Mayo 8 «Paseándose en medio del fuego.» Daniel 3:25
El fuego no impidió que ellos se moviesen; ellos andaban por medio del mismo. Este era una de las calles que les conducía a su destino.
El consuelo de la revelación de Cristo, no nos enseña a emanciparnos del sufrimiento, sino a emanciparnos por medio del sufrimiento. Padre Celestial, enséñame que cuando me hallo rodeado de dificultades, me encuentro solamente, por así decir, como en un túnel. Me basta con saber que algún día todo ha de arreglarse.
Me dicen que me quedaré sobre los picos del Olivar, en las alturas de la gloriosa resurrección. Pero yo deseo más, Padre mío; yo quiero que el Calvario sea el que me conduzca a él. Deseo saber que las obscuridades de este mundo son las sombras de una avenida, la entrada de la casa de mi Padre.
iDime que solamente estoy obligado a trepar porque Tu casa está sobre la colina!
Aunque camine por medio del fuego, sé que el sufrimiento no ha de herirme.-George Matheson.
En medio del mortal dolor, La cruenta cruz yo ví; y allí raudal de gracia hallé, Bastante para mí.
Sufriendo fué mi corazón, y apenas pude allí Creer que gracia habría de hallar Bastante para mí.
En la cruz fluye sin cesar, Insondable cual el mar, Bastante para tí. Esta gracia que brotó allí -V. Mendoza.
Peter Berger dice que todas las personas y culturas anhelan “darle sentido a la experiencia del sufrimiento y el mal”. Ninguna cultura o cosmovisión ha hecho esto con la minuciosidad con que lo ha hecho el cristianismo. Según la teología cristiana, todo sufrimiento tiene un propósito, pues Dios se propuso derrotar al mal de una manera tan exhaustiva en la cruz que todos los estragos del mal algún día serán deshechos y nosotros, apesar de haber participado tan profundamente en él, seremos salvos.
Dios no está logrando esto a pesar del sufrimiento, la agonía y la pérdida, sino por medio de estas cosas; es por medio del sufrimiento de Dios que el sufrimiento de la humanidad finalmente será superado y destruido. Aunque es imposible no preguntarse si Dios pudo haber hecho todo esto de otra manera —sin permitir toda la miseria y el dolor— la cruz nos asegura que, cualesquiera que sean los consejos y propósitos insondables detrás del curso de la historia, todos surgen de Su amor por nosotros y Su compromiso absoluto con nuestro gozo y nuestra gloria.
“ES POR MEDIO DEL SUFRIMIENTO DE DIOS QUE EL SUFRIMIENTO DE LA HUMANIDAD FINALMENTE SERÁ SUPERADO Y DESTRUIDO”
Así que el sufrimiento se encuentra en el centro de la fe cristiana. No solo es la forma en que Cristo se hizo uno de nosotros y nos redimió, sino que es una de las principales formas en que nos asemejamos a Él y experimentamos Su redención. Y eso significa que nuestro sufrimiento, a pesar del dolor que conlleva, también está lleno de propósito y utilidad.
Este artículo ¿Puede tener propósito mi sufrimiento? fue adaptado de una porción del libro Caminando con Dios a través de el dolor y el sufrimiento, publicado por Poiema Publicaciones por Timothy Keller en español.
Era un joven peluquero e iba a mi trabajo en bicicleta. Una mañana iba demasiado rápido, tomé mal una curva y caí fuertemente. Fui llevado al hospital, a la misma habitación donde se hallaba uno de mis vecinos, un cristiano paralizado a raíz de un accidente. Mi vecino me dijo: «Fernando, lo que te falta es un Salvador personal. ¡Tienes que creer en el Señor Jesús!».
Esto me molestó, e incluso me irritó en el momento. ¡Yo estaba totalmente seguro de mí mismo y de mi importancia!
Pero Dios velaba sobre mí. Me sentí movido a abrir una Biblia que había recibido como regalo de cumpleaños. Leí: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados” (1 Juan 1:9). Además del pecado, debía confesar, sobre todo, la superficialidad de mi manera de vivir (1 Pedro 1:18). ¡El amor divino fue más fuerte! Días después me rendí y me arrodillé ante Dios llorando, confesando mi culpabilidad e invocando su perdón: ¡pasé por el nuevo nacimiento! Al recibir a Cristo como Salvador, ¡nací una segunda vez a los dieciocho años!
Algunos años más tarde Dios me mostró que quería que dejara mi trabajo para predicar su Palabra. Con las fuerzas que me da para seguir y servir a mi divino Maestro, trato de mantener siempre la mirada fija en él, mi único modelo. Jesucristo siempre ha sido fiel y lo será hasta el fin. ¡Su gracia me basta, con tal que se haga su voluntad!.
Sé que seré criticado. Conozco muchos pasajes de la Biblia que prometen dar fuerzas al que no tiene ninguna. Sé que la Biblia dice que Él puede aumentar mis fuerzas como las del búfalo. También sé que Jesús puede aliviar mi cansancio. Sé también que algunos me criticarán y dirán ¡que negativo! Sin embargo, no puedo disimular: ¡me encuentro exhausto!.
Aclaro, no estoy cansado de Dios ni mucho menos, tampoco del ministerio ¡Es un privilegio servir a Dios!. Cada día pongo todo el corazón en lo que hago; amo a Dios por sobre todo, amo a mi familia y a mis amigos, mi congregación. He recibido tanto de Dios. Mi agotamiento y frustración tienen otras razones.
¿Cansado de qué?
Me aflige hasta el cansancio escuchar “Los mensajes” de aquellos que se enriquecen con el Evangelio. Ya no aguanto más que se tomen textos fuera del contexto, para apoyar su avaricia, y vender sus revelaciones al mejor postor.
Destruye mi ser interior, porque sé que les están tomando el pelo. Me cansé de oír programas de radio donde los pastores no predican el Evangelio… Sólo saben pedir dinero, dinero y más dinero. No saben otro tema.
Cansado estoy de la llamada T.V. “Cristiana”, que vende los milagros por 70 dólares al mes, “Pacte”, ”Pacte”, ”Pacte” con Dios, dicen, eso me hace inevitablemente volver al oscurantismo de la edad media, “por cada chelín que deposite en el arca, usted recibirá las bendiciones de Dios” dicen los modernos Tetzéles. Estoy cansado de escuchar “siembre una semilla en mi ministerio.»
Estoy cansado de “Cubrirle las espaldas” a todos esos delincuentes metidos en la iglesia, ya no puedo más. Hastiado estoy de conciertos dizque “para la gloria de Dios”, y ¿qué de las brujerías metidas en la iglesia?: “invoco la prosperidad en tu vida”, “decreto una vida de éxito para ti”, “desato las riquezas para ti”.
Me cansé de estar explicando la diferencia entre la verdadera fe bíblica y las creencias populares supersticiosas que enseñan los “apóstoles y profetas” modernos.
No aguanto más los cultos para atar «demonios» o para quebrar las maldiciones que están sobre el país y sobre el mundo, que no tienen efectividad alguna, pues no tienen base Bíblica.
Seguramente “atan” a satanás con una cadena tan larga que llega hasta la luna, porque anda tan suelto como siempre, y los hermanos atando y atando. Estoy exhausto… Ya se les acabaron los nudos. Cada reunión lo atan… ¿Y se suelta entre semana? ¿Para volverlo atar el siguiente domingo?
Me cansa la aburrida repetición de las «teologías» sin base bíblica.
Estoy cansado de oír “no juzguéis, para que no seáis juzgados”, estoy cansado de que los predicadores les pongan bozal a las ovejas y que les digan “no toquéis al Ungido de Jehová”, en lugar de decir como Pablo, “Todo lo que oísteis y visteis y aprendisteis de mí, esto haced, y Dios estará con vosotros”.
Me cansan los súper ungidos que te hacen viajar a donde viven para imponerte las manos y “transmitirte la visión”. Que doloroso es observarlos sin la verdadera unción del Espíritu Santo, buscan crear ambientes espirituales con gritos y manifestaciones emocionales. No hay nada más desolador que un culto carismático con excelente sonido y luces multicolores, humo que pretende ser la “Nube de gloria de Dios”, pero sin vitalidad espiritual, el ruido, los gritos y el desorden, las luces y el humo, no son espiritualidad. Me cansé, incluso, de los chistes trillados sobre Pedro y muchos otros.
Cuantos “comediantes cuenta chistes”. Estoy tan abrumado. Y del último grito de la moda evangélica: Viajar en un “Titanic” por el Caribe acompañado de los cantantes cristianos más famosos y que han ganado Grammys, y con los mejores motivadores que te rascarán el oído con sus chistes y grandes revelaciones sobre el éxito y la prosperidad.
Me cansé de ver “evangelistas” que tiran el saco a las multitudes para recibir “la unción de Dios”. Me dejan abrumado, al verlos “caer bajo el poder el Dios” para ser filmados en vídeo y después decir: ¡¡¡Avivamiento!!! ¿Avivamiento o Agitamiento? o ¿Aviva Miento?
Me cansan las preguntas que me hacen sobre la vida cristiana. Recibo todos los días correos electrónicos de personas que me preguntan si pueden ir a fiestas del mundo, hacerse tatuajes, danzar, caer en “el espíritu”, “reírse santamente” recibir tratamiento con acupuntura, practicar karate y hasta yoga. La lista es enorme y parece inacabable. Me cansa ese “cristianismo” mediocre tercermundista, carnal y ciego.
Me cansan los libros de escritores norteamericanos evangélicos traducidos al español: ya no aguanto más libros de veintiún pasos para un liderazgo exitoso, ¿Súper cristianos en 40 días?, todos estos best-sellers solo han venido a mostrar la verdadera condición de la iglesia que es miseria espiritual, ignorancia de Dios y Su palabra: ¡anorexia espiritual!.
No logro entender como una iglesia necesita copiar los ejemplos de centro y Sudamérica. Me cansé de tener que opinar si estoy de acuerdo o no con el nuevo modelo de iglecrecimiento copiado de la mercadotecnia secular y que está siendo adoptado por todo el mundo entero.
Me desespera tener que explicar que no todos los pastores son fraudulentos y mentirosos, aduladores y de doble moral. No existe nada más extenuante, desgastante y agotador tener que demostrar, a familiares y amigos cristianos y no cristianos, que aquel último escándalo de la farándula cristiana es una excepción. No todos somos iguales, ya me cansé de repetirlo.
Me cansé de los hambrientos de poder, de reconocimiento y de poder político, el liderazgo está enfermo de “apostolitis aguda”.
Me cansé de los que presumen ser “Doctores” en teología con su título que consiguieron por 1500 dólares en Internet.
No soporto escuchar que otro más se autoproclamó “profeta” y “apóstol”. Sé que estoy cansado, sin embargo, seguiré adelante, ya no puedo volver atrás.
Pero he decidido no participar más en el “cristianismo” que fabrica becerros de oro y vacas sagradas. No me pelearé por los primeros lugares en los eventos más renombrados que organizan las mega-iglesias. Jamás ofreceré mi nombre para componer la lista de oradores de cualquier conferencia donde se cobre la entrada.
Renuncio a querer adornar mi nombre con títulos de cualquier especie. No deseo ganar aplausos de auditorios famosos.
Buscaré la convivencia de cristianos y de pastores que no tengan espíritu de plataforma.
Posiblemente dirás: “Que frustrado y negativo te ves y te oyes”. Sí, lo estoy, pero no de Jesús y su hermosa Palabra que alumbró mi caminar, sino de las mentiras, fraudes y corrupción de los que se autodenominan “ungidos de Jehová”.