RESISTIR HASTA EL FIN

RESISTIR HASTA EL FIN

10/9/2017

Bienaventurado el varón que soporta la tentación [las pruebas].

Santiago 1:12

El verbo soportar en el versículo de hoy se refiere a resistir con paciencia y de forma victoriosa. Implica pasiva o incluso penosa supervivencia y se concentra en el resultado de ser victorioso. La persona que pasa por las pruebas y sale victoriosa nunca abandona su fe ni a su Dios. Demuestra que es un cristiano genuino.

Algunas personas van a la iglesia, dicen creer en Cristo y hasta se bautizan. Pero cuando se enfrentan a los problemas, ellas desaparecen. Y tal vez nunca vuelvan. Quizás afrontaron una relación quebrantada, la muerte de un ser querido, o alguna otra lucha, y las circunstancias fueron tan insoportables que culparon a Dios y se fueron, convencidas de que el cristianismo no es la solución.

Como creyentes, podemos pasar por tiempos de luchas y de dudas, pero nunca será destruida nuestra fe. Nos aferramos al Señor a pesar de nuestras pruebas porque lo amamos. Esa perseverancia amorosa resulta en verdadera bendición.

DERECHOS DE AUTOR © 2017 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros.

La sabia misericordia de Dios

OCTUBRE, 09

La sabia misericordia de Dios

Devocional por John Piper

Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. (1 Corintios 1:23-24)

En contraste con las aterradoras noticias de que hemos caído bajo la condenación de nuestro Creador —y de que su propio carácter justo lo obliga a preservar el valor de su gloria derramando ira eterna sobre nuestro pecado— encontramos las maravillosas noticias del evangelio.

Es una verdad que nadie puede aprender jamás de la naturaleza. Tiene que contarse de un vecino al otro y predicarse en las iglesias y divulgarse por medio de misioneros.

La buena noticia es que Dios mismo decretó una forma de satisfacer las demandas de su justicia sin condenar a toda la raza humana.

El infierno es una forma de saldar cuentas con los pecadores y enaltecer la justicia de Dios. Pero hay otro camino.

La sabiduría de Dios dispuso un camino para que el amor de Dios pudiera librarnos de la ira de Dios sin comprometer la justicia de Dios.

¿En qué consiste esta sabiduría? ¡En la muerte del Hijo de Dios por los pecadores!

La muerte de Cristo es la sabiduría de Dios por medio de la cual el amor de Dios salva a pecadores de la ira de Dios, a la vez que enaltece y pone de manifiesto la justicia de Dios en Cristo.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, páginas 61-62

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

«Pero Jesús no le respondió palabra»

9 de octubre

«Pero Jesús no le respondió palabra».

Mateo 15:23

Los que buscan sinceramente y aún no han obtenido la bendición que tratan de alcanzar pueden sentirse confortados por la historia que tenemos delante. El Salvador no concedió enseguida la bendición a aquella mujer, aunque ella tenía una gran fe en Jesús. El Señor pensaba dársela, pero esperó un poco: «Jesús no le respondió palabra». ¿No era buena la oración de la mujer? Sí, nunca en el mundo la ha habido mejor. ¿Estaba ella realmente necesitada? Sí, angustiosamente necesitada. ¿Sentía suficientemente su necesidad? Sí, la sentía de una manera irresistible. ¿Estaba lo bastante angustiada? Sí, extremadamente angustiada. ¿Tenía fe? Sí, la tenía en tan alto grado que hasta Jesús se maravilló y le dijo: «Oh mujer, grande es tu fe». Observa, pues, que aunque es cierto que la fe trae paz a la persona, no siempre se la trae al instante. Puede haber razones para que la fe se pruebe en vez de recompensarse. La fe genuina quizá esté en el alma como una semilla oculta y aun así no haya crecido y florecido en gozo y paz. La prueba más dura para muchas almas que oran es ver que el Salvador no les contesta; pero más duro aún es el dolor que produce una réplica cortante como esta: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos». Muchos encuentran un placer inmediato en aguardar al Señor, sin embargo no pasa lo mismo con todos. Algunos, como el carcelero, se convierten en un momento de las tinieblas a la luz, pero otros son plantas que crecen más lentamente. En lugar de un sentimiento de perdón tal vez se te conceda un sentido más profundo de tu pecado. En ese caso tendrás necesidad de paciencia para soportar el duro golpe. ¡Ah, pobre corazón!, aunque Cristo te golpee, te hiera o hasta te mate, confía en él; aunque te conteste agriamente, cree en el amor de su corazón. Te ruego que no dejes de suplicar a mi Señor ni de confiar en él porque no hayas obtenido el gozo que anhelabas. Arrójate más bien sobre él y confía de manera constante, aun cuando no seas capaz de esperar con regocijo.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 293). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Cuida tu corazón del falso perdón 

Cuida tu corazón del falso perdón 

Catherine Scheraldi de Núñez

Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos”, (Lucas 6:35). 

El perdón genuino es mucho más profundo que la ausencia del perdón. No es un parche superficial para mejorar una relación, sino que es cuando el corazón hace un giro de 180 grados en lo que piensa sobre el ofensor. Muchas veces creemos que hemos perdonado cuando en realidad la única cosa que hemos hecho es cubrir nuestro resentimiento. 

El perdón es reconocer que el Creador del mundo nos ha elegido, nos ha adoptado, murió por nuestros pecados pagando la deuda que no éramos capaces de pagar; y luego nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1). Nosotros en respuesta daremos nuestra vida para agradecerle a Él, haciendo lo que Él quiere que hagamos. Al reconocer la profundidad de este amor que perdona, nos apremia obedecerle y demostrar el perdón que hemos recibido para con otros (2 Corintios 5:14-15). 

Aunque reconocemos que no podemos perder nuestra salvación (Juan 10:29), también sabemos que aquellos que no son salvos siguen muchas de las enseñanzas de Jesús. Muchas personas creen que son salvos cuando realmente no lo son. Leamos lo que Cristo dijo en Mateo 7:22-23 “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Jamás os conocí; APARTAOS DE MÍ, LOS QUE PRACTICÁIS LA INIQUIDAD. 

Si tenemos un espíritu implacable que no está dispuesto a perdonar, tenemos que reflexionar seriamente si en verdad somos salvos. El Espíritu Santo, quien mora en nosotros, nos convence de pecado, y si no sentimos o no tenemos convicción cuando rehusamos seguir sus enseñanzas, hay una gran posibilidad de que no seamos una de sus ovejas, ya que Marcos 11:26 nos dice que: “Si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones. 

Si realmente somos salvos y rehusamos perdonar a nuestros ofensores, estamos abriendo una oportunidad para que Satanás pueda zarandear nuestras mentes y nuestras vidas hasta que nos arrepintamos, y podamos vencer este espíritu maligno de no perdonar.  Sin embargo, si continuamos con un espíritu no perdonador, esto puede ser evidencia de que no somos salvos y es el mismo Señor quien nos entregará a Satanás para torturarnos en el infierno. En Mateo 18:23-34 leemos cómo Jesús comparó el reino de los cielos con una parábola sobre un rey que perdonó a su siervo una cantidad de dinero que era imposible pagar, y luego este mismo no perdonó a su consiervo de una deuda más pequeña. 

En los versículos 32-35 vemos la reacción del señor hacia él:  “siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti? Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano. Si eres creyente y te rehúsas a perdonar, la separación que ocurre con Dios abrirá la puerta para que Satanás te zarandee, pero, eventualmente el Espíritu Santo te convencerá de obedecer, aunque terminarás pagando las consecuencias. 

Sin embargo, un espíritu no perdonador y la ausencia de la convicción del Espíritu Santo es evidencia de la ausencia de conversión, confirmando así lo que Filipenses 2:12-14 nos dice: “Así que, amados míos… ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito. Aun cuando no tenemos el deseo de perdonar, nuestra obediencia prueba que confiamos en un Dios justo y perfecto (1 P. 2:23). Y a través de la obediencia, el Señor cambiará nuestros deseos mientras Él nos demuestra su amor y poder en el plan que tiene para nosotros, en la circunstancia donde nos encontremos (Jn. 14:21). 

El Señor nos ha dicho en 1 Samuel 15:22 que “el obedecer es mejor que un sacrificio” porque al obedecer, y aun más cuando es contra nuestra voluntad, es un sacrificio. Cuando perdonamos estamos presentándonos como sacrificio vivo y santo que es agradable a Dios (Ro. 12:1) y Él considera nuestras obras sacrificiales como “fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios (Fil. 4:18)Al Señor le agrada cuando perdonamos porque dice la Escritura: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma” (Ef. 5:1-2). 

Cuando Cristo nos perdonó en la cruz, Dios padre aceptó su sacrifico como un aroma fragante. No solamente lo aceptó, sino que lo recibió como un perfume de mucho valor que permea el ambiente; y cuando nosotros perdonamos a otros, Dios Padre se agrada igual. Como la mujer pecadora que, sin importar lo que la gente pensara de ella, se humilló y ungió los pies de Cristo. De la misma forma debe ser nuestra actitud con Él. Nuestras buenas obras deben permear el ambiente para recordar a aquellos a nuestro alrededor que servimos a un Dios vivo. 

Nuestro deber es andar en el Espíritu: “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis (Gá. 5:16-17). La falta de perdón es un deseo de la carne y Romanos 8:6-8 es bien claro cuando dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios. 

La habilidad de perdonar bíblicamente viene del mismo Señor según Efesios 2:10“no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”  Cada circunstancia o situación que estamos viviendo fue puesta personalmente por Dios para enseñarnos: 

  1. Lo que hay en nuestros corazones.  
  2. Nuestra disposición o no, de obedecerle.  
  3. Cuando vencemos nuestra carne y obedecemos nos demuestra “la sabiduría, autoridad y poder que Él tiene”. 

Entonces, en resumen, Él nos regenera dándonos la disposición de querer obedecerle, Él preparó las buenas obras para que anduviéramos en ellas y luego nos da el deseo y la habilidad de hacerlas. Como es Dios quien está obrando de principio a fin, un espíritu implacable es evidencia de que Dios no está obrando en dicha persona. 

Para que uno pueda dar el perdón bíblico a otros, primero es necesario recibir personalmente su perdón. Y cuando esto ocurre, nuestras buenas obras deben permear el ambiente como un perfume y aún más cuando se trata de nuestros enemigos, porque cualquiera puede hacer buenas obras hacia sus familiares, sus amistades y sus colegas. Incluso el mundo puede hacerle bien a un desconocido. Sin embargo, hacerle bien al enemigo es una obra del Señor la cual pone en evidencia que nuestro Dios ha resucitado y que Él sigue viviendo, reinando con autoridad y con poder, y que todo obra para la gloria de su nombre. 


Usted puede encontrar más contenido de Catherine Scheraldi de Núñez en su programa Mujer para la gloria de Dios, dirigido a mujeres con el fin de  orientarles acerca de cómo vivir su diseño para la gloria de Dios, en Radio Eternidad. 

Catherine Scheraldi de Núñez

Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y es conductora del programa radial «Mujer para la gloria de Dios». Puedes seguirla en twitter.

La división del reino

9 OCTUBRE

1 Reyes 12 | Filipenses 3 | Ezequiel 42 | Salmo 94

La división del reino en dos partes dispares—el reino de Israel con sus diez tribus al norte y el reino de Judá con dos tribus al sur (1 Reyes 12)—nos presenta una dinámica asombrosa entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.

Dios ya había anunciado, a través del profeta Ahías, que Jeroboam le arrancaría al sucesor de Salomón las diez tribus del norte (11:26–40). A Jeroboam se le dijo de manera explícita que, si permanecía fiel al Señor, este establecería para él una dinastía. No obstante, una vez Jeroboam asegura las tribus del norte, lo primero que hace es construir becerros de oro en Betel y en Dan, y consagrar sacerdotes no levíticos porque no quiere que su pueblo viaje hasta el templo en Jerusalén (12:25–33). ¿Acaso no se da cuenta de que si Dios tiene el poder para darle las diez tribus y la preocupación de advertirle sobre la infidelidad, ciertamente también lo tiene para preservar la integridad del reino del norte aunque el pueblo suba a Jerusalén para las fiestas principales? No obstante, Jeroboam ejecuta sus juicios políticos, rehúsa obedecer a Dios y se muestra desagradecido ante lo que se le ha concedido. Su único legado duradero es que, en todo el resto del Antiguo Testamento, se le nombra como “Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel” (2 Reyes 14:24, por ejemplo).

Más inexplicable aún es Roboam, el hijo de Salomón. Puede que Salomón haya sido un diestro administrador de la justicia, pero, al final de su vida, sus proyectos enormemente costosos estaban desgastando a su pueblo. Sus representantes le garantizan a Roboam que le serán fieles únicamente si les alivia un poco la carga. Los ancianos le aseguran a Roboam que su petición es razonable: debe tomar la actitud de siervo ante este pueblo y servirle, pues así descubrirá que ellos le servirán para siempre (12:7). Con una enorme insensibilidad y crasa estupidez, Roboam escucha el consejo de “jóvenes” ensimismados que no tenían la menor noción sobre la gente en general y sobre esta nación en particular (12:8), de manera que Roboam responde con dureza, no sólo rechazando la petición del pueblo, sino prometiendo más exigencias y mayor brutalidad. Y, de repente, la rebelión ha comenzado.

Aun así, el escritor comenta: “De modo que el rey no le hizo caso al pueblo. Las cosas tomaron este rumbo por voluntad del Señor, para que se cumpliera lo que ya él le había dicho a Jeroboam hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita” (12:15). La soberanía de Dios (ver, por ejemplo, la meditación del 3 de junio) no excusa ni mitiga la insensatez de Roboam ni la rebelión de Jeroboam; su estupidez y pecado no significa que Dios haya perdido el control. Estos misterios de la providencia hacen difícil “leer” la historia; también se vuelven un enorme consuelo y nos permiten descansar en Romanos 8:28.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 282). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¡Atrapado!

lunes 9 octubre

Los caminos del hombre están ante los ojos del Señor… Prenderán al impío… y retenido será con las cuerdas de su pecado.

Proverbios 5:21-22

Él te librará del lazo del cazador.

Salmo 91:3

¡Atrapado!

Capturar a un mono en la selva tropical parece ser un ejercicio relativamente fácil. El cazador vacía un coco y hace tres agujeros en la cáscara: dos para pasar una cuerda y otro suficientemente grande para que un mono pueda meter su mano. Luego basta con meter una fruta en el coco, fijar el coco a un árbol… y esperar. Rápidamente un mono curioso introduce la mano en el coco y toma lo que encuentra en él. ¡Pero después no puede retirar su mano aferrada al botín! Y en vez de soltar lo que tomó para poder salvarse, el mono se agota luchando, sin ningún resultado. ¡Está atrapado, a merced del cazador! Se acabó la libertad, los grandes espacios del bosque… Si este mono no fue capturado para ser comido, ¡es probable que se quede para siempre tras las rejas de una jaula en un parque zoológico!

Nosotros también corremos el riesgo de dejarnos atrapar fácilmente por la curiosidad. «Solo una vez para ver», decimos antes de dar el primer paso que puede llevarnos a una adicción devastadora: juegos de dinero, alcohol, droga, pornografía, prácticas ocultas…

Querido lector, si está atrapado en una de estas trampas, no se agote tratando de encontrar una solución por sí mismo: ¡clame a Dios, el Dios de salvación! Él responde a toda alma sincera que está dispuesta a entregarle su vida. Le ayudará a renunciar a lo que lo esclaviza. Lo liberará y le revelará la felicidad de vivir con él.

“Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18-19).

Esdras 5 – Juan 3:22-36 – Salmo 114 – Proverbios 24:30-34

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch