Un esclavo de Cristo

Un esclavo de Cristo

1/2/2018

Téngannos los hombres por servidores de Cristo. (1 Corintios 4:1)

El apóstol Pablo era un “siervo” de Cristo. Era una función que escogió por amor, no por temor.

Había tal vez millones de esclavos en el Imperio Romano. En su mayor parte, no se les trataba como a personas, sino como objetos. Si un amo quería matar a un esclavo, podía hacerlo sin temor al castigo. Aunque era un vocablo negativo para los romanos, la palabra esclavo significaba dignidad, honor y respeto para los hebreos, y los griegos lo consideraban un término de humildad. Como siervo de Cristo, por tanto, Pablo paradójicamente se considera exaltado y envilecido. Esa es la ambivalencia que afrontará todo representante de Jesucristo.

Cuando pienso en el honor que se me ha dado de predicar el evangelio de Jesucristo, me siento a veces abrumado. No hay más alto llamamiento en la vida que proclamar el evangelio desde el púlpito y poder enseñar la Palabra de Dios bajo el poder del Espíritu Santo. Pero hay también una paradoja que exige que un ministro de Cristo comprenda que no merece servir. Debe tener la debida perspectiva de ser un esclavo indigno que tiene el privilegio incomprensible de proclamar el evangelio.

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Lo que Jesús hizo a la muerte

ENERO, 02

Lo que Jesús hizo a la muerte

Devocional por John Piper

Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan. (Hebreos 9:27-28)

La muerte de Jesús carga con pecados. Es el verdadero corazón del cristianismo y el corazón del evangelio y el corazón de la gran obra de redención de Dios en el mundo. Cuando Cristo murió, llevó consigo el pecado. Tomó pecados que no eran suyos. Sufrió por los pecados que otras personas habían cometido, para que ellos pudieran ser libres del pecado.

Esa es la solución para el mayor problema de nuestra vida, ya sea que lo sintamos o no como el problema principal. Hay una forma de ponernos a cuentas con Dios, a pesar de que somos pecadores: la muerte de Jesús es «una ofrenda para cargar los pecados de muchos». Él quitó nuestros pecados, los llevó a la cruz y allí murió la muerte que nosotros merecíamos morir.

Ahora bien, ¿cuál es la implicación respecto de mi muerte? «Está decretado que [yo muera] una sola vez.» Mi muerte ya no es punitiva; ya no es más un castigo por el pecado. Mi pecado ha sido borrado; ha sido «quitado» por la muerte de Cristo. Cristo tomó mi castigo.

Entonces, ¿por qué morimos? Porque la voluntad de Dios es que la muerte permanezca en el mundo, aun entre sus propios hijos, para dar testimonio de los terribles horrores del pecado. En nuestra muerte, aún se ven los efectos externos del pecado en el mundo.

Sin embargo, para los hijos de Dios, la muerte ya no es la manifestación de su ira contra ellos. Para nosotros, la muerte se ha convertido en la puerta de entrada a la salvación, no a la condenación.


Devocional tomado del sermón “¿Qué hará Cristo en la segunda venida?”  

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Génesis 2 | Mateo 2 | Esdras 2 | Hechos 2

2 ENERO

Génesis 2 | Mateo 2 | Esdras 2 | Hechos 2

La gran precisión de los relatos del retorno (Esdras 2) es una de las primeras cosas que sorprenden al lector ocasional de este capítulo. No sólo se menciona con precisión la cantidad de personas involucradas, junto al nombre de sus clanes, sino también el número de sus animales, caballos, mulas, camellos y asnos (2:66). Recordamos la respuesta del anciano puritano al que reprendieron por insistir en dar datos precisos al hablar de Dios y de las enseñanzas de la Biblia. “Caballero”, respondió, “yo sirvo a un Dios preciso”.

Por supuesto, esta solo es una cara de la historia. Ese mismo Dios se deleita en la alabanza espontánea de los niños, que no son conocidos por su rigurosidad. La Biblia que él nos ha dado utiliza imágenes evocadoras, así como informaciones detalladas. Sin embargo, nuestra era está tan comprometida con los sentimientos indefinidos que a menudo se desprecia la precisión en asuntos divinos. Queremos seguir nuestras intuiciones, no las instrucciones que se nos dan; elevamos los sentimientos, no los hechos; ingerimos sensiblería, no verdad.

En este caso, existen varias razones para la precisión del relato. Para empezar, esta confiere autoridad al mismo: no se trata de un rumor distante, sino de un informe detallado de alguien que conocía íntimamente todo lo acontecido. Además, nombrar a esos individuos y sus familias les otorga una aprobación implícita. Innumerables decenas de miles de israelitas nunca regresaron a la tierra prometida; estaban bien asentados donde se encontraban, y la restauración de Jerusalén y del templo era demasiado poco importante para ellos como para justificar semejante trastorno. Sus nombres se han perdido; no tienen ninguna influencia en la extensión de la historia redentora. Sin embargo, los nombres de los retornados se recuerdan y se escriben en la sagrada Escritura. Léalos despacio; despiertan nuestro respeto y gratitud.

No obstante, hay otro elemento presente en la precisión. Algunos de los clanes que regresaron no pudieron demostrar ser descendientes de Israel (2:59); algunos de los que reclamaban pertenecer al linaje sacerdotal se encontraban en el mismo aprieto (2:62). El problema se tomó en serio y el gobernador Zorobabel ordenó que se les excluyese del servicio sacerdotal hasta que el antiguo método de obtener dirección divina, Urim y Tumim, pudiese instituirse de nuevo, permitiendo comprobar la verdad (2:63). Aquí tenemos un pueblo serio con la observación de las estipulaciones del pacto mosaico, con la preservación de la pureza, no solo de la comunidad del pacto en general, sino del sacerdocio en particular, con la obediencia de todas las palabras de Dios. La seriedad con la que emprendieron la enorme empresa del retorno queda demostrada con las ofrendas que dieron para reconstruir la casa de Dios (2:68–69).

Que esta incipiente comunidad posexílica tropezase pronto otra vez, dando lugar a una nueva generación de problemas frescos y viejos pecados, no debe disminuir la fuerza de su ejemplo para los creyentes actuales.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 2). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Dios habla al hombre

martes 2 enero

Escuchad, habitantes todos del mundo, así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente.

Salmo 49:1-2

Yo (Jesús) soy la luz del mundo.

Juan 8:12

Dios habla al hombre

En este universo extraordinario, Dios quiso hacer algo único. Creó al hombre a su imagen para que pudiese comprenderlo, hablarle y amarle. Tenía para él proyectos eternos; le amó por encima de todo.

Pero para permitirle aceptar o no esta relación, le dio la libertad. Y el hombre no siempre la empleó bien, pues incluso rechazó a Dios para vivir a su manera. Durante mucho tiempo Dios le estuvo llamando, pero no quiso escucharlo. Le envió sus siervos, pero los menospreció, los insultó y los echó fuera. Le dejó una carta, un gran libro, pero la gente miró para otro lado; lo abandonó.

Entonces el mismo Hijo de Dios descendió del cielo para hablarle, pero el hombre se burló de él, le escupió el rostro y al final lo clavó en la cruz. ¿Se da cuenta de este gesto? ¡El Hijo de Dios fue tratado como el más malo! Él, quien está lleno de amor y humildad, y que había venido para hablarle al corazón. ¡Oh! ¡Miserable! ¿Qué hizo el hombre ese día?

Pero tres días después, la tumba quedó vacía. ¡Sí! Para librarnos de la muerte eterna, Dios mismo resucitó a Jesús, quien había sido crucificado. Acepte la salvación que Dios le ofrece ahora. La ira de Dios contra el pecado cayó sobre él para que usted pueda ser salvo.

Lector, Dios le ama a pesar de sus desobediencias, su rechazo, su inmoralidad, su rebelión, su maldad y su violencia. Usted puede esconderse, ¡pero él lo ve! Puede escaparse, ¡pero él lo alcanza! Hasta su último suspiro, él estará ahí, le llamará y estará esperando que vaya a él.

Génesis 2 – Mateo 2 – Salmo 2:1-6 – Proverbios 1:7-9

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