Serie: El cristiano y la depresión. Sugel Michelén (MTS) es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Ha sido por más 35 años uno de los pastores de Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en República Dominicana, donde tiene la responsabilidad de predicar regularmente la Palabra de Dios.
13 de febrero «Ahora, pues, ninguna condenación hay…». Romanos 8:1
Ven, alma mía, piensa en esto: al creer en Jesús te libras real y efectivamente de la culpa, sales fuera de la prisión. No permaneces más en cadenas como un esclavo. Ahora estás libre de la esclavitud de la ley y del pecado, y puedes andar libremente, pues la sangre de tu Salvador ha logrado tu absolución completa. Tienes el derecho de acercarte al trono de tu Padre. Ninguna llama de venganza hay ahora allí que te espante; ninguna espada encendida.
La justicia no puede castigar al inocente. Tus inhabilitaciones ha sido quitadas: en tiempos estabas inhabilitado para ver el rostro de tu Padre, pero ahora lo puedes ver; no podías hablar con él, pero actualmente tienes acceso con confianza; en otro tiempo había en ti un temor al Infierno, mas ahora no lo temes ya, pues ¿acaso puede haber castigo para el inocente? El que cree no es condenado, no puede sufrir castigo. Y, a más de todo eso, los privilegios de que hubieras gozado en caso de no haber pecado, ahora —que estás justificado— son tuyos.
Todas las bendiciones que habrías tenido si hubieses guardado la ley, y muchas más, te pertenecen porque Cristo las ha reservado para ti.
Todo el amor y la aceptación que la obediencia perfecta hubiera podido conseguirte de Dios son tuyos, porque Cristo fue perfectamente obediente por ti y te ha imputado todos sus méritos: para que seas muy rico por medio de él, quien por tu causa se hizo muy pobre.
¡Oh, cuán grande es la deuda de amor y de gratitud que tienes con tu Salvador! Un Dios soberano es mi Dios, grande y poderoso al salvar, es siempre fiel para librar, sonríe y hay consolación. Su gracia, cual lluvia, veré y muros de amor rodearán al alma que defienda él.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 52). Editorial Peregrino.
Lunes 13 Febrero El mismo Jesucristo Señor nuestro… nos amó y nos dio consolación eterna. 2 Tesalonicenses 2:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16 Todo va bien Leer 2 Reyes 4:8-37
Una mujer rica y su marido prepararon una habitación en su casa para recibir al profeta Eliseo. Agradecido por la generosa hospitalidad de esta mujer sin descendencia, Eliseo le anunció el nacimiento de un hijo. Según la palabra del profeta, esta pareja tuvo un hijo, el cual creció bajo los tiernos cuidados de su madre.
Pero una mañana, estando en los campos con su padre, el niño se quejó de un fuerte dolor de cabeza. Su padre mandó que lo llevaran a casa. Su estado se agravó rápidamente, y al mediodía murió en las rodillas de su madre. Ella lo acostó en la cama del profeta, cerró la puerta y salió. A las preguntas de su marido que la veía partir, ella respondió: “Paz”, es decir, todo va bien. Al criado de Eliseo que fue a su encuentro, también respondió que todo iba bien.
Pero ante Eliseo, “el varón de Dios”, manifestó su dolor y su confusión. ¡Hubiese preferido no tener nunca un hijo que perderlo ahora! El profeta Eliseo la escuchó, luego fue a su casa y resucitó al niño.
¿Tiene usted un sufrimiento que nadie comprende? ¿Es algo tan personal que no se atreve a contárselo a nadie? Si se siente triste o amargado, haga como esta mujer de fe: vaya directamente a Jesús. Él es más grande que Eliseo, sin embargo, no rechaza a nadie. Expóngale todo mediante la oración, incluso sus resentimientos. ¡Él lo conoce, comprende su sufrimiento y dará paz a su corazón, aunque las circunstancias no cambien necesariamente!