Mida su amor

Mida su amor

6/22/2018

Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó. (Efesios 2:4)

La mejor vara de medir el amor en la vida de un cristiano puede ser el perdón. Es porque Dios nos demostró su amor desde el punto de vista del perdón. La Biblia pudo habernos enseñado que de tal manera amó Dios al mundo que ha hecho flores o árboles o montañas. Pero ella enseña que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Él dio a su Hijo para perdonarnos. Eso demuestra sin dudas el amor de Dios más que las flores, los árboles o las
montañas.

Mida su amor. Pregúntese: ¿Amo? Si no ama, no es de Dios porque los hijos de Dios aman a los demás (1 Jn. 4:7-8). ¿Cómo puede saber si usted se caracteriza por el amor? Pregúntese: ¿Estoy enojado con alguien por algo que me hizo? ¿A menudo me enojo con los demás, ya sea que exprese o no mi enojo? ¿Hablo de los demás lo que no debo hablar? Esas son características de su antigua manera de vivir; características de las que debe librarse a fin de amar y perdonar a los demás.

Cómo debemos luchar por la santidad

JUNIO, 22

Cómo debemos luchar por la santidad

Devocional por John Piper

Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14)

Hay una santidad práctica sin la cual no veremos al Señor. Muchos viven como si esto no fuera cierto.

Hay cristianos profesantes que viven vidas tan contrarias a la santidad, que un día escucharán las terribles palabras de Jesús: «Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mateo 7:23). Pablo le dice a creyentes profesantes: «si viví?s conforme a la carne, moriréis» (Romanos 8:13).

Así que hay una santidad sin la cual nadie verá al Señor. Aprender a luchar por esa santidad mediante la fe en la gracia venidera es sumamente importante.

Existe otra manera de buscar la santidad que resulta contraproducente y nos conduce a la muerte. Los apóstoles nos advierten que no sirvamos a Dios de ninguna otra manera que no sea por fe en la gracia de Dios, que nos capacita.

Por ejemplo, Pedro dice: «el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo» (1 Pedro 4:11). Y Pablo dice: «no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí?» (Romanos 15:18; ver también 1 Corintios 15:10).

Momento tras momento, la gracia llega a capacitarnos para llevar a cabo «toda buena obra» que Dios nos asigne. «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra» (2 Corintios 9:8).

La batalla por las buenas obras es la lucha para creer en esta gracia venidera.

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Deuteronomio 27:1–28:19 | Salmo 119:1–24 | Isaías 54 | Mateo 2

22 JUNIO

Deuteronomio 27:1–28:19 | Salmo 119:1–24 | Isaías 54 | Mateo 2

La profecía de Isaías ha anunciado “paz” repetidas veces, el bienestar total que fluye de una relación adecuada con el Dios viviente y soberano. Anteriormente, nos dice que el Mesías sería el “Príncipe de paz” (9:6), presentando un reino de paz eterna (9:7). Finalmente, es el Señor quien la establece (26:12). Sin embargo, aunque son buenas noticias (52:7), esa paz está reservada a aquellos que confían en él (26:3). “No hay paz para el malvado” (48:22). Los que confían en Dios se vuelven testigos que reconocen total y felizmente que el Siervo ha hecho posible su reconciliación con el Creador: “Sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (53:5). La consecuencia, en Isaías 54–55, es una gran paz para los hijos de Sion (54:13), un “pacto de paz” que nunca se eliminará (54:10), una gran procesión del pueblo de Dios que saldrá con alegría y será guiada en paz (55:12).

En Isaías 54, este glorioso plan se anuncia como un “pacto de paz” (54:10) que cumple en algunos aspectos otros tres grandes pactos:

Primero, se vislumbra el de Abraham (54:1–3). Las referencias a la “mujer estéril”, la “tienda” y la “descendencia” prometida que desposee a las naciones lo recuerdan. Dios superará las desesperadas circunstancias de Sion durante el exilio tan fácilmente como lo hizo con la esterilidad de Sara. Los descendientes de Abraham desposeyeron finalmente a las naciones de la tierra de Canaán; los exiliados retornados harán lo mismo o ¿hay una pista que indica que los hijos de este nuevo pacto desposeerán a las naciones de forma más exhaustiva cuando se extiendan a derecha y a izquierda (54:3)?

Segundo, el de Sinaí entra en escena, con los recordatorios de la vergüenza de la juventud de Israel (la esclavitud en Egipto, 54:4), del Hacedor de Israel como su “esposo” (54:5) y de su viudedad en el exilio (54:5–8). No obstante, Dios sigue revelándose como su Redentor, aunque, en este caso, a la luz de la gran redención garantizada en 52:13–53:12: “Con amor eterno tendré compasión de ti”, declara, estableciendo la dirección en la que continuará el pacto de Sinaí.

Tercero, se examina el pacto con Noé (54:9–17), fuera de la secuencia de forma temporal pero totalmente apropiado, ya que no sólo se formalizó con Israel, sino con toda la raza humana. El exilio se compara con el diluvio, y los hijos de Sion con los descendientes de Noé. Dios no los destruirá: de hecho, los “siervos del Señor” (54:17) siguen el modelo del Siervo de Dios en sufrimiento y vindicación suprema.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, pp. 173–174). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Solo con mis cargas?

Viernes 22 Junio

(Jesús dijo:) La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Juan 14:27

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

1 Pedro 5:7

¿Solo con mis cargas?

¿Quién se preocupa realmente por ese estudiante que pierde los exámenes, por ese empresario que está en quiebra, por ese padre de familia que sufrió un accidente, por esas víctimas de guerras fratricidas interminables? Cada día escuchamos noticias de este tipo; ocupan nuestra mente un tiempo, pero luego las olvidamos. ¿Cómo ponernos realmente en el lugar de los otros? Además, todos tenemos nuestras preocupaciones…

La Biblia nos cuenta la desesperación de un hombre: “No hay quien me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida” (Salmo 142:4).

¿Nadie? No, hay una excepción: Dios mismo, nuestro creador, Señor del cielo y de la tierra, se interesa por cada uno de nosotros. ¡Él es el que da la vida, el aliento y todas las cosas! (Lea Hechos 17:22-28). Jesús señaló cuánto valor tiene para él la vida de cada uno de nosotros: “Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados” (Lucas 12:7).

Quizás hasta ahora usted ha ignorado su existencia, pero se ha beneficiado igualmente de sus cuidados diarios. Él “hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mateo 5:45). Dios incluso vino a esta tierra en persona a través de su Hijo Jesús. Dios el Hijo se acercó a los seres humanos, quienes pudieron verlo, escucharlo, tocarlo. Jesús fue crucificado para que el hombre pudiese acercarse a Dios, ¡pero luego resucitó! Antes de dejar a los suyos, les dijo, como dice a cada creyente: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

Números 4 – 1 Timoteo 4 – Salmo 73:21-28 – Proverbios 17:25-26
Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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