21 – Valores Invertidos – El Aborto

Entendiendo los Tiempos

Primera Temporada

21 – Valores Invertidos – El Aborto

ENTENDIENDO LOS TIEMPOS

Surge en el 2013 como programa de radio bajo la cobertura de la emisora cristiana Radio Eternidad en la estación 990am. Las temáticas de nuestro programa son diversas y contemporáneas con las necesidades que se presentan  hoy en día en la sociedad. Todo tema es llevado a la luz de la Palabra de Dios que es la única mediadora entre los hombres y la única verdad que puede hacerle libre. Tratamos diferentes temas con el propósito de entender el presente bajo una cosmovisión bíblica y actuar en base a esta. Con nuestro productor Andrés Figueroa y el equipo de Gracia TV, quienes semanalmente transmiten este programa en un formato para Radio y TV.

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Heme aquí, envíame a mí

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Renovando tu Mente

Heme aquí, envíame a mí

R.C.Sproul

Continuando con nuestro estudio de la Santidad de Dios, recordamos que hemos estado viendo detenidamente y de cerca los registros del llamado de Isaías al oficio de profeta, lo cual encontramos en el capítulo 6 del libro con su mismo nombre. Y hemos visto la respuesta de los ángeles y los serafines al esplendor revelado de la santidad de Dios mientras cantan su respuesta antifonal: “Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos.

Toda la tierra está llena de su gloria.” Y vimos también la respuesta de Isaías a esta demostración del carácter de Dios en donde Isaías se maldice diciéndose a sí mismo: “¡Ay de mí, que soy muerto!” Vemos a Isaías arruinado, gritando que él es un hombre de labios inmundos y que habita en medio de un pueblo de labios inmundos.

Pero ahora nos queda la pregunta: ¿qué hace Dios con este hombre que ahora se está maldiciendo a sí mismo, que está postrado ante Dios, que clama por su propia suciedad e inmundicia? ¿Acaso responde Dios desde el cielo mirándolo y diciendo: sí, tú, gusano, eres inmundo, yace allí en la tierra y agoniza por siempre; tú no me importas?
Eso no es lo que Él hace.

Déjenme decirles, queridos amigos, qué más Dios no hace. Dios no mira a Isaías y le dice: oh Isaías, no seas tan melodramático; no te lo tomes tan a pecho. Tienen una autoimagen tan negativa. ¿No sabes qué clase de Dios soy? Yo soy un Dios que te acepta tal y como eres, que mi amor por ti es incondicional y no me importa que estés contaminado con este pecado. Dios no dijo eso a Isaías ni ha dicho eso a nadie.

Y de alguna manera, de algún modo tenemos que detener este evangelio de la gracia barata que cruza las vías respiratorias de todo el mundo como si el reino de Dios fuera el vecindario del Chavo, que le dice al mundo que Dios acepta a las personas tal como son. Ahora, la verdad detrás de esa distorsión es que el evangelio de Dios no espera que nos volvamos puros, santos y perfectos antes que Él entre en una relación salvífica con nosotros.

Dios no demanda perfección. Dios no demanda pureza antes que Él nos redima. Mientras aún somos pecadores es que Cristo muere por nosotros. Ese es el evangelio. Pero no exageremos tanto ese evangelio como para decir a las personas que no tienen que hacer nada. Ellos tienen que arrepentirse. Y si no nos arrepentimos, Dios nunca nos recibirá en Su reino. Y si nunca nos arrepentimos, Él nos dejará en la tierra gritando delante de Su santidad.

Él demanda que pongamos nuestra fe en su Hijo unigénito confiando en él y sólo en él y su justicia para que podamos tener el perdón de los pecados. Sí, en cierto sentido Dios ama a todos incondicionalmente, en el sentido de que no hay condiciones que tenemos que cumplir antes de que Dios nos dé Su gracia común, Su amor de benevolencia por el cual derrama su lluvia sobre justos e injustos.

Pero hacemos una distinción en teología entre el amor de la benevolencia de Dios y su amor complaciente. Ese amor complaciente, no en el sentido de la indiferencia, sino en el amor que disfrutan aquellos que han sido adoptados en Su familia, el amor redentor de Dios. Y ese amor no es incondicional. Para recibir ese amor, que Esaú no recibió pero que Jacob sí recibió, se requiere de fe. Requiere una respuesta de reconocimiento de nuestro pecado y nuestra necesidad desesperada del perdón de gracia de Dios para poder ser parte de su familia.

Isaías recibe el amor de Dios, el amor de la complacencia, el amor de la redención, cuando Isaías recibe el perdón por su pecado. Pero déjenme decir algo al mirar este relato de la purificación de Isaías, que la gracia que redime a este hombre quien está sobre su rostro maldiciéndose a sí mismo ante Dios, no tiene nada de barato en absoluto. Es una gracia que viene con el pesado precio y en el contexto del dolor extremo. Amados, permítanme preguntarles algo:

Alguna vez, te has arrepentido, en realidad, de tu pecado. Hay algo completamente dulce y liberador al arrepentirnos verdaderamente de nuestros pecados. Cuando nos presentamos ante Dios con toda honestidad, sin minimizar la situación, sin dar mil excusas ante Él, sino más bien clamando: ¡Oh, Dios, he pecado contra Ti! Contra ti, contra ti solo he pecado, tal como clamó David en el Salmo 51.

Y dicho sea de paso, déjenme decirles a manera de paréntesis que, si no saben qué es el arrepentimiento, pueden invertir una hora reflexionando en el Salmo 51 donde David derrama, bajo el ímpetu del Espíritu Santo, las expresiones de un corazón quebrantado y contrito delante de Dios. Cuando hacemos eso, hay algo dulce, algo que es un deleite, algo liberador al hacer una confesión abierta ante Dios. Pero, al mismo tiempo, amados, siempre hay algo doloroso que acompaña la confesión. No es divertido arrepentirse. Hay algo extremadamente costoso en ello, porque tenemos que mirarnos al espejo y darnos cuenta de que no fuimos tan buenos como creemos ser.

Entonces, cuando Isaías maldice: “¡Ay de mí, que soy muerto!”, Estoy arruinado, me estoy desmoronando y llora ante Dios porque ha visto a Dios cara a cara en la visión. Lo siguiente que sucede es que Dios toma la iniciativa y los Serafines ahora se mueven desde arriba del trono de Dios, de estar ejerciendo sus obligaciones y deber de celebrar a Dios en adoración. Ahora, en el servicio a Dios, Dios dirige al ángel para ir al altar.

Ahora, permítanme decir que, generalmente eso es lo que sucede en la salvación, hay un altar involucrado. En el Antiguo Testamento fue comunicado a través de las imágenes del altar del holocausto y del sacrificio. No hay redención en el Nuevo Testamento excepto por el altar del Gólgota donde Cristo fue levantado como nuestro sacrificio por una vez y para siempre. Y en ese altar sagrado, la expiación fue hecha por nuestros pecados. Isaías nos dice esto: “Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas;” Estos carbones estaban al rojo vivo. Habían estado ardiendo allí en el santuario, estaban incluso calientes para el toque del ángel. Entonces los serafines deben usar tenazas para recoger ese carbón. Bueno, ¿qué hace él con eso? Dios le ordenó que volara a la tierra donde estaba Isaías postrado y que tomara ese carbón vivo del altar y que lo colocara sobre los labios de un hombre.

Tenemos costumbres muy extrañas como seres humanos para expresar nuestro afecto y cuidado. ¿Qué es romance sin un beso? No nos frotamos la nariz para comunicar afecto. Nos besamos. Y el instrumento que usamos para la ternura de un beso, son los labios. ¿Por qué? Porque los labios son, de alguna manera, los que guardan la entrada a nuestras almas, los labios sellan nuestras lenguas para que no expresen mentiras o falsedades, los labios pueden ocultar el veneno de las zarzas, como dicen las Escrituras, en su superficie están algunas de las terminaciones nerviosas más sensibles que tenemos en la piel.

Cuando los labios tocan tiernamente los labios de otra persona, comunican las profundidades del afecto. ¿Has experimentado el morder algo que estaba demasiado caliente? Una sopa que estaba muy caliente y dejaste caer la cuchara y dijiste: oh, me quemé los labios; y sabes cuán doloroso es probar algo muy caliente. Pero, ¿te imaginas un carbón encendido al rojo vivo que se coloque en tus labios, poniéndotelo en la boca? El dolor que eso sería.

Ahora, miramos este texto y decimos: ¿qué clase de Dios es este, que cuando un ser humano se humilla en oración, en arrepentimiento, contrito, simplemente no le dice a Isaías: te perdono? ¿Por qué este acto que parece ser un castigo cruel e inusual? ¿Cuál es el propósito del carbón? El propósito del carbón no es castigar a Isaías. El carbón se trae para la limpieza… La boca de Isaías está sucia. Necesita limpieza. Él es una persona herida. Y en la antigüedad, hasta el siglo XX, el procedimiento estándar para la limpieza y curación de una herida era el proceso de la cauterización mediante el cual el fuego purificaba la herida para evitar que la infección y el veneno se acumulen y se vuelvan fatales.

Por eso, Dios se inclina en misericordia para limpiar a su siervo y le ordena al ángel que venga con el carbón ardiente y se lo ponga sobre los labios, y no quiero ser muy gráfico aquí, pero estoy pensando que cada ángel ahí, podía oír el chisporroteo de la carne chamuscada cuando ese carbón tocó los labios. Pero noten que Isaías no dice nada sobre el dolor.

Me preguntó si siquiera lo sintió, porque al mismo tiempo que los ángeles actuaron para purificar, Dios habló. Y las palabras de Dios que cayeron sobre los oídos de Isaías fueron las palabras más maravillosas que Isaías o cualquier ser humano pudieron escuchar. “Y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.”

Ahora Isaías escucha un oráculo del ángel de Dios, que es el supremo oráculo de la bienaventuranza. “He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” Déjenme decirlo de nuevo, amados. “y es quitada tu culpa.” ¿Qué darías para poder llamar a un camión de basura para que vaya a tu casa no a sacar la basura de tu ático o garaje, sino para que quite el pecado de tu alma y lo entierre en algún lugar?

La esencia del Evangelio de Jesucristo es el anuncio de la remisión de los pecados, y que algo sea remitido indica ser eliminado, quitado. ¿Y qué le dice Dios a su pueblo? “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” Ven, Él dice, el profeta Isaías en el primer capítulo, “Ven y estemos a cuenta: Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” ¿Qué tan roja es la mancha en tu alma? ¿Es carmesí?

Isaías dijo que todos estamos en esa condición, pero oí esta voz que me decía: mira, tus pecados han sido quitados. Tus transgresiones han sido eliminadas. Y tus pecados han sido purgados. No solo perdonados, sino limpiados. Te estoy limpiando la boca sucia.

Ya no tengo contra ti los pecados que salieron de esa boca. Te estoy dando una boca pura y te estoy poniendo en la boca, Isaías, mis palabras, para que ahora lo que salga de tus labios no se blasfemia ni maldiciones ni mentiras, sino que ahora hablarás mi Palabra.

Y mientras Isaías escucha este glorioso anuncio de su redención, escucha algo más. Dios dijo: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Y lo primero que Isaías dice con labios ampollados pero puros es: “Heme aquí, envíame a mí.” No aquí estoy, No es una declaración de su ubicación. Él no está preocupado por la geografía. Dios sabe muy bien dónde está, pero Dios dijo: ¿Quién irá por mi? ¿A quién enviaré? E Isaías dice: Aquí estoy. Envíame.

La incongruencia de esto. Dos minutos antes, este Isaías acababa de anunciar que tenía la boca sucia. ¿Por qué debería ir y ser el portavoz de Dios? Él es la persona más descalificada en el mundo para hablar por Dios, ¿hasta qué? Hasta que él fue perdonado. La única calificación verdadera que alguien haya tenido para ser portavoz de Dios es que esa persona haya experimentado lo que significa ser perdonado. Todo el estudio en el seminario nunca puede calificarme para ser un predicador. La única credencial que tenemos todos nosotros es que hemos experimentado el perdón de Cristo.

Y entonces Isaías dijo, ey, si estás buscando a alguien para enviar, no busques más. Iré a donde quieras que vaya. Me arrastraré sobre el vidrio. Se lo diré a todo el mundo, porque he visto al Rey. He contemplado la gloria de Dios. No estoy avergonzado del Evangelio de Dios No puedo esperar para contarle al mundo entero sobre esta experiencia, sobre este momento de mi vida.

Sí, es doloroso. Sí, apenas puedo hablar. Mi boca está llena de ampollas, pero por primera vez en mi vida, estoy limpio. Ahora entiendo quién eres. Entonces, envíame.

 

CORAM DEO

En nuestro pensamiento Coram Deo para hoy, quiero hacerte una pregunta muy personal y práctica.

¿Sabes en tu alma que tus pecados han sido perdonados por Dios? ¿Tienes la seguridad de que a los ojos de Dios estás limpio?

Sabes que Dios no es ciego y sabes que Él conoce el pecado que está en tu alma, que está en tu boca, que está en tu vida. Pero también ha provisto una cobertura para eso, con el manto de la justicia de Cristo. Y todo el que está adornado con ese manto de la justicia de Cristo, es aceptable ante el Padre.

Pero para recibir esa limpieza, uno debe confiar en Cristo y solo en Cristo. Si confías en tu rectitud, si confías en tu desempeño, si confías en tus esfuerzos eso es todo lo que podrás presentar ante un Dios santo. Y no será suficiente. Pero si pones tu confianza en la justicia de Cristo, entonces puedes estar seguro de que Dios dirá: Tus pecados te son perdonados y tus transgresiones han sido removidas.

 

Desde el balcón del Cielo

DÍA 16

Salmo 14

Dosis: Pruebas y Conducta

Desde el balcón del Cielo

“Dice el necio en su corazón: «No hay Dios.» Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno! Desde el cielo el SEÑOR contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios. Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!”. (Salmo 14:1–3) (NVI)

Necia es la persona que se opone a lo sensato; y el salmista considera que así es, la persona que niega a Dios. Y quien niega a Dios vive como si Dios no existiese. Como consecuencia de no dar un lugar a Dios en la vida, las personas y las sociedades se corrompen. Por eso el salmista escribe: “Todos se desviaron, a una se han corrompido, hacen obras abominables, no hay quien haga el bien”.

Curiosamente escribo en una terraza de la universidad mientras espero a mis hijas. Un grupo de jóvenes estudia para su examen de Teología. Los escucho hablar de un Dios al que no conocen. Se preguntan ¿Crees en Dios? La mayoría dice que no. Citan palabras vanas. Filosofan acerca de su existencia. No sé quien les enseñó el curso de teología, pero es obvio que su objetivo fue que aprendiera a debatir, filosofar, y cuestionar la existencia de Dios. Nada de su persona, nada de sus atributos, nada de sus valores y principios. De pronto escucho risotadas al leer algún texto bíblico fuera de contexto: “No puede ser verdad, muy radical, no podemos dar por sentado, ¿cómo lo explicó el profesor?” ¡Mi corazón se estruja!

Dios se interesa en cada ser humano. Sé que ama a estos jóvenes. Y así como desde esta terraza veo a muchos deambulando por las instalaciones de la universidad, sin conocer sus nombres ni nada de sus vidas. Sé que Dios nos mira desde los cielos, pero la diferencia es que Él sí nos conoce a cada uno de nosotros. Y busca adoradores sinceros, espera que nos detengamos un instante de nuestra vida, miremos el cielo y preguntemos por la eternidad: “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres. Para ver si había algún entendido que buscara a Dios”.

¿Imaginas la mirada de Dios buscándote? Su corazón estrujado cuando ve que te equivocas, resbalas y caes. Su mirada tierna cuando sufres, cuando las consecuencias de tus malas decisiones te atrapan. La esperanza que nos da el Salmo es que “Dios está con la generación de los justos”

Los jóvenes terminan de estudiar. Nadie les ha enseñado que su postura teológica determina su conducta y la manera de conducirse en este mundo. Que sin Dios, no tienen bases sólidas ni fundamento para construir sus vidas. Que cometerán errores, que sufrirán. Que Dios desde el balcón de los cielos evalúa sus vidas, sus actitudes, que no quiere su mal sino su bien. Los veo partir y hago una oración secreta: Señor aunque reprueben este examen sin sentido, ayúdalos a aprobar el examen de la vida.

Oración: Señor ten compasión de las personas que te niegan en este mundo, muéstrate a ellas como el Dios de amor y de infinitas misericordias. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 31). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Un plan salvador por un hijo obediente 

Mujer Para la Gloria de Dios

Un plan salvador por un hijo obediente

 

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Sí; no

Miércoles 4 Septiembre

Que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.

Santiago 5:12; 4:7

Sí; no

Sí. No. Dos monosílabos, pero tanto el uno como el otro pueden tener un poder extraordinario.

Un “no” pronunciado resueltamente es un arma eficaz. Se ha comparado a una roca en el mar, que desafía y rechaza las olas de la intimidación o de la seducción, todas las formas que toma la tentación. Ese “no” de la fe, en la obediencia a la Palabra de Dios y en la oración que pide la fuerza de lo alto, es irresistible. Sepamos decir no a todo lo que es malo. Abraham rechazó los regalos envenenados del rey de Sodoma. José rechazó las propuestas censurables de la mujer de su amo (Génesis 14:22-23; 39:7-9).

Pero también es importante decir “sí” al bien, a “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable…” (Filipenses 4:8). Cuando el Señor nos invita a seguirlo, es necesario responderle con el “sí” de la obediencia feliz.

Sí. No. La vida siempre tiene un lado negativo y uno positivo, resistencia y prohibición por un lado, valentía y progreso por el otro. La táctica de Satanás siempre ha sido mezclar el bien y el mal para arrastrarnos lejos de Dios. El mundo ha venido a ser el mundo del ni sí ni no, el mundo de las mentiras, de los compromisos y de los términos medios.

Amigos cristianos, que nuestra palabra sea clara, sin ambigüedades, para hacer entender los “sí” o los “no” que honran a nuestro Dios y manifiestan nuestro deseo de agradarle.

2 Crónicas 20 – 1 Corintios 11:23-34 – Salmo 103:13-18 – Proverbios 22:20-21

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

Daniel ve la Gloria de Cristo – 6/7

Iglesia Evangélica de la Gracia

El Evangelio según Daniel

Daniel ve la Gloria de Cristo – 6/7

David Barceló

David Barceló

David es licenciado en Psicología y graduado de los seminarios Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin). Es miembro de la NANC y graduado en Consejería Bíblica por IBCD. David ha estado sirviendo en la Iglesia Evangélica de la Gracia, desde sus inicios en mayo de 2005, siendo ordenado al ministerio pastoral en la IEG en junio de 2008.

LA SEGURIDAD NO TIENE LÍMITES

Septiembre 3

LA SEGURIDAD NO TIENE LÍMITES

Puede también salvar perpetuamente a los que
por él se acercan a Dios.
HEBREOS 7:25

El alcance de su seguridad como creyente es tan ilimitado como su certeza es absoluta. En rea-lidad, la expresión “perpetuamente” en el versículo de hoy literalmente significa “por completo” o “para siempre”. La seguridad de la salvación es absolutamente amplia, sin salvedades ni límites.
El infalible decreto del Padre de seguridad para los cristianos se cumplió misericordiosa y completamente mediante la obra de su Hijo en el Calvario (vea 1 Jn. 2:1). Y esa seguridad es lo bastante firme como para que dure toda su vida en la tierra, hasta que usted llegue a la presencia del Señor. El apóstol Judas presenta esta alentadora bendición, en la que siempre usted puede confiar: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Jud. 24).

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

5/6 – ¿CÓMO CRIAR HIJOS EJEMPLARES?

El Amor que Vale

Cómo Fortalecer a su Familia

5/6 – ¿CÓMO CRIAR HIJOS EJEMPLARES?

Adrian Rogers

El Dr. Adrián Rogers es un predicador, evangelista y maestro de Biblia. Presenta las Buenas Nuevas de Jesucristo con firme convicción a través de su ministerio de radio y televisión, EL AMOR QUE VALE.

Más acerca del Dr. Adrián Rogers:

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20 – Valores Invertidos – Preguntas y Respuestas

Entendiendo los Tiempos

Primera Temporada

20 – Valores Invertidos – Preguntas y Respuestas

 

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Surge en el 2013 como programa de radio bajo la cobertura de la emisora cristiana Radio Eternidad en la estación 990am. Las temáticas de nuestro programa son diversas y contemporáneas con las necesidades que se presentan  hoy en día en la sociedad. Todo tema es llevado a la luz de la Palabra de Dios que es la única mediadora entre los hombres y la única verdad que puede hacerle libre. Tratamos diferentes temas con el propósito de entender el presente bajo una cosmovisión bíblica y actuar en base a esta. Con nuestro productor Andrés Figueroa y el equipo de Gracia TV, quienes semanalmente transmiten este programa en un formato para Radio y TV.

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Encontrando la Gloria

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Renovando tu Mente

Encontrando la Gloria

R.C.Sproul

Al continuar con nuestro estudio de la santidad de Dios, recordemos que hemos estado mirando de cerca las circunstancias que rodearon el llamado del profeta Isaías al ministerio. Y hemos visto el marco histórico con la vida trágica del rey Uzías. Hemos visto la respuesta de las criaturas celestiales, los serafines ante la cegadora gloria de la santidad de Dios. Hemos considerado la afirmación de que toda la tierra está llena de su gloria, e incluso observamos las diversas respuestas que las personas tienen hacia esta gloria, cómo la mayoría de nosotros hemos ido por la vida y la dejamos pasar aun cuando nos está mirando directamente a los ojos. Pero lo que es más importante de considerar ahora es la respuesta de Isaías mismo a la experiencia de mirar en la cámara interior del cielo y mirar el despliegue glorioso de la santidad de Dios.

Vayamos de vuelta al texto y veamos la respuesta de Isaías. Leemos en el verso 4 de Isaías 6 que, “los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenaba de humo”. Luego leemos estas palabras de Isaías, “Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al rey, Jehová de los ejércitos”. Como ya se los he mencionado antes, cuando vemos la triple repetición de la canción de los serafines celebrando la santidad de Dios en la que decían, “Santo, santo, santo”.

Y ya les he explicado que hay técnica literaria inusual involucrada que le era común al pueblo judío. En esta frase que es pronunciada por Isaías, “¡Ay de mí!, que soy muerto” encontramos algo que es intensamente judío que podríamos leer muchas, muchas veces y perder su significado.

Un profeta del Antiguo Testamento era alguien separado por Dios, ungido por el Espíritu de Dios y comisionado para anunciar la palabra de Dios a su pueblo. Él era un hilo conductor de revelación sobrenatural. Él fue dotado y autorizado para hablar los pronunciamientos de Dios. Y esos pronunciamientos que fueron pasados y canalizados a través de los profetas fueron básicamente de dos clases o dos tipos. Ellos eran tanto pronunciamientos positivos o pronunciamientos negativos. Eran buenas noticias o malas noticias.

Vemos, por ejemplo, en el Nuevo Testamento, que en el Sermón del Monte cuando Jesús dio su famosa lista de bienaventuranzas, él usó una fórmula que era común a los profetas de Israel. Y la forma de la fórmula era el uso de lo que fue llamado un oráculo.

Ahora hemos oído del famoso oráculo de Delfi, donde los reyes de la antigüedad y los sacerdotes iban a consultar a ese oráculo buscando conocer el futuro, con la esperanza de que el oráculo les daría una predicción profética del resultado de una guerra, de una inversión de negocios o de lo que fuera. Y el oráculo anunciaría su mensaje, y ellos usarían una fórmula particular que sería conocida como la fórmula oracular. Y como dije, la fórmula de un oráculo puede ser positiva o negativa.

En las bienaventuranzas, cuando Jesús dice bienaventurados los pobres, bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados y así. Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados. Bienaventurados los pacificadores porque serán llamados hijos de Dios. Allí está usando la fórmula judía porque un oráculo de prosperidad, un oráculo que comunicaba buenas nuevas era precedido por la palabra “bienaventurado”. Para un judío, el ser bendito era ser llevado más cerca de la presencia de Dios.

Me disgusta cuando los traductores modernos traducen “bienaventurado” o “bendito” con la palabra “feliz” porque nuestra palabra “felicidad” se ha desvalorizado por el uso superficial del término. Hoy decimos que la felicidad es abrazar una mascota. Bueno, lo que obtenemos de un perro cálido está bastante lejos de lo que la Biblia habla de ser bendito o ser bienaventurado.

La idea de bienaventuranza podría ser vista en la bendición del Antiguo Testamento, donde la bendición hebrea es algo como esto, “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. ¿Han notado el paralelismo simétrico en este pasaje? La bendición es comunicada en la imagen concreta del rostro de Dios. Ser bienaventurado es vivir Coram Deo, vivir delante del rostro de Dios, vivir en la inmediata presencia de Dios, donde el Señor hace que su rostro brille sobre ti, donde el Señor alza sobre ti la luz de su semblante.

Si alguna vez viste la película Ben Hur, hay un momento magistral en el film. Cuando Ben Hur está en cadenas y ha sido reducido al nivel de esclavo, y al estar con un grupo de esclavos está siendo tratado con despreciable humillación. Él es arrastrado hasta la orilla de un pozo y ni siquiera puede levantarse de sus rodillas. Está sediento, está débil, está herido, maltratado y derrotado. Él está tirado en el polvo y con cadenas. Y está tan sediento. De repente todo lo que puedes ver en la pantalla es el paso de una sombra humana, y oyes una voz. Y Ben Hur voltea su rostro y mira hacia arriba a quien sea que esté parado allí. Y quienquiera que está parado allí se inclina y le da a Ben Hur un vaso con agua fría.

Lo que vemos es una dramática e inmediata transformación en el semblante de Ben Hur mientras mira en el rostro de quienquiera que le está dando esa agua fría. Y nunca vemos a esa persona, pero no hay duda que quién Ben Hur acaba de encontrar es Cristo. Y al mirar el rostro de Jesús, el brillo del semblante del esclavo cambió. Y en un segundo Ben Hur experimentó la bendición. “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. Ese es el oráculo de buenas noticias. Ese es el oráculo de bendición. Pero el concepto opuesto en el Antiguo Testamento a la bienaventuranza es la idea de maldición, otra palabra que ha sido trivializada en nuestra cultura.

Hoy pensamos en maldiciones como algo que médicos brujos colocan sobre un muñeco y cosas como esas. Pero en Israel, era la expresión suprema de la ira y el juicio de Dios. Recordemos que en el libro de Deuteronomio, cuando Dios establece su Ley delante de su pueblo y dice que si guardamos los términos del pacto, entonces benditos seremos en la ciudad. Benditos seremos en el país. Benditos seremos cuando nos levantemos. Benditos seremos cuando vayamos. Benditos seremos en la casa. Benditos seremos en la habitación. Benditos seremos en todas partes.

Luego hay un fuerte contraste, sin embargo, cuando Dios dice que si quebramos su ley, si rehusamos obedecer su voluntad, entonces seremos malditos en el país y lo seremos en la ciudad. Malditos serán nuestros cultivos y maldita será nuestra familia. Malditos seremos cuando nos sentemos y cuando los levantemos.

Así vemos esta ominosa idea de maldición. Bueno, la maldición para los judíos es exactamente lo opuesto, la antítesis de bienaventuranza. Y ésta alcanza su momento más terrible y doloroso con la imagen de Dios dando la espalda. En vez de hacer resplandecer la luz de su semblante al maldito, Él los lanza a la más terrible oscuridad. En vez de hacer que su rostro brille en el maldito, Él remueve por completo su rostro de entre ellos.

Yo he tenido serias discusiones con muchos acerca del concepto bíblico del infierno donde hay personas que me dicen, “RC, ¿tú crees que el infierno es la ausencia de Dios? Y les digo que sí, y como que respiran aliviados como si dijeran, ¿eso es todo entonces? Y les pregunto, ¿pueden imaginar algo más terrible que la absoluta ausencia de Dios en términos de su benevolencia? Les digo a ellos que dicen que la guerra es un infierno o que el dolor es un infierno o que un mal negocio es un infierno.

Ellos usan una hipérbole porque si pudieras hoy encontrar una persona en este planeta que está en el estado más terrible de dolor, sufrimiento y tormento que cualquiera pudiera experimentar en este mundo, sin embargo, esa persona no está total y absolutamente despojado de la compasiva presencia de Dios. No hay una esquina de este planeta sin que al menos brille algo de la luz del rostro de Dios.

Pero dentro del simbolismo judío se piensa que la peor de todas las cosas, la más grande pesadilla de la humanidad es estar en una situación donde la bendición es totalmente ausente, y solo la maldición permanece, solo el abandono está allí. Esas son malas noticias. Ese es el pronunciamiento de la fatalidad.

Les he mencionado que solo una vez en la Escritura un atributo de Dios es elevado al tercer nivel donde la santidad de Dios es declarada, “santo, santo, santo”. Pero hay un pasaje en el Nuevo Testamento, en el Apocalipsis, donde el juicio de Dios es descrito con un simbolismo gráfico, donde los ángeles vuelan a través del cielo más oscuro y ellos dan su oráculo de fatalidad contra este planeta en el cual estas criaturas aladas claman con la misma intensidad de los serafines, “ay, ay, ay”.

Y la copa de la ira de Dios fue derramada en el mundo. Ahora, la palabra que anuncia tal juicio viene en la forma de un oráculo. Es el oráculo del ay. Cuando la palabra de Dios pronuncia fatalidad y juicio, los profetas usan el término “ay”, tal como lo hizo Jeremías a la nación y a la ciudad, “¡Ay de ti, Moab! pereció el pueblo de Quemos; porque tus hijos fueron presos en cautividad, y tus hijas para cautiverio”.

Así como Jesús usa la fórmula oracular en su denuncia radical en contra de los fariseos y los escribas que estaban supuestos a ser los líderes de la devoción, los ministros de gracia, pero fueron los más duros opositores al Hijo de Dios. Él les dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”. Una y otra vez Jesús entrega el oráculo profético de fatalidad a aquellos hombres. “Ay de vosotros, escribas y fariseos”.

Pero si hacemos la pregunta, ¿cuál es la primera profecía de Isaías, cuál es el primer oráculo pronunciado por este magnífico profeta del Antiguo Testamento. El primer pronunciamiento del profeta Isaías no es contra Damasco, no contra Israel, no contra Judá, no contra los escribas, no contra los fariseos.

Su primer oráculo profético es entregado contra él mismo, porque cuando ve la develada gloria y santidad de Dios, él clama, “¡Ay de mí!” Estoy maldito. Soy digno de ser tirado en la más absoluta oscuridad. “¡Ay de mí!” él clama, “… que soy muerto”. Intencionalmente estoy usando la Reina Valera del 60 porque he leído traducciones que dicen, “Ay de mí porque estoy arruinado”. Nadie habla más de estar muerto o deshecho. ¿Qué es lo que esto significa?

Me agrada la selección de sus palabras. Porque podrán ver, amados, que lo que Isaías está experimentado en este momento del encuentro con la santidad de Dios es el proceso que podríamos llamar desintegración psicológica. Nosotros decimos que una persona, que es virtuosa, es una persona íntegra, completa. En lenguaje coloquial diríamos que no tiene quiebres. Esto quiere decir que los varios componentes de su vida están integrados, y que es, por lo tanto, una persona de integridad.

Bueno, si hubiéramos hecho una encuesta en Israel y hubiéramos ido por la ciudad y por los campos y hubiéramos preguntado, ¿quién es el hombre con mayor integridad entre ustedes? De seguro que el mayor candidato en el siglo VIII antes de Cristo hubiera sido Isaías, el pilar de la comunidad, el modelo de virtud. El hombre que ya era distinguido por su aparente rectitud se acaba de encontrar con el Dios viviente y ha salido deshecho. ¿Es de extrañar que las personas eviten estar muy cerca de un Dios santo?

Como lo he dicho antes, lo que pasó en el mismo instante fue que, por primera vez en su vida, Isaías realmente entendió quién era Dios. Y la reacción inmediata y la consecuencia fue que, por la primera vez en su vida, Isaías conoció quién era Isaías. Evitamos el contacto con lo santo porque sabemos que no somos santos. Pero tratamos de reprimir tal evaluación. No queremos oír que no somos santos. Queremos que la gente nos diga cuán grandes somos, cuán rectos somos y cuán virtuosos somos.

Una de las cosas más peligrosas para mí, o para cualquier ministro, es hablar acerca de la santidad de Dios porque, tan pronto lo hacemos, tenemos gente que se apresura en venir para decir, “oh reverendo, tú debes ser tan santo, porque solo una persona santa amaría esas cosas”. Y digo, “esperen un minuto. Si estoy obsesionado y preocupado con la santidad de Dios, no es porque sea santo. Es porque no lo soy y lo sé. Y sé que mi única esperanza descansa en un Dios santo que está preparado para perdonarme. No hay otra forma posible de seguir en pie, no puedo engañarme a mí mismo”. Y todas las bromas terminaron para Isaías. Un vistazo de la develada santidad de Dios, y él se desintegró. “¡Ay de mí! que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios”. Tengo una boca sucia. Mis labios revelan mi carácter. Las cosas que digo no son puras. Miento. Blasfemo. Maldigo. Y me doy cuenta en esta instancia que no solo mi boca es sucia, sino que es algo común. Es contagioso. “… y habito en medio de pueblo que tiene labios inmundos”.

Nuestros labios no son limpios porque nuestros corazones no son limpios. “…han visto mis ojos al rey…” Pueden notar que una vez que vio eso, una vez que vio la verdad acerca del carácter de Dios, no se pudo mentir a sí mismo nunca más.

Él se dio cuenta, por comparación, de lo sucio que estaba. El propósito de esto para Isaías y para ti no era destruir su autoestima, sino dejarte entender que la única esperanza posible para la autoestima viene del único que la tiene perfecta y pura, y quien nos acepta a través de la cruz.

Hablaremos la próxima vez acerca de la respuesta de Dios al quebranto de Isaías.

 

CORAM DEO

Nuestro pensamiento Coram Deo para este día tiene que ver con la respuesta de Isaías, su propia reacción personal al ver la santidad de Dios.

Permíteme pedirte que uses hoy tu imaginación. ¿Cómo responderías si tuvieras esa visión? Si pudieras cruzar el velo y mirar sin impedimento a la absoluta y cegadora pureza de Dios, ¿Qué es lo que te haría?

Algunas veces escucho a cristianos hablar de Dios como si Él fuera un amigo, en el sentido de ser como un par. He oído a personas decir eso… y les he dicho, ¿Qué harías si Cristo entrara en esta habitación ahora mismo? Y ellos me han respondido, “Iría donde él, le tomaría de la mano y le diría, vamos Señor, estemos juntos”.
Y les digo, ustedes no saben quién es Él. Si entrara en esta habitación y si tuvieras algún buen sentido, estarías en el suelo sobre tu rostro a sus pies clamando en sobrecogimiento ante su gloria. Y estarías aterrorizado hasta los huesos a la vista del Señor.

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