
Manantiales en el Desierto
Lettie B. Cowman
Abril 21
«Plenamente convencido de que todo lo que había prometido, era también poderoso para hacerlo,»
(Romanos 4:21.)
Se nos dice que Abraham podía mirar a su propio cuerpo y considerarlo como muerto, sin que por esto se desalentase, porque él no miraba a sí mismo, sino al Todopoderoso.
¡El no vaciló en la promesa, sino que permaneció de pie firme, debajo de su carga poderosa de bendición.
En vez de debilitarse, aumentó su fé y se fortaleció cuando las dificultades se hacían más aparentes. Glorificó a Dios en todo por medio de Su suficiencia, estando «completamente persuadido» (como dice el texto griego) «Que El que había prometido» no es que meramente pudiese, sino como dice literalmente que «abundantemente puede cumplir,» porque
tiene una infinidad de recursos muy superiores a las necesidades.
El es el Dios de los recursos sin límites. La limitación solamente existe de nuestra parte. Nuestras peticiones, pensamientos y oraciones son demasiado pequeñas; lo que esperamos es muy limitado. El trata de elevarnos a una concepción más elevada y nos incita a que esperemos cosas mayores. ¿Nos vamos a mofar de Él? No hay límites que podemos pedir y esperar de nuestro glorioso El-Shaddai: y solamente se nos ha dado una medida para Su bendición, y es la siguiente: «Según el poder que obra en nosotros,»-A. B. Simpson.
«Trepa a la casa donde se guardan los tesoros de bendición, por la escalera divina de las promesas. Abre con una promesa, como si fuese una llave, la puerta donde se hallan las riquezas de la gracia de tu Dios.»