Conformados a Cristo

Conformados a Cristo

6/3/2018

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.

(1 Juan 2:15)

Como cristianos, somos nuevas criaturas y miembros de la iglesia de Jesucristo, y por tanto excepcionales. Como resultado, no debemos vivir como las personas del mundo. El mundo es orgulloso; nosotros somos humildes. El mundo está fragmentado; nosotros estamos unidos. El mundo es incapaz; nosotros estamos dotados. El mundo odia; nosotros amamos. El mundo no conoce la verdad; nosotros sí la conocemos. Si no andamos de manera diferente del mundo, no lograremos las metas de Cristo. Si vivimos como las personas del mundo, estamos esencialmente imitando a los muertos (Ef. 2:1-5), y eso no tiene sentido.

Los cristianos somos como una nueva raza. Tenemos una nueva simiente espiritual incorruptible, y debemos vivir de una manera que corresponda con ella. Somos nuevas criaturas que han sido preparadas para una existencia eterna. Como resultado, podemos abandonar nuestra antigua manera de vivir y ser conformados a la vida de Cristo.

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Fe para lo imposible

JUNIO, 03

Fe para lo imposible

Devocional por John Piper

Se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo. (Romanos 4:20-21)

Pablo tiene en mente una razón especial al decir que la fe glorifica la gracia venidera de Dios. Dicho de forma sencilla, esta fe que glorifica a Dios es una confianza —con miras hacia el futuro— en la integridad y el poder y la sabiduría de Dios para cumplir todas sus promesas.

Pablo ilustra esta fe recordándonos la respuesta de Abraham a la promesa de Dios de que sería padre de muchas naciones. En Romanos 4:18, dice: «Él creyó en esperanza contra esperanza», es decir, tuvo fe en la gracia venidera de la promesa de Dios.

Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara; sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo (Romanos 4:19-21).

La fe de Abraham fue una fe en la promesa de Dios de hacerlo padre de muchas naciones. Esta fe glorificó a Dios porque estaba centrada en todos los recursos de Dios necesarios para cumplirla.

Abraham era demasiado viejo para tener hijos, y Sara era estéril. No solo eso: ¿Cómo un hijo o dos podrían llegar a ser las «muchas naciones» que Dios le había dicho a Abraham que le daría por descendencia? Todo parecía totalmente imposible.

Por lo tanto, la fe de Abraham glorificó a Dios porque él estaba plenamente convencido de que Dios podía hacer lo imposible y de hecho lo haría.

Deuteronomio 7 | Salmo 90 | Isaías 35 | Apocalipsis 5

3 JUNIO

Deuteronomio 7 | Salmo 90 | Isaías 35 | Apocalipsis 5

El escenario de Apocalipsis 4 deja paso al desenlace de Apocalipsis 5. En la mano derecha, la del poder, “del que estaba sentado en el trono”, el Dios trascendente e impresionante descrito en el capítulo 4, hay “un rollo escrito por ambos lados”. Este libro contiene todos los propósitos de justicia, juicio y bendición de Dios. La mayoría escribía solo en un lado de un rollo, el que contiene las líneas horizontales del papiro. Los que lo hacían en los dos lados eran quizás demasiado pobres para permitirse otro o, como en este caso, tenían mucho que decir pero querían ceñirse a un único manuscrito. Así pues, este libro en la mano del Todopoderoso engloba todos los propósitos de juicio y bendición de Dios. Esa es la razón por la que está escrito por ambos lados. No obstante, el libro está sellado, lo cual significa que las intenciones del Señor recogidas en él no se llevarán a cabo hasta que se rompan los sellos.

La pregunta solemne del ángel (5:2) es fundamental para toda religión: ¿Quién es el agente que posee atributos tan abundantes, una vida tan pura y habilidades insuperables como para poder acercarse a este Dios, ante el que incluso el orden más superior de ángeles esconde su rostro, y tomar el libro de su mano derecha a fin de ejecutar todos los propósitos del Todopoderoso? Juan no puede dejar de llorar cuando no se encuentra a nadie que sea digno de ello (5:3–4). Sus lágrimas no brotan de la frustración por ser incapaz de ver el futuro, sino porque es consciente de que, en el simbolismo de esta visión, los propósitos de Dios nunca se llevarán a cabo. No habrá justicia en el universo, ni salvación. El apóstol se desespera al llegar a la conclusión de que la historia no tiene sentido, de que Dios ha muerto.

Sin embargo, un anciano interpreta la visión y consuela a Juan (5:5). El León de la tribu de Judá ha “vencido” (5:5) para abrir el libro: el verbo indica una lucha horrible, pero el León ha triunfado. Es el rey del linaje davídico. Entonces, Juan mira hacia arriba y ve un Cordero, no el León anunciado. No es un animal distinto. La literatura apocalíptica se deleita en las metáforas mixtas. Aquí, el León es el Cordero, un animal muerto para el sacrificio, pero uno que posee la perfección del poder regio (los siete cuernos). Aquí está el Mesías, el que todo lo puede, que se da en sacrificio, emergiendo desde el mismo centro del trono. Sólo él hace realidad todos los propósitos de Dios. No es de extrañar que todo el universo estalle en un nuevo cántico, el de redención (5:9–14). El triunfo del Señor Dios y del Cordero está detrás de la transformación de Isaías 35.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 154). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El lugar donde Dios habita

Domingo 3 Junio

Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

Isaías 57:15

El lugar donde Dios habita

Solo de Dios se puede decir que es “Alto y Sublime”. Su grandeza sobrepasa lo infinito del cielo.

Dios “habita la eternidad”: esta expresión es insondable para los seres humanos, quienes estamos de paso por esta tierra, como llevados por el tiempo. ¡Qué magnífica dignidad para el Señor vivir en la eternidad!

Su nombre es “el Santo”: en la pureza perfecta, es ajeno a todo mal y está por encima de todo, es el Dios bendito (1 Timoteo 1:11).

¿En qué lugar habita un Dios así? Vive “en la altura y la santidad”, por encima de las concepciones humanas, en un lugar santo, separado de todo mal.

¡Qué impacto tienen estas declaraciones en nosotros, que por nosotros mismos somos indignos de entrar en su presencia! Sin embargo, Dios no se detiene ahí. Cosa sorprendente, ¡él habla de morar “con el quebrantado y humilde de espíritu”! ¡Sí, así es nuestro Dios! Vive desde ahora en el creyente humilde, arrepentido y que confía en Dios. Pero el cristiano pronto tendrá el privilegio de estar con él en su casa, “la casa de mi Padre”, dijo el Señor Jesús (Juan 14:2).

El que es humilde de espíritu sabe que es indigno de la gloria infinita del Señor, pero ¡qué gozo cuando está en su presencia! Sí, Dios vive realmente con nosotros los creyentes, “para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. ¡Qué maravillosa gracia!

Levítico 14:1-32 – Romanos 10 – Salmo 67 – Proverbios 16:21-22

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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