Hasta los confines de la tierra | Burk Parsons

Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie especial de artículos de Tabletalk Magazine:La historia de la Iglesia | Siglo XVIII

Burk Parsons

David Brainerd (1718-47) vivió en misión para Dios. Brainerd viajó miles de kilómetros a caballo, evangelizando a los nativos americanos y proclamando el evangelio en las colonias de América del norte. Su principal objetivo en la vida era proclamar la buena nueva de Jesucristo, al escribir: «No me importaba dónde ni cómo vivía, ni qué penurias pasaba, con tal de ganar almas para Cristo». Brainerd fue a la presencia del Señor a una edad temprana, pero su legado continúa vivo. Además, Brainerd era muy apreciado por muchos de sus colaboradores del siglo XVIII. Jonathan Edwards (1703-58), teólogo de renombre durante el Primer Gran Despertar, se dedicó a dar a conocer la historia de Brainerd con el fin de animar y dar ejemplo a la iglesia para que continuara viviendo en misión para Dios.

Brainerd fue una luz brillante en el siglo XVIII, pero él no estaba solo. Esta fue la era del Primer Gran Despertar tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, y Dios levantó a muchos predicadores para alcanzar a los inconversos con las buenas nuevas de Jesucristo. Las misiones protestantes, que habían estado en marcha desde la Reforma del siglo XVI, disfrutaron de un nuevo enfoque, y muchos hombres y mujeres obedecieron el llamado de Jesús de ir hasta los confines de la tierra y hacer discípulos de las naciones. Hoy, la iglesia sigue beneficiándose del fruto de quienes trabajaron durante el siglo XVIII para dar a conocer a Cristo entre todas las naciones. La predicación, la himnología y la piedad del siglo XXI se han visto moldeadas en gran medida por la labor de los fieles cristianos del siglo XVIII.

Estudiamos la historia de la iglesia no solo para aprender del pasado y recordarlo, sino también para que nos ayude a servir con sabiduría y a glorificar a Dios ahora y en el futuro. Contemplamos a las grandes figuras de épocas pasadas para aprender de sus éxitos y fracasos. Examinamos sus vidas para animarnos a imitarles en la medida en que siguieron a Cristo (1 Co 11:1). Porque hasta que Cristo regrese, debemos preocuparnos por ver la conversión y el discipulado de nuestros vecinos y de las naciones. A medida que trabajamos hacia este fin, debemos descansar en la gloriosa verdad de que Dios está cumpliendo soberanamente Sus propósitos mientras obra soberanamente en y a través de nosotros como Sus instrumentos. Como algunos han dicho, la historia es una historia escrita por el dedo de Dios, y esa historia se centra en la historia de la cruz de Cristo Jesús, que viene de nuevo cuando culmine Su misión, cuando se haya satisfecho la Gran Comisión y todos los elegidos de toda tribu, lengua y nación hayan sido salvados.

Publicado originalmente en: Tabletalk Magazine

Burk Parsons
El Dr. Burk Parsons es pastor principal de Saint Andrew’s Chapel [Capilla de San Andrés] en Sanford, Florida, director de publicaciones de Ligonier Ministries, editor de Tabletalk magazine, y maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries. Él es un ministro ordenado en la Iglesia Presbiteriana en América y director de Church Planting Fellowship. Es autor de Why Do We Have Creeds?, editor de Assured by God y John Calvin: A Heart for Devotion, Doctrine, and Doxology, y co-traductor y co-editor de ¿Cómo debe vivir el cristiano? de Juan Calvino.

Correr no lo es todo | Charles Spurgeon

Corrió, pues, Ahimaas por el camino de la llanura, y pasó delante del etíope».
2 Samuel 18:23

Correr no lo es todo: hay otras cosas en el camino que hemos elegido. El que corra velozmente por los valles y las montañas no avanzará más que el que viaje lentamente por un camino llano. ¿Cómo va mi viaje espiritual? ¿Estoy subiendo fatigosamente el collado de mis propias obras y descendiendo por las barrancas de mis humillaciones y resoluciones, o corro por el camino llano del «Cree y vive»? ¡Cuán bienaventurado es esperar en el Señor por la fe! El alma corre sin cansancio y marcha sin fatiga por el camino del creer.

Jesucristo es el camino de la vida: un camino llano, placentero, apropiado para los pies vacilantes y las rodillas débiles de los temblorosos pecadores. ¿Me hallo yo en ese camino o estoy angustiosamente buscando otra senda como la que me promete la superchería o la metafísica? He leído acerca del camino de santidad, en el cual el viajero, aunque sea torpe, no se extraviará. ¿He sido librado de la arrogante razón y llevado, como un niñito, a descansar en el amor y en la sangre de Jesús? Si es así, por la gracia de Dios, ganaré al más diestro corredor que haya elegido cualquier otro camino.

Recordaré para mi bien esta verdad en mis ansiedades y necesidades diarias. Mi determinación más sabia será ir directamente a mi Dios y no vagar de un lado para otro. Él conoce mis necesidades y puede aliviarlas. ¿A quién recurriré sino a Dios por el directo medio de la oración y el sencillo argumento de la promesa? No conferenciaré con los sirvientes, sino que iré directamente al Señor.

Al leer este pasaje llego a la siguiente conclusión: si los hombres compiten por cosas triviales y uno sobrepasa al otro, yo también debo mostrarme celoso y correr de tal manera que obtenga el premio (cf. 1 Co. 9:24). Señor, ayúdame a ceñir los lomos de mi entendimiento, para que prosiga «a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Fil. 3:14).

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 39). Editorial Peregrino.

El libro que habla con autoridad

Martes 31 Enero
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu.
1 Corintios 2:12-13

El libro que habla con autoridad
En muchas ocasiones, la Biblia afirma transmitir las mismas palabras de Dios. El apóstol Pablo afirma que toda ella es inspirada por Dios. Dios transmitió su mensaje directamente a los escritores por medio del «soplo» divino. Esto es lo que la distingue principalmente de los demás libros, incluidos los libros religiosos. Esta inspiración es un milagro y confiere a la Biblia la autoridad de Dios. Leámosla sin prejuicios, con honestidad y perseverancia; y así escucharemos en ella la voz de Dios.

Como la Biblia habla a la conciencia de los hombres, esto molesta. Ella dice que Dios debe ser respetado, amado y obedecido, pero los hombres siempre han tratado de refutarla. ¡Pero aun así no pueden debilitar su autoridad!

Esta Palabra divina es nuestra única fuente segura para conocer al Dios Salvador y sus planes. Es clara para los que la reciben con fe. Nos enseña que “Dios… nos reconcilió consigo mismo por Cristo” (2 Corintios 5:18). ¡Este es el verdadero misterio del amor de Dios por nosotros! También nos dice todo lo que debemos saber para vivir en relación con Dios.

Leamos ese santo Libro con humildad, para recibir de Dios sus pensamientos profundos. Ciertamente Dios revela su voluntad a los que están dispuestos a ponerla en práctica.

Cuán agradecidos debemos estar con Dios por darnos «su Libro», que nos revela su grandeza, su gracia y su amor. ¡Qué perseverancia deberíamos tener para leer la verdad que Dios nos revela y apropiarnos de ella por la fe!

1 Samuel 25:1-22 – Mateo 20:1-15 – Salmo 18:25-30 – Proverbios 6:12-15

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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¿Olvidando Lo Que Queda Atrás? | Andrew Kerr

¿Olvidando Lo Que Queda Atrás?
Por Andrew Kerr

Pensé que sería apropiado, a medida que avanzamos en este año, considerar, brevemente, el celo de Pablo por «seguir adelante» con el Señor.

7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, 9 y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, 10 y conocerle a Él, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como Él en su muerte, 11 a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos. 12 No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también[e] fui alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. – Filipenses 3:7-14

Como muchas afirmaciones bíblicas, no debe ser absolutizada, particularmente cuando se trata de olvidar lo que está detrás.

El apóstol casi con toda seguridad toma esta metáfora de la arena – la longitud del campo en Atenas era de 607 pies desde los bloques de salida hasta el poste de llegada.

Para obtener el premio, los corredores no deben distraerse – mirar hacia atrás no sólo deletrea peligro sino que también hace que los atletas se desaceleraran: un retraso en el titubeo resultaría en una derrota.

Para alcanzar el objetivo del corredor y recibir la llamada del 1er premio, se necesita una concentración mental total, ojos fijos en la meta, motivados por el olor del éxito, para hacer que el esfuerzo de los tendones valga la pena.

Cuando traducimos esta metáfora al ámbito espiritual, es útil pensar en lo siguiente cuando la aplicamos a nosotros mismos:

Es bueno mirar hacia atrás en las siguientes circunstancias:

  1. Conmemorar lo que Dios ha hecho – en la redención, en la historia, en los avivamientos, a través de los héroes, para las iglesias y en los creyentes.
  2. Reflexionar sobre la obra de la gracia de Dios en nuestras propias vidas – predestinados, llamados, justificados, el progreso hasta la fecha en la gracia santificante, y todo lo que precede a la gloria que nos espera.
  3. Arrepentirse o profundizar en el arrepentimiento de los pecados no confesados o confesados superficialmente.
  4. Reparar las relaciones que deberían haberse arreglado hace mucho tiempo – es trágico cuando muere un hermano o hermana con el que no nos hemos reconciliado.
  5. Para guiarnos de la contrición, a las promesas del Evangelio, por la gracia y la gloria que se encuentra en Cristo, en la búsqueda de la santidad.

¿Por qué es bueno mirar hacia atrás a esas cosas?


A. Acelera (y de hecho es parte de) la santificación y el progreso que Pablo persigue en la búsqueda de la plena conformidad con Cristo – la ingratitud y la impenitencia en realidad frenarán nuestro caminar y nos obstaculizarán en esta carrera.

B. Nos anima y nos estimula cuando pensamos en lo que Dios ya ha hecho, y sabiendo que Él es fiel, y seguramente continuará haciendo lo mismo – Él es el mismo ayer, hoy y siempre.

C. Glorifica a Dios y está ordenado en la Escritura – ya que A y B todo obrará para bien.

Es malo mirar hacia atrás en las siguientes circunstancias:

  1. Cuando nos llena de una pena impropia, un resentimiento amargo o un desánimo sombrío, hay algunas cosas que necesitan ser decididamente «encarpetarlo» si queremos correr bien.
  2. Cuando nos encerramos en nosotros mismos en una introspección malsana sobre los pecados anteriores, no podemos deshacer los problemas que no se pueden resolver y que no hemos causado.
  3. Cuando estamos llenos de vanos arrepentimientos sobre decisiones que tomamos que fueron tontas o imprudentes y que nos dejan en dolor, vacilantes o confundidos – Cristo derramó su sangre y se ofreció a sí mismo por (y a) nosotros para quitar estos grilletes de nuestros pies y sogas de nuestros cuellos (en cambio debemos confiar en Dios, mientras esperamos con optimismo, para ver cómo nuestros numerosos, trágicos, errores serán soberanamente anulados, en el amor, para bien).
  4. Cuando empezamos a jactarnos ante el Señor en nuestro pedigrí, herencia, religión, rituales, servicio, esfuerzos como obras de justicia por las cuales nos justificamos.
  5. Cuando comenzamos a jactarnos ante Dios en cualquiera de los casos anteriores y por lo tanto volvemos nuestra mirada hacia nosotros mismos (y nos alejamos de Cristo que se nos ofrece gratuitamente en los medios de gracia).

¿Cómo y cuándo debemos mirar hacia atrás?
Así que mira hacia atrás al Dios que ha hecho grandes cosas por nosotros, y mira hacia atrás para confesar tu pecado para poder avanzar; pero no mires hacia atrás para acumular crédito para ti mismo – en vez de eso mira hacia adelante a Cristo, que es tanto la meta como el llamado – el Resucitado, Exaltado, Salvador tiene gracia en el presente, más gracia para el futuro, y gloria al final, cuando el llamado hacia arriba esté completo, cuando veas Su rostro sonriente.

Recuerden, siempre, ¡mirar a Cristo!
Y si estás plagado de la tendencia a mirar hacia atrás de manera equivocada, o si siempre estás mirando por encima del hombro al pecado, acelera el paso, mira a Cristo – Su mirada siempre fue correcta. ¡Él fijó ambos ojos en la Cruz! Lo hizo para ganar (y luego conceder a los que lo piden) la gracia sobreabundante de mantener los ojos fijos en Él.

Artículo de: Evangelio Blog

En quien también nosotros tuvimos herencia | Charles Spurgeon

Efesios 1:11 (VM)

30 de enero

En quien también nosotros tuvimos herencia

Efesios 1:11 (VM)

Cuando Jesús se dio a sí mismo por nosotros, nos otorgó todos sus derechos y privilegios; de modo que, aunque como Dios eterno tiene unos derechos esenciales que ninguna criatura puede aventurarse a pretender, sin embargo, como Jesús —el Mediador, la Cabeza representativa del pacto de gracia—, comparte una herencia con nosotros. Cada uno de los gloriosos resultados de su obediencia hasta la muerte son posesiones comunes de todos aquellos que están en él, a favor de los cuales cumplió la voluntad divina. Mira bien: Jesús entra en la gloria, pero no solo para sí mismo; pues está escrito: «Donde entró por nosotros como precursor» (He. 6.20). ¿Está él en la presencia de Dios? Está allí «para presentarse por nosotros» (He. 9:24).

Considera esto, creyente. En ti mismo no tienes el derecho de ir al Cielo; tu derecho está en Cristo. Si estás perdonado es por su sangre; si estás justificado es por su justicia; si estás santificado es porque él te ha sido hecho por Dios santificación; si permaneces sin caer es porque en Cristo Jesús estás preservado; y si, finalmente, llegas a ser perfecto, será porque estás completo en él. De este modo, Jesús es magnificado, pues todo existe en él y por él; así se nos garantiza la herencia, porque la hemos obtenido en él; así las bendiciones resultan más ricas y el Cielo mismo más esplendoroso, porque lo hemos obtenido todo en Jesús nuestro Amado. ¿Dónde está el hombre que pueda tasar nuestra divina porción? Pesa las riquezas y los tesoros de Cristo en balanzas, si puedes, y entonces intenta calcular los tesoros que pertenecen a los santos.

Mira si eres capaz de llegar al fondo del mar de gozo que hay en Cristo y, entonces, podrás tener la esperanza de comprender la gloria que Dios ha preparado para los que le aman. Salta, si puedes, por encima de las fronteras de las posesiones de Cristo y, entonces, sueña en poner límite a la hermosa herencia de los elegidos. «Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios» (1 Co. 3:23).

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 38). Editorial Peregrino.

En el principio

Lunes 30 Enero

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Génesis 1:1-3

En el principio

En el principio: La Biblia empieza con esta expresión. No se trata de un comienzo cualquiera, como el de una nueva semana, sino del comienzo de la creación del universo, tal como Dios la operó. Antes de la creación no había nada, sino el Dios eterno.

Creó Dios: Dios tiene el poder para crear algo a partir de la nada. Los hombres, por el contrario, solo saben transformar lo que ya existe.

Los cielos y la tierra: este es el marco en donde se desarrolla toda la historia del hombre. De hecho, toda la Biblia habla sobre las relaciones entre la tierra y el cielo.

Y la tierra estaba desordenada y vacía: se expone el triste estado de nuestro planeta, que es el mismo estado del corazón humano. “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”: Esta frase expresa el interés de Dios con respecto a la tierra, y con respecto a la humanidad: “De tal manera amó Dios al mundo…”.

Y dijo Dios: Sea la luz: Mediante esta primera frase, Dios introdujo la luz, es decir, el remedio a esta situación desoladora. Esta luz representa a Jesucristo. Él mismo dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12). “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:9). En efecto, Dios envió a su Hijo unigénito al mundo perdido, para salvar a todos los que depositan su confianza en él.

Desde el principio de la Biblia encontramos el plan de salvación que, aún hoy, Dios ofrece a cada ser humano. ¡Que el Evangelio sea también el gran comienzo de su vida y de una verdadera relación con Dios!

1 Samuel 24 – Mateo 19 – Salmo 18:16-24 – Proverbios 6:6-11

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Amable | Tim Challies

El carácter del cristiano: amable
Por: Tim Challies

Estamos explorando los diferentes rasgos de carácter de los ancianos, que son en realidad un llamado de Dios para todos los cristianos. Si bien se supone que los ancianos deben ejemplificar estos rasgos, todos los cristianos deberían exhibirlos.

Quisiera que consideremos juntos si estamos mostrando estos rasgos, y de esta manera aprender cómo podemos orar para tenerlos en una mayor medida. Hoy vamos a ver lo que significa para un anciano —y para cada cristiano— ser amable.

Pablo escribe a Timoteo que el anciano debe ser “no pendenciero, sino amable” (1 Timoteo 3:2-3). De manera similar, le dice a Tito que el anciano no debe ser “pendenciero” (Tito 1:7). La característica positiva aquí es la amabilidad y se opone a dos características negativas como el ser pendenciero o violento. El anciano (y, por lo tanto, cada cristiano maduro) busca la amabilidad y huye de la violencia y de la argumentación trivial.

Ser amable es ser tierno, humilde y sensible; conocer qué postura y respuesta se adecua para cada ocasión. Indica amabilidad y el deseo de extender misericordia a otros, y un deseo de someterse tanto a la voluntad de Dios como a las preferencias de otras personas. Tal amabilidad será expresada primero en el hogar y sólo después de esto subsecuentemente en la iglesia. Es un rasgo poco común, pero uno que conocemos y amamos cuando lo vemos y lo experimentamos.

Alexander Strauch resalta que perseguir la amabilidad es imitar a Jesús. El escribe, “Jesús nos dice quién es como persona: es manso y humilde. Sin embargo, demasiados líderes religiosos no son mansos ni humildes. Ellos son controladores y orgullosos. Utilizan a la gente para satisfacer sus crecientes egos. Pero Jesús es refrescantemente diferente. Él realmente ama a la gente, sirviendo desinteresadamente y dando Su vida por ellos. Él espera que sus seguidores -especialmente los ancianos que dirigen a Su pueblo- sean humildes y mansos como Él”. De manera similar, John Piper escribe: “Esta [amabilidad] es lo opuesto de ser belicoso o beligerante. No debe ser áspero o mezquino. Debe estar inclinado a la ternura y recurrir a la dureza sólo cuando las circunstancias recomiendan esta forma de amor. Sus palabras no deben ser ácidas o divisivas, sino útiles y alentadoras “.

El anciano, entonces, debe ser amable, capaz de controlar su temperamento y su respuesta a los demás cuando es atacado, calumniado y cuando se encuentra en situaciones tensas o difíciles. Está marcado en todo momento por la paciencia, la ternura y un espíritu dulce. Negativamente, no debe perder el control ni física ni verbalmente. No debe responder a otros con fuerza física o amenazas de violencia. Cuando se trata de sus palabras, no debe pelear ni altercar ni ser uno que ama discutir. Incluso cuando es empujado y exasperado no arremete con sus palabras, no aplastará una caña magullada ni apagará un pábilo humeante.

Estoy seguro de que ustedes se dan cuenta de que Dios llama a todos los cristianos -no sólo a los ancianos- a ser amables. Los ancianos deben servir como ejemplos de mansedumbre, pero cada uno de nosotros debe mostrar este rasgo si queremos imitar a nuestro Salvador. Hay muchos textos a los que podemos recurrir, entre ellos este que nos dice que la mansedumbre es un fruto necesario del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gálatas 5: 22-23). Poco después Pablo dice: “Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre” (Gálatas 6: 1).

El exhorta a los cristianos de Éfeso a caminar de una manera digna de la vocación a la que han sido llamados y dice que esto implica vivir “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos con otros en amor, deseosos de mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz “(Efesios 4: 1-3). Al hablar de la congregación bajo el cuidado de Tito dice: “Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra; que no injurien a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres.”(Tito 3: 1-2). La evidencia es clara: debemos ser amables para que podamos servir como una muestra de quien se ocupa tan amablemente con nosotros.

Auto-evaluación
Así que, ¿qué de ti? ¿Tu vida refleja la mansedumbre y humildad de la amabilidad? Te animo a hacerte en oración preguntas como estas:

Cuando alguien te hace daño, ¿eres propenso a atacar con ira? Si es así, ¿se expresa ese enojo físicamente, verbalmente o ambos?
¿Están las personas temerosas de enfrentar el pecado en tu vida porque temen tu ira o tus palabras cortantes? ¿Te temen tu esposa y tus hijos?
¿Tus amigos y familiares dirían que eres amable? ¿Dirían que los tratas con ternura?
¿Te gusta jugar al abogado del diablo? ¿Te gusta un buen argumento? ¿Qué indicaría tu presencia en los medios sociales?
Puntos de oración
El Dios de paz está ansioso por darte la paz de Dios (Filipenses 4: 7, 9). Por lo tanto, te animo a orar de esta manera:

Ruego que me hagas más parecido a Cristo para que yo sea manso como él es manso. Ruego que yo pueda considerar regularmente todas las formas en que Tú has sido tan paciente y amable conmigo.
Ruego que me ayudes a tragar mi orgullo, confesar mis pecados a los demás, y restaurar las relaciones tensas que tengo.
Ruego que me des la gracia de ser paciente y tranquilo cuando otros me atacan y me malinterpretan. Ayúdame a responder con mansedumbre incluso en las circunstancias más difíciles.
Oro que yo sea lento para comenzar una discusión o para entrar en la de algún otro.


Este artículo pertenece a una serie titulada El Carácter. Publicado originalmente en Challies.com. Traducido con permiso para Soldados de Jesucristo por Ricardo Daglio.

Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde. – Génesis 8:11

29 de enero
«Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde».
Génesis 8:11

Bendito sea el Señor por este otro día de gracia, aunque esté yo ahora fatigado con sus afanes. Al preservador de los hombres elevo mi cántico de gratitud. La paloma no halló descanso fuera del arca y, por lo mismo, volvió a ella; y mi alma ha conocido hoy, más plenamente que nunca, que no hay satisfacción en las cosas terrenales: solo Dios puede dar descanso a mi espíritu. Mis negocios, mis posesiones, mi familia, mis conocimientos, todo está bien en su lugar, pero esas cosas no pueden satisfacer los deseos de mi naturaleza inmortal: «Vuelve alma mía a tu reposo, porque el Señor te ha colmado de bienes» (Sal. 116:7, LBLA). Fue en la hora del reposo, mientras las puertas del día se cerraban, cuando, con las alas fatigadas, la paloma volvió a su dueño. ¡Oh Señor, capacítame esta noche para volver a Jesús! La paloma no podía estar revoloteando toda la noche sobre las turbulentas aguas; tampoco puedo yo estar ni una hora más apartado de Jesús, descanso de mi corazón y hogar de mi espíritu. La paloma no descendió meramente sobre el techo del arca, sino que entró en ella. Así quisiera mi angustiado espíritu considerar lo secreto del Señor, penetrar en el interior de la verdad, entrar dentro del velo y llegar a mi Amado. Debo ir a Jesús: mi anhelante espíritu solo quedará satisfecho con una comunión muy íntima y amorosa con él. Bendito Jesús, quédate conmigo, revélate y permanece conmigo toda la noche, de suerte que, cuando despierte, pueda estar aún contigo. Observo que la paloma traía en su pico una hoja de olivo, recuerdo de los días pasados y profecía de los futuros. ¿No tengo yo algún placentero recuerdo que traer a la memoria? ¿Alguna promesa de cariño? Sí, Señor mío, yo te presento mi agradecido reconocimiento por tus apacibles misericordias que has renovado todas las mañanas y repetido todas las tardes; y, ahora, te ruego que extiendas tu mano y pongas a tu paloma en tu pecho.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 37). Editorial Peregrino.

Jesús – su obediencia (4)

Domingo 29 Enero

(Jesús), puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Lucas 22:41-42

Jesús entonces dijo a Pedro… La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

Juan 18:11

Jesús – su obediencia (4)

Dios solo prohibió una cosa al primer hombre, a quien instaló en un maravilloso huerto: no debía comer del fruto de cierto árbol. Pero Adán desobedeció y decidió hacer su propia voluntad, y no la de Dios.

En contraste, la invariable línea de conducta de Jesús fue hacer la voluntad de su Padre. “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10:7). Y dijo a sus discípulos: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). También dijo: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).

La desobediencia del primer hombre fue una terrible afrenta a Dios. Mediante su obediencia, Jesús devolvió a Dios el honor debido. Jesús no obedeció por obligación, sino por amor: “Para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Juan 14:31).

Como era Dios, Jesús nunca había tenido que obedecer. Pero cuando se hizo hombre, mostró lo que convenía a esta condición, es decir, una obediencia incondicional a Dios. Esta obediencia lo llevó hasta la cruz: “Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8). Dios fue plenamente glorificado mediante la obediencia perfecta del hombre Cristo Jesús.

(continuará el próximo domingo)

1 Samuel 23 – Mateo 18:15-35 – Salmo 18:7-15 – Proverbios 6:1-5

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho – Lucas 2:20

¿Cuál era el motivo de su alabanza? Alababan a Dios por lo que habían oído: por las buenas nuevas de gran gozo que decían que les había nacido un Salvador. Imitémoslos; levantemos nosotros también un cántico de acción de gracias por haber oído de Jesús y de su salvación. También alababan a Dios por lo que habían visto. Hay una música más melodiosa: aquello que hemos experimentado, que hemos sentido en nosotros, de lo que nos hemos apropiado… «Las cosas que hemos hecho tocante al Rey».

No es suficiente oír acerca de Jesús. El mero acto de oír puede afinar el arpa, pero son los dedos de la fe viva los que producen la música. Si has visto a Jesús con la visión de la fe que Dios da, no consientas que haya las telarañas entre las cuerdas del arpa, sino que, en alta voz, para alabanza de la soberana gracia, despierta tu salterio y tu arpa.

Un motivo por el cual alababan a Dios aquellos pastores era la concordancia entre lo que habían oído y lo que habían visto. Observa la última frase: «Como se les había dicho». ¿Has encontrado que el evangelio no ha sido para ti lo que la Biblia dice que debiera haber sido? Jesús prometió que te daría descanso. ¿No has gozado en él de la más dulce paz? Él dijo que tendrías gozo, bienestar y vida, creyendo en él. ¿No has recibido todas estas cosas? ¿No son sus sendas, sendas de gozo, y sus pasos, pasos de paz? Sin duda puedes decir con la reina de Sabá: «Ni aun se me dijo la mitad». He hallado a Cristo más amable de lo que sus siervos me dijeron que era.

Contemplé su parecer mientras lo describían, pero eso era un mero manchón comparado con la realidad; porque el Rey en su hermosura eclipsa toda la belleza imaginable. Sin duda, lo que hemos visto guarda relación con lo que hemos oído: más aún, lo excede.

Glorifiquemos, pues, y alabemos a Dios por un Salvador tan precioso y que tanto satisface.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 36). Editorial Peregrino.