Una obligación con Dios

Una obligación con Dios

1/30/2018

A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. (Romanos 1:14)

Un joven me preguntó una vez qué me motiva a estudiar semana tras semana. Le dije que a veces los pasajes bíblicos son tan estimulantes que no puedo esperar a que llegue el domingo para predicar. Pero luego hay otras veces en las que lucho contra las prioridades que desplazan mi tiempo de estudio, y entonces mi ministerio no parece tan emocionante. Tengo en realidad que abrirme paso a través de esos tiempos porque sé que tengo una deuda con Dios.

¿Qué sucede si veo que hay una casa incendiada, y las personas que están dentro no saben lo que está ocurriendo? No puedo pararme en la esquina y preguntarme si vale la pena que se salven. Como tienen necesidad y yo tengo la información que puede salvarlos, estoy obligado con ellos.

Si usted participa en el servicio cristiano solo cuando le gusta hacerlo, no ha aprendido la clase de servicio que Pablo describió en el versículo de hoy. Cuando se enfrenta a un tiempo difícil en el servicio a las personas, a veces de lo único que puede depender es de su obligación con Dios.

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La gracia que prevalece

ENERO, 30

La gracia que prevalece

Devocional por John Piper

He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y le daré consuelo a él y a los que con él lloran… (Isaías 57:18)

Aprendamos doctrina de los textos bíblicos. Perdura más de esa manera y alimenta el alma.

Por ejemplo, aprendamos de los textos sobre la gracia irresistible. Así veremos que no significa que la gracia no pueda ser resistida; significa que cuando Dios escoge, él puede vencer y vencerá a esta resistencia.

Por ejemplo, en Isaías 57:17-19, Dios castiga a su pueblo rebelde al herirlo y esconder de él su rostro: «A causa de la iniquidad de su codicia, me enojé y lo herí; escondí mi rostro y me indign酻 (versículo 17).

Aún así, ellos no respondieron con arrepentimiento. Por el contrario, continuaron con reincidencias. Se resistieron: «…y él siguió desviándose por el camino de su corazón» (versículo 17).

Por lo tanto, podemos resistirnos a la gracia. Es más, Esteban dijo de los líderes judíos: «vosotros… resistís siempre al Espíritu Santo» (Hechos 7:51).

Entonces ¿qué es lo que hace Dios? ¿Será que no tiene el poder para traer al arrepentimiento y plenitud a aquellos que se resisten? No es así. El versículo que sigue dice: «He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y le daré consuelo a él y a los que con él lloran…» (versículo 18).

Es así que, frente a una reincidencia recalcitrante que se resiste a la gracia, Dios dice: «lo sanaré». Él «restaurará» —la palabra es ‘hacerlo entero o completo’—. Está relacionada con la palabra shalom, que significa ‘paz’. Esta plenitud y paz se menciona en el versículo siguiente, que explica cómo Dios hace que un reincidente que se resiste a la gracia se vuelva a él.

Lo hace de la siguiente manera: «produciré fruto de labios: “Paz, paz (shalom, shalom) al que está lejos y al cercano”, dijo Jehová; y lo sanaré» (versículo 19). Dios crea lo que no existe. Es así como somos salvos; y es así como nos volvemos de nuestras reincidencias.

La gracia de Dios triunfa sobre nuestra resistencia al él crear alabanza donde no existía. Él trae shalom, shalom al cercano y al que está lejos. Plenitud, plenitud al cercano y al que está lejos. Lo hace «restaurando», es decir, reemplazando la enfermedad de la resistencia con la solidez de la sumisión.

El punto de la gracia irresistible no es que no podamos resistirla. Podemos, y lo hacemos. El punto es cuando Dios escoge hacerlo, él vence nuestra resistencia y restaura un espíritu sumiso en nosotros. Él crea y dice: «Que se haga la luz». Él sana, guía, restaura, consuela.

Por lo tanto, nunca hacemos alarde de que hayamos logrado salir de una reincidencia. Nos postramos ante el Señor, y con gozo y temblor le agradecemos por su gracia irresistible.


Devocional tomado del articulo “Grace Is Resistible… Until It’s Not”

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Génesis 31 | Marcos 2 | Ester 7 | Romanos 2

30 ENERO

Génesis 31 | Marcos 2 | Ester 7 | Romanos 2

Amán es ahorcado (Ester 7). Los detalles de cómo se alcanza este punto en la narración dan testimonio simultáneamente de la mano providencial de Dios y las habilidades narrativas del autor de este pequeño libro. El segundo banquete de Ester deja a Amán completamente expuesto y sin defensa. Pocos minutos después, cae sobre el diván de la reina, implorando misericordia, pero el airado rey Jerjes lo interpreta como un intento de violación de la misma. Además, la horca de veinticinco metros de altura preparada para Mardoqueo, aquel al que Amán se vio obligado a honrar, pasa a ser ahora el lugar de su propia ejecución. El hombre que quería cometer genocidio es ajusticiado.

A posteriori, qué fácil fue la operación. A pesar de las lágrimas desesperadas de Mardoqueo, de la incertidumbre de Ester y su llamamiento a realizar tres días de ayuno y oración, desde esta perspectiva ventajosa el resultado parece casi inevitable. Sin embargo, observemos:

En primer lugar, en la mayoría de los conflictos en que nos vemos inmersos, en particular los relativos al Evangelio y a la vida y la salud del pueblo de Dios, no sabemos el resultado de los mismos cuando entramos denodadamente en la refriega. Ese conocimiento sólo está reservado para Dios. Sin embargo, la fe cristiana nunca debe confundirse con el fatalismo; la intervención de Mardoqueo y Ester exigía examen de conciencia, fe, oración y obediencia. Retrospectivamente, incluso su presencia en la corte y sus alrededores estaba preparada por Dios, y ciertamente las consecuencias fueron obra de Dios; sin embargo, nuestra confianza en la victoria final de Dios no debe diluir nuestra propia implicación apasionada, la intercesión y la inserción en los asuntos tocantes al pueblo del pacto de Dios.

En segundo lugar, esta victoria puntual no significa que todos los problemas de los judíos han terminado. Un escrutinio rápido del resto de Ester muestra hasta dónde iban a llegar. Esta situación es absolutamente realista. En ocasiones, disfrutamos de momentos decisivos, pero incluso estos se vuelven simples pasos de un esfuerzo más complicado. Pablo dirige su concluyente discurso a los ancianos efesios (Hechos 20), pero es lo suficientemente realista para reconocer los peligros continuos que esperan a esa iglesia (Hechos 20:29–31). Acabamos de ver cómo, bajo las órdenes de Nehemías, se pudo construir el muro de Jerusalén y su terminación se consideró un éxito. También, cómo se produjo un avivamiento con Esdras cuando se instituyeron de nuevo las antiguas fiestas del pacto. Sin embargo, inmediatamente surgieron nuevos desafíos, peligros, situaciones comprometidas y decisiones difíciles que tomar.

Siempre es así. Satanás no se va de vacaciones. En el momento en que nos encontramos satisfechos en este mundo caído, vuelve el peligro, sobre todo el de la satisfacción desmesurada. Debemos prepararnos para el conflicto sin ser polémicos; equiparnos para la “buena batalla” (2 Timoteo 4:7), pues esta durará toda la vida.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 30). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Soy uno de los nueve?

Sed llenos del Espíritu… cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Efesios 5:18-20

¿Soy uno de los nueve?

Lea Lucas 17:11-19

Jesús se encontró con diez hombres que tenían lepra, enfermedad que en aquella época era incurable. Puestos en cuarentena, estaban abandonados a su triste suerte. La ley de Moisés declaraba: El leproso “habitará solo; fuera del campamento será su morada” (Levítico 13:46).

Estos hombres fueron al encuentro del Señor y, a distancia, le suplicaron: “¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!”. Su oración fue rápidamente escuchada: Jesús no los rechazó. Lleno de compasión respondió a su miseria, como lo hace con todos los que se dirigen a él con fe. Les dijo que fueran a mostrarse a los jefes religiosos para que fuesen testigos de su curación. Y mientras iban, fueron sanados. ¡Qué felicidad debieron sentir! Uno de ellos, un extranjero, al ver que estaba sanado, volvió a Jesús “glorificando a Dios a gran voz”. Él, quien antes no podía acercarse a Jesús, se echó a sus pies dándole gracias. Esta manifestación de agradecimiento alcanzó el corazón del Señor. Pero, ¿dónde estaban los otros nueve leprosos sanados? Ninguno había vuelto para dar gloria a Dios.

Nuestro Señor desea que aquellos a quienes salvó le expresen su agradecimiento. Lo espera de cada uno en particular, pero también nos invita a alabarlo colectivamente. ¡Qué gozo cuando, con simplicidad, en espíritu y en verdad, podemos hacerlo juntos, incluso si somos pocos, para recordar al Señor Jesús y ofrecerle nuestra adoración por medio de cánticos espirituales y oraciones que expresan nuestro agradecimiento! ¡Él es digno de ello!

Génesis 33 – Mateo 19 – Salmo 18:16-24 – Proverbios 6:6-11