La vida centrada en Cristo

La vida centrada en Cristo

6/8/2018

Vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído. (Efesios 4:20-21)

Los cristianos ya no estamos dominados por una mente ególatra; aprendemos de Cristo. Cristo piensa por nosotros, obra por medio de nosotros, ama por medio de nosotros, siente por medio de nosotros y sirve por medio de nosotros. La vida que tenemos no es nuestra, sino que es Cristo viviendo en nosotros (Gá. 2:20).

Filipenses 2:5 dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Un inconverso anda en la vanidad de su mente, pero una persona salva anda conforme a la mente de Cristo.

Dios tiene un plan para el universo, y mientras Cristo esté obrando en nosotros, Él está realizando una parte de ese plan por medio de nosotros. Pablo observó que Él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Ef. 3:20).

Cada día debiera ser una aventura fantástica para nosotros porque estamos en medio del plan de Dios para los siglos

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Glorifiquemos a Dios en nuestro cuerpo

JUNIO, 08

Glorifiquemos a Dios en nuestro cuerpo

Devocional por John Piper

Por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo. (1 Corintios 6:20)

«Adoración» es el término que utilizamos para abarcar todos los actos del corazón, la mente y el cuerpo que expresan de manera intencional el infinito valor de Dios. Es para esto que fuimos creados.

No pensemos en cultos de adoración cuando meditemos en la adoración. Esa es una limitación enorme que no se encuentra en la Biblia. Todo en la vida debiera ser adoración.

Tomar desayuno, por ejemplo, o comer un bocado a media mañana: «Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Comer y beber son de las actividades más básicas que podemos realizar. ¿Qué más podría ser más humano y real?

Tomemos el sexo como ejemplo. Pablo dice que la alternativa a la fornicación es la adoración:

Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo (1 Corintios 6:18?20).

Consideremos la muerte como último ejemplo. Esto ocurrirá en nuestro cuerpo. De hecho, será el último acto del cuerpo en este mundo. El cuerpo diciendo adiós. ¿Cómo deberemos adorar en ese último acto del cuerpo? Vemos la respuesta en Filipenses 1:20-21. Pablo dice que su esperanza es que Cristo sea exaltado en su cuerpo por medio de la muerte. Luego agrega: «Para mí… el morir es ganancia». Expresamos el infinito valor de Cristo al morir considerando la muerte como ganancia.

Tenemos un cuerpo, pero no es nuestro: «Por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo».

Estamos siempre en un templo: adoremos en todo momento.

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Deuteronomio 12 | Salmos 97–98 | Isaías 40 | Apocalipsis 10

8 JUNIO

Deuteronomio 12 | Salmos 97–98 | Isaías 40 | Apocalipsis 10

Tres observaciones para preparar el camino: (a) Si Isaías tenía treinta años cuando Dios le llamó a ser profeta en el año en que murió el rey Uzías (6:1), tenía entonces sesenta y nueve cuando se produjo la invasión asiria en 701, y setenta y dos en 698, cuando murió Ezequías. La tradición ajena a la Biblia dice que vivió un poco más, dentro del reinado del malvado rey Manasés, que decidió matarlo. Huyendo de este, el anciano Isaías se escondió en un árbol hueco del bosque, donde los hombres del rey acabaron encontrándolo. Estos cortaron el tronco con una sierra, con Isaías aún dentro. Hebreos 11:36–37 puede estar mencionando este episodio. (b) En esta cronología, Isaías había previsto en 712 a. C. la invasión babilonia (39:5–7). Sin embargo, la invasión asiria de 701 captó sin duda la mayor parte de su atención hasta que ocurrió. A juzgar por lo que leemos en los siguientes capítulos, Isaías pasó los restantes años de su vida en un ministerio de consuelo y ayuda al remanente fiel en los oscuros días que se avecinaban. Este ministerio fue quizás público y oral durante los tres años restantes de la vida del rey Ezequías. Por el contrario, bajo el régimen brutalmente represivo de Manasés, el ministerio del profeta se dirigió probablemente al círculo íntimo de sus discípulos (8:16–17) y en la página escrita que estos preservarían hasta que una nueva generación estuviese preparada de nuevo para escuchar las palabras de Dios transmitidas por medio de él. (c) Temáticamente, la siguiente sección engloba los capítulos 40–55, que están llenos de consuelo basándose en la asombrosa grandeza de Dios y la inconmensurable expiación del pecado que provee.

El consuelo ofrecido en el párrafo inicial (Isaías 40:1–11) consta de al menos cinco elementos. (a) Siguen siendo el pueblo de Dios, “mi pueblo” (40:1). A pesar de la devastadora predicción de los versículos anteriores, relativa a la destrucción de Jerusalén y la deportación de sus habitantes, Dios consolará de nuevo a la ciudad (40:2, un claro paralelismo con “mi pueblo”). (b) Sus pecados han sido perdonados. Estos fueron los que desencadenaron el juicio, por lo que las noticias son buenas: “ya ha cumplido su tiempo de servicio, ya ha pagado por su iniquidad”. La forma como se cumplen estas palabras no se revela totalmente hasta el capítulo 53, pero la obertura anuncia el esplendor sinfónico. (c) A consecuencia de su perdón, Dios mismo traerá a los exiliados de vuelta a casa, allanando su camino (40:3–4), reuniendo a su rebaño como un pastor (40:11), revelando por tanto su gloria a toda la raza humana (40:5); el tema misionero es recurrente. (d) Por muy voluble que sean las personas, Dios es totalmente fiable (40:6–8). (e) Las buenas noticias gritadas desde Sion/Jerusalén son: “¡Aquí está vuestro Dios! Mirad, el SEÑOR omnipotente llega con poder” (40:9, 10). No es de extrañar, pues, que los restantes versículos del capítulo permanezcan en la absoluta majestad de Dios.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 159). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Un recuerdo muy lejano

Viernes 8 Junio

Respondió el Señor a Job… ¿… Guiarás a la Osa Mayor con sus hijos? ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?

Job 38:1, 32-33

Respondió Job al Señor… De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.

Job 42:1, 5-6

Un recuerdo muy lejano

Toda la familia se había convertido a Jesús, pero Marc, el hijo mayor, se resistía. Su familia oraba por él, mas los años fueron pasando sin ningún cambio…

Marc llegó a ser un músico famoso muy solicitado. Una noche, cuando regresaba de una velada, en la periferia del bosque, alzó los ojos. Entonces quedó extasiado por la belleza de un cielo estrellado. Siempre le había gustado la naturaleza… Ante la grandeza de aquel espectáculo, de repente se dio cuenta de su pequeñez, de que no era nada. Pensó en los malos tratos que había dado a su madre, se echó a llorar y oró: «Señor, tu eres un Dios grande, y yo soy un desgraciado. Esto tiene que cambiar, Señor». Entonces, en la solitaria noche, Marc tocó en su trompeta y luego cantó un himno favorito de su madre.

De repente escuchó un ruido. Cerca de él había un hombre sollozando, con una cuerda en la mano, y le dijo: «Iba a acabar con mi vida, cuando usted se puso a cantar un cántico que mi madre me cantaba cuando era pequeño. Soy un hombre desesperado». Entonces Marc invitó al hombre a seguirlo, y fueron juntos a la casa paterna. Eran las tres de la mañana cuando Marc llamó a la puerta. Los jóvenes entraron en la habitación, donde los padres de Marc estaban orando por su hijo. Los cuatro se pusieron de rodillas, Marc y su compañero aceptaron a Jesús como Salvador. Padres cristianos, ¡no nos desesperemos! “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).

Levítico 18 – Romanos 14 – Salmo 68:28-35 – Proverbios 16:31-32

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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