Una nueva actitud

Una nueva actitud

6/10/2018

Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

(Efesios 4:24)

 Cuando usted se entregó a Cristo, reconoció que era pecador y decidió abandonar su pecado y las cosas malvadas de este mundo. Pero Satanás hará brillar al mundo y su pecado delante de usted para tentarlo a que regrese a él. Pablo nos advierte que no volvamos al mundo, sino que más bien nos vistamos de la justicia y santidad de la verdad.

Eso no es algo que se hace una sola vez; es algo que se hace cada día. Una manera de hacerlo se describe en 2 Timoteo 3:16, que dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.

Si quiere vivir rectamente, lea la Palabra de Dios. Lo ayudará a enfrentarse a los vestigios del mundo todavía presentes en su vida.

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Cuando la razón sirve a la rebelión

JUNIO, 10

Cuando la razón sirve a la rebelión

Devocional por John Piper

El perezoso dice: Hay un león afuera; seré muerto en las calles. (Proverbios 22:13)

Eso no es lo que esperaba que dijera el proverbio. Esperaba que dijera: «El cobarde dice: Hay un león afuera; seré muerto en las calles». Pero dice perezoso, no cobarde. Así que la emoción determinante aquí es la pereza, no el miedo.

Pero ¿cuál es la relación entre la pereza y el peligro de que hay un león en las calles? No solemos decir: «Este hombre es demasiado perezoso para ir a hacer su trabajo porque hay un león afuera».

El punto es que el perezoso inventa situaciones imaginarias para justificar el hecho de que no esté haciendo su trabajo y por eso, en lugar de enfocarse en el vicio de su pereza, dirige la atención al peligro de los leones. Nadie aprobaría que se quedara en su casa todo el día solo porque es perezoso.

Una verdad bíblica profunda que necesitamos conocer es que nuestro corazón hace uso de la mente para justificar lo que el corazón quiere. Es decir, nuestros más profundos deseos preceden al funcionamiento racional de nuestra mente, e inclinan la mente a percibir y pensar de modo tal que nuestros deseos parezcan correctos.

Eso es lo que el perezoso está haciendo. Tiene un profundo deseo de quedarse en su casa y no trabajar, pero no tiene una buena razón para quedarse en casa. ¿Qué hace entonces? ¿Se sobrepone al deseo incorrecto? No, más bien hace uso de su mente para inventar circunstancias irreales que justifiquen su deseo.

Hacer el mal que amamos nos hace enemigos de la luz de la verdad. En esta condición la mente se convierte en una fábrica de verdades a medias, estratagemas, sofismas, evasiones y mentiras —todo lo que le permita resguardar los malos deseos del corazón con tal de no ponerlos al descubierto y destruirlos—.

Tengámoslo en cuenta y seamos sabios.

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Deuteronomio 15 | Salmos 102 | Isaías 42 | Apocalipsis 12

10 JUNIO

Deuteronomio 15 | Salmos 102 | Isaías 42 | Apocalipsis 12

Isaías mismo es siervo de Dios (20:3), y también lo son Eliaquín, jefe de la casa de Ezequías (22:20), e Israel como colectivo (41:8–20). ¿Quién es el siervo del Señor en Isaías 42:1–9?

Algunos sostienen que sigue siendo Israel. En este caso, las palabras de Dios, “este es mi siervo” (42:1), se pronuncian delante de las naciones, una especie de defensa de su pueblo ante los grandes poderes que no son nada para él. Sin embargo, esta interpretación de Isaías 42 es improbable. “Este es mi siervo” suena como la introducción de un nuevo personaje. En los capítulos anteriores, el siervo de Dios Israel aparece quejándose (40:27), miedoso y angustiado (41:10). Al final de este capítulo, está sordo, ciego (42:18–19) y peca (42:23–24). En contraste, el siervo del Señor en 42:1–9 no flaquea ni se desanima (42:4), se deleita en Dios (42:1), es bondadoso, perseverante y hará justicia con fidelidad (42:3). Es un Siervo ideal, que encarna todo lo que Israel no fue capaz de ser. Así pues, en este caso, esas palabras van dirigidas a Israel. No solo se le presenta al Siervo porque sea un ideal al que deben aspirar, sino porque es quien los rescatará, como Isaías les dejará claro.

Este cántico del siervo se divide en tres partes: (a) En 42:1–4, Dios se dirige a Israel y presenta al Siervo, que traerá “justicia” a las naciones. El término hebreo es más extenso que el castellano. Engloba la idea de hacer efectivos todos los propósitos de Dios. Sin embargo, cuando el Siervo lo hace, no tiene nada que ver con Ciro o cualquier otro líder imperial. Es bondadoso: no grita ni levanta su voz por las calles (42:2). No rompe la caña quebrada ni apaga la mecha que apenas arde (42:3), un pasaje explícitamente aplicado a Jesús en Mateo 12:15–21. (b) En 42:5–7, Dios se dirige directamente al Siervo (nótese el v. 6: “Yo, el Señor, te he llamado en justicia”), y se permite a Israel escuchar lo que se ha dicho. Aquí, el Dios que da aliento a todas las personas (42:5) hace ahora que este Siervo sea tanto “pacto para el pueblo, como luz para las naciones” (42:6), anulando todos los efectos degradantes del pecado (42:7). (c) En 42:8–9, el Señor se dirige de nuevo a Israel, resumiendo una vez más la misión del Siervo ideal y afirmando que esta trae “cosas nuevas”, que se anunciaron de antemano.

No es de extrañar que este cántico exprese una profunda alabanza al Señor (42:10–17) y contraste una vez más la profundidad de la culpabilidad moral del siervo de Dios Israel (42:18–25), que sólo el Siervo ideal puede eliminar.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 161). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El precio de la expiación

Domingo 10 Junio

Jesucristo Hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos.

1 Timoteo 2:5-6

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Isaías 53:5

El precio de la expiación

El Salmo 22 empieza con una pregunta que llama nuestra atención: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Quien hace esta pregunta considera a Dios como su Dios. ¿Quién es? ¿Es David, el autor del salmo? No, pues si leemos su historia en los libros de Samuel, lo vemos atravesar grandes pruebas, cometer graves faltas, pero nunca desamparado por Dios. ¿Hablará de otro hombre fiel de su época, que habría conocido el desamparo de Dios? No lo hallamos. Además, David mismo dice: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado” (Salmo 37:25).

En Mateo 27:46 hallamos la respuesta a nuestra pregunta: el único Justo desamparado por Dios fue Jesús. Y lo fue en el momento en que estaba en la más profunda angustia, clavado en una cruz, cuando estaba glorificando a su Dios de la manera más excelente. ¡Qué misterio insondable! ¿Por qué Dios abandonó a su Hijo? Porque cargaba con todos nuestros pecados, siendo hecho pecado por nosotros. Toda nuestra culpa cayó sobre él, y Dios nos juzgó en la persona del Señor Jesús, quien llevó, en nuestro lugar, el juicio que merecíamos. Dios quería salvarnos, y para ello su justicia y su santidad exigían tal sacrificio. Cristo murió por nosotros.

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas… mas el Señor cargó en él (Jesucristo) el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:6-7).

Levítico 20 – Romanos 15:14-33 – Salmo 69:9-18 – Proverbios 17:1-2

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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