NUESTRA CORONA FUTURA

NUESTRA CORONA FUTURA

10/11/2017

Cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de la vida.

Santiago 1:12

La vida eterna es la corona que Dios ha prometido a quienes lo aman. Es el galardón supremo del creyente. Aunque en el presente experimentamos algunos de los beneficios de vida eterna, la tenemos como una promesa. Algún día la recibiremos en su plenitud. Seguimos esperando recibir el galardón futuro. Cuando venga el Señor, nos dará la plenitud de vida eterna.

El apóstol Pablo expresó un pensamiento similar: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Ti. 4:8). Cuando Cristo regrese por la iglesia, a los cristianos se les dará una vida de justicia eterna. Todos recibiremos la misma corona de las recompensas de vida eterna, justicia y gloria.

La resistencia no gana la vida eterna. Sin embargo, la resistencia es la prueba de la fe y del amor genuino, y eso es recompensado con la plenitud de vida eterna.

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Nada podemos hacer

OCTUBRE, 11

Nada podemos hacer

Devocional por John Piper

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)

Imaginen que están totalmente paralizados y que no pueden hacer nada por ustedes mismos más que hablar. Imaginen también que un amigo —que es fuerte y de confianza— les prometiera vivir con ustedes y hacer lo que necesiten. ¿Cómo podrían honrar a su amigo si un desconocido llegara a visitarlos?

Si intentaran levantarse de la cama y cargar a su amigo en la espalda, ¿estarían dando honor a la generosidad y fuerza de su amigo? ¡Desde luego que no! Por el contrario, lo que harían sería decirle: «Amigo mío, ¿podrías levantarme y poner una almohada en mi espalda para que pueda mirar a mi invitado? ¿Podrías también ponerme los lentes?».

Así su invitado entendería, al escuchar su pedido, que están imposibilitados y que su amigo es fuerte y bondadoso. Glorificarían a su amigo al expresar que lo necesitan y al pedirle ayuda y al contar con él.

En Juan 15:5, Jesús dijo: «separados de mí nada podéis hacer». Eso significa que de verdad somos paralíticos. Sin Cristo, no podemos hacer nada bueno. Como dijo Pablo en Romanos 7:18: «Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno».

Sin embargo, según Juan 15:5, Dios tiene la intención de que hagamos algo bueno, es decir, que demos fruto. Por lo tanto, como nuestro amigo fuerte y confiable —en Juan 15:15 dice: «os he llamado amigos»—, él promete hacer por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos.

¿Cómo glorificarlo entonces? Jesús da la respuesta en Juan 15:7: «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho». ¡Lo que hacemos es orar! Pedimos a Dios que haga en nosotros, por medio de Cristo, lo que no podemos hacer por nosotros mismos: dar fruto.

El versículo 8 muestra el resultado: «En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto».

¿Cómo se glorifica a Dios en la oración? La oración es el reconocimiento expreso de que sin Cristo nada podemos hacer, y es también la acción de apartarnos de nosotros mismos y volvernos a Dios confiando en que él proveerá la ayuda que necesitamos.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, páginas 160-161

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«A los que predestinó, a éstos también llamó»

11 de octubre

«A los que predestinó, a éstos también llamó».

Romanos 8:30

En 2 Timoteo 1:9 encontramos estas palabras: «Nos salvó y llamó con llamamiento santo». Ahí tenemos una piedra de toque mediante la cual comprobar nuestro llamamiento: se trata de un «llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y según la gracia». Dicho llamamiento impide toda confianza en nuestras propias obras y nos conduce solo a Cristo para obtener la salvación; pero, después, el mismo nos limpia de las obras de muerte para que sirvamos al Dios vivo y verdadero. Como el que te llamó es santo, así debes tú también ser santo. Si vives en el pecado, no has sido llamado; pero si realmente eres de Cristo, entonces dirás: «Nada me apena tanto como el pecado; deseo librarme de él, Señor, ayúdame a ser santo». ¿Es este el anhelo de tu corazón? ¿Es este el tenor de tu vida para con Dios y con su divina voluntad? También en Filipenses 3:13, 14 se nos habla del «supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús». ¿Es tu llamamiento, pues, un «supremo llamamiento»? ¿Ha ennoblecido el mismo tu corazón y lo ha inclinado hacia las cosas celestiales? ¿Ha elevado tus esperanzas, tus gustos y tus deseos? ¿Ha alzado el nivel del invariable curso de tu vida de modo que la vivas juntamente con Dios y para Dios? Otra prueba la hallamos en Hebreos 3:1: «Participantes del llamamiento celestial». El llamamiento celestial es un llamamiento del Cielo. Si quien te llama es un hombre, no estás siendo llamado. ¿Procede de Dios tu llamamiento? ¿Es un llamamiento tanto al Cielo como del Cielo? A menos que seas extranjero aquí y el Cielo constituya tu hogar, no has sido llamado con un llamamiento celestial: porque los que así han sido llamados confiesan que esperan una ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios, y ellos son peregrinos y extranjeros en la tierra. ¿Es tu llamamiento santo, soberano y celestial? Entonces, querido amigo, Dios te ha llamado; porque tal es el llamamiento con que él ha llamado a su pueblo.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 295). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

La cura está en la Palabra de Dios

11 Octubre 2017

La cura está en la Palabra de Dios
por Charles R. Swindoll

Salmos 119

Mientras observo el Salmo 119:98-100, veo tres beneficios que reciben las personas que absorben la palabra. Estas son sabiduría, visión y comprensión. Para ilustrar el significado y la distinción de cada una de ellas, usaré un diagrama sencillo.

Sabiduría: viendo la vida
Visión: analizando la vida
Comprensión: reaccionando a la vida

La sabiduría es la capacidad de ver la vida y sus dificultades desde la perspectiva de Dios. Cuanto más aprendo de la Palabra de Dios y comienzo a entender sus principios prácticos, también comienzo a tener la habilidad de ver la vida desde un punto de vista eterno y celestial. Veo el mundo a través de los ojos de alguien que es infinitamente sabio, enteramente bueno y cuya agenda incluye el bienestar de todo el mundo. Por consecuencia, comienzo a ver mis circunstancias como oportunidades que él ha diseñado para desarrollarme y capacitarme como su vaso. Mi vida ya no necesita más la amargura ni la irritación porque las he cambiado por la gratitud y el entusiasmo.

La visión es la capacidad de analizar la vida y sus dificultades desde la perspectiva de Dios. En otras palabras, mientras maduro en la Palabra, obtengo la habilidad de penetrar los niveles superficiales de irritación y problemas. Tengo la visión para ver las causas reales de situaciones específicas, muy similar a la forma en que Dios ve por debajo de nuestra apariencia externa (1 Samuel 16:7). Puedo ver lo que sucede internamente con cada situación y de esa forma puedo tomar decisiones estratégicas en lugar de solamente reaccionar. No se equivoque. Los maestros pueden comunicar el conocimiento pero sólo la Palabra puede darle visión.

La comprensión es la habilidad de reaccionar ante las situaciones de la vida y a las dificultades desde la perspectiva de Dios que conlleva una comprensión panorámica e integral. Cuando me aferró a la Palabra, no sólo obtengo la visión para ver lo intrínseco de una situación sino que también descubro cómo reaccionar y obtener el mejor resultado. Puedo aprender de mis decisiones aun cuando las cosas no salen a mi manera. He descubierto que me actitud es tan importante para Dios como mi actividad. A veces, más importante.

Afirmando el alma
El poco entusiasmo con frecuencia es el resultado de la desesperanza. La desesperanza por lo general resulta a causa de los sentimientos de impotencia. Según el Salmo 119, la interacción regular con la Palabra de Dios es la cura para la desesperanza y la impotencia. Considere leer un capítulo de Proverbios cada día por los siguientes 31 días.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

La Reforma Protestante

La Reforma Protestante

 

La Reforma Protestante 

Resumen, causas y consecuencias.

La Reforma Protestante fue un movimiento religioso que propuso una serie de objeciones a la Iglesia Católica, y que llevó a una división de la cristiandad en el siglo XVI.

Antecedentes

Europa había entrado de lleno en el Renacimiento. Muchos cambios se estaban dando en materia cultural, científica y económica. La burguesía nacida del comercio en el seno del Santo Imperio Romano Germánico se había hecho de mucho poder e influencia, tanto, que se permitía competir con la autoridad imperial.

Protagonistas

Martín Lutero y Juan Calvino, llamados “reformadores”, son, sin lugar a dudas, los principales protagonistas de este movimiento. El emperador Carlos V, que simultáneamente ejercía como Rey Carlos I de España, fue uno de los principales objetores de las propuestas reformistas.

Causas de La Reforma Protestante

A principios del siglo XVI, en la Alemania renacentista se produjeron señalamientos de corrupción contra la Iglesia Católica: se les acusaba de vender indulgencias; esto significa que, a cambio de sumas de dinero, se libraba a los creyentes de la obligación de cumplir penitencias por causa de sus pecados. Las indulgencias ya existían desde antes, las críticas se dirigían al hecho de venderlas, sobre todo porque el dinero se estaba usando para llevar adelante la construcción de la Basílica de San Pedro. El sacerdote alemán Martín Lutero, decidió entonces presentar un documento llamado Las 95 Tesis, clavándolo en la puerta de la Iglesia de Wittenberg.

Por otra parte, Roma percibió que la burguesía y la nobleza habían acumulado suficiente poder para desafiar su autoridad, de modo que el emperador Carlos V convocó a una asamblea, que se llamó Dieta de Worms. Se le solicitó a Lutero que explicara su posición, pero no pudo convencer al emperador. Pero las tesis de Lutero se habían estado difundiendo y ganando en simpatías.

Desarrollo de los acontecimientos

Lo que sobrevino a continuación fue una diversa serie de cambios en la práctica religiosa para diferentes países, a pesar de la oposición del emperador. Uno de los recursos que funcionó a favor de los reformistas fue el uso de la imprenta. Las objeciones a Roma encontraron tierra fértil en países como Suiza e Inglaterra. Uno de los principales difusores de la Reforma en Suiza fue Juan Calvino, que promovía principios religiosos más rígidos, que incluían la eliminación del sacerdocio, sustituyendo a los curas por pastores elegidos dentro de cada comunidad.

El enfrentamiento principal era entre Carlos V y el luteranismo, y se desarrolló a base de asambleas para tratar de unificar la fe a base de discusiones doctrinales. Sin embargo, el luteranismo tuvo un ala radical que se separó de la corriente principal: proponían confiscar todas las propiedades de la Iglesia Católica. De hecho proponían igualar bienes y propiedades de una manera que recuerda a ciertas corrientes políticas modernas, como el comunismo. Sin embargo, debido a que estas ideas no se correspondían con los principios burgueses ni los del catolicismo, fueron combatidos por igual por luteranos y católicos.

la reforma protestanteCarlos V convoca a una Dieta en la ciudad de Spira, a la que los nobles acuden bajo protesta. Fue a partir de allí que se le denominó Protestantismo a la corriente religiosa surgida de las Tesis de Lutero. Una dieta posterior en la ciudad de Augsburgo fue igual de infructuosa.

A partir de allí se pasó a las armas. Luego de someter a los nobles protestantes en Mühlberg, estos simulan aliarse con Carlos V, para posteriormente rebelarse y obligarlo a firmar un tratado de paz en 1555. El emperador se vio forzado a aceptar y a reconocer que habría regiones que practicarían el cristianismo sin plegarse a la autoridad de Roma.

Acontecimientos posteriores

El protestantismo se manifestaría de diferentes formas en diferentes partes de Europa. Esto dio lugar a una enorme cantidad de ramificaciones del catolicismo original, tales como pentecostales, adventistas, bautistas, anglicanos, etc.

También ha dado lugar, más hacia el siglo XX, a la formación de congregaciones religiosas que se declaran como cristianas, pero han sido duramente criticadas por seguir una línea claramente comercial.

La Reforma Protestante

El conjunto de la fe

11 OCTUBRE

1 Reyes 14 | Colosenses 1 | Ezequiel 44 | Salmos 97–98

El conjunto de la fe, la esperanza y el amor a veces se conoce como la tríada paulina. Aparecen en las cartas de Pablo en varias combinaciones. En ocasiones, se mencionan sólo dos de las tres; en otros casos, todas.

Quizás el mejor conocido de los versículos que contienen la tríada paulina es 1 Corintios 13:13: “Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor”. Aquí no se expresa ninguna relación entre las tres. Pablo nos dice que permanecerán estas tres virtudes—la fe, la esperanza y el amor. A esta última la denomina “el camino más excelente” (12:31b; ver la meditación del 8 de septiembre), y no como un “don”. Creo que, al decir que “permanecen”, se refiere a que todas se mantendrán en la eternidad y, por ello, debemos fomentarlas y procurarlas ahora. Pero la mayor de estas tres virtudes, afirma Pablo, es el amor. No nos dice por qué. Si nos basamos en el resto del Nuevo Testamento, podríamos asegurar razonablemente que la razón por la cual el amor es el mayor es porque es un atributo de Dios. Dios no ejercita la fe; no “espera” en el sentido de mirar hacia delante al cumplimiento de algo que otros ejecutarán. Pero sí ama: de hecho, 1 Juan 4:8 afirma que Dios es amor; ningún texto dice que él es la fe o la esperanza. El mayor de estos es el amor.

Aquí, en Colosenses 1:3–6, sin embargo, la relación entre los tres elementos de la tríada paulina es diferente. Pablo dice que le da gracias a Dios cuando ora por los colosenses “pues hemos recibido noticias de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis por todos los santos a causa de la esperanza reservada para vosotros en el cielo. De esta esperanza ya habéis sabido por la palabra de verdad, que es el evangelio que ha llegado hasta vosotros. Este evangelio está dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre vosotros desde el día en que supisteis de la gracia de Dios y la comprendisteis plenamente” (1:4–6). Esta traducción capta muy bien el sentido. A ver:

(1) Pablo no fundó la iglesia colosense, pero al oír acerca de estos creyentes, ora por ellos constantemente, con acción de gracias.

(2) Lo que Pablo escuchó de los creyentes colosenses es de su fe y amor, ambos demostrables. Si tienes fe en Jesús y amas a los santos, ninguna de estas virtudes se puede esconder. Eran tan evidentes entre los colosenses, que las noticias sobre su fe y amor llegaron a los oídos de Pablo. ¿Cuán lejos llegan hoy las noticias sobre la fe y el amor de nuestras iglesias?

(3) Pablo dice que esta fe y este amor son “a causa de la esperanza” que está reservada para ellos (1:5). Vivir con la eternidad en mente revitaliza la fe y hace brotar el amor.

(4) Esta esperanza, que ha sido la base de su fe y amor, a su vez se ha fundamentado sobre el evangelio, la palabra de verdad que les fue predicada (1:5–6).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 284). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Una vida de esperanza

Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.

1 Timoteo 6:7

Permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído.

Colosenses 1:23

Una vida de esperanza

Como un viajero, el hombre va caminando, guiado por sus ambiciones o sus deseos, pero empujado, inexorablemente, por las agujas del tiempo. Espera un futuro cada vez mejor y lucha por alcanzar sus objetivos de felicidad. Los jóvenes se impacientan por ser grandes para «hacer su vida», los adultos esperan la jubilación, y las personas mayores hojean con nostalgia su agenda… Al hacer el balance, ¡cuántas promesas olvidadas, amistades rotas, sonrisas borradas…! ¡Cuántas desilusiones y tiempo perdido!

¿Solo queda la certeza de un final sin retorno? ¡No! ¿Entonces hay una esperanza? ¡Sí, hay una buena noticia! Jesús vino para darnos vida abundante y eterna, para darnos una esperanza segura y firme. Por medio de él los creyentes son reconciliados con Dios, quien se da a conocer como su Padre, y les asegura un lugar en su propia “casa”. Sí, Jesús compró allí un lugar para nosotros a un precio muy alto, al costo de su propia vida; por eso puede afirmar categóricamente: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Pero es necesario aceptar ese regalo que él nos hace, regalo gratuito y definitivo. Aceptar que fue por nosotros, por mí personalmente, que Jesús murió y resucitó.

¡Acéptelo ahora y vivirá con una nueva esperanza!

“La esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).

Esdras 7 – Juan 4:31-54 – Salmo 115:9-18 – Proverbios 25:4-5

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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