14 de febrero «Al instante había sido sanada». Lucas 8:47 (VM)
Tenemos esta noche delante de nosotros uno de los milagros más conmovedores e instructivos del Salvador. La mujer era muy ignorante: se imaginó que había salido poder de Cristo naturalmente, sin su conocimiento o inmediata voluntad. Por otra parte, ella desconocía la generosidad del carácter de Jesús, de lo contrario no hubiera ido detrás de él a robar la sanidad que él estaba dispuesto a darle. La miseria debiera colocarse siempre frente a la misericordia. Si la mujer hubiese conocido el amor del corazón de Jesús, habría dicho: «Solo tengo que ponerme donde me pueda ver. Su omnisciencia le hará conocer mi caso, y su amor obrará enseguida mi cura». Admiramos su fe, pero nos maravillamos de su ignorancia.
Cuando hubo obtenido la cura, se regocijó con temblor: estaba alegre porque el poder divino había obrado en ella una maravilla, pero temió que Cristo le quitara la bendición y le negara su gracia. ¡Poco conocía la plenitud de su amor! Nosotros no tenemos un concepto tan claro de él como quisiéramos, no conocemos las alturas y profundidades de su amor, pero sabemos, con seguridad, que él es demasiado bueno para quitarle a un alma temblorosa el don que esta ha obtenido.
No obstante, aquí está lo maravilloso: aunque el conocimiento de ella era limitado, su fe (porque era fe verdadera) la salvo, y la salvó al instante. No hubo una demora tediosa; el milagro de la fe fue instantáneo. Si tenemos fe como un grano de mostaza, entonces la salvación es nuestra posesión presente y eterna. Aunque en la lista de los hijos de Dios estemos inscritos como los más débiles de su familia, sin embargo, siendo herederos por la fe, ningún poder humano o diabólico es capaz de privarnos de la salvación. Aunque no podamos tomar en nuestros brazos al Señor, como lo hizo Simeón, aunque no nos atrevamos a reclinar nuestras cabezas en su seno, como Juan, sin embargo, si nos aventuramos a abrirnos paso detrás de él y a tocarle el borde de su manto, seremos eternamente sanos.
¡Ten coraje, tú que eres tímido! Tu fe te ha salvado; ve en paz. «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios» (Ro. 5:1).
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 53). Editorial Peregrino.
Martes 14 Febrero La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu… y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12 Tu dicho me ha vivificado. Salmo 119:50
Estos textos estaban llenos de vida
Testimonio «Era el 14 de febrero en el año 1974. Esa noche estaba sentado en mi habitación de la ciudad universitaria cuando mi mejor amigo llegó con su futura esposa, para decirme que se habían vuelto cristianos. Alarmado, pensé que una secta los había atrapado… En esa época yo no estaba seguro de mis propias creencias. Me había bautizado y confirmado, pero eso no significaba gran cosa para mí. En la escuela había asistido regularmente a las clases de religión, había estudiado la Biblia en los cursos bíblicos, pero terminé rechazando todo, e incluso tenía argumentos fuertes contra el cristianismo (al menos eso era lo que pensaba).
Quería, pues, ayudar a mis amigos. Primero pensé en hacer una búsqueda profunda sobre el tema. Decidí leer el Corán, a Karl Marx, a Jean-Paul Sartre y la Biblia. Como tenía una Biblia en un armario, esa noche la tomé y empecé a leerla. Leí todo el evangelio de Mateo; luego Marcos, Lucas y, casi dormido, solo leí la mitad del evangelio de Juan. Cuando desperté, terminé de leer Juan y continué leyendo Hechos, Romanos y las dos epístolas a los Corintios. ¡Esta lectura me apasionó! Antes, estos mismos textos no me decían nada, pero ahora estaban llenos de vida, y no podía parar de leer. Era la verdad, lo reconocía en el fondo de mí mismo. Tenía que tomar una decisión, pues estos textos me interpelaban con mucha fuerza. Poco después puse mi fe en Jesucristo».
¿Quién hubiera pensado que las personas que dicen ser cristianas, aun los pastores, atacarían la misma noción de la verdad? Pero así lo hacen.
Un reciente ejemplar de la revista Christianity Today resaltó un artículo acerca de «La iglesia emergente». Ese es el nombre popular para una afiliación informal de comunidades cristianas de todo el mundo que quieren renovar la iglesia, cambiar la forma en que los cristianos interactúan con la cultura y cambiar nuestro modo de pensar acerca de la verdad misma. El artículo incluía un perfil de Rob y Kristen Bell, el matrimonio fundador de Mars Hill, una comunidad emergente en continuo y gran crecimiento en Grand Rapids, Michigan.
Según el artículo, los Bell se encontraron cada vez más incómodos con la iglesia. Kristen dice: «La vida en la iglesia se había empequeñecido. Había funcionado por un largo tiempo, pero luego dejó de hacerlo». Los Bell se comenzaron a cuestionar sobre sus conceptos acerca de la Biblia misma, «descubriendo la Biblia como una creación humana», como dice Rob, en vez de una creación divina. Rob dice: «La Biblia está aún en el centro para nosotros, pero es un centro distinto. Queremos abrazar el misterio, en vez de conquistarlo». Kristen dice: «Crecí pensando que ya habíamos descifrado la Biblia, que sabíamos lo que significa. Ahora no tengo idea del significado de la mayor parte de ella. Y sin embargo, pienso otra vez que la vida es grande; como si la vida hubiera sido en blanco y negro y ahora fuera de color»[1].
Un tema dominante impregna todo el artículo: En el movimiento de la iglesia emergente, la verdad (en cualquier grado que este concepto sea reconocido) es inherentemente difusa, indistinta e incierta, y quizá hasta desconocida.
Cada uno de los líderes de la iglesia emergente descrito en el artículo, expresó un alto nivel de disconformidad con cualquier insinuación de certeza en cuanto al significado de la Biblia, hasta con respecto al evangelio. Aun el evangelio es una nebulosa para ellos. Por ejemplo, Brian McLaren, ex pastor y autor popular, es la figura más conocida y una de las voces más influyentes en el movimiento de la iglesia emergente. McLaren es mencionado en el artículo de Christianity Today, donde dice: «Yo no creo que tengamos el evangelio correcto todavía… No creo que los liberales lo tengan, pero tampoco nosotros lo tenemos. Ninguno de nosotros ha alcanzado la ortodoxia»[2].
En otros escritos, McLaren compara la noción convencional de ortodoxia con una afirmación: «Nosotros tenemos la verdad capturada, embalsamada y puesta en la pared»[3]. Así mismo, caricaturiza a la teología sistemática como un intento inconsciente de «tener a la ortodoxia definitiva forzada, congelada y envuelta para siempre»[4].
Esto es muy popular hoy día. McLaren escribió y fue coautor de cerca de doce libros, y su completo rechazo hacia la certeza es un tema que abarca una y otra vez. En el año 2003 Zondervan y Especialidades Juveniles se juntaron para lanzar una línea de materiales llamados «Emergent/YS». Publicaron libros, DVD y material de audio en grandes cantidades con títulos que iban desde Velvet Elvis: Repainting the Christian Faith (Velvet Elvis: Repintando la fe cristiana) de Rob Bell hasta Adventures in Missing the Point (Aventuras al perder el punto principal), un título acertado con la colaboración de Brian McLaren y Tony Campolo.
La idea de que el mensaje cristiano debería mantenerse flexible y ambiguo parece sumamente atractiva para los jóvenes que están sintonizados con la cultura y enamorados del espíritu de la edad, y que no soportan la idea de tener la verdad bíblica autoritaria aplicada con precisión para corregir el estilo de vida mundano, las mentes profanas y los comportamientos impíos. Y el veneno de esta perspectiva está siendo inyectado más y más dentro del cuerpo de la iglesia evangélica.
Eso no es cristianismo auténtico. No saber lo que uno cree (sobre todo cuando se habla de un tema tan esencial como el evangelio para el cristianismo) es por definición un tipo de incredulidad. Negarse a reconocer y defender la verdad revelada por Dios es una forma testaruda y perniciosa de incredulidad. Defender la ambigüedad, exaltar la incertidumbre o de lo contrario ocultar la verdad es una manera pecaminosa de fomentar la incredulidad.
Cada cristiano verdadero debería conocer y amar la verdad. La Escritura dice que una de las características clave de «los que se pierden» (aquellas personas que están condenadas por su incredulidad) es que «no recibieron el amor de la verdad para ser salvos» (2 Tesalonicenses 2:10). Es claro que el amor genuino por la verdad se edifica en la fe salvadora. Es por lo tanto, una de las cualidades distintivas de cada creyente verdadero. Según las palabras de Jesús, ellos conocieron la verdad, y la verdad los ha hecho libres (Juan 8:32).
En una época en que la sola idea de verdad está siendo atacada con desdén (aun en la iglesia donde las personas deberían reverenciar la verdad), el consejo sabio de Salomón nunca fue tan oportuno: «Compra la verdad, y no la vendas» (Proverbios 23:23).