- DAVID LOGACHO
- Es un gozo contar con su sintonía amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. El tema general de nuestros últimos estudios bíblicos es la iglesia de Cristo. Estamos examinando las diferentes metáforas de la iglesia de Cristo que aparecen en El Nuevo Testamento. En esta ocasión vamos a tratar acerca de una m
- CORTINA
- DAVID LOGACHO
- En Efesios 5:25 encontramos palabras memorables acerca de la iglesia de Cristo, pronunciadas por un renombrado apóstol. Dice allí el apóstol Pablo: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
Ya hemos visto que la iglesia de Cristo no es un edificio ni una organización ni una denominación. La iglesia de Cristo es un organismo viviente, formado por todos aquellos que han recibido a Cristo como su Salvador. Este grupo de creyentes, es algo precioso para Cristo, por eso él lo amó. A los ojos del mundo la verdadera iglesia de Cristo es despreciable, y consecuentemente ha sido perseguida, humillada y cuestionada, pero a los ojos de Cristo, la iglesia es preciosa, tan preciosa que es el objeto de su amor. El amor de Cristo por su iglesia es tal, que se entregó a sí mismo por ella. Esto nos hace pensar en el elevado precio que Cristo tuvo que pagar para comprar su iglesia. El precio fue su vida misma. Por eso el versículo leído dice que Cristo se entregó a sí mismo por ella. Cristo pagó el precio para comprar su iglesia, por tanto la iglesia le pertenece con absoluta legitimidad. A veces escuchamos a personas, pastores o ancianos, decir algo como lo siguiente: En mi iglesia hacemos tal o cual cosa. Los creyentes también suelen decir cosas como: En nuestra iglesia tenemos un programa especial. Frasees así, aunque sean bien intencionadas, sin embargo no se ajustan a la realidad de los hechos por cuanto comunican que la iglesia pertenece a los pastores o ancianos a un grupo de creyentes, pero como ya ha quedado establecido, la iglesia de Cristo pertenece a Cristo, no importa si estamos hablando de la iglesia universal o la iglesia local. Debemos cuidar la forma de expresarnos al hablar de la iglesia de Cristo, no sea que sin querer estemos dando como nuestro algo que no es nuestro de ninguna manera, porque no son los pastores o los ancianos o lo creyentes quienes murieron por la iglesia sino el Señor Jesucristo. Por otro lado, amable oyente, si la iglesia de Cristo es el objeto el amor de Cristo, debemos tener extremo cuidado en la forma como la tratamos. permítame una ilustración para enfatizar este punto. Mi esposa es el objeto de mi amor.Para mí no existe peor ofensa que aquella irrogada en contra de mi esposa. ¿Sabe por qué? Porque mi esposa es el objeto de mi amor. Es como la niña de mis ojos. Cuando ella es atacada, realmente lo siento en lo más profundo de mi corazón. Igual es con Cristo amable oyente. La iglesia de Cristo es el objeto del amor de Cristo. La iglesia de Cristo es la niña de los ojos de Cristo. Si yo hago algo en contra de la iglesia de Cristo, estoy hiriendo a Cristo donde más le duele. Y si por si acaso no sabe como se puede ofende a la iglesia de Cristo, quiero decirle que es por medio de ofender a los que somos parte de la iglesia de Cristo. Esta verdad es supremamente clara en el relato de la conversión de Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo. Antes de su encuentro personal con Cristo, Saulo de Tarso era un perseguidor de la iglesia de Cristo. Su misión era arrestar a los creyentes para llevarlos ante las autoridades en Jerusalén. Cierto día se dirigía a Damasco para cumplir con su protervo plan. Mas yendo por el camino, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? Saulo quedó perplejo por la experiencia y preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Saulo debe haber quedado más sorprendido aún por estas palabras de Jesús. Quizá pudo haber dicho: Pero Jesús, yo no te estoy persiguiendo. Yo estoy persiguiendo solamente a los que te siguen, a tu iglesia. Cristo entonces hubiera respondido: Saulo, tengo una noticia para ti. El perseguir al más insignificante miembro de mi iglesia, en realidad es como si me estuvieras persiguiendo a mí. Por eso fue que Jesús dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues. Saulo debió haberse quedado petrificado. Al atacar a los creyentes estaba atacando a Jesús. Esto es algo extremadamente serio. Por eso Jesús dijo a Saulo las palabras: dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Quien sale perdiendo al atacar a los creyentes es el que ataca, amable oyente. Igual es hoy en día. Cuando una persona insulta o persigue o humilla a un creyente, está en realidad insultando o persiguiendo o humillando a Cristo mismo. Esto es cosa seria amable oyente. Es como dijo Cristo, cosa dura, es como dar coces contra el aguijón. El que sale perdiendo es el ofensor, no el ofendido. Por eso, cuidado amable oyente con ofender a otro creyente. Será Cristo quien reciba esa ofensa y realmente es altamente riesgoso atentar contra el Rey de Reyes y Señor de Señores. Dicho esto, pasemos a examinar una nueva metáfora de la iglesia de Cristo. Recuerde que las metáforas son figuras de lenguaje que nos ayudan a comprender cosas espirituales. Ya hemos visto que la iglesia es como un rebaño con un pastor. También es como la labranza de Dios. También es como el edificio de Dios. La metáfora que vamos a examinar en esta ocasión se encuentra en 1 Corintios 3:16. La Biblia dice: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Aquí tenemos otra metáfora de la iglesia de Cristo. Según este texto la iglesia de Cristo es el templo de Dios. En el idioma en el cual se escribió el Nuevo Testamento existen dos palabras que se pueden traducir como templo. La una es hieron que significa el templo en su forma global. Es decir, que si pensamos por ejemplo en el templo de Jerusalén, hieron, denota todo el templo con el muro exterior con sus puertas, el atrio exterior, el enlosado, el atrio interior con sus puertas, la cámara para lavar los animales para el sacrificio, las cámaras para los sacerdotes, el lugar santo y el lugar santísimo. Es decir la edificación completa. La otra palabra que se traduce como templo es naos, que a diferencia de la anterior, significa solamente el lugar santo y el lugar santísimo donde entraba una sola vez por año el sumo sacerdote para hacer su ofrenda. La palabra naos viene de una raíz que significa morar. Es una alusión al lugar donde mora Dios. Dios moraba en el lugar santísimo del templo. Ahora note esto amable oyente. La palabra que se ha traducido como templo en 1 Corintios 3:16 para referirse a la iglesia de Cristo no es hieron que significa la edificación completa sino naos que significa el lugar santo y el lugar santísimo. Algunas traducciones del Nuevo Testamento han incorporado esta diferencia en la traducción y han traducido la palabra naos como santuario. Es decir que el versículo en 1 Corintios 3:16 se leería así: ¿No sabéis que sois santuario de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Esto es muy significativo amable oyente. La iglesia de Cristo es el santuario de Dios. Es el lugar donde mora Dios. Hoy en día Dios no habita en templos hechos con manos de hombres. Nadie puede decir con propiedad que va a un templo a encontrarse allí con Dios porque Dios no mora en edificios o templos por más adornados y sofisticados que sean. Hoy en día Dios mora en la iglesia de Cristo porque la iglesia de Cristo es el santuario de Dios. Es decir amable oyente, que más vale que en la iglesia de Cristo predomine la santidad. Los sacerdotes del Antiguo Testamento no podían entrar así no más a lugar santo a realizar sus ritos. Antes de entrar al lugar santo debían pasar por un complicado rito de purificación. Lo que pasa es que la morada de Dios es santa y santos deben ser los que allí entran. Esto nos dice que la iglesia de Cristo también debe ser santa. 1 Pedro 1:15-16 dice: sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
1Pe 1:16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Es decir amable oyente, que los que somos parte de la iglesia de Cristo no podemos coquetear con el pecado. No podemos vivir en el pecado, no podemos acariciar el pecado. Si lográramos tomar conciencia que como creyentes somos el santuario de Dios, estoy seguro que pensaríamos muchas veces antes de ceder a la tentación a pecar. Un pensamiento final amable oyente. Además de ser santuario de Dios, la iglesia de Cristo es santuario del Espíritu de Dios. Esto es una doble responsabilidad. Cuidado con manchar con el pecado algo que debe ser santo porque es la morada de Dios y del Espíritu de Dios.
- CORTINA
- PABLO LOGACHO
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Metáforas de la Iglesia de Cristo
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Programa No. 2016-01-11
