Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (1 Juan 4:9)

El Jesús histórico

1/10/2018 

Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (1 Juan 4:9)

Muchos dudan de si existió en realidad Jesús, pero muchos historiadores han escrito acerca del Señor Jesucristo.

Alrededor de 114 d.C., el historiador romano Tácito escribió que al fundador de la religión cristiana, Jesucristo, le dio muerte Poncio Pilato en el reinado del emperador romano Tiberio (Annals [Crónicas] 15.44).

Plinio el menor escribió una carta al emperador Trajano sobre el tema de Cristo y los cristianos (Cartas 10.96-97).

En 90 d.C., el historiador judío Josefo escribió una breve nota biográfica acerca de Jesús: “Fue alrededor de ese tiempo que Jesús, un hombre sabio, si es lícito llamarlo hombre, ya que era un hacedor de obras maravillosas, maestro de tales hombres cuando recibían la verdad con agrado.

Atrajo hacia Él a muchos de los judíos y a muchos de los gentiles. Él era Cristo” (Antigüedades 18.63).

El Talmud se refiere a Jesús de Nazaret (Sanhedrin [Sanedrín] 43a, Abodah Zera 16b-17a).

Jesús fue un hombre en la historia. Y sus reclamos fueron ciertos. ¿Duda de su poder para salvarlo a usted?

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Cómo serán juzgados los creyentes

ENERO, 10

Cómo serán juzgados los creyentes

Devocional por John Piper

Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros, según sus obras. (Apocalipsis 20:12)

¿Qué pasará con el juicio final? ¿Se recordarán nuestros pecados? ¿Serán revelados? Sabiamente, Anthony Hoekema lo explica de la siguiente manera: «Las fallas y los defectos de… los creyentes… entrarán en el cuadro del Día del Juicio Final. Sin embargo —y este es el punto importante—, los pecados y los defectos de los creyentes serán revelados en el juicio como pecados perdonados, cuya culpa ha sido totalmente cubierta por la sangre de Jesucristo».

Imaginémoslo de la siguiente manera. Dios tiene un archivo para cada persona («los libros» en Apocalipsis 20:12). Todo lo que alguna vez hayamos hecho o dicho (Mateo 12:36) está registrado ahí con una calificación (de la letra A a la F). Cuando uno se presente ante el «tribunal de Cristo» (2 Corintios 5:10) para ser juzgado «de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo», Dios abrirá el archivo y mostrará los exámenes con las calificaciones. Sacará todas las letras F y las colocará en una pila. Luego tomará todas las letras D y luego las C, y sacará las partes buenas de los exámenes y las colocará junto con los que tienen las letras A. Luego colocará lo malo con las F. Después tomará todas las letras B y las A, y sacará las partes malas y las colocará en la pila de las F, y pondrá todas las partes buenas y las colocará en la pila de las letras A.

Luego abrirá otro archivo («el libro de la vida») y encontrará nuestro nombre y, detrás de él, un fósforo hecho con la madera de la cruz de Jesús. Tomará el fósforo, lo encenderá y prenderá toda la pila de las letras F, con todos nuestros defectos y deficiencias, y los quemará. Aquellos no nos condenarán y no nos recompensarán.

Luego tomará de nuestro archivo del «libro de vida» un sobre sellado con una leyenda que dice: «bono gratuito de gracia»; y lo colocará en la pila con las letras A (ver Marcos 4:24 y Lucas 6:38). Luego él levantará toda la pila y declarará: «De esta manera tu vida da testimonio de la gracia de mi Padre, del valor de mi sangre y del fruto de mi Espíritu. Entra en el gozo de tu Señor».


Devocional tomado del articulo “What Will It Be Like at the Judgment?”

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Génesis 11 | Mateo 10 | Esdras 10 | Hechos 10

10 ENERO

Génesis 11 | Mateo 10 | Esdras 10 | Hechos 10

En general, Esdras 10 se comprende de dos maneras diferentes:

Según el primer punto de vista, lo que acontece es algo parecido a un avivamiento. Las lágrimas y la oración de Esdras son tan conmovedoras que los líderes de la comunidad, aunque también habían transigido con los matrimonios mixtos, formalizan un acuerdo de divorcio con sus mujeres paganas y las envían a su propio pueblo, junto a todos los niños nacidos de esas uniones. Quienes que no estén de acuerdo con esta decisión serán expulsados de la asamblea de los exiliados (10:8) y en adelante tratados como extranjeros. Se efectúan reuniones y se pone manos a la obra. Es un acto notablemente valiente, una señal segura de la bendición de Dios, evidencia clara de que este pueblo ama al Señor incluso más que a su propia familia. La pureza de la congregación posexílica se mantiene y se evita desatar la ira de Dios. La lección es, entonces, que debemos ocuparnos del pecado de forma radical.

Según la segunda perspectiva, aunque la oración de Esdras (Esdras 9) es correcta, los pasos que se dan a raíz de ella son prácticamente erróneos. El matrimonio, después de todo, es una ordenanza de la creación. En cualquier caso, nadie puede simplemente anularlo; si la ley prohíbe casarse con paganos, también lo hace con el divorcio fácil. ¿Qué ocurre con todos esos niños? ¿Han de ser enviados con sus abuelos paganos, sin ningún acceso a la comunidad del pacto y al Dios único de toda la tierra, además del daño psicológico que sin duda sufrirían? ¿No podían darse otros pasos en su lugar? Por ejemplo, a partir de ese momento, se podrían prohibir y evitar esos matrimonios, bajo sanción de expulsión de la asamblea. Se podría despojar de sus derechos y obligaciones sacerdotales a los sacerdotes casados con paganas. El tipo de arrepentimiento general que se produce podría canalizarse hacia el fiel estudio de la ley, sobre todo el de estas familias mixtas. ¿Qué sanción existe para una acción tan inhumana como la de este capítulo?

Rigurosamente hablando, el propio texto no se decanta entre estas dos interpretaciones, aunque la primera es ligeramente más natural dentro de la postura del libro. Sin embargo, ¿es esta más natural dentro de la postura de todo el canon o del Nuevo Testamento?

Sin argumentos que eviten la cuestión, sospecho que en gran medida ambas perspectivas son correctas. Hay algo noble y valeroso en la acción realizada; también lo hay cruel y reduccionista. Sospechamos que esta es una de esas consecuencias mixtas en que la Biblia abunda sinceramente, como el relato de Gedeón, de Jefté o de Sansón. Algunos pecados tienen tentáculos tan complejos que no resulta

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 10). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La apreciación divina

Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Salmo 51:17

Solo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres.

1 Reyes 8:39

La apreciación divina

Lucas 18:9-14

Para explicar la importancia de lo que sucede en nuestros corazones, Jesús toma el ejemplo de dos hombres que van a orar al templo. Uno de ellos es un personaje religioso que se cree justo, el otro es despreciado debido a la función que desempeña en la sociedad.

El primero ora así: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres”. El orgullo nos aísla de nuestros semejantes, pero ante todo nos aleja de Dios, quien aborrece “la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa” (Proverbios 8:13).

El segundo tiene una actitud totalmente diferente. Es consciente de sus pecados ante Dios y no se atreve a acercarse a él. Su conciencia intranquila ni siquiera le permite levantar los ojos hacia el cielo, pero sabe que Dios es un Dios de misericordia y de gracia. Ora así: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Refiriéndose a él, Jesús dijo: “Este descendió a su casa justificado antes que el otro”, es decir, el hombre religioso satisfecho de sí mismo. Luego el Señor añadió: “Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.

Dios no ha cambiado. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Todo el que hoy se humilla ante Dios, le confiesa sus pecados y cree que Jesucristo murió para expiarlos, recibe su perdón por gracia.

“El Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

Génesis 12-13 – Mateo 8:1-22 – Salmo 7:1-8 – Proverbios 3:1-6

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