiano, aceptar es someterse a Dios. Es considerar que Dios permite o envía las circunstancias de nuestra vida, incluso las que nos parecen contrarias. Es reconocer en cada situación la mano del Señor, quien “bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37).

Quizá muy a menudo somos prontos para pensar que nuestros planes se arruinaron (Job 17:11), o tal vez decimos como Jacob: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36). Este patriarca ignoraba que Dios preparaba un inmenso sosiego para su corazón herido: volvería a ver a José, su hijo, a quien creía muerto…

Nuestro consuelo viene de la seguridad de que nuestro Padre celestial conoce y mide todos nuestros sufrimientos y nos acompaña en medio de la prueba. “En toda angustia de ellos él fue angustiado… en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó” (Isaías 63:9).

Aprendamos a aceptar de parte de Dios las situaciones dolorosas, convencidos de que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28).

Números 8 – 2 Timoteo 2 – Salmo 76 – Proverbios 18:4-5
Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch