¡No DESMAYES!

Manantiales en el Desierto | Lettie B. Cowman

Mayo 10
¡Hubiera yo desmayado, si no …! Salmo 27:13

¡No DESMAYES!

¡Cuán grande es la tentación en estas circunstancias!

¡Cómo se deprime el alma, enferma el corazón y vacila la fé ante las grandes pruebas con que nos enfrentamos en esta vida en tiempos de pérdidas y sufrimientos especiales!

Entonces decimos: «Ya no puedo soportar esto por más tiempo; estoy desfalleciendo.»

¿Qué haré? Dios me dice que no desmaye.

¿Pero qué es lo que puede hacer uno cuando está desmayándose?

¿Qué es lo que haces cuando estás a punto de desmayarte físicamente?

Tú no puedes hacer nada.
En tu desfallecimiento caes sobre el hombro de algún amigo fuerte y querido. Te apoyas firmemente sobre él, descansas y continúas apoyado y confiado.
Esto es lo que nos sucede cuando estamos tentados a caer bajo la aflicción. El mensaje de Dios para con nosotros no es «esforzaos y cobrad ánimo,» porque Él sabe que hemos perdido nuestra fortaleza y valor; sino, aquellas palabras cariñosas, «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios
Hudson Taylor, se encontraba tan debilitado en los últimos meses de su vida, que escribió a un amigo diciendo, «Estoy tan débil que no puedo escribir, ni leer la Biblia, ni aún siquiera
puedo orar. Lo único que puedo hacer es continuar apoyado en los brazos de Dios, como un niño pequeño, y confiar

Este hombre tan extraordinario, con todo su poder espiritual llegó a tal estado de sufrimiento físico y debilidad, que lo único que podía hacer, era reposar y confiar, y esto es lo que Dios pide a todos sus amados hijos, cuando sus debilidades aumentan con el cruel fuego de la tribulación. No trates de ser fuerte, sino estate quieto y conoce que El es Dios y El te sostendrá y ayudará.

«Dios guarda su mejor ayuda que consolará los desmayos más profundos.»
«Esfuérzate y aliéntese tu corazón.» Salmo 27:14

¿Qué es la necedad? | Santiago Armel

¿Qué es la necedad? | Santiago Armel

La forma principal para referirse al necio en el Antiguo Testamento es la palabra hebrea כְּסִיל (kĕsîl). Se refiere a alguien que no solo es un ignorante, sino que de manera deliberada rechaza la sabiduría de Dios. Pero el necio no solo se opone a la sabiduría, sino que además es caracterizado por la imprudencia y la torpeza en todo su actuar. Por su parte el Nuevo testamento usa principalmente tres términos en griego para el necio. En primer lugar, el termino ἄφρων (aphrōn) que se refiere a alguien con un discernimiento pobre, también podría describir a uno que se considera experto en la religión, pero carece de conocimiento verdadero de Dios. En segundo lugar μωρός (mōros) que enfatiza las acciones de alguien que es un tonto o insensato y que, por consiguiente, sus juicios, acciones y palabras carecen de cualquier utilidad. Es la idea de «una falta de capacidad para el pensamiento o la acción correcta». Finalmente, el término ἀνόητος (anoētos) que se refiere a alguien que no piensa bien.

La necedad es la característica principal de aquel que decide abandonar a Dios en sus caminos. Para tener una comprensión amplia de la necedad, a continuación, se enlistarán algunas inclinaciones que caracterizan a los hombres necios y una última realidad esperanzadora para ellos.

El necio se inclina a la idolatría

La idolatría es la inclinación de adorar algo más en vez de a Dios. La tendencia natural del necio es dirigir su adoración a lo creado en vez de al creador (Jer. 10:8Ro. 1:21-25). Esto algunas veces se manifestará con ateísmo declarado y otras veces con ateísmo practico. El ateo declarado quiere convencer a su corazón de que Dios no existe, mientras que el ateo practico, aunque dice creer en Dios, vive su vida como si Él no existiera. El ateo declarado no asiste a la iglesia, mientras que el ateo practico repleta las bancas de muchas congregaciones.

La Biblia afirma que esta clase de necedad lleva a los hombres a la corrupción total (Sal. 14:1), a cometer actos abominables y alejarse del bien (Sal. 53:1). El necio injuria a Dios todo el día con sus palabras o con sus actos (Sal. 74:22).

El necio se inclina a la desobediencia

Ya que el necio rechaza lo que Dios tiene que decir, entonces su patrón característico de vida es la desobediencia. Es alguien falto de entendimiento en sus decisiones (Sal. 94:8). La Biblia lo describe como uno que se divierte haciendo el mal (Pr. 10:2313:1914:9). El hombre necio es arrogante y descuidado (Pr. 14:16) y no solo le basta con ser un díscolo, sino que le encanta mostrar a otros su sandez (Ec. 10:3).

El necio se inclina a la ira pecaminosa

Uno de los síntomas mas evidentes de un necio es que no puede controlar su carácter. Es explosivo, irritable, altivo y grosero en su conversar. Pero sobre todas las cosas, el necio se caracteriza por reaccionar de manera rápida (Pr. 12:16Ec. 7:9). No se detiene a considerar las consecuencias de sus actos o de sus palabras, simplemente actúa por impulsos y comúnmente está recibiendo las consecuencias dañinas de sus actos precipitados (Job. 5:2Pr. 10:21).

El necio se inclina a la destrucción propia

Este hombre desprovisto de sabiduría está causando su propia destrucción. Muchas veces el necio se pregunta: «¿Por qué nadie me honra y me respeta?». Parece ignorar que la causa de su mala reputación es su actuar cotidiano. Puede pensar que todos alrededor son perversos y hostiles con él, pero no se detiene a meditar en que él mismo es el problema (Pr. 3:35).

El necio según la Biblia busca su propia destrucción de varias formas, pero hay dos que destacan. En primer lugar, es un hombre rebelde a las autoridades (Pr. 10:8), ante su insurrección recibe el castigo. En segundo lugar, el necio tiene la tendencia a dejarse persuadir fácilmente por el pecado sexual. El pecado sexual acarrea la destrucción de su familia y su reputación. En términos bíblicos, va como el buey al matadero, o como uno en grillos al castigo (Pr. 7:22).

El necio se inclina a lastimar a los que le rodean

El necio no solo se destruye a sí mismo, también lastima a los que están a su alrededor (Pr. 13.20). Por ejemplo, en el libro de Proverbios se enfatiza la realidad de que un hijo necio trae dolor a sus padres (Pr. 10:1). Esta realidad puede suceder con hijos menores que actúan de manera descontrolada y traen vergüenza a sus papás. También con hijos jóvenes que actúan con rebeldía y sin freno a sus deseos y traen descredito a toda la familia. Finalmente, un hijo adulto y necio trae dolor a toda la familia pues constantemente todos son afectados por las malas decisiones que toma en cada área de su vida, esto incluye lo laboral, emocional, financiero, entre otras. Es por esta razón que la Biblia exhorta a los padres a ayudar a sus hijos a abandonar el camino de la necedad desde temprano. La biblia da esta instrucción en los siguientes términos: «La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre» (Pr. 29.15).

El necio se inclina a ser orgulloso

El necio se tiene a sí mismo en muy alta estima. Se percibe mucho más grande e importante de lo que realmente es. Piensa que sus planes son geniales y que no necesita el consejo de nadie (Pr. 12:15). Su orgullo lo lleva a recibir golpes en la vida una y otra vez, esto debido a que no acepta la corrección y comete los mismos errores continuamente (Pr. 14:16). La Biblia usa términos muy gráficos para describir esta clase de obstinación cuando dice: «Como perro que vuelve a su vómito es el necio que repite su necedad» (Pr. 26:11). En lugar de reconocer sus faltas, arrepentirse y apartarse, el necio buscará culpar a alguien más de sus desdichas y su orgullo seguirá en aumento.

Hay esperanza: El necio puede ser rescatado por la gracia de Dios

La Biblia es clara en afirmar que todos nacemos en una condición de necedad extrema. De continuo el ser humano busca hacer el mal y no puede glorificar a Dios. Lo que caracteriza al hombre sin Dios es una vida de necedad, desobediencia y esclava de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia, envidia, odiándonos unos a otros (Tit. 3:3). Pero es de esa masa de pecadores que Dios decide rescatar almas. Él no vino por los sanos, sino por los enfermos. De lo vil y menospreciado, de lo más necio de este mundo es que Dios decide salvar, por Su elección soberana (1 Co. 1:27).

Amigo lector, si tú te has identificado como un necio, hoy puedes abandonar ese camino si suplicas al Dios del universo que se apiade de ti, te perdone, te justifique y te salve. Él no rechaza un corazón contrito y humillado, ven a Él. Y si estas falto de sabiduría pídela, pues Dios la da abundantemente y sin reproche a los que la buscan.

Santiago Armel

Santiago Armel (M.Div.) Colombiano, hijo de Dios y profesional en comunicación. Vive en Los Ángeles, California con su esposa Juliana y su hijo Santiago. Actualmente realiza un Th.M. en The Master’s Seminary y trabaja en la organización de la Conferencia Expositores. Sirve como maestro en Estudios Bíblicos en Grace Community Church. Puedes seguirlo en Twitter.

El tiempo de Dios y el nuestro

Miércoles 10 Mayo

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Eclesiastés 3:1

Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

Hebreos 10:36

El tiempo de Dios y el nuestro

Raramente el tiempo de Dios corresponde al nuestro. A menudo estamos afanados, mientras Dios nunca tiene prisa. En la vida del Señor Jesús aquí en la tierra nunca vemos un momento de agitación o de retraso. Él era el Señor del tiempo y servía perfectamente a su Padre.

¡Qué diferencia con nuestra vida, a menudo llena de estrés, de premuras y de tiempo perdido! El momento de Dios no siempre es el nuestro, pues sus pensamientos no son nuestros pensamientos, y sus caminos no son los nuestros (Isaías 55:8). Entonces, cuando oremos, no le pidamos una respuesta prematura, ni le pongamos ultimátum. Nuestra fe también progresa a través de las luchas, de largas pruebas y períodos de sufrimiento. Dios nunca se equivoca, y sus demoras no son retrasos… Él utiliza todo el curso de nuestra vida a fin de prepararnos para la eternidad. Podemos estar seguros de que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28). Si a menudo pensamos en lo que nos hace falta -algo totalmente natural-, hagamos la lista de todo lo que hemos recibido por la gracia divina y estaremos maravillados y agradecidos.

A nuestra falta de paciencia e impetuosidad natural, Dios responde mediante su Palabra: “La prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna… Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 1:3-45:11).

1 Reyes 8:1-30 – Marcos 10:1-31 – Salmo 55:16-23 – Proverbios 15:7-8

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