La norma de Dios

La norma de Dios

6/20/2018

Seréis, pues, santos, porque yo soy santo. (Levítico 11:45)

La vida cristiana pudiera resumirse en esta declaración: Ser imitadores de Dios. Jesús dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48). El apóstol Pedro reiteró esa norma elevada cuando dijo: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.

Cuanto más se conoce a Dios, tanto más se entiende quién Él quiere que seamos, de modo que lo primero que el creyente debe procurar es conocer a Dios (Fil. 3:10). Eso puede lograrse solo cuando estudiamos el carácter de Dios como se revela en las Escrituras.

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La gracia es perdón ¡y poder!

JUNIO, 20

La gracia es perdón… ¡y poder!

Devocional por John Piper

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí. (1 Corintios 15:10)

La gracia no es simplemente lenidad cuando hemos pecado. La gracia es el regalo de Dios que nos capacita para no pecar. La gracia es poder, no solo perdón.

Lo vemos claramente, por ejemplo, en 1 Corintios 15:10, donde Pablo describe la gracia como el poder que nos capacita para hacer su obra. No es simplemente el perdón de los pecados, es el poder para perseverar en obediencia.

Por lo tanto, nuestros esfuerzos por obedecer a Dios no son hechos en nuestras propias fuerzas, sino «por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado» (1 Pedro 4:11). Es la obediencia de la fe.

Pablo lo confirma en 2 Tesalonicenses 1:11-12 al llamar a nuestros actos de bondad «obras de fe» y al decir que la gloria que estas obras traen a Jesús es «conforme a la gracia de nuestro Dios», ya que las llevamos a cabo «con [su] poder»:

«Con este fin también nosotros oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os considere dignos de vuestro llamamiento y cumpla todo deseo de bondad y la obra de fe, con poder, a fin de que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.»

La obediencia que agrada a Dios es fruto del poder de la gracia de Dios por medio de la fe. La misma dinámica opera en cada etapa de la vida cristiana. El poder de la gracia de Dios que salva por medio de la fe (Efesios 2:8) es el mismo poder de la gracia de Dios que santifica por medio de la fe.

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Deuteronomio 25 | Salmo 116 | Isaías 52 | Apocalipsis 22

20 JUNIO

Deuteronomio 25 | Salmo 116 | Isaías 52 | Apocalipsis 22

Podemos dividir provechosamente Isaías 52 en tres partes desiguales.

(1) En los primeros seis versículos, el tono es de tierno consuelo. Todo lo ocurrido a Israel (provocado por su pecado) ha acabado destruyéndolo. Ha sido vendido “por nada” (52:3) y llevado “sin motivo” (52:5); ha sido profanado (52:1), encadenado (52:2), “oprimido” (52:4) y burlado (52:5). Sin embargo, ahora viste “vestidos de gala” (52:1) y “vuelve al trono” (52:2) como rey en Jerusalén. Aunque se le vendió por nada, a ojos de Dios su valor sigue siendo inestimable (52:3). El Señor sigue llamando a Israel “mi pueblo” (52:4). Además, vincula su propio nombre a lo que les ha acontecido: lo blasfeman constantemente (52:5). Ahora pueden quedarse tranquilos: el Dios que predijo su destrucción ha anunciado su restauración (52:6).

Lo sorprendente de esta lista de elementos opuestos, la aplastante derrota y denigración de Israel por un lado, y las apasionadas descripciones que el Señor Soberano hace del mismo por el otro, es que la primera serie se produce por el propio pecado de la nación, mientras la segunda se genera por la gracia, la bondad y la fidelidad de Dios, que la ha buscado y liberado del castigo que él mismo le ha impuesto.

(2) En los siguientes cuatro versículos (52:7–10), las buenas noticias de que Dios está anulando las sanciones impuestas sobre Israel deben llevarse hasta los confines de la tierra. No solo se ordena a las ruinas de Jerusalén que estallen de júbilo con cánticos, sino que “el SEÑOR desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios” (52:9–10).

(3) Los dos últimos versículos (52:11–12) llaman a los exiliados a partir, a dejar atrás su cautiverio. Históricamente, por supuesto, eso no podía ocurrir hasta que Ciro diese su permiso. Sin embargo, la profecía de Isaías debió despertar la ilusión y ayudar al pueblo a prepararse. El propio lenguaje recuerda al del éxodo, pero sorprende que se haga hincapié en algo diferente. Cuando los israelitas se marcharon de Egipto, se les dijo que llevasen con ellos todo lo que pudiesen tomar de los egipcios, joyas valiosas y prendas de vestir. Aquí, sin embargo, se advierte al pueblo de que no toque nada, sino que salga “de allí” y sea puro. Esto indica que la meta definitiva no es la Jerusalén geográfica, sino la nueva, y lo que debe dejarse atrás es algo más que Babilonia, es todo lo que ella representa. Esta reflexión nos permite comprender cómo y por qué utiliza Pablo este pasaje en 2 Corintios 6:14–18, y cómo deberíamos hacerlo nosotros en la actualidad.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 171). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Hoy Jesús perdona

Miércoles 20 Junio

Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.

Romanos 5:20

Ahora… se ha manifestado la justicia de Dios… la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.

Romanos 3:21-22

Hoy Jesús perdona

Se cuenta que un príncipe estaba recorriendo las calles de su ciudad, en India, cuando vio una muchedumbre. Entonces le trajeron a un hombre que había sido sorprendido en un flagrante delito de robo, para que lo castigase. El príncipe respondió simplemente: «No estoy en el tribunal; perdono a este hombre». Luego exhortó al ladrón a cambiar de conducta. Este hombre, feliz por haber sido dejado en libertad, tenía una buena oportunidad para convertirse en una persona honesta, pero prefirió continuar robando, e incluso llegó a matar. Detenido y encarcelado, fue llevado nuevamente ante el príncipe, pero esta vez al tribunal. Esperaba ser perdonado otra vez, pero fue condenado a la horca. Quizá comprendió, desgraciadamente demasiado tarde, que había abusado de la gracia que había recibido.

La Biblia declara que todos somos injustos y pecadores ante el Dios santo (Romanos 3:10, 23). Pero Dios también es amor (1 Juan 4:8) y nos revela su gracia maravillosa concedida por Jesús, quien murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3). ¡No despreciemos su bondad! Dios nos asegura que quien escucha su Palabra y cree en Jesús el Salvador, tiene la vida eterna. No irá a juicio, pues pasó de la muerte a la vida (Juan 5:24). Hoy Jesucristo es el Salvador; un día será el Juez de los que hayan rechazado su perdón. “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4).

Números 2 – 1 Timoteo 2 – Salmo 73:1-9 – Proverbios 17:21-22
Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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