Una perspectiva del perdón

Una perspectiva del perdón

6/18/2018

Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)

Dios fue bondadoso y compasivo con usted, perdonándolo aun cuando no lo merecía. Si basa su actitud hacia los demás en lo que ellos merecen, no ha entendido bien. No grite a los demás, ni los desacredite ni se enoje con ellos, aun cuando lo merezcan. Quienes ejemplifican el carácter de Dios son amorosos, bondadosos, considerados y clementes. Esa es la actitud que Dios espera de los que son sus nuevas criaturas en Cristo.

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Cómo interceder por los no creyentes

JUNIO, 18

Cómo interceder por los no creyentes

Devocional por John Piper

Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación.(Romanos 10:1)

Pablo ora pidiendo que Dios convierta a Israel. ¡Él ora por su salvación! No ora por tener sobre ellos una influencia infructuosa, sino eficaz. Así es como deberíamos orar también nosotros.

Debemos tomar las promesas de Dios del nuevo pacto e interceder a Dios para que las cumpla en nuestros hijos y vecinos, y en todos los campos misioneros del mundo.

Dios, quita de su carne el corazón de piedra y otórgales un nuevo corazón de carne (Ezequiel 11:19). ¡Circuncida su corazón para que te amen! (Deuteronomio 30:6). Padre, pon tu Espí?ritu dentro de ellos y hazlos caminar en tus estatutos (Ezequiel 36:27). Concédeles el arrepentimiento y el conocimiento de la verdad para que escapen del lazo del diablo (2 Timoteo 2:25-26). ¡Abre su corazón para que crean el evangelio! (Hechos 16:14).

Cuando creemos en la soberanía de Dios —es decir, en el derecho y poder de Dios para elegir y después traer a los pecadores endurecidos a la fe y la salvación— entonces seremos capaces de orar sin contradicciones y con grandes promesas bí?blicas por la conversión de los que están perdidos.

Dios se deleita en este tipo de oración porque le atribuye a él el derecho y el honor de ser el Dios libre y soberano que él es en la elección y la salvación.

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Deuteronomio 23 | Salmos 112–113 | Isaías 50 | Apocalipsis 20

18 JUNIO

Deuteronomio 23 | Salmos 112–113 | Isaías 50 | Apocalipsis 20

Isaías 50 tiene una importancia transitoria que contradice su brevedad. En 50:1–3, Dios se dirige a los hijos de Israel en el exilio, especialmente aquellos que creen que él los ha abandonado totalmente. No lo ha hecho. No se ha divorciado de su madre, Sion, ni los ha vendido como esclavos para saldar alguna deuda, de forma que el camino de vuelta a él sigue abierto. A la luz de esta reflexión, las dos últimas líneas de 50:1 deben leerse como una ironía: si los hijos fuesen “vendidos” o la madre “repudiada” en cualquier sentido, sería debido a su pecado, no por una acción legal final por parte de Dios. Además, el Creador soberano es ciertamente capaz de traerlos de vuelta (50:2b–3). La verdadera pregunta es: ¿Por qué no fue ninguno de ellos a él cuando los llamó? (50:2a).

Después, habla el Siervo (50:4–9), más para sí mismo que para los demás, pero de forma que estos lo oigan (50:10–11. ¿Quién es él? Se han hecho muchas sugerencias: Isaías, o uno de sus discípulos del siglo VI a.C.; Jeremías; Israel, personificado como una persona maltratada y que sufre (cp. Salmos 129:1–3). Conforme se va desarrollando el libro, Isaías dejará clara la identidad del Siervo. Incluso ahora, observemos sus características: este Siervo es un buen consejero. Sus palabras sostienen al cansado, porque él mismo oye todo lo que el Señor soberano dice y no se ha rebelado (50:4–5, a diferencia de Israel). Así pues, es un discípulo perfecto, pero del Señor, no de Isaías (compárese con Juan. 5:18ss.). No se aparta de la obediencia (50:5), ni siquiera frente al implacable abuso (50:6; cp. Mateo 27:30; Marcos 14:65; 15:19). El Señor soberano lo sostiene en su misión, por lo que se dispone a completar la tarea asignada a él (50:7; cp. Lucas 9:51), confiando en que Dios lo vindicará (50:7–9; cf. Filipenses 2:9–11).

¿Cómo se relaciona entonces la segunda parte de este capítulo con la primera? Seguramente, de esta forma: aquellos a los que se dirige 50:1–3 siguen pareciendo ajenos, distantes, insensibles, cínicos, mientras aquí, en 50:10–11, se traza una línea en la arena, que concierne al Siervo. A un lado de la misma, se encuentra la persona que “teme al Señor y obedece la voz de su siervo”, que, a pesar de la terrible oscuridad que lo envuelve, “confía en el nombre del Señor” (50:10, cursivas añadidas). Al otro lado, está la persona que trata de proveer su propia luz, que enciende fuegos de rebelión; Dios dice a tal persona: “Esto es lo que vosotros recibiréis de mi mano: en medio de tormentos quedaréis tendidos” (50:11). Así pues, la identidad del “pueblo de Dios” se somete a una sutil redefinición. En 49:8–12, engloba tanto a israelitas como a gentiles; aquí, un elemento que lo define es que obedece la palabra del Siervo del Señor.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 169). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Encomienda al Señor tu camino, y confía en él.

Lunes 18 Junio

Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

Proverbios 3:5-6

Encomienda al Señor tu camino, y confía en él.

Salmo 37:5

Si fracaso…

Delante de las puertas de un instituto, los estudiantes se iban amontonando. Después de haber trabajado duro, venían a presentarse al examen de admisión, objetivo de sus esfuerzos. Los candidatos eran numerosos, pero muy pocos serían seleccionados.

Mientras esperaban que los llamasen, algunos decían: –Cuando pienso que todo mi futuro se va a decidir en las próximas horas, siento escalofríos.

–Me lo juego todo en este examen. Si pierdo… No, ¡no me atrevo ni a pensar en eso!

–Yo, si fracaso, no tengo futuro…

Marcos escuchaba a sus compañeros en silencio. Él también había trabajado duro, estaba estresado como el resto de sus compañeros esa mañana, y quería pasar el examen. Pero Marcos era cristiano; su forma de pensar era diferente. Se había preparado bien, pero había dejado en las manos de Dios, su Padre, el resultado de sus esfuerzos. –¿Y si repruebo? Marcos sabía que a los que aman a Dios, todas las cosas, incluso un eventual fracaso, les ayudan a bien (Romanos 8:28).

Jóvenes creyentes, consideren como una experiencia especialmente útil atravesar con Dios esos momentos de incertidumbre. Tampoco olviden el verdadero objetivo de sus vidas, su futuro celestial, que ya tienen asegurado. ¡Qué contraste con los que no tienen esperanza! Ustedes aprendieron a prepararse para aprobar una etapa de su vida en la tierra. ¡Que esto les ayude a consagrarse a Cristo, a amarle más, a conocerle, a seguirle y a servirle!

Levítico 27 – Efesios 6 – Salmo 72:1-11 – Proverbios 17:17-18
Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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