¿Cómo ayudar a una persona que lucha contra la pornografía? | Miguel Núñez

Miguel Núñez
Es vicepresidente de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puedes encontrarlo en Twitter.

Audio original del Ministerio integridad & Sabiduría: https://integridadysabiduria.org/

El Lugar y Propósito de la Disciplina de la Iglesia | John MacArthur

El Lugar y Propósito de la Disciplina de la Iglesia
by John MacArthur

¿Está usted desalentado por el pecado ignorado en su iglesia? ¿Acaso los líderes se rehúsan a reconocer o responder a los reportes de pecado flagrante en su iglesia? No está solo.

Muchos miembros fieles se sienten frustrados e indefensos a medida que experimentan daño continuo, infligido por pecadores desenfrenados e impenitentes en sus congregaciones. La pasividad de muchos líderes se debe a su deseo de ser vistos como amorosos y evitar posibles conflictos. Esta renuncia o rechazo a enfrentar la maldad no solo es devastadora para la salud de una iglesia local, sino que también desobedece los mandamientos claros de Cristo.

Jesús dio instrucciones explicitas sobre cómo se debe lidiar con el pecado en la iglesia.

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no lo oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. (Mateo 18:15–17)

El lugar de la Disciplina de la Iglesia

Notemos que el Señor usó la palabra “iglesia” dos veces en el versículo 17. La palabra griega es ekklesia, que significa literalmente “los llamados afuera”. La palabra a veces es utilizada para hablar de cualquier asamblea de personas. Un ejemplo de esto podría ser Hechos 7:38, el cual se refiere a la congregación de Israel durante el Éxodo, como a “la iglesia en el desierto” (JBS).

Algunos proponen que debido a que el discurso anterior en Mateo 18 precede a Pentecostés, Cristo no pudo haber estado hablando de la iglesia del Nuevo Testamento. Pero Jesús ya había introducido el concepto de la iglesia a Sus discípulos, diciéndoles que Él la edificaría y las puertas del Hades no prevalecerían contra ella (Mateo 16:18). Así que las instrucciones en Mateo 18 fueron dadas en anticipación al cuerpo de creyentes del Nuevo Testamento. Es difícil entender cómo alguien podría exceptuar a la iglesia del Nuevo Testamento de los principios presentados en este pasaje.

De hecho, el punto de nuestro Señor fue que la asamblea de los redimidos de Dios, es el lugar adecuado en el cual los asuntos de disputa y disciplina deberían ser manejados. No hay una corte externa o autoridad más alta en la tierra a la cual los asuntos de pecado deben ser apelados (1 Corintios 6:2–3).

Es por diseño divino que la disciplina debe tomar lugar en la iglesia. Los creyentes verdaderos son motivados por un amor genuino de los unos por los otros (1 Juan 3:14). En tal contexto, la disciplina puede ser administrada en amor, por creyentes amorosos, para el bien genuino y la edificación de todo el cuerpo.

El propósito de la disciplina de la Iglesia

La disciplina, administrada apropiadamente, siempre está motivada por el amor. Su primer propósito es la restauración del hermano pecador: “Si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mateo 18:15). También purifica a la iglesia a medida que los creyentes se vuelven más diligentes para vigilar sus vidas y evitar la confrontación.

El objetivo de la disciplina de la iglesia no es expulsar a la gente, rechazarlos, avergonzarlos, jugar a ser Dios, honrarnos a nosotros mismos o ejercitar autoridad en una manera abusiva. El propósito de la disciplina es restaurar a las personas a una relación correcta con Dios y con el resto del cuerpo. La disciplina apropiada nunca se administra como represalia por el pecado de alguien. La meta es siempre la restauración, no la retribución.

Esto es obvio por el texto de Mateo 18. La palabra griega traducida “ganado” en el versículo 15, es kerdaino, una palabra usada muchas veces para hablar de ganancia financiera. Por lo tanto, Cristo describe al hermano errante, como un valioso tesoro que debe ser recuperado. Esa debería ser la perspectiva de cada cristiano, quien alguna vez confronte a un hermano o hermana acerca del pecado.

Esa es, de hecho, la expresión del propio corazón de Dios acerca de la disciplina. Él ve a cada alma como un tesoro a ser recuperado. Ese es el contexto completo en el cual Cristo habló estas palabras. Los versos que preceden inmediatamente a estas instrucciones de disciplina, comparan a Dios con un pastor amoroso, preocupado por cada cordero del rebaño.

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. (Mateo 18:12–14)

Cada cristiano debe tener ese mismo sentido de preocupación. A veces es tentador tomar el camino de menor resistencia, y evitar la confrontación —especialmente cuando el pecado ya está apartando a un hermano o hermana de la congregación. Pero ese es el momento en el cual debemos involucrarnos más. Ese es el corazón del pastor verdadero, que hará todo lo posible para recuperar una oveja perdida o herida, y restaurarla al rebaño.

La confrontación no es fácil, ni tampoco debería serlo. No tenemos que ser entrometidos, constantemente mezclándonos en los asuntos de los demás. Pero cuando nos damos cuenta que alguien ha pecado, tenemos una obligación delante de Dios a confrontar a esa persona. No podemos protestar, diciendo, este no es asunto nuestro. Una vez que nos damos cuenta de un pecado que amenaza el alma de otro creyente, es nuestro deber exhortar, confrontar y trabajar por la pureza de la iglesia y la victoria en la vida del pecador. Estas son preocupaciones nobles y necesarias.

No obstante, debemos estar en guardia en contra de los abusos, y debemos mantener en vista, todo el tiempo, los propósitos amorosos de la disciplina apropiada. Hay un verdadero peligro en empezar a amar reprendernos los unos a otros. Es por eso que Jesús advirtió a los que confrontan, que primero se examinen a sí mismos antes de tratar de sacar la paja del ojo de un hermano. ¡Debemos asegurarnos que no tenemos una viga colgando en nuestro propio ojo (Mateo 7:3–5)!

Una persona que está bajo disciplina y se niega a arrepentirse, probablemente se siente abusada y maltratada, de la misma manera en que los niños desobedientes a veces desprecian la disciplina de sus padres. No es para nada inusual, que una persona no arrepentida, acuse a esos que lo han confrontado de ser faltos de amor e injustos. Esa es una razón adicional, para que aquellos que administren la disciplina tengan mucho cuidado de actuar en amor, con mucha paciencia y examinándose a sí mismos cuidadosamente.

El amor cubrirá una multitud de pecados (1 Pedro 4:8), y ciertamente hay ocasiones en la que es apropiado pasar por alto los pecados cometidos por nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Pero también hay momentos en los cuales el pecado en el campamento, exigen confrontación y un llamado al arrepentimiento. Pero, ¿dónde está la línea divisoria y quien es responsable de tomar medidas? Vamos a ver esos problemas en mi próxima publicación.

(Adaptado de La libertad y el poder del perdón)

Lo hizo de todo corazón, y fue prosperado | Charles Spurgeon

15 de marzo
«Lo hizo de todo corazón, y fue prosperado».
2 Crónicas 31:21

Esto ocurre con frecuencia: es una norma del universo moral el que prosperen los hombres que hacen sus obras de todo corazón; mientras que resulta casi seguro que aquellos otros que van a sus labores con solo la mitad de sus corazones, fracasarán.

Dios no da cosechas a los ociosos: salvo cosechas de espinos. Ni se complace en enviar riqueza a quienes que no cavan el campo en busca de sus tesoros escondidos. Es un principio admitido en todo lugar que el que quiere prosperar debe ser diligente en su trabajo. Y lo mismo pasa con la religión: si deseas prosperar en tu trabajo para Jesús, procura que sea un trabajo de corazón y efectuado con todo el corazón. Pon en la religión tanta fuerza, energía, sinceridad y pasión como jamás hayas puesto en tus negocios; pues la religión las merece mucho más. El Espíritu Santo nos ayuda en nuestras flaquezas, pero no estimula nuestra ociosidad. Él ama a los creyentes activos. ¿Quiénes son los hombres más útiles en la Iglesia cristiana? Aquellos que llevan a cabo las obras que emprenden por la causa de Dios con todo su corazón. ¿Cuáles son los instructores de la Escuela Dominical que tienen más éxito? ¿Los más dotados? No: los más celosos. Los hombres cuyo corazón está sobre el fuego son aquellos que ven a su Señor cabalgar prósperamente en la majestad de la salvación. La sinceridad se muestra en la perseverancia. Tal vez haya fracaso al principio; pero el obrero diligente dirá: «Esta es la obra del Señor; debe, por tanto, llevarse a cabo. Mi Señor me ha ordenado hacerla y con su poder la haré». Cristiano, ¿estás sirviendo a tu Maestro con todo el corazón? Recuerda el celo de Jesús: piensa en su trabajo de corazón.

Él podía decir: «El celo de tu casa me consume». Cuando sudaba grandes gotas de sangre, no era liviana la carga que llevaba sobre sus benditos hombros; y cuando derramaba su corazón, no era un débil esfuerzo el que estaba haciendo por la salvación de su pueblo. ¿Somos nosotros fríos cuando Jesús era ferviente?

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 83). Editorial Peregrino.

Tan lejos, y sin embargo tan cerca

Miércoles 15 Marzo

Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.

Hechos 17:27

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

Filipenses 4:5

Tan lejos, y sin embargo tan cerca

En el estrecho de Bering, cerca del círculo polar ártico, hay dos islas: Diómedes Mayor, que pertenece a Rusia, y Diómedes Menor, que pertenece a Estados Unidos. La línea del cambio de fecha pasa entre las dos. Cuando es lunes del lado americano, ¡ya es martes en la isla rusa! ¡Sin embargo, estas dos islas solo están separadas por cuatro kilómetros!

¡Tan lejos, y sin embargo tan cerca! A menudo, ¿no es esto lo que vivimos con Dios? ¡Nos parece tan lejano, y sin embargo está tan cerca! Dios “no está lejos de cada uno de nosotros”, decía el apóstol Pablo a los atenienses. Dios estaba cerca de ellos, pero no lo conocían. Incluso habían creado un altar dedicado “al Dios no conocido”.

Nuestro mayor impedimento para acercarnos a Dios quizá sean nuestros prejuicios, nuestras ideas equivocadas. Si pensamos que Dios es exigente, o insensible, permaneceremos lejos de él. Pero si nos abrimos a su amor, nos acercaremos a él.

Al venir a este mundo, Jesús nos reveló que Dios quiere estar muy cerca de nosotros y perdonar nuestros pecados, incluso los que no nos atrevemos a confesar. ¡Jesús pagó un precio muy alto para ello! “Habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13).

¿Deseamos acercarnos a Dios? No tengamos miedo a ser rechazados; creamos en su perdón, en su amor. Vayamos a Dios cada día, pues diariamente tiene algo que perdonarnos, algo que darnos, o simplemente algo que decirnos. ¡Vayamos a él cada día mediante la oración!

Ezequiel 10 – Hechos 19:23-41 – Salmo 33:10-15 – Proverbios 11:19-20

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