Nuestro evangelio consecuente

Devocional Diario

Nuestro evangelio consecuente

1/9/2018

Él había prometido [el evangelio] antes por sus profetas en las santas Escrituras. (Romanos 1:2)

¿Sabía usted que el Antiguo Testamento es absolutamente consecuente con el Nuevo? Es porque las buenas nuevas son algo antiguo, no algo nuevo. El Antiguo Testamento, desde Génesis hasta Malaquías, o cualquier libro entre ellos, es todo acerca de la revelación de Jesucristo.

Jesús dijo que las Escrituras dan testimonio de Él (Jn. 6:39). Al hablarles a los hombres que iban por el camino a Emaús, Jesús dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc. 24:25-27).

¿Por qué hoy es eso tan importante para usted? Para que pueda estar confiado de que las Escrituras presentan la promesa de Dios de buenas nuevas en Cristo.

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Solo por poco tiempo

ENERO, 09

Solo por poco tiempo

Devocional por John Piper

Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá. (1 Pedro 5:10)

Algunas veces, en medio de las aflicciones y los problemas de la vida diaria, clamamos y decimos: «¿Por cuánto tiempo más, oh Señor? No puedo ver más allá del dolor de hoy. ¿Qué vendrá mañana? ¿Estarás también presente en aquel padecimiento?».

Esta pregunta es sumamente importante porque Jesús dijo: «el que persevere hasta el fin, ese será salvo» (Marcos 13:13). Nos estremecemos al pensar que podríamos estar entre «los que retroceden para perdición» (Hebreos 10:39). Esto no es un juego. El sufrimiento es una amenaza terrible a la fe en la gracia de Dios para el futuro.

Por lo tanto, es maravilloso escuchar la promesa de Pedro para los cristianos afligidos y cansados: «Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, Él mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá» (1 Pedro 5:10).

La seguridad de que él no tardará más allá de lo que podamos soportar y de que acabará con las fallas por las que nos lamentamos y de que establecerá para siempre lo que ha estado tambaleando por tanto tiempo, esa seguridad viene de «toda gracia».

Dios no es un Dios de un poco de gracia, como la gracia pasada. Él es el Dios de «toda gracia» —incluyendo los infinitos e inagotables depósitos de gracia para el futuro—.

La fe en esa gracia es la clave para perdurar en el camino arduo y angosto que lleva a la vida.


Devocional tomado del libro “Gracia Venidera”, página 68

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Génesis 9–10 | Mateo 9 | Esdras 9 | Hechos 9

9 ENERO

Génesis 9–10 | Mateo 9 | Esdras 9 | Hechos 9

Puede resultar difícil para algunos cristianos inmersos en la herencia del individualismo e influenciados por el relativismo posmoderno, simpatizar con Esdras y su oración (Esdras 9). Un centenar o así de los israelitas retornados, de una población que en esa época sería de al menos cincuenta o sesenta mil personas, se habían casado con mujeres paganas de las tribus vecinas. Esdras considera este asunto un absoluto desastre y llora delante del Señor como si se hubiese hecho realmente un gran daño. ¿Ha caído la religión al nivel en que dice a sus fieles con quién pueden casarse? Además, las consecuencias de esta oración (sobre la cual reflexionaremos mañana) son bastante crueles, ¿no es así?

En realidad, la oración de Esdras revela a un hombre que ha meditado durante mucho tiempo en la historia de Israel.

En primer lugar, comprende cuál fue la causa del exilio, la destrucción formal de la nación, la dispersión del pueblo. No fue otra cosa que los pecados del pueblo, que, con una terrible frecuencia, habían sido fomentados por vínculos, sobre todo matrimoniales, entre el pueblo del pacto y las tribus vecinas. “Debido a nuestras maldades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados al poder de los reyes de los países vecinos. Hemos sufrido la espada, el cautiverio, el pillaje y la humillación, como nos sucede hasta hoy” (9:7).

En segundo lugar, entiende que Dios ha permitido a esta comunidad regresar a Judá con un propósito: “Pero ahora tú, SEÑOR y Dios nuestro, por un breve momento nos has mostrado tu bondad al permitir que un remanente quede en libertad y se establezca en tu lugar santo. Has permitido que nuestros ojos vean una nueva luz, y nos has concedido un pequeño alivio en medio de nuestra esclavitud” (9:8).

En tercer lugar, entiende que, a la luz de los dos primeros puntos, y de la prohibición explícita de las Escrituras contra los matrimonios mixtos, lo que ha ocurrido no es solamente ingratitud, sino un desafío concreto al Dios que alivió el dolor de Israel tanto en el éxodo, como también en el exilio.

En cuarto lugar, entiende la naturaleza compleja, corrosiva y colectiva del pecado. Como Isaías antes que él (Isaías 6:5), Esdras se incluye con el pueblo en su pecado (9:6). Comprende la dura realidad de que no se trata de errores individuales y nada más; es un medio por el cual el crudo paganismo y, finalmente, la relativización del Todopoderoso entran furtivamente en la congregación por la puerta de atrás. ¿Cómo podían haberse concertado esos matrimonios, incluso entre los sacerdotes, si otros muchos no hubiesen dado su aprobación, o al menos hecho la vista gorda? Ante todo, Esdras entiende que los pecados del pueblo de Dios son mucho peores que el castigo que han recibido (9:13–15).

¿Cómo deben dar forma actualmente estas líneas de pensamiento a nuestro concepto de los pecados del pueblo de Dios?

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 9). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Un lugar tenebroso

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor… pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Jeremías 17:9-10

Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón.

Salmo 69:32

Un lugar tenebroso

En nuestra sociedad, donde la imagen está presente en todo, la apariencia cuenta mucho. Podemos engañar a mucha gente cuidando las apariencias, pero Dios mira el corazón, y es imposible esconderle algo. Por ello nos muestra lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón, para que vivamos en la realidad. La Biblia nos dice abiertamente de dónde viene el mal: “De dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:21-22). El mal estado de nuestro corazón es la fuente de los males que padece toda la humanidad.

¿Somos conscientes de que esta es la descripción de nuestro propio corazón, y no solo la del corazón de un criminal? Existe el mismo potencial de mal en cada persona. Toda la fealdad de este lugar tenebroso conocido por Dios fue puesta en evidencia a través de la cruz de Jesucristo. Toda la maldad del corazón humano se manifestó cuando Aquel que traía la gracia y la verdad fue crucificado. Y allí en la cruz soportó, por todos los que creen en él, el juicio que ellos merecían.

Dios espera que estemos de acuerdo con él cuando nos revela nuestra verdadera naturaleza. Quiere que reconozcamos nuestro estado de desesperación y que aceptemos el único remedio que nos propone: la fe en Jesucristo, quien nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

Génesis 10-11 – Mateo 7:7-29 – Salmo 6 – Proverbios 2:16-22

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