Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho – Lucas 2:20

¿Cuál era el motivo de su alabanza? Alababan a Dios por lo que habían oído: por las buenas nuevas de gran gozo que decían que les había nacido un Salvador. Imitémoslos; levantemos nosotros también un cántico de acción de gracias por haber oído de Jesús y de su salvación. También alababan a Dios por lo que habían visto. Hay una música más melodiosa: aquello que hemos experimentado, que hemos sentido en nosotros, de lo que nos hemos apropiado… «Las cosas que hemos hecho tocante al Rey».

No es suficiente oír acerca de Jesús. El mero acto de oír puede afinar el arpa, pero son los dedos de la fe viva los que producen la música. Si has visto a Jesús con la visión de la fe que Dios da, no consientas que haya las telarañas entre las cuerdas del arpa, sino que, en alta voz, para alabanza de la soberana gracia, despierta tu salterio y tu arpa.

Un motivo por el cual alababan a Dios aquellos pastores era la concordancia entre lo que habían oído y lo que habían visto. Observa la última frase: «Como se les había dicho». ¿Has encontrado que el evangelio no ha sido para ti lo que la Biblia dice que debiera haber sido? Jesús prometió que te daría descanso. ¿No has gozado en él de la más dulce paz? Él dijo que tendrías gozo, bienestar y vida, creyendo en él. ¿No has recibido todas estas cosas? ¿No son sus sendas, sendas de gozo, y sus pasos, pasos de paz? Sin duda puedes decir con la reina de Sabá: «Ni aun se me dijo la mitad». He hallado a Cristo más amable de lo que sus siervos me dijeron que era.

Contemplé su parecer mientras lo describían, pero eso era un mero manchón comparado con la realidad; porque el Rey en su hermosura eclipsa toda la belleza imaginable. Sin duda, lo que hemos visto guarda relación con lo que hemos oído: más aún, lo excede.

Glorifiquemos, pues, y alabemos a Dios por un Salvador tan precioso y que tanto satisface.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 36). Editorial Peregrino.

Templanza | Tim Challies

El carácter del cristiano: templanza

Tim Challies

Este artículo pertenece a una serie titulada El Carácter Cristiano, publicada originalmente en Timchallies.com

Estamos explorando cómo las diversas cualidades de los ancianos son en realidad el llamado de Dios a todos los creyentes. Mientras los ancianos están destinados a ejemplificar estas cualidades, todos los cristianos deben exhibirlas. Quiero que consideremos si estamos mostrando estos rasgos y aprender juntos cómo podemos orar para tenerlos en mayor medida. Hoy vamos a ver lo que significa para los líderes cristianos y para todos los cristianos, ser templados y sobrios en lugar de borrachos o perversos.

Pablo le dice a Timoteo que un anciano no debe ser “dado a la bebida” (1 Timoteo 3:2-3). Otra vez, le dice a Tito que un anciano sea “no obstinado, no iracundo, no dado a la bebida.” (Tito 1:5-7). ¿Por qué esta cualidad especial? ¿Qué es lo que la hace importante?

Alexander Strauch dice claramente: “La embriaguez es pecado, y la gente persistentemente borracha requiere disciplina eclesiástica. … Así que una persona en una posición de confianza y autoridad sobre otras personas no puede tener un problema con la bebida.” Otra vez, él escribe: “Si un anciano tiene un problema con la bebida, conducirá a la gente al extravío y traerá reproches a la iglesia. Su sobre-indulgencia interfiere con el crecimiento espiritual y el servicio, y puede conducir a pecados más degradantes.” Vale la pena señalar que la Biblia no echa la culpa de la embriecha sobre el alcohol mismo, sino sobre el que lo consume. Comentando sobre 1 Timoteo 3, Juan Stott señala que Pablo “no exigía que fueran abstemios totales, puesto que Jesús mismo cambió el agua en vino e hizo del vino el emblema de su sangre. … Lo que Pablo requiere, sin embargo, es la moderación, como un ejemplo del dominio de sí mismo ya mencionado…”

John Piper amplía un poco las implicaciones del pasaje cuando dice: “La calificación general aquí sería como la de la templanza, es decir, el dominio propio — no adicto a nada perjudicial, debilitante o mundano. La libertad de la esclavitud debe ser tan apreciada que no se le cede ningún tipo de servidumbre.” Piper extiende el alcance de este mandato del alcohol a cualquier otro tipo de intoxicante o estupefaciente — una común y creo que justa extensión del principio.

Como hemos visto para cada una de estas cualidades, Dios requiere que todos los cristianos —no sólo los ancianos— persigan los mismos estándares. Pablo le dice a la iglesia en Corinto que no deben asociarse ni comer con “cualquiera que lleve el nombre de hermano” y que sea “borracho” (1 Corintios 5:11). ¿Por qué? Porque los borrachos (entre otros) “no heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10). Una vez más, Pablo dice, “los que hacen tales cosas (como emborracharse) no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21). En otras partes, él ordena: “Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). Pedro está de acuerdo: “El tiempo ya pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías” (1 Pedro 4:3).

Los Proverbios también advierten contra la embriaguez muchas veces y de muchas maneras. “El vino es escarnecedor, la bebida fuerte alborotadora, y cualquiera que con ellos se embriaga no es sabio” (Proverbios 20:1). “No estés con los bebedores de vino, ni con los comilones de carne” (Proverbios 23:20). Considere también este pasaje:

“¿De quién son los ayes? ¿De quién las tristezas? ¿De quién las contiendas? ¿De quién las quejas? ¿De quién las heridas sin causa? ¿De quién los ojos enrojecidos? De los que se demoran mucho con el vino, de los que van en busca de vinos mezclados. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece en la copa; entra suavemente, pero al final como serpiente muerde, y como víbora pica. Tus ojos verán cosas extrañas, y tu corazón proferirá perversidades. Y serás como el que se acuesta en medio del mar, o como el que se acuesta en lo alto de un mástil. Y dirás: me hirieron, pero no me dolió; me golpearon, pero no lo sentí. Cuando despierte, volveré a buscar más” (Proverbios 23:29-35).

Finalmente, a grupos específicos de personas también se les dice que estén sobrios. Los diáconos deben mantenerse con la siguiente norma: “Los diáconos también deben ser… no dados al mucho vino” (1 Timoteo 3:8). Y otra vez Pablo escribe: “las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino” (Tito 2:3).

La Biblia lo deja muy claro: el pueblo de Dios debe ser esclavo solamente de Jesucristo. Deben resistirse a cualquier competidor, y el principal entre ellos, el alcohol.

Auto-evaluación
Así que, ¿que de ti? ¿Tu vida refleja la sobriedad y el autocontrol? Te animo a hacerte preguntas como estas:

¿Tienes una posición bíblicamente informada sobre si los cristianos pueden consumir alcohol o no? ¿Cumples tu posición?
¿Eres capaz de tomar alcohol con moderación y sin intoxicarte? ¿Estarían de acuerdo tus amigos y tu familia con eso?
¿Te encuentras tentado a beber demasiado cerca de tu límite? ¿Sucumbes regularmente a la tentación de tener “apenas un trago más”?
¿Hay otras sustancias a las que eres adicto? ¿Buscas el alcohol o cualquier otra sustancia para la felicidad y la satisfacción que sólo Cristo puede proporcionarte?
Puntos de oración
Si tú bebes regularmente, de vez en cuando, o nada en absoluto, te animo a considerar el orar en algunas de estas formas:

Ruego que profundices mis convicciones sobre el alcohol para que pueda participar (o no participar) con libertad y confianza. Ayúdame a no violar nunca mi conciencia, a no juzgar a los demás y a no hacer alarde de mi libertad.
Ruego que yo pueda disfrutar de tus dones sin ser esclavizado a ellos. Ruego que me des la victoria sobre toda borrachera y sobre la indulgencia. Incluso si esto es una tentación impensable en este momento, te pido que me ayudes a nunca bajar la guardia, sino siempre a ser vigilante.
Ruego que me hagas más parecido a Cristo, quien fue capaz de estar cerca del alcohol y de los que lo consumieron, pero que no podía ser acusado de embriaguez porque nunca se excedió en ello.


Publicado originalmente en Challies.com.

Traducido con permiso para Soldados de Jesucristo por Ricardo Daglio.

Ser cristiano

Sábado 28 Enero
(Jesús dijo:) No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 7:21
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna.
Juan 6:40

Ser cristiano

–¡Soy cristiano!, dicen algunos, sin reflexionar mucho.

–Ah, ¿sí? Pero realmente, ¿en qué cree?

De hecho, todo el mundo «cree» en algo. ¡Incluso los demonios! “Los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19), pues conocen el poder de Dios. En Atenas, el apóstol Pablo dijo a los filósofos griegos: En su ciudad vi esta inscripción: “Al Dios no conocido” (Hechos 17:23). Los griegos, que pretendían ser sabios, creían en un dios que no conocían.

Pero, ¿esto significa ser cristiano? Volvamos a leer las palabras de Jesús citadas en el encabezamiento: ¿es posible vivir en la ilusión hasta tal punto? Todo lo que soy, todo lo que he hecho, incluso todo lo que creo, no me sirve de nada si no recibí a Jesús como mi Salvador.

–¡Pero fui bautizado!, replica la persona.

–Esto no le abre las puertas del cielo.

–Oro todos los días, voy a la iglesia regularmente; he tenido muchas pruebas…

–Esto tampoco le salvará…

Ser cristiano es aceptar que Jesús es mi único Salvador, quien me liberó del castigo que yo merecía, pues lo sufrió en mi lugar. Él es el Salvador que Dios me dio. Jesús lo afirma: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… Os es necesario nacer de nuevo… El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:3, 7, 36). ¡Ser cristiano significa creer lo que Cristo enseña, creer en el valor de su sacrificio!

1 Samuel 22 – Mateo 18:1-14 – Salmo 18:1-6 – Proverbios 5:21-23

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