Pero pida con fe, no dudando nada.

PIDA CON FE

John MacArthur

La Verdad Para Hoy

10/19/2017

Pero pida con fe, no dudando nada.

Santiago 1:6

Un creyente debe pedir sabiduría con plena confianza en Dios. Si le falta sabiduría, la culpa no es de Dios. Si no comprende su prueba, por qué murió su cónyuge, el deterioro de su salud, sus problemas económicos, por qué tiene problemas con su automóvil, con su trabajo o con sus hijos, entonces es probable que no le haya pedido a Dios con fe constante que le dé sabiduría.

Tal vez haya orado con falta de sinceridad y con motivos incorrectos como aquellos a quienes Santiago censuró al pedir solo para sus deleites (4:3). Quizá no esté orando de acuerdo con 1 Timoteo 2:8, que dice que oremos “sin ira ni contienda”, y duda que Dios pueda ayudarlo o esté dispuesto a hacerlo.

La fe constante sencillamente cree que Dios es un Dios soberano y amoroso que suplirá todo lo necesario para comprender la prueba y poder resistirla. Cualquiera que sea la prueba, puede creer que Dios la permitió para su propósito divino y para la madurez espiritual de usted.

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La Felicidad más grande del Amor

OCTUBRE, 19

La Felicidad más grande del Amor

Devocional por John Piper

Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia; porque somos miembros de su cuerpo. (Efesios 5:29?30)

La unión entre Cristo y su esposa es tan estrecha («una sola carne») que todo el bien que ella recibe también lo recibe él mismo. La contundente afirmación en este pasaje es que esta realidad motiva al Señor a alimentar, cuidar, santificar y purificar a su esposa.

Según algunas definiciones, esto no puede ser amor. El amor, dicen, debe estar libre de todo interés personal, en especial en el caso del amor cristiano, y mucho más en el amor de Cristo en el Calvario. Jamás he visto que esta manera de concebir el amor encajara con este pasaje de las Escrituras.

Sin embargo, este pasaje claramente llama amor a lo que Cristo hace por su esposa: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia…» (Efesios 5:25). ¿Por qué no dejar que el resto del pasaje nos dé la definición del amor, en lugar de sacar nuestras propias conclusiones derivadas de la ética o de la filosofía? Según este pasaje, el amor es la búsqueda de nuestro gozo en el gozo santo del ser amado.

No hay forma de excluir el interés personal del amor, ya que el interés personal no equivale al egoísmo. El egoísmo busca su propia felicidad exclusivamente para sí mismo y a expensas de los demás.

El amor busca su propia felicidad en la felicidad del ser amado. Es capaz incluso de sufrir y dar la vida con tal de que su propio gozo se complete en la vida y pureza del ser amado.

Así es como Cristo nos amó, y así es como él nos llama a amarnos unos a otros.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, páginas 206-207

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«Dios mi Hacedor, que da cánticos en la noche»

19 de octubre

Spurgeon, C. H.

Lecturas Vespertinas

«Dios mi Hacedor, que da cánticos en la noche».

Job 35:10

De día cualquiera canta. Cuando la copa está llena, para nadie es difícil sacar de ella inspiración. Cuando abundan las riquezas cualquiera puede alabar a Dios, que da abundante cosecha o envía barcos cargados de cosas preciosas. Es muy fácil que un arpa eólica produzca música cuando los vientos soplan; lo difícil es producir dicha música cuando no hay viento. Es fácil cantar cuando podemos leer las notas a la luz del día; pero el que canta cuando no hay siquiera un rayo de luz para leer, a quien la música le sale del corazón, ese es realmente diestro en el arte de cantar. Nadie es capaz de entonar por sí mismo un cántico en la noche. Tal vez pueda intentarlo, pero descubrirá que los cántico en la noche tienen que ser divinamente inspirados. Cuando todas las cosas van bien, yo puedo entonar en cualquier parte canciones inspiradas por las flores que crecen en mi camino. Sin embargo, cuando me hallo en un desierto donde no crece nada verde, ¿cómo puedo componer un himno de alabanza a Dios? ¿Acaso es capaz el mortal de hacer una corona para su Señor donde no hay joyas? Si se me da una voz clara y un cuerpo que rebose salud, entonces podré alabar a Dios; no obstante, si mi lengua está muda y me hallo tendido en un lecho de dolor, ¿cómo voy a poder entonar alabanzas a Dios, a menos que él mismo me dé los cánticos? No, no es posible que el hombre cante cuando todo le es adverso, a no ser que un carbón encendido del altar haya tocado sus labios. Fue un cántico divino el que cantó Habacuc cuando dijo en la noche: «Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas: aunque falte el producto del olivo y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del aprisco, y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en el Señor, y me regocijaré en el Dios de mi salvación» (Hab. 3:17–18, LBLA). Entonces, ya que nuestro Hacedor da cánticos en la noche, esperemos que él nos dé la música. ¡Oh tú, músico principal, no nos dejes sin música porque estemos en aflicción, sino afina nuestros labios para que canten una melodía de acción de gracias!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 303). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Una humildad genuina

19 Octubre 2017

Una humildad genuina
por Charles R. Swindoll

Salmos 131

El Salmo 131 tiene solamente tres versículos y es uno de los capítulos más cortos de la Biblia. Pero tal como lo dice el dicho, «lo bueno viene en envases pequeños», y este salmo es prueba de ello. Charles Haddon Spurgeon, el príncipe de los predicadores, dijo lo siguiente acerca de esta canción de David:

«Si comparamos los salmos con las gemas, podríamos decir que este salmo es una perla que adorna bellamente el cuello de la paciencia. Es uno de los salmos más cortos de la Biblia, pero uno de los más largos de aprender. Habla de un niño, pero contiene la experiencia de un hombre en Cristo. La humildad es sinónimo de un corazón santificado, una voluntad sumisa a la mente de Dios y una esperanza puesta en el Señor únicamente».

Es una descripción muy apta para este pequeño salmo. Es probable que el lector apurado lo pase desapercibido y que aquellos que se impresionan con el tamaño y los términos lo consideren casi insignificante, no obstante, este salmo tiene un mensaje muy apropiado para nuestra época. David compone una canción que habla de un hábito peligroso: la arrogancia. David dice que él no quiere ser arrogante ni está interesado que le vean o que le ponga atención. De hecho, él dice que su deseo es alejarse de cualquier lugar que represente una atención pública.

La humildad genuina no es algo que podamos anunciar fácilmente. Si hablamos de esta virtud, por ende, damos a entender que no la tenemos. La humildad es la flor más bella y más rara que puede florecer. Si la mostramos a vista de todos, instantáneamente se marchita y pierde su fragancia. La humildad, tal como W. Graham Scroggie la define, es una característica que solo puede explayarse a «cuarto cerrado»  y que no se puede anunciar a los cuatro vientos. Sencillamente le pertenece a la vida individual, al diario privado de aquellos que caminan con Dios. Todo lo contrario a aquellas frases en un testimonio que más bien parecen una oda a la vanagloria.

David, sin embargo no estaba vanagloriándose en el Salmo 131; él escribe esta canción como parte de su propia vida emocional. Es una conversación con el Señor que en cierta manera nosotros llegamos a escuchar, un poema breve en el cual él menciona sus convicciones con respecto a su intención de separarse del ojo público.

No tenemos idea de lo que hizo que David escribiera esta canción. Tal como lo hemos mencionado antes, la causa de muchas de las canciones bíblicas antiguas sigue siendo un misterio. No obstante, podemos utilizar nuestra imaginación de lo que pudo haber sido. Es común que nos sintamos humillados después de haber pecado o de haber cometido una serie de errores, como dice el dicho, después de haber «metido las patas». Es en esos momentos que nuestro deseo es encontrar un lugar oculto y escondernos. Me refiero a esos momentos, cuando observamos nuestra propia arrogancia y nuestros propios intentos engañosos de encubrirla. Solo queda  arrodillarnos ante Dios y pedirle que tenga misericordia. También están esas ocasiones que nos llevan a analizar nuestro corazón: momentos de enfermedad; heridas profundas; una espera dolorosa;  eventos decepcionantes; la pérdida de un ser querido; la separación de un amigo; la soledad; la presión. Cuando estamos en esas encrucijadas, no queremos estar en medio de la gente. Las luces resplandecientes parecen ser tan vanas y el ruido algo repulsivo. Es allí, durante esos momentos que buscamos el silencio y la comunión humilde con el Creador. Es probable que algunas de estas situaciones fueran las que hicieron que el cantante de Israel escribiera esta canción sobre la humildad.

Afirmando el alma
Escriba sus propias definiciones de los siguientes términos:
Arrogancia
Impaciencia
Humildad
Compostura
Al lado de cada palabra, coloque el nombre de una figura prominente que exhibe esta cualidad. ¿Qué hace esa persona para tener esa característica?

La humildad es la flor más bella y más rara que puede florecer.—Charles R. Swindoll

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

¿Acaso Dios aprueba a los mentirosos?

19 OCTUBRE

 Carson, D. A.

Por amor a Dios 

1 Reyes 22 | 1 Tesalonicenses 5 | Daniel 4 | Salmos 108–109

A muchos cristianos les inquieta leer 1 Reyes 22, el último capítulo de este libro. Aquí se dice que Dios mismo envía a un “espíritu de mentira” (22:22) que engañará al rey Acab y lo llevará a su destrucción. ¿Acaso Dios aprueba a los mentirosos?

El contexto nos arroja algo de luz. El reino de Judá y el de Israel por fin se están uniendo en contra del rey de Aram en vez de pelear violentamente unos con otros. Josafat, rey de Judá, aparece como un hombre bueno con muchas ganas de ser fiel al pacto y a Dios, pero un poco débil. Se comporta como si la futura expedición militar fuera una aventura, pero quiere que Acab, rey de Israel, consulte la palabra del Señor (22:5). Cuando los profetas falsos acabaron, Josafat muestra suficiente inteligencia como para preguntar si hay algún otro profeta del Señor y aparece Micaías. No obstante, a pesar de las advertencias de Micaías, sale con Acab e incluso accede a usar sus vestidos reales mientras Acab disfraza su identidad.

Ahora bien, la clave del asunto recae sobre Micaías. Observemos:

(1) Implícitamente, Acab se ha rodeado de hombres religiosos que le dirán siempre lo que él quiere oír. La razón por la cual detesta a Micaías es porque todo lo que este le dice es malo. Como los líderes que únicamente quieren a su alrededor hombres que le digan amén a todo, Acab se expone a ser engañado.

(2) Cuando Micaías comienza con un pronóstico positivo de manera sarcástica (22:15), inmediatamente Acab reconoce que no le está diciendo la verdad (22:16). Esto nos demuestra una conciencia bastante atribulada. Después de todo, Dios ya le había dicho anteriormente que por su culpa en el asunto de Nabot, un día los perros lamerían su sangre (21:19). Él, por tanto, esperaba que las malas noticias llegaran algún día y, en lo profundo de su ser, no lograba confiar en las predicciones optimistas de sus “profetas” domesticados.

(3) Cuando Micaías le advierte sobre el desastre inminente, también le señala una razón dramática para la coherencia y unanimidad de los falsos profetas: Dios mismo le había permitido actuar a un espíritu engañoso. La hora de Acab ha llegado: será destruido. La soberanía de Dios se extiende incluso sobre los medios al enviarle un “fuerte engaño” a los profetas domesticados de Acab (compara con 2 Tesalonicenses 2:11–12). Ahora bien, el hecho de que a Acab se le dice todo esto demuestra que Dios, en su gracia, todavía le está facilitando acceder a la verdad. No obstante, Acab ya está tan desviado que no la soporta. Responde de manera ridícula: cree suficientemente la verdad como para esconder su identidad entre la masa de soldados comunes, pero no tanto como para mantenerse alejado de Ramot de Galaad. Así que muere: el juicio soberano de Dios se cumple, particularmente porque Acab, habiendo escuchado tanto la verdad como la mentira, prefirió esta última.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 292). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Me convertí del budismo (2)

Vino, pues, palabra del Señor a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí.

Jeremías 1:4-5

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2 Corintios 5:17

Me convertí del budismo (2)

«Desde aquel día fui a las reuniones de lecturas bíblicas para descubrir a ese Dios que parecía conocerme tan bien, ese Dios que da el primer paso hacia el que sufre, mientras que en el budismo es la gente la que debe ir a Buda. Comprendí que Jesús había muerto por mí en la cruz, para salvarme de mis pecados.

El 3 de julio de 1996 le entregué mi corazón. Veía que comenzaba una nueva vida llena de gozo, en la luz… Ya no estaba en el fondo del pozo, sino libre por la fe en Jesucristo, mi Salvador.

Mi conversión condujo a otras personas de mi familia a ir a Jesús; por este hecho fui consciente de que la gracia de Dios siempre nos había acompañado.

Después de mi conversión atravesé períodos difíciles, incluso desánimos. Poco a poco aprendo a confiar sencillamente en Dios, tal como soy, para recibir sus consejos y su ayuda. “Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4). Doy gracias al Señor por haberme conducido hasta aquí. El futuro está en sus manos. ¿De qué debo temer, si fue el Señor quien me condujo hacia él?

Como una amiga me dijo un día, fui escogida y adoptada dos veces. Primero mi madre adoptiva me amó y me cuidó desde mi primera semana de vida en esta tierra, luego Dios, mi Padre, quien me amaba, me buscó y me halló».

Saroj

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8).

Nehemías 5 – Juan 8:1-30 – Salmo 118:21-29 – Proverbios 25:20-22

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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