Deseoso de servir

Deseoso de servir

1/31/2018

Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. (Romanos 1:15)

¿Se siente feliz y entusiasta al cumplir la responsabilidad que Dios le ha encomendado? Como se puede decir, según el versículo de hoy, que fue la actitud de Pablo. Estaba dedicado por completo a hacer la obra del ministerio. Nunca su propia vida fue lo más importante. La vida tenía un solo propósito para él, y era el hacer la voluntad de Dios. Siempre estuvo deseoso de predicar.

Pablo era como un caballo de carreras en el portalón o un corredor de carreras cortas en el punto de partida, esperando ganar la victoria. Dios tenía que sujetarlo de vez en cuando porque estaba demasiado deseoso de correr. ¿Está deseoso de servir? ¿Es esa la clase de servicio que usted presta o algunos tienen que aguijonearlo con toda su fuerza para hacer que participe? Si su servicio a Cristo es de todo corazón, entonces estará deseoso de servir.

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Cinco propósitos del sufrimiento

ENERO, 31

Cinco propósitos del sufrimiento

Devocional por John Piper

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. (Romanos 8:28)

Rara vez sabemos cuáles son las microrazones de nuestro sufrimiento, pero la Biblia nos da macrorazones que sostienen nuestra fe.

Es bueno tener un plan para recordar algunas de estas razones para que así, cuando nos llegue una aflicción de manera repentina o tengamos la oportunidad de ayudar a otros que están sufriendo aflicciones, podamos traer a memoria algunas verdades que Dios nos ha dado para ayudarnos a no perder la esperanza.

He aquí cinco palabras para ayudarnos a recordar (o escojamos tres, si fuera más fácil, y tratemos de recordarlas).

Los macropropósitos de Dios en nuestro sufrimiento incluyen lo siguiente:

Arrepentimiento: El sufrimiento es un llamado, para nosotros y para otros, a dejar de atesorar cosas mundanas por encima de Dios.

¿O pensáis que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente (Lucas 13:4-5).

Confianza: El sufrimiento es un llamado a confiar en Dios y no en las cosas que el mundo afirma que necesitamos para vivir.

Fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos… (2 Corintios 1:8-9)

Rectitud: El sufrimiento es la disciplina a la que nos somete nuestro amado Padre Celestial para que compartamos su santidad.

Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo…Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia (Hebreos12:610-11).

Recompensa: El sufrimiento está generando para nosotros una gran recompensa en el cielo que suplirá mil veces más cada pérdida que tengamos acá.

Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación… (2 Corintios 4:17).

Recordatorio: El sufrimiento nos recuerda que Dios envió a su Hijo al mundo a sufrir para que nuestro sufrimiento no fuera la condenación de Dios sino su purificación.

…y conocerle a él, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos… (Filipenses 3:10)


Devocional tomado del articulo “Preparing for Sudden Suffering”

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Génesis 32 | Marcos 3 | Ester 8 | Romanos 3

31 ENERO

Génesis 32 | Marcos 3 | Ester 8 | Romanos 3

Casi todo en Romanos 3:21–26 es discutido. No disponemos de espacio para justificar una exégesis particular. Sin embargo, en mi opinión, podemos extraer unas conclusiones importantes:

(1) “Pero ahora” (3:21): la expresión es temporal, no meramente lógica. Pablo ha dedicado 1:18–3:20 a demostrar que toda la raza humana, judíos y gentiles por igual, esto es, los que tienen la ley mosaica y los que no, son culpables ante Dios. No obstante, en este punto de la historia redentora, ha ocurrido algo nuevo. Se ha dado a conocer una “justicia de Dios”.

(2) La frase “sin la mediación de la ley” probablemente modifica “se ha manifestado”, es decir, “sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios”.

(3) “La ley” no es “legalismo” aquí, como si Pablo estuviese diciendo que ahora se había dado a conocer una justicia sin el legalismo. La reflexión de Pablo, más bien, es que ahora, con la muerte y la resurrección de Jesús, se ha manifestado una justicia de Dios sin la ley-pacto, la ley de Moisés. Esto no significa que aquella no haya sido anunciada. Todo lo contrario: de ella “dan testimonio la ley y los profetas” (esto es, las sagradas Escrituras). En otras palabras, “la justicia de Dios” que ha venido a nosotros por medio de Jesús apareció de forma independiente a la ley-pacto, pero aun así, la antigua ley, de hecho, toda la Biblia hebrea, contuvo testimonio de ella y la anunció.

(4) Esta “justicia de Dios” viene a todos los que creen (3:22–24). No puede ir a los buenos porque Pablo acaba de invertir dos capítulos demostrando que todos son malos. Viene, por tanto, a aquellos que creen, libremente por la gracia de Dios “mediante la redención que Cristo Jesús efectuó” (3:24).

(5) Dios consiguió esta redención ofreciendo a Cristo Jesús como “sacrificio de expiación” (3:25) o, más precisamente, como “propiciación” (rvr60). Así pues, Dios dio lugar a la muerte de Jesús, de forma que en su crucifixión este murió, “el justo por los injustos” (1 P. 3:18), haciendo a Dios favorable o “propicio” a aquellos que, de lo contrario, solo se enfrentarían a su ira. Por tanto, la muerte de Cristo no es únicamente una “expiación” (cancela nuestro pecado), sino una “propiciación” (hace a Dios propicio). Por supuesto, como es el propio Todopoderoso quien provee el sacrificio, existe un profundo sentido en el que Dios se propicia, es decir, provee por gracia el sacrificio que pacifica su propia ira.

(6) Afirmado de otra forma, Dios no sólo ofrece a Cristo para justificar a los pecadores impíos como nosotros los que tenemos fe en Jesús, sino también para mantener su propia justicia, ser justo, frente a todos los pecados que se han cometido siempre (3:25–26).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 31). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El silencio de Jesús (1)

miércoles 31 enero

El sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? Mas Jesús callaba.

Mateo 26:62-63

El silencio de Jesús (1)

Durante los diversos procesos que tuvo que enfrentar la noche que fue entregado, Jesús guardó silencio. ¡Extraño silencio de aquel que rehusaba defenderse y responder a los falsos testigos que lo acusaban! El sumo sacerdote se irritó: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios”. Jesús respondió: “Tú lo has dicho” (Mateo 26:63-64). Se limitó a subrayar la verdad. Y por ello fue condenado a muerte, por haber dicho que era el Hijo de Dios.

Ante Pilato, el gobernador romano, Jesús también calló. Esto sorprendió al jefe romano. Solo tomó la palabra para declarar su identidad divina y afirmar que el objetivo de su presencia en este mundo era dar testimonio a la verdad. Verdad que no se quería reconocer, pero que en medio de esta injusticia, de todo ese mal, brilló con una luz singular en su persona.

En Jesús, el silencio era el lenguaje de la verdad. Había enseñado abiertamente en el templo, y nadie lo había escuchado. Pero en los momentos previos a su suplicio, Jesús guardó silencio.

¿Cómo comprender ese sorprendente cambio? ¡Su silencio era una perfecta expresión de su obediencia a Dios! Jesús no evadió ese camino, sino que fue por él hasta el suplicio de la cruz. Incomprendido, rechazado, humillado, en una total soledad, bajo la mirada de Dios, caminó hasta la muerte. Jesús caminó voluntariamente hacia ese objetivo. Su silencio nos habla de todo ello.

En Jesús, el silencio también es el lenguaje del amor; un amor más fuerte que la muerte, profundo, para Dios y para nosotros.

(mañana continuará)

Génesis 34 – Mateo 20:1-15 – Salmo 18:25-30 – Proverbios 6:12-15