Entrar en una unión mística

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios

Por R.C. Sproul
La vida cristiana se vive en el contexto de una unión mística con Cristo. Esta unión encuentra su origen inicial en la eternidad. Desde la fundación del mundo, nuestra salvación está descansando en la gracia de la elección soberana de Dios. Pablo así lo explica en Efesios 1:3-6.

Es en el Amado que encontramos nuestra redención. Desde la eternidad, Dios considera que los elegidos están en Cristo. Antes de que nuestra unión mística se llevara a cabo en el tiempo, ya era una realidad presente en la mente de Dios.

Tal y como Cristo invadió el tiempo desde la eternidad hace dos mil años, así mismo nuestra unión eterna se inmiscuye en el tiempo a través de la obra del Espíritu. Lo que siempre ha existido en la mente eterna de Dios se convierte una realidad atada al tiempo en el corazón de los regenerados. El resultado es que, en Cristo, por medio del Espíritu, contemplaremos al Padre en nuestra muerte y de ahí a la eternidad. Somos hijos del Padre, tal como fue en el principio.

Nuestra salvación es por Cristo y en Cristo. Por Su justicia somos hechos justos. Por Su expiación nuestros pecados son perdonados.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Agradece a Dios por tu salvación, Su justicia y Su expiación por tus pecados.

Para estudiar más a fondo
Efesios 1:3-6

Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.
Cómo aprender las leyes de Dios
R.C. Sproul
El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

Dios da derechos a los que confían en Él

Jueves 21 Julio
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios… Amados, ahora somos hijos de Dios.
1 Juan 3:1-2
Declaración de los derechos de los hijos de Dios (3)
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13).

“A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:15-17).

“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne… Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:16, 22-23).

 – Sí, ¡usted entendió bien! Dios da derechos a los que confían en él. El primero de esos derechos es que Dios los adopta como sus hijos, les da su vida -una vida eterna- y su naturaleza, capaz de hacer el bien y obedecer a sus mandamientos. También les da su Espíritu, que habita en ellos y los capacita para mostrar los caracteres de Cristo en este mundo.

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:1-2).

Números 31:1-20 – Lucas 8:1-25 – Salmo 86:7-13 – Proverbios 19:26-27

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