No nos falta nada

MEDITACIÓN DIARIA
No nos falta nada
¿Cómo ha tratado de llenar alguna carencia a lo largo de los años? ¿Todavía sigue sin lograrlo?

8 de mayo de 2022

Para sacarle el máximo provecho a este devocional, lea los pasajes a los que se hacen referencia.

Muchas personas pueden parecer estar bien, pero si pudiéramos mirar bajo la superficie, veríamos otra cosa: lugares en sus almas que han tratado de llenar con éxito mundano, posesiones o popularidad. Pero la verdad es que esas cosas nunca satisfacen. Solo Dios puede darnos satisfacción y paz genuinas. (Véanse Jn 6.35; Fil 4.6, 7).

Ahora bien, esto no significa que la vida siempre será perfecta u ordenada a nuestro gusto. De hecho, el Señor Jesús nos dijo que en este mundo tendremos dificultades (Jn 16.33), pero si estamos en Él, experimentaremos una sensación de plenitud que nunca podrá ser quitada. Es posible que sigamos deseando otras cosas, pero debido a que estamos completos en Cristo, esos deseos no ejercerán una atracción tan fuerte sobre nosotros. Ya sea que se nos presenten o no, podemos permanecer verdaderamente satisfechos con Aquel que nos llama sus hijos amados (1 Jn 3.1). Podemos descansar en la suficiencia de su amor y en el gozo de la vida en Él.

PIENSE EN ESTO

¿Siente usted alguna carencia en su interior? ¿Cómo ha tratado de llenarla a lo largo de los años? ¿Todavía sigue sin lograrlo?
Biblia en un año: 1 Crónicas 22-24

Me sentía cansada y sin rumbo

Domingo 8 Mayo
Raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
1 Timoteo 6:10
Éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias… Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó.
Tito 3:3-5
Me sentía cansada y sin rumbo (1)
Testimonio
“Nací en China. Fui educada en el marxismo, pero no creía nada de lo que me enseñaban. Mi divisa era: “Solo se puede contar con uno mismo”. La vida no era fácil en China; todos los miembros de mi familia trabajaban duro, con la esperanza de tener un futuro mejor.

Cuando terminé mis estudios universitarios, conseguí un buen empleo. Para muchos, el dinero era lo más importante. Los ricos miraban a los pobres con desprecio, y los fuertes explotaban a los débiles. Un día me di cuenta de que me había vuelto como esos ricos. Entonces empecé a odiarme.

Me sentía cansada y sin rumbo. ¿Acaso la gente no podía vivir en paz, con corazones puros? ¿No podían amarse unos a otros? Esto era fácil de decir, pero se necesitaba una fuerza especial para poder llevarlo a cabo. ¡Yo no tenía esa fuerza! Me hacía preguntas sin hallar respuestas.

Mi marido y yo emigramos a Canadá en 2001. Allí tuvimos la suerte de conocer nuevos amigos, Jack y Carol. Me sentía muy bien con ellos, como si nos conociésemos desde siempre. Cuanto más nos acercábamos, más me sorprendían. ¡Vivían de forma tan sencilla y eran tan cariñosos! Podíamos ver la paz y la felicidad en sus rostros. ¿Cómo hacían para vivir así? Entonces quise conocer el secreto de esta paz y de esta felicidad”.

(mañana continuará)
Isaías 52-53 – Marcos 9:1-29 – Salmo 55:1-7 – Proverbios 15:3-4

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