La Búsqueda de amor del mundo

La Búsqueda de amor del mundo

6/25/2018

Sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Colosenses 3:14)

Las personas del mundo buscan mucho el amor. Se considera como la meta suprema el amar y ser amado. Se ve al amor como la forma de experimentar las emociones extremas: nunca será tan feliz ni estará tan triste como cuando está enamorado.

La música actual estimula esa búsqueda del amor. Casi toda ella tiene el mismo mensaje implícito: sea la fantasía de un amor que se busca o la desesperanza de un amor perdido. Las personas siguen persiguiendo ese sueño esquivo. Fundamentan su concepto del amor en lo que hace para ellos. Las canciones, los dramas, las películas, los libros y los programas de televisión perpetúan continuamente la fantasía; el sueño de un amor perfecto satisfecho a la perfección.

El amor del mundo es implacable, condicional y ególatra. Se centra en el deseo, el placer egoísta y la lujuria; todo lo opuesto del perfecto amor de Dios. Las personas buscan amor, pero no es el amor verdadero; es la perversión de Satanás.

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Una trampa mortal llamada codicia

JUNIO, 25

Una trampa mortal llamada codicia

Devocional por John Piper

Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. (1 Timoteo 6:9)

La codicia puede destruir el alma en el infierno.

La razón por la que estoy seguro que esta destrucción no es ningún fiasco financiero temporal, sino la destrucción final en el infierno, es lo que Pablo dice en el versículo 12: debemos resistir contra la codicia en la batalla de la fe. Luego añade: «Echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado, y de la que hiciste buena profesión». Lo que está en juego al huir de la codicia y luchar por contentamiento en la gracia venidera, es la vida eterna.

Por lo tanto, cuando Pablo dice en 1 Timoteo 6:9 que el deseo de enriquecerse hunde a las personas hasta la ruina, no está queriendo decir que la avaricia puede destruir su matrimonio o su negocio (¡que es algo que seguramente pueda hacer!). Lo que está queriendo decir es que la codicia puede arruinar su eternidad. O como dice el versículo 10 hacia el final: «el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores» (literalmente, «se atravesaron a ellos mismos con muchos dolores»).

Dios ha ido una milla extra en la Biblia para advertirnos, en su misericordia, que idolatrar la codicia nos lleva inevitablemente a perder. Es un callejón sin salida, en el peor sentido de la frase. Es un truco y una trampa.

Por eso, mi consejo es 1 Timoteo 6:11: «huye de estas cosas». Cuando la veamos venir (en una publicidad televisiva, en un catálogo, en Internet o en lo que compra el vecino), huyamos del mismo modo que huiríamos de un león rugiente y hambriento que acaba de escapar del zoológico.

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Deuteronomio 30 | Salmo 119:73–96 | Isaías 57 | Mateo 5

25 JUNIO

Deuteronomio 30 | Salmo 119:73–96 | Isaías 57 | Mateo 5

Mateo 5:17–20 es el comienzo de la parte central del sermón del monte. Se trata de una sección compleja, pero enormemente evocadora.

Jesús dice: “No penséis que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” (5:17). Estas líneas han dado lugar a algunas interpretaciones populares aunque dudosas. (a) Algunos creen que el verbo “cumplir” debe significar lo contrario de “abolir”, ya que la última frase exige una oposición obvia (“no […] a abolir […], sino a cumplir”). De ser así, Jesús estaría queriendo decir: “No he venido a abolir la ley sino a mantenerla o preservarla o guardarla”. Sin embargo, ¿ve realmente Jesús su misión en tales términos, especialmente si mantener o guardar la ley se entienden simplemente considerando las exigencias y prescripciones de la misma? Incluso en algunas de las antítesis que siguen (5:21–48), ¿no parece como si Jesús estuviese introduciendo al menos algunas modificaciones? ¿No lo hace en las leyes sobre los alimentos en Mateo 15:1–20 (cf. Marcos 7:1–23)? (b) Algunos sostienen, por tanto, que Jesús sólo tiene en mente la ley moral. No obstante, no queda claro que los cristianos del primer siglo distinguiesen la ley moral de la civil y la ceremonial tan fácilmente como nosotros. En cualquier caso, 5:18 (“ni una letra ni una tilde”) suena muy estricto para permitir semejante limitación. (c) Otros siguen pretendiendo que “cumplir” significa algo como “intensificar” o incluso “mostrar el verdadero significado de”. Sin embargo, este verbo nunca tiene ese sentido.

El significado más común del verbo “cumplir” en el Nuevo Testamento tiene relación con la escatología. En el pasado, Dios predijo algo; ahora, “cumple” su palabra, lleva a cabo lo que prometió. Mateo siempre quiere expresar esta idea con él (y lo utiliza con frecuencia). Así pues, Cristo viene a decir aquí que no ha venido a abolir la ley, sino a hacer algo bastante diferente: hacer que ocurra todo lo que esta predijo. Este cumplimiento seguirá produciéndose hasta que todo lo anunciado por la ley se cumpla, muy al final de la historia (5:18). Todo esto presupone (a) que la ley desempeña una función de predicción (algo habitual en el Nuevo Testamento); (b) que Jesús muestra el verdadero significado de la ley y los profetas, no en un sentido abstracto, sino en su cumplimiento profético, la verdadera dirección hacia la que apuntan; y (c) que Jesús interpreta su propia misión como el cumplimiento profético de las promesas inherentes en la ley y los profetas. No se considera alguien que destruya todo lo que ha venido antes y empiece de nuevo, ni que mantenga simplemente la tradición precedente. Más bien, toda revelación previa apunta a él y él hace que todas sus expectativas se conviertan en realidad.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 176). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El Señor está conmigo

Lunes 25 Junio

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.

Salmo 23:4

El Señor está conmigo

Cuando David escribió el Salmo 23, vivía en comunión con Dios. Agradecido, declaró: “Tú estarás conmigo”, aunque tenga que caminar “en valle de sombra de muerte”.

En su juventud David pasó por momentos muy difíciles. El rey Saúl, su suegro, quería matarlo porque temía que David subiese al trono en lugar de su hijo Jonatán. ¡Pero Dios velaba sobre David! Mientras huía de Saúl y de sus tropas, escribió numerosos salmos, en los cuales expresa su confianza en Dios. Estos poemas fortalecen nuestra fe aún hoy.

Dios también dijo al profeta Jeremías: “Yo estoy contigo” (Jeremías 30:11). Lo ayudó durante toda su vida. Lo liberó de situaciones terribles, sobre todo cuando hombres influyentes quisieron matarlo porque había anunciado, de parte de Dios, la toma de Jerusalén.

Dios animó a Jeremías: “Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte” (Jeremías 15:20).

Jeremías sabía que no podía contar con los hombres, por eso se apoyó solo en Dios y experimentó su ayuda, incluso cuando lo echaron en la cárcel injustamente por haber sido un testigo fiel. Entonces escribió: “Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué; ataron mi vida en cisterna… aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy. Invoqué tu nombre, oh Señor, desde la cárcel profunda; oíste mi voz… Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas” (Lamentaciones 3:52-57).

¡Dios estaba con él! ¿Nosotros también podemos decir: “Tú estarás conmigo”?

Números 7 – 2 Timoteo 1 – Salmo 75 – Proverbios 18:2-3

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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El amor incondicional

El amor incondicional

6/24/2018

También Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (Efesios 5:2)

La Biblia no se refiere al amor cristiano como una emoción, sino como un acto de abnegación. Una persona que verdaderamente ama a alguien no trata de quitarle nada a esa persona. Es porque el amor cristiano nunca está condicionado a recibir algo; es incondicional.

A menudo el mundo define el amor desde el punto de vista de lo que puede obtener. Pero Dios nos ama aun cuando nunca recibe nada a cambio. Si ese tipo de amor caracterizara el matrimonio, el índice de divorcios no sería lo que es hoy. Si quienes dicen que ya no aman a su cónyuge pudieran comprometerse a amarlo de manera incondicional, pudieran descubrir que pueden recrear ese amor. Nuestro Señor Jesucristo no nos ama por lo que pueda sacar de nosotros; nos ama a pesar de la aflicción que le causamos. Haga del amor incondicional su meta, y sea humilde, obediente y abnegado.

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Puedo contentarme en todas las cosas

JUNIO, 24

Puedo contentarme en todas las cosas

Devocional por John Piper

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)

La provisión diaria de la gracia venidera de Dios hacía que Pablo pudiera estar saciado o hambriento, prosperando o sufriendo, en abundancia o en pobreza.

«Todo lo puedo» realmente significa «todo lo puedo», y no tan solo lo que es fácil. «Todo» significa que en Cristo sé vivir con hambre, en sufrimiento y en necesidad. Así, podemos ver la maravillosa promesa del versículo 19 en su contexto apropiado: «Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».

¿Qué significa «todas vuestras necesidades» en vista de Filipenses 4:19? Significa «todo lo que necesitamos para tener el contentamiento que glorifica a Dios». El amor de Pablo por los filipenses surgía de su contentamiento en Dios, y su contentamiento surgía de su fe en la gracia venidera de la infalible provisión de Dios.

Entonces, es obvio que la codicia es exactamente lo contrario de la fe: es la pérdida del contentamiento en Cristo lo que hace que comencemos a desear otras cosas para satisfacer los anhelos de nuestro corazón. Y no hay duda de que la batalla contra la codicia es una batalla contra la incredulidad y por la fe en la gracia venidera.

Cuando sintamos que la codicia aumenta en lo más mínimo en nuestro corazón, debemos cerrarle el paso y luchar contra ella con todas nuestras fuerzas, haciendo uso de las armas de la fe.

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Deuteronomio 29 | Salmo 119:49–72 | Isaías 56 | Mateo 4

24 JUNIO

Deuteronomio 29 | Salmo 119:49–72 | Isaías 56 | Mateo 4

La última parte de Isaías (caps. 56–66) se centra principalmente en el periodo posterior al retorno de los primeros exiliados de Babilonia. Fue también una época enormemente convulsa, como así lo atestiguan otros pasajes de las Escrituras (especialmente, Esdras, Nehemías, Hageo y Zacarías). No obstante, algunas de las visiones de Isaías se extienden más allá de los primeros años del retorno de la esperanza definitiva, el nuevo cielo y la nueva tierra (p. ej., 65:17). La situación del pueblo descrita en estos capítulos refleja la nuestra en ciertos aspectos: vivimos entre el “ya” y el “aún no”, entre la gloria de lo que Dios ya ha realizado y lo que ha prometido que hará.

Los primeros versículos (Isaías 56:1–8) hacen hincapié en dos temas:

Primero, el Señor dice que aquellos que esperan su salvación, que “va a llegar” (56:1), deben “observar la justicia y practicar el derecho” (56:1). La razón, afirma, es que su “justicia va a manifestarse”. En otras palabras, uno de los motivos fundamentales de la conducta justa de los creyentes es que esta anuncia la justicia consumada que está por venir. A diferencia de tantos de nuestros coetáneos, que viven al día pensando muy poco en el futuro, estamos comprometidos a vivir de una forma que adelante el futuro. Esto es parte del significado de “observar el sábado sin profanarlo” (56:2). Los lectores de Isaías no estarán simplemente guardando una ley, promulgada por Dios, sino también demostrando dos cosas más: (a) su lealtad al pacto mosaico (y por consiguiente al Dios de este) y (b) su estilo de vida a partir de modelos de reposo que se hallan vinculados simultáneamente al descanso de Dios (Génesis 2; Éxodo 20) y al venidero (cp. Hebreos 3:7–4:11).

Segundo, el Señor promete que las bendiciones futuras están disponibles para personas que muchos han rechazado de forma sistemática. Después de todo, ciertos pasajes de la ley de Moisés excluían a los castrados y los extranjeros (especialmente moabitas y amonitas), por ejemplo Deuteronomio 23:1–6 (cp. Levítico 22:24–25, y el paralelismo con los animales). Aun así, es difícil creer que estas leyes tuviesen el propósito de apartar en todos los casos a los verdaderos convertidos, ya que, de lo contrario, los relatos de Rahab y Rut (esta última, moabita) no tendrían mucho sentido (Josué 6:24–25; Rut 1–4). Por un lado, la comunidad purificada por el Siervo sufridor no debe tocar cosas inmundas, tiene que salir de “Babilonia” y ser pura (52:11); por el otro, el Señor afirma aquí que se debe admitir a eunucos y extranjeros (56:3–8). La diferencia, por supuesto, es la conversión, en la que Dios les otorga “un nombre eterno” (56:5), de forma que se aferren firmemente a su pacto (56:4).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, pp. 175–176). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Quién es Jesús para usted?

Domingo 24 Junio

El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna.

Juan 3:36

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

1 Juan 5:12

Dos ladrones

Lucas 23:32-43

El juicio de Jesús había terminado. Pilato reconoció la inocencia de Jesús, sin embargo lo condenó a muerte. Dos ladrones también tuvieron que sufrir la misma condena debido a sus actos. Fueron llevados juntos al lugar del suplicio (Lucas 23:32), donde fueron crucificados, Jesús en medio. Los malhechores, en medio de terribles sufrimientos, escucharon que Jesús perdonaba a sus verdugos y a todos los que, cegados por el odio, lo habían conducido hasta la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

La multitud y los soldados lo insultaron: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel…”. Uno de los ladrones añadió: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”.

En cambio, el otro ladrón reconoció la perfección de Jesús. Su conciencia y su corazón fueron alcanzados. Y reprendió a su compañero: “¿Ni aun temes tú a Dios…? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo”. Y dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. La respuesta de Jesús fue inmediata: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Desde entonces un abismo separó a estos dos hombres. Uno iba a estar feliz junto a Jesús, el otro tendría que esperar el juicio divino, pues no creyó que Jesús es el Hijo de Dios.

¿Quién es Jesús para usted?

Números 6 – 1 Timoteo 6 – Salmo 74:12-23 – Proverbios 18:1
Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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La profundidad del amor

La profundidad del amor

6/23/2018

Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. (1 Pedro 4:8)

Los cristianos debemos amar hasta más no poder, que incluye el cubrir “multitud de pecados”. Se debe afrontar el pecado pero también se debe perdonar. Eso es lo que implica “cubrir”. Debemos poner una frazada sobre el pecado pasado ya resuelto.

Examínese. ¿Le guarda rencor a alguien en su casa? Si lo hace, recuerde que Jesucristo ya pagó el castigo de cualquier cosa que esa persona hiciera. Su incapacidad para perdonar contradice su amor. Y si la falta de perdón es característica de su vida, tal vez usted no sea cristiano.

Inevitablemente, los que tienen un gran sentido del perdón están dispuestos a perdonar a los demás. Las personas que saben que se les ha perdonado mucho pueden perdonar mucho. Espero que eso le suceda a usted.

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La fe honra a aquel en quien confía

JUNIO, 23

La fe honra a aquel en quien confía

Devocional por John Piper

Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. (Romanos 4:20)

Anhelo que Dios sea glorificado en nuestra búsqueda de santidad y amor; pero Dios no es glorificado a menos que nuestra búsqueda sea enriquecida por la fe en sus promesas.

Y el Dios que se reveló plenamente en Jesucristo, quien fue crucificado por nuestros pecados y resucitado por nuestra justificación (Romanos 4:25), es más glorificado cuando abrazamos sus promesas con firmeza y gozo, porque estas fueron compradas por la sangre de su Hijo.

Dios recibe honra cuando somos humillados por nuestras debilidades y fracasos, y cuando confiamos en que recibiremos de él gracia venidera (Romanos 4:20). Por lo tanto, a no ser que aprendamos a vivir por fe en la gracia para el futuro, los actos religiosos extraordinarios que podamos llevar a cabo no son para la gloria de Dios.

Él recibe la gloria cuando el poder para ser santos proviene de una fe humilde en la gracia venidera.

Martí?n Lutero dijo: «[La fe] honra a aquel en quien confía? con el respeto más grande y reverente, ya que lo considera veraz y confiable». El Dador en quien confiamos recibe la gloria.

Mi gran deseo es que aprendamos a vivir para la honra de Dios; y esto significa vivir por la fe en la gracia venidera, lo cual, a su vez, implica luchar contra la incredulidad cada vez que se revele.

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