Dar fruto espiritual

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios

Por R.C. Sproul
Por gracia, Dios ofrece la justicia de Cristo a todo aquel que pone su confianza en Él. Para aquellos que creen, todos aquellos que tienen fe en Él, el mérito de Cristo es imputado a su cuenta.

¿Excluye esto las buenas obras en la vida del creyente? De ninguna manera. Nuestra justificación siempre conduce a las buenas obras. Aunque no hay mérito alguno en nuestras obras, ni las de antes ni las de después de nuestra conversión, las buenas obras son un fruto necesario de la verdadera fe.

«¿Fruto necesario?». Sí, necesario. Las buenas obras no son necesarias para ganarnos nuestra justificación. Nunca son la base de nuestra justificación, sino que son necesarias en un sentido más estricto. Son consecuencias necesarias de la fe verdadera. Si una persona dice tener fe pero no da fruto alguno de obediencia, esto es evidencia clara de que su afirmación de tener fe es falsa. La fe verdadera produce fruto de manera inevitable y necesaria. La ausencia de fruto indica la ausencia de fe.

No somos justificados por el fruto de nuestra fe. Somos justificados por el fruto de los méritos de Cristo. Recibimos Su mérito solo por la fe, pero es solo por la fe verdadera. Y toda fe verdadera produce fruto verdadero.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Examina tu fe y tu fruto espiritual en oración.

Para estudiar más a fondo
Gálatas 5:22-25

Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.
Cómo aprender las leyes de Dios


R.C. Sproul
El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

La herencia

Lunes 18 Julio
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Romanos 8:16-17
La herencia
Después de la revocación del Edicto de Nantes * en el año 1685, los protestantes fueron perseguidos y sus reuniones prohibidas. Pero ellos se reunían secretamente en los bosques, por la noche, confiados en la promesa hecha por Jesús a sus discípulos: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Como hermanos y hermanas, se reunían en torno a Cristo, su Salvador muerto y resucitado.

Una joven que iba a esas reuniones fue detenida por un soldado del rey: -¿A dónde vas tan tarde? La joven temía que, al decir la verdad, provocaría numerosos arrestos. Sin embargo, no quería mentir. – Mi hermano murió, respondió ella sin vacilar. Tenemos una reunión familiar y vamos a leer su testamento.

Ella pudo continuar su camino, pero a su regreso fue detenida nuevamente por el mismo soldado.

 – Entonces, ¿tu hermano fue generoso contigo?

 – Sí, me dio todo.

El Nuevo Testamento (segunda parte de la Biblia) leído en esa reunión le recordó que el Hijo de Dios vino a la tierra y dio su vida por ella. La joven creía esta buena noticia y se había convertido en una hija de Dios, según la promesa hecha al comienzo del evangelio de Juan: “A todos los que le recibieron (a Jesús como Salvador), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Y si somos hijos de Dios, también somos… herederos de Dios y coherederos con Cristo.

  • El Edicto de Nantes firmado en 1598 autorizaba la libertad de conciencia y de culto en Francia.

Números 28 – Lucas 6:20-49 – Salmo 85:1-7 – Proverbios 19:20-21

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