8/41 – Avanzando en Reversa

Sabiduría para el Corazón

Serie: Filipenses

8/41 – Avanzando en Reversa

Stephen Davey

Texto: Filipenses 1:12-14
¿Han habido momentos cuando sintió que no estaba avanzando en la vida? Es más ¿Han habido momentos en que sintió que la vida lo estaba llevando en la dirección equivocada? Quizás usted se está sintiendo de esa forma ahora mismo. En este programa, aprenderemos acerca de la interesante forma en que Dios nos permite avanzar yendo en reversa.

Sabiduría para el Corazón es el ministerio internacional de enseñanza bíblica del Pastor Stephen Davey, traducido y adaptado al español por Daniel Kukin.

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La monarquía

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La monarquía

R.C.Sproul

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Esta es una de las cosas que me frustra cuando veo a la gente que empieza a estudiar el Antiguo Testamento; como dije antes, ellos inician bien su lectura de Génesis y Éxodo y luego empiezan a perder entusiasmo cuando se atascan con Levítico y Números y lo demás.

Y me decepciono porque quiero que lleguen a Primera y Segunda de Samuel. Me encantan los libros de Samuel. Hay tanto contenido en estos libros, ya que las Escrituras nos revelan la vida de algunos personajes más importantes del Antiguo Testamento.

Pero no son solo las vidas de los santos del Antiguo Testamento que se destacan en los libros de Samuel, sino que también vemos un retrato tan magnífico de Dios. Ahora, ya hemos mencionado el período de los Jueces, y dije que el período de los Jueces se extiende hasta incluir Samuel, pero, por supuesto, la historia de Samuel no se da hasta el libro de 1 Samuel y Samuel es presentado como el hijo de la mujer Ana, quien no había tenido hijos

Y quien había orado y orado y orado para que Dios escuchara su oración y le concediera un hijo. Y, de hecho, la oración de Ana, que se encuentra al principio de 1 Samuel, prácticamente se repite en el Nuevo Testamento en la oración de María, llamada el Magnificat.

Y si hay alguna persona en este período de la historia judía que tipifica la venida de Cristo, es Samuel, porque cuando nace, su madre, en gratitud tan profunda por la respuesta de Dios a su oración, dedica a Samuel a una vida de servicio a Dios y lo presenta al entonces juez de Israel, el venerable Elí; Samuel ahora queda bajo el cuidado de Elí.

Y recordamos esa historia de cómo en medio de la noche cuando Samuel estaba durmiendo, escuchó una voz que lo llamaba por su nombre: “Samuel”. Y se despertó y corrió y sacudió a su mentor, Elí; y le dijo: ‘¿Me llamaste?’ Y Elí respondió: ‘No, debes estar oyendo cosas. Vuelve a la cama’.

Y Samuel regresa a dormir. Y otra vez Dios lo llama en medio de la noche: “¡Samuel!” Samuel se levanta de nuevo y corre hacia Elí y dice: ‘¿Me llamaste?’ Y él dijo: ‘No’. Entonces Elí empieza a pensar que tal vez es Dios que le está hablando a Samuel y le da instrucciones a Samuel.

Así que Samuel regresa a dormir de nuevo y ahora por tercera vez Dios viene y le habla en la forma íntima de dirigirse a otro: “¡Samuel, Samuel!” y Samuel responde a Dios diciendo: “Habla, que tu siervo escucha”. Entonces Dios le revela a Samuel que su juicio está por venir a la casa de Elí; porque, aunque Elí mismo había juzgado a Israel con un espíritu de piedad, sus hijos eran malos y Elí no los había disciplinado; y así Dios le dice a Samuel que va a traer juicio sobre una familia, Dios le dice a Samuel que va a traer juicio sobre la familia de Elí.

A la mañana siguiente Elí le preguntó a Samuel ‘¿Te habló Dios?’ Y él dijo: Sí. Y Elí dijo: ‘¿Qué te dijo?’ y Samuel no quería decirle. Estaba aterrado de darle a Elí las malas noticias. Y Elí trata de sacarle la información, pero Samuel no dice nada hasta que al fin Elí dice: ‘Bueno, lo que Dios te haya dicho, lo que sea que Él haya dicho, te puede pasar a ti si no me lo dices’.

Entonces Samuel dijo: ‘está bien, te lo diré’. Y le dijo a Elí que Dios iba a juzgarlo a él y a su familia. Y una de las cosas más significativas de ese momento fue que cuando Elí escuchó la profecía de su propia condena y del juicio de Dios sobre su propia familia, miró a Samuel y dijo: “El Señor es”. Y poco después el juicio vino. Llegó con una vergonzosa derrota de los soldados israelitas en la que murieron los hijos de Elí.

Y cuando Elí recibió el informe de esto, cayó muerto, pero el momento más oscuro de Israel hasta este punto, tuvo lugar en este contexto porque en esa batalla, el Arca de la Alianza, el trono de Dios mismo, fue capturado por los filisteos y fue llevado y puesto como un trofeo en el templo de Dagón, el dios filisteo.

Y, por supuesto, la nuera sobreviviente de Elí dio a luz a un niño ese día, y ella misma murió como resultado del esfuerzo para dar a luz. Pero antes de morir, llamó a su hijo Icabod o Ajikabod, que significa la gloria se ha ido, puesto que el trono de Jehová, el arca sagrada había sido capturada y puesta en manos de sus enemigos acérrimos: los filisteos.

La gloria se había apartado de Israel. Y es en ese contexto que Samuel emerge como el líder espiritual de la nación. Él tiene que asumir el papel que tenía Elí, en un momento en que la fe y la esperanza nacional habían tocado fondo.

Sin embargo, conocemos sobre los acontecimientos extraordinarios a partir de entonces, como cuando los filisteos trajeron el trono de Dios a su templo para burlarse y usarlo como un trofeo. Lo que sucedió fue que la gente era afligida por plagas y la estatua de su dios se rompió en mil pedazos; Y los cinco reyes de los filisteos empezaron a jugar ping-pong, enviando el arca de una ciudad a otra, de Asdod a Gat, luego a Ecrón y así por el estilo, y a donde fuera el arca, la plaga iba, hasta que finalmente entendieron el mensaje de que no era una buena idea quedarse con el arca de Jehová en cautiverio y la devolvieron en un carro de bueyes.

Esta es otra historia extraordinaria que no tengo tiempo para contar ahora; pero en este caso el carro, tirado por los bueyes, que llevaba el Arca no lo conducía nadie. Estaba siendo conducido simplemente por el Espíritu de Dios y cruzó la frontera, de vuelta a Israel exactamente al lugar donde Dios había ordenado que debía llegar.

Y cuando el pueblo de Israel vio el Arca viniendo, a la distancia, se regocijaron. Y no sé lo que dijeron, pero podría sugerir que dijeron: Kabowd, “La gloria ha vuelto”.

Y durante la vida de Samuel hubo gran bendición sobre la nación, como lo había sido durante los mandatos de otros jueces, pero al final de su vida, o casi al final de su vida, otra vez los corazones de Israel se endurecieron e hicieron lo malo ante los ojos del Señor.

Pero esta vez su abandono de Dios tomó toda una nueva dimensión, una que no tiene precedentes en la historia del Antiguo Testamento, y la leemos en el capítulo ocho de 1 Samuel.

Leemos: “Y aconteció que cuando Samuel era ya viejo, puso a sus hijos como jueces sobre Israel. El nombre de su primogénito era Joel, y el nombre del segundo, Abías; éstos juzgaban en Beerseba. Pero sus hijos no anduvieron por los caminos de él, sino que se desviaron tras ganancias deshonestas, aceptaron sobornos y pervirtieron el derecho.”

Estamos viendo la repetición de lo mismo que sucedió con los hijos de Elí. Han oído que se dice, como un tipo de axioma que Dios no tiene nietos; que solo porque alguien sea una persona piadosa y tiene hijos, eso no garantiza automáticamente que los hijos van a seguir los pasos de los padres. Porque cada generación necesita conversión y tan pronto como pensamos que podemos embotellar y vender y controlar y manipular los dones del Espíritu de Dios, hemos perdido toda la realidad de la redención. “Entonces se reunieron todos los ancianos de Israel y fueron a Samuel en Ramá, y le dijeron: Mira, has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos. Ahora pues, danos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones.”

Hemos vistos a lo largo del período de los jueces que lo que mete a Israel en problemas una y otra y otra vez es su incesante afán de querer conformarse a las naciones paganas y a la cultura pagana que le rodea.

Primero fue adoptar la religión pagana y ahora quieren que las instituciones políticas que observan a su alrededor sean importadas para que ellos puedan ser igual que los demás.

Y todas las otras naciones estaban gobernadas por reyes. Israel no tenía un rey, es decir no tenía un rey terrenal. Se habían olvidado de quién era su Rey, porque no se trataba de una democracia, ni de una oligarquía, ni una aristocracia, ni una monarquía.

Esto iba a ser una teocracia donde Dios era el rey de su pueblo. Pero ahora el pueblo dice: ‘queremos un rey como todo el mundo que nos rodea’.

Ahora, cuando Samuel escucha esto, está muy disgustado. Dice: “Pero fue desagradable a los ojos de Samuel que dijeran: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró al Señor. Y el Señor dijo a Samuel: Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos.”

Permítanme hacer una pausa aquí. Samuel entendió eso. Sabía que esto no era solo un rechazo de él o de su familia, que era un rechazo de todo lo que él representaba. Fue un rechazo a todo por lo cual trabajaba. Fue un rechazo de todo su ministerio.

No sé cuántas veces he hablado con clérigos o pastores jubilados, que dedicaron sus vidas al cuidado de los santos en una iglesia, luego ese pastor se jubila y ve cómo esa iglesia se viene abajo y se seculariza, y qué desgarrador es esto para cualquier pastor piadoso o cualquier ministro piadoso.

Ahora, obviamente, Samuel estaba sintiendo esto de sí mismo, pero también comprendió que lo que estaba ocurriendo aquí era un rechazo del Dios que representaba para el pueblo, y me pregunto si se sorprendió cuando Dios le dijo: “Samuel, escúchalos. Me han rechazado a mí, deja que tengan su rey.” En ese sentido, Dios es como el padre pródigo en el Nuevo Testamento, que cuando su hijo quiere rebelarse e ir a una tierra pagana y desperdiciar la riqueza de la herencia de su propio padre, que es lo que todos hacemos. Una de las cosas que creo que son heroicas del padre pródigo de esa parábola es que lo deja ir.

Él no deja de preocuparse por el hijo. Él no deja de orar por el hijo. Él no deja de amar al hijo, pero lo deja ir. Él entrega a su hijo a sus propias inclinaciones pecaminosas y así es como Dios trata a Israel. De hecho, el juicio final de Dios es que el que es malo siga siendo malo.

El peor tipo de juicio que Dios puede mandar a alguien es darle rienda suelta, para entregarlo a sus propias inclinaciones malas. Pero aquí Él está diciendo a Samuel: ‘Si el pueblo no quiere que yo sea su rey, dales un rey’.

Esa es la base pecaminosa para la monarquía, y aún en esto, donde se da y se concede el deseo de un rey, en un sentido muy real, es un acto de juicio divino. Sin embargo, en el consejo secreto de Dios, como se manifiesta más adelante, Dios va a obrar a través de esta institución de la monarquía para poner a su rey elegido para Su reino, que será de la tribu de Judá y cuyo reino será eterno. Quien será el Rey de los reyes y el Señor de los señores.

Y aunque la monarquía de Israel empieza con una serie vergonzosa de circunstancias, la monarquía, en un sentido, prefigura la venida del reino de Dios. Vamos a tomar un momento más para considerar la palabra “monarca”.

Cuando iniciamos nuestro estudio, observamos el primer versículo de Génesis: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. En la traducción griega para la palabra “principio” en Génesis 1 es la misma palabra que aparece en el primer capítulo del evangelio de Juan, “en arche”, en el principio.

La palabra griega “arche” significa “principio, jefe o gobernante”. Y la palabra “arche” como se interpreta en el sentido de jefe, el preeminente, llega a nuestro propio idioma.

Hablamos de los enemigos y los archienemigos, rivales y archirrivales, obispos, arzobispos, ángeles y arcángeles, herejes y herejiarcas o arc-herejes, que significa que son los principales, los grandes.

Y la idea de la palabra “monarquía” significa “un jefe, un gobernante, un soberano”. Y la razón por la que este es un momento tan dramático en la historia judía es que hasta este punto solo había un gobernante para Israel y era Dios.

Y así dios ve en este deseo por un monarca terrenal, un intento de suplantar su reinado. “Me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos. Así como todas las obras que han hecho desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, así lo están haciendo contigo también. Ahora pues, oye su voz. Sin embargo, les advertirás solemnemente y les harás saber el proceder del rey que reinará sobre ellos.”

Porque el inicio de la monarquía es el inicio de la corrupción radical de la nación judía. “Entonces Samuel habló todas las palabras del Señor al pueblo que le había pedido rey. Y dijo: Así será el proceder del rey que reinará sobre vosotros: tomará a vuestros hijos, los pondrá a su servicio en sus carros y entre su gente de a caballo, y correrán delante de sus carros”.

Es decir, él va a planear la estrategia y va a reclutar a sus hijos y usarlos para el avance de sus conquistas. Nombrará para su servicio comandantes de mil y de cincuenta, y a otros para labrar sus campos y recoger sus cosechas, y hacer sus armas de guerra y pertrechos para sus carros.”

Ahora empezarán a trabajar para el estado en vez para ustedes. En lugar de comer lo que ustedes producen, tendrán que utilizar el trabajo de su granja para alimentar al gobierno. Miren, eso es lo que va a pasar. Tomará también a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará lo mejor de vuestros campos, de vuestros viñedos y de vuestros olivares y los dará a sus siervos.”

“Tomará también vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, y los usará para su servicio. De vuestros rebaños tomará el diezmo, y vosotros mismos vendréis a ser sus siervos. Ese día clamaréis por causa de vuestro rey a quien escogisteis para vosotros, pero el Señor no os responderá en ese día.

No obstante, el pueblo rehusó oír la voz de Samuel, y dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros, a fin de que seamos como todas las naciones, para que nuestro rey nos juzgue, salga delante de nosotros y dirija nuestras batallas.”

Y así, después de esta solemne advertencia, Dios les dijo que un héroe saliente del pueblo, un hombre con grandes dotes de poder militar, un hombre de gran estatura, guapo y orgulloso, de la tribu de Benjamín.

Esto debería haber sido un indicio, porque volviendo a la bendición patriarcal de Génesis, fue a la tribu de Judá que se le prometió el reino de Dios. “El cetro no se apartará de Judá,… hasta que venga Siloh”. “El cetro no se apartará de Judá,… hasta que venga Siloh”.

Pero este hombre, quien es el primer rey de Israel, no es de la tribu de Judá, es de la tribu de Benjamín.Es muy curioso, porque, más tarde, unos siglos después, otro de la tribu de Benjamín, con el mismo nombre llegó a ser muy importante en la historia de redención, porque ambos hombres fueron llamados Saúl.

El rey Saúl y Saúl (Saulo) de Tarso; el primer Saúl termina en desgracia, el segundo Saúl llega a ser el apóstol a los gentiles. Entonces Saúl es ungido por Samuel como el primer rey de Israel y su reinado empieza en gloria.

Él tiene tremendas victorias militares y se vuelve enormemente popular entre el pueblo, pero había un defecto fatal en el hombre. Había una especie de arrogancia que afectaba a Saúl. En una ocasión, Saúl estaba esperando a Samuel para que le bendijera antes de ir a la batalla y para ofrecer los sacrificios a Dios a fin de preparar los ejércitos para esa ocasión, y Samuel no se presentó exactamente a tiempo.

Y Saúl se impacientó y entonces él mismo se encargó de hacer los sacrificios. Sí, había una separación entre la iglesia y el estado, en el sentido de que había una división de trabajo aquí, y no era la responsabilidad del rey atribuirse para sí los derechos, el privilegio y la autoridad del juez. Pero Saúl tomó sus manos sucias y profanó las cosas santas y en ese momento llegó Samuel y lo vio y le dijo: ‘Por esto, Saúl, Dios te ha rechazado y ha reservado para sí un hombre conforme a su corazón, a quien levantará para sustituir a ti y tu casa.’

Y Saúl se vuelve loco. Se retira de su responsabilidad como comandante en jefe cuando es enfrentado por el campeón de los filisteos, el gigante Goliat; se hace a un lado mientras que un muchacho se acerca y libera a la nación de la opresión de los filisteos.

Y la gente empieza a cantar en poco tiempo: ‘Saúl ha matado a sus miles, y David ha matado a sus diez miles.’ Y Saúl enfurecido y lleno de celos, y hasta el final de su vida, persigue a David, a quien ahora Samuel ha ungido para ser el rey; un inicio desfavorable para una monarquía tan notable.

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation

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1/27 – Las afirmaciones únicas de Jesús

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Cristo incomparable

1/27 – Las afirmaciones únicas de Jesús

Nancy Leigh DeMoss

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/las-afirmaciones-unicas-de-jesus/

Leslie Basham: ¿Valdría la pena aprovechar la tradición que llaman Cuaresma?  Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Bueno, como muchas de ustedes saben, hoy venimos al primer día de lo que mucha gente alrededor del mundo celebra como Cuaresma, consiste un período de aproximadamente seis semanas que culmina con el Domingo de Resurrección.

La Cuaresma a menudo está asociada con algún tipo de ayuno.  Escucharás a la gente decir, “Voy a dejar de hacer algo o dejar de comer algo durante la cuaresma”— chocolate o café o juegos de computadora o Facebook.  “Voy a dejar esto o lo otro durante la Cuaresma”.  Tal vez has escuchado a algunas personas decir eso.

Algunas personas ayunan durante la Cuaresma como un medio de disciplina o dominio propio sin atribuirle ningún significado espiritual—es como hacer resoluciones para el nuevo año.

Hay otros que creen que al ayunar en Cuaresma y negarse a sí mismos durante estas semanas, pueden de alguna manera merecer la gracia o el favor de Dios.  Por supuesto, sabemos que las Escrituras dicen que “Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia” (Tito 3:5).  Así que no es malo ayunar, pero sabemos por la Palabra de Dios que el ayunar no nos ganará el favor o la gracia de Dios.

Luego, también sé de otros que ayunan durante la Cuaresma como una manera de recordar los sufrimientos de Cristo a nuestro favor.  Al llegar a la semana donde celebramos la Pasión de Cristo, cuando conmemoramos la muerte de Cristo por nosotros, algunas personas ayunan como recordatorio de lo que Cristo ha hecho por nosotros.  Niegan su carne durante estas semanas como un recordatorio diario de que Cristo murió y resucitó para darnos libertad de nuestra esclavitud de nosotros mismo y de nuestra carne.

Pienso que hay cierto valor, independientemente de cómo observes estas semanas, en  tomar períodos de tiempo donde limpiamos el desorden de nuestras vidas y donde decimos “no” a cosas que nos son lícitas pero que quizás se han convertido en muy importantes en nuestras vidas, al mismo tiempo que nos enfocamos en cultivar un mayor corazón por Cristo.

Leslie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy: Las iglesias en la que crecí no observaban la Cuaresma, pero hace unos años comencé a  apartar este período de 40 días para enfocarme en Cristo de una manera más intencional, y esto ha sido una gran bendición para mí.

Una de las cosas que hago cada año es seleccionar uno o más libros acerca de la vida y la pasión de Cristo y los leo en mi tiempo devocional durante esta temporada.  Durante estas semanas yo le pido al Señor que suavice mi corazón y lo prepare para conmemorar la muerte, la pasión, y la resurrección de Cristo.

Desafortunadamente, algunos de estos días especiales en las tradiciones y en el  calendario Cristiano que antes se observaban como días santos se han convertido simplemente en días festivos.  Como resultado, le quitamos su significado y su poder y lo que pudieran significar en nuestras vidas.

Así que pienso que es bueno ser intencionales en aprovechar estas oportunidades y tornar nuestros corazones y nuestros pensamientos hacia la realidad y el significado de estos días en el calendario cristiano, y ciertamente no hay tiempo más especial dentro de todas esas fechas que el tiempo donde celebramos la Pasión de Cristo: el Viernes Santo y el domingo cuando celebramos Su resurrección.

Hace unos años,  en mi tiempo devocional durante esta temporada  leí un libro clásico por J. Oswald Sanders llamado “El Cristo incomparable” [The Incomparable Christ – disponible en Inglés].  Es un libro que tiene 36 capítulos cortos, y lo leí durante este periodo.    Cada uno de esos capítulos es acerca de un aspecto diferente de la persona y de la obra de Cristo.

Este libro realmente me ministró.  Fue una gran bendición para mí. Así que decidí que este año animaría a nuestras oyentes a leer ese libro conmigo—si puedes adquirirlo está en inglés— y acompañarme durante este período , durante estos 40 días que nos llevan a la Pascua, enfocándonos en Cristo de una manera más concentrada.

Así que durante esta temporada vamos a usar el libro de Sanders, [The Incomparable Christ  [“El Cristo incomparable”] como una guía.  No voy a leerte el libro — tú puedes hacer eso por ti misma — pero voy a usar el bosquejo que tiene el libro acerca de estos diferentes aspectos de la vida de Cristo, y lo vamos a ir siguiendo a través de estas semanas que nos llevan a la Pascua.

El nombre Oswald Sanders quizás no sea conocido para ti.  Él fue un maestro bíblico y un estadista misionero de mediados del siglo 20.

Así que cada día, durante las próximas semanas, vamos a ir viendo diversos aspectos o períodos de la vida y del ministerio de Cristo aquí en esta tierra.

Veremos Su nacimiento, Su niñez, Su bautismo, Su tentación.  Veremos la deidad de Cristo, lo que significa y por qué es importante, y veremos la humanidad de Cristo.  Veremos Sus enseñanzas, Su humildad, Su vida de oración.

Luego, en la medida que nos vamos acercando a la Semana Mayor, estaremos viendo el juicio de Cristo, Su obra expiatoria en la cruz, y lo qué significa esto para nosotras.  Pasaremos un día en cada una de las siete palabras de Cristo en la cruz.  Luego vamos a continuar esta serie una semana después del Domingo de Resurrección para que podamos considerar Su resurrección, Su ascensión, Su supremo ministerio sacerdotal en el cielo hoy, y Su segunda venida— la gran esperanza de cada hijo de Dios.

Para poder sacar el máximo de esta serie, déjame recomendarte unas cuantas cosas: antes que todo, si puedes leer en ingles y si no tienes una todavía, puedes tratar de conseguir una copia del libro de Sanders, El Cristo incomparable, [The Incomparable Christ] y síguenos.  Mañana comenzaremos con el capítulo uno: La perfección moral de Cristo.  Pero de nuevo te digo que, no es necesario que obtengas el libro para sacarle provecho a las enseñanzas de esta serie.

Solo quiero animarte a enfocarte en Cristo, a poner toda tu atención, tu afecto en Él.  Debemos de estar haciendo eso cada día del año, pero de una manera especial durante esta temporada; vamos a enfocándonos en Cristo.

Luego si quieres involucrarte más, ve a la sección de comentarios justo debajo de la transcripción de este programa en nuestra página de Avivanuestroscorazones.com, y allí podrás interactuar con otras mujeres que están siguiendo igual que tu esta serie.

Quizás quieras ir anotando la forma como cada aspecto de Cristo que vayamos viendo te va impactando:

¿Cómo te ministra?

¿Cómo te bendice?

¿Qué diferencia hace en tu vida?

¿Cómo quiere el Señor que respondas a lo que estás escuchando?

Y así puedes conectarte con tus comentarios y unirte a otras mujeres que están siguiendo la serie al igual que tú.

Ahora, humanamente hablando, hacer una serie como esta, hacer una serie de 40 días acerca de cualquier cosa en Aviva Nuestros Corazones es un poco riesgoso—porque es una serie larga, más larga de lo normal.  Hacer una serie como esta es un poco atemorizante.  Déjame decirte por qué.

Para poder estar en el aire, dependemos de que las personas respondan a nuestro programa, dejándonos saber que están escuchando, que están enviando donaciones para apoyar y respaldar el ministerio, entre otras cosas y cuando hacemos series acerca de temas de necesidad como son el matrimonio,  los desórdenes alimenticios o la depresión, por ejemplo, recibimos mucha respuesta.  La gente dice, “Yo necesito eso.  Yo quiero obtener este recurso.  Yo quiero apoyar este ministerio”.

Lo triste es que hoy muchas personas realmente no están emocionadas en  enfocarse en Jesús ni por un día, y mucho menos por 40 días.  Así que cuando decidimos embarcarnos en esta serie, nos dimos cuenta de que humanamente hablando era un poco riesgoso.

¿Pero sabes qué?  No pienso que realmente sea riesgoso enfocarnos en Cristo porque yo sé que si la gente se concentra en Él, si lo consideran a Él, si cultivan una relación más íntima con Él, entonces cuando llegue a sus vidas cualquier problema o cualquier necesidad práctica, estarán conectadas con el Único que les puede ayudar a lidiar con esos problemas.

Siempre es provechoso conocer a Jesús más íntimamente, y desde el primer día de este ministerio—y hemos estado en el aire alrededor de 13 años ya, desde el primer día, hemos tratado día tras día tras día de dirigir  la gente a Cristo; hemos tratado de hacer que la gente se conecte con Jesús.

Porque es a Cristo a quien necesitamos.  Cristo es a quien tú necesitas.  No importa qué crisis estés enfrentando hoy.  Lo que más necesitas es encontrarte con Cristo.  Eso es lo que yo más necesito, y en eso es en lo que nos vamos a enfocar en estos días.

El Señor ha estado usando este estudio en mi propia vida mientras me he venido preparando, y estoy tan emocionada acerca de la manera en que Él va a usarlo en la vida de nuestras oyentes mientras buscamos conocer a Cristo de una manera más íntima y más genuina.

Ahora, permíteme hablar solo unos momentos hoy acerca del título de esta serie, el título del libro es “El incomparable Cristo” (The Incomparable Christ).  Incomparable…esa palabra sugiere que no hay nadie como Él.  Y no hay nadie como Él, pero la verdad es que la mayor parte del mundo hoy no está de acuerdo con lo que acabo de decir.

La verdad es que la mayoría de las personas en el mundo no afirma que Cristo es incomparable, y en nuestro mundo multicultural del siglo 21, hay una serie de religiones que afirman tener una parte de la verdad.  Muchas de las afirmaciones hechas por estas religiones son mutuamente excluyentes con el cristianismo.  Las dos no pueden ser verídicas.

Entonces, ¿a quién y qué debemos creer?

Nosotras como cristianas, ¿Cómo vamos a responder a aquellos que insisten que su fe es igual o más válida que la nuestra?

¿Cómo vamos a presentar el Evangelio de Cristo a un mundo que lo ve a Él como algo diferente o algo menos de lo que nosotras creemos que Él es?  Él es solo otro más en otro panteón de líderes religiosos.  ¿Cómo vamos a presentar a Cristo en ese tipo de mundo?

Bueno, déjame sugerirte que la credibilidad y la validez del mensaje de Cristo se desprenden directamente  del tema de Su identidad.  ¿Quién es Jesucristo?  ¿Es Él realmente  incomparable?  Porque si no lo es, entonces todas estas cosas que estamos enseñando acerca del Evangelio de Cristo, de la Palabra de Cristo, estarán en tela de juicio si Cristo no es quien Él afirmaba ser.

En un momento dado durante Su ministerio terrenal, Jesús le preguntó a sus discípulos, “¿Quién dicen los hombres que soy Yo?” (Marcos 8:27).  Hubo una variedad de respuestas como seguramente sucedería si hiciéramos la misma pregunta hoy.  Algunos dirían que Jesús fue un buen hombre; otros dirían que Él fue un filósofo; que es un ejemplo moral; que es un maestro.

Luego, del otro lado, hay aquellos que consideran a Cristo un fraude.  Algunos dirían que Él es un peligro o una amenaza para la sociedad moderna de hoy.

Bueno la pregunta de seguimiento que Jesús hizo a sus discípulos es aun más intencional y más crucial que la primera, y esa pregunta es, “¿Quién decís que soy Yo?” (Marcos 8:20). ¿Quién dicen ustedes que soy yo? No solo quién dicen los demás que soy, pero, ¿quién dicen ustedes que soy Yo?

Yo sugeriría que esta es una pregunta que cada persona tiene que hacerse y contestar.  ¿Es Jesús quien Él afirmaba ser?  Y si, así es, ¿Cuáles son las implicaciones para nuestras vidas?  Lo que creemos acerca de Jesús determina nuestro destino final.

En su  libro, “El discípulo radical” (The Radical Disciple, disponible en inglés), John Stott habla acerca del  mundo en el que vivimos.  Él resalta la importancia de afirmar la singularidad de Jesús.  Déjame leerte del libro de John Stott acerca de este tema.  Él dice,

El pluralismo…afirma que todo “ismo” tiene su propia validez independiente y el mismo derecho de obtener nuestro respeto.  Por lo tanto, rechaza el cristianismo en lo que respecta a su carácter definitivo y de singularidad, y condena como pura arrogancia el intento de convertir a cualquiera (mucho menos a todos) a lo que ellos consideran como meras opiniones.

¿Cómo debemos responder a este espíritu de pluralismo?  Con gran humildad, espero, y sin indicio de superioridad personal.  Pero debemos continuar afirmando la singularidad y el carácter definitivo de Jesucristo.  Porque Él es único en Su encarnación (el único Dios hombre), es único en Su expiación (solamente Él ha muerto por los pecados del mundo), y Él es único en Su resurrección (solamente Él ha conquistado la muerte).

Y como en ninguna otra persona más que en Jesús de Nazaret Dios se convirtió en humano (en Su nacimiento), y llevó nuestros pecados (en Su muerte), y luego triunfó sobre la muerte (en Su resurrección), Él es únicamente competente para salvar a pecadores.  Nadie más posee sus cualificaciones.

Así que podemos hablar acerca de Alejandro Magno (el grande),  Carlos el Grande y Napoleón el Grande, pero no de Jesús el Grande.  Él no es el Grande — Él es el Único.  No hay nadie como Él.  Él no tiene rival ni sucesor.

¿Alguien quiere decir amén a eso?

Verdaderamente no hay nadie como Jesús — ni cerca de lo que Él es. Pero quiero recordarnos que no es suficiente que intelectualmente afirmemos Su singularidad. Si Cristo  es verdaderamente incomparable, Él merece ser el objeto supremo de nuestro afecto y de nuestra atención.  No es suficiente solo saber que Jesús es incomparable.  Tenemos que firmemente poner nuestros ojos y nuestra esperanza en Él.

Las Escrituras nos dicen que:

Solo Él puede salvarnos de nuestro pecado.

Solo Él puede santificarnos, hacernos santas.

Solo Él puede satisfacer nuestras almas sedientas.

Solo Él puede sostenernos y fortalecernos cuando nos cansamos de correr la carrera y somos tentadas a tirar la toalla.

Y —pienso que esto es asombroso— es al mirar a Cristo que somos transformadas a Su semejanza, cuando nos hacemos como Él.

Segunda de Corintios 3 nos dice que “pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria” (versículo 18).  Y un día esa transformación será completada.

Primera de Juan capítulo 3 nos da una asombrosa promesa que dice, “pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es”.  Ver a Cristo, contemplarlo, fijar nuestra mirada en Él es ser transformadas a Su semejanza.

A través de los próximos 40 días, queremos contemplarlo.  Queremos considerarlo, fijar nuestro enfoque en Él.  Y eso toma tiempo.  Porque somos gente ocupada.  Estamos muy ocupadas.  Hay muchas cosas pasando a nuestro alrededor. Esto podría significar menos tiempo en Facebook durante los próximos 40 días.  Esto podría significar menos juegos en la computadora.  Esto podría significar menos televisión en la noche.  Esto podría implicar decir, “No” a algunas otras cosas para que podamos fijar nuestra atención en Cristo.

Pero al hacerlo, llegaremos a conocerlo y luego el conocerlo será adorarlo, amarlo,  confiar en Él, y seguido a esto vamos a ver que querremos obedecerlo, seguirlo.  Nos asemejaremos más a Él.  Y luego tendremos el deseo de ayudar a otros a conocerlo; el deseo de darlo a conocer a los demás — nuestra meta es que Él pueda propagarse a través de nosotras, lo que el apóstol Pablo llama “la fragancia de su conocimiento”; que esa fragancia se extienda por todas partes (2 Corintios 2:14).

Pero todo comienza al considerarlo a Él — considerándolo a Él.  Me viene a la memoria el pasaje en Hebreos 12 donde el escritor dice,

Despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, [¿Cómo hacemos eso?] puestos los ojos en Jesús, [mirando a Jesús], el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, [en eso nos vamos a enfocar en estas próximas semanas — en Cristo, quien soportó la cruz] menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios (versículos 1,2).

Considéralo a Él — considera a quien soportó de los pecadores tal hostilidad en contra de Él para que tú no te canses o seas de poco ánimo.  Yo sé que estoy hablándoles a algunas oyentes que se han cansado y que tienen poco ánimo.  Estás ahí batallando para poder quedarte en la carrera.  Estás teniendo dificultad de soportar.  Quieres tirar la toalla.

¿Qué puedes hacer?  Considéralo a Él.  Mira a Jesús.  Míralo a Él — Él está en la línea final.  Él nos está esperando.  Él es el Autor y Consumador, el consumador de nuestra fe.  Él es el que puede sostenernos y mantenernos en la carrera.  Mira a Jesús.  Considéralo a Él.

William Burns fue un evangelista escocés del siglo XIX.  En 1840 el escribió una carta a los jóvenes en su iglesia.  Quiero dejarte con un párrafo de esta carta.  Él les dijo a esos jóvenes lo que es un buen consejo para toda edad.  Él dijo:

“¡Miren a Jesús!” es el todo del Evangelio.  Miren y asómbrense, miren y vivan, miren y amen, miren y adoren, miren y admiren, miren y sean bendecidos, miren y sean glorificados, miren eternamente — y sus corazones serán llenos de amor eterno, y sus bocas con un aleluya interminable”.

¿Amén? Amén.

Señor, te pedimos que a través de estas próximas semanas  Tú nos ayudes a mirar a Jesús, a considerarlo, a fijar nuestros ojos firmemente en Él.  Mientras fijamos nuestra mirada, mientras miramos, mientras te contemplamos, al Cristo incomparable, que seamos transformadas a Tu semejanza.  Oro en el nombre de Jesús, amén.

Leslie: No hay nadie más como Jesús.  Eso se oye como una declaración simple, pero en el mundo de hoy, suena muy radical. Nancy Leigh DeMoss nos ha estado enseñando acerca de la singularidad de Cristo, ella estará de regreso.

Ese mensaje da inicio a  una nueva serie, titulada, El Cristo incomparable.  Espero que escuches todos los días desde hoy hasta el Domingo de Resurrección, y si puedes obtén el libro “El Cristo Incomparable” en inglés para que sigas esta serie [The Incomparable Christde Oswald Sanders.

Si lees un capítulo del libro diariamente y escuchas los programas mientras Nancy enseña materiales relacionados, esta podría ser la temporada de Pascua más significativa que tú hayas experimentado. Por supuesto, si no puedes obtener el libro, serás igualmente edificada.

Cuando escuchas la palabra hermoso, ¿Qué viene a tu mente?  Mañana nos enfocaremos en la Persona que más perfectamente representa la belleza.  El Cristo incomparable continúa mañana en Aviva Nuestros Corazones.

Aquí está Nancy para concluir…

Nancy: S.M. Lockridge fue un predicador afroamericano del siglo XX quien fue mejor conocido por su descripción de seis minutos y medio de Jesús conocido como “¡Ese Es Mi Rey!” quiero que escuches mientras compartimos contigo solo un extracto de ese mensaje que espero despierte tu apetito para esta serie de El Cristo incomparable.

S. M. Lockridge: La Biblia dice que Él es el Rey de los Judíos.  Él es el rey de Israel.  Él es el rey de justicia.  Él es el rey de los tiempos.  Él es el rey del cielo.  Él es el rey de Gloria.  Él es el Rey de reyes, y es Señor de señores.  ¡Ese es mi Rey!

David dijo que los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento demuestran las obras de Sus manos.  Ninguna manera de medir puede definir Su amor ilimitado.  Ningún periscopio de largo alcance puede traer a visibilidad la costa de Sus provisiones.  Ninguna barrera puede impedirle a Él derramar Sus bendiciones. ¿Lo conoces?

Él es perdurablemente fuerte.  Él es enteramente sincero.  Él es eternamente inquebrantable.  Él es inmortal y lleno de gracia.  Él es imperialmente poderoso. Y Él es imparcialmente misericordioso.  ¡Ese es mi Rey!

Él es el Hijo de Dios.  Él es el Salvador de los pecadores.  Él es la pieza central de la civilización.  Él se apoya solo en sí mismo.  Él es majestuoso.  Él es único.  Él no tiene paralelo.  Él no tiene precedentes.  Él es supremo.  Él es preeminente.  Él es la idea más elevada en la literatura.  Él es el personaje más alto de la filosofía.  Y Él es el problema supremo de alta crítica.

Él es la doctrina fundamental de la verdadera teología.  Él es lo único necesario para la religión espiritual.  ¡Ese es mi Rey!

Él es el milagro de los tiempos.  Él es el superlativo de cualquier cosa buena que tu elijas llamarle. Él es el único capaz de suplir todas nuestras necesidades simultáneamente.  Él suple la fuerza al débil.  Él está disponible para el tentado y para los atribulados.  Él simpatiza,  Él salva.  Él protege,  Él guía.  Él sana al enfermo.  Él limpia al leproso.  Él perdona a los pecadores.  Él liberta a los cautivos.  Él defiende al débil. Él bendice a los pequeños.  Él  sirve a los desafortunados.  Él estima a los ancianos.  Él recompensa al diligente, y Él embellece al humilde.

Me pregunto, ¿Lo conoces?  Mi Rey es la clave del conocimiento.  Él es el manantial de la sabiduría.  Él es la puerta de la libertad.  La gloria es toda Suya.    Suyo es el reino y el poder y la gloria por siempre y siempre y siempre — y cuando termines con todos estos “siempres”, entonces amén y ¡amén!

 

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Voz adicional: S. M. Lockridge, en la voz de Carlos Mena.

Él Es, Isabelle (con Tercer Cielo & Marcos Yaroide), Él Regresará ℗ 2005 Isabelle Váldez.

Usado con permiso del Ministerio Aviva Nuestros Corazones 

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

El Juez de nuestros corazones

Isha – Salmos

DÍA 85 – Salmo 50

Dosis: Sinceridad

El Juez de nuestros corazones

“Habla el SEÑOR, el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a occidente. Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta. Nuestro Dios viene, pero no en silencio; lo precede un fuego que todo lo destruye, y en torno suyo ruge la tormenta.” (Salmo 50:1–3) (NVI).

¿Cómo te sentirías si de pronto Dios te llamara a un juicio con Él cara a cara? ¿Si tuvieras que descubrir ante Él tu corazón y tus verdaderas motivaciones? Este Salmo simula un juicio, donde es Dios quien convoca a sus fieles para recordarles las características de una verdadera adoración y no sigan viviendo una falsa espiritualidad. Es un poema profético que incluye al juez, los oyentes, los testigos, el acusado y la acusación: “El SEÑOR convoca a los cielos y a la tierra, para que presencien el juicio de su pueblo: «Reúnanme a los consagrados, a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio.» El cielo proclama la justicia divina: ¡Dios mismo es el juez!

Luego de convocar a los cielos y a la tierra llama a su pueblo, el cual será juzgado: “«Escucha, pueblo mío, que voy a hablar; Israel, voy a testificar contra ti: ¡Yo soy tu Dios, el único Dios!” Luego Dios presenta las acusaciones que tiene por las acciones del pueblo que le había jurado fidelidad. Diciéndoles que no se complace con la religiosidad, ni los sacrificios que se llevan a cabo, sino con el sentido ético y moral que implica acercarse a Dios y cumplir sus votos de todo corazón.

Dios se dirige aquí a las personas religiosas que dan énfasis a la observancia exterior de la ley ceremonial, pensando que eso basta para agradarle. Los israelitas creían que Dios estaría agradecido y satisfecho por la multitud de sacrificios que le ofrecían sobre el altar; pero Dios les declara que no necesitaba tales sacrificios:

“No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces. No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros. Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías.”

Seguramente quienes vivían bajo la ley se preguntaron: ¿Cómo entonces complacerlo y agradarle? Dios mismo les da la respuesta: él se complace y se deleita en la sinceridad del corazón del hombre y la mujer que lo alaba, lo obedece y ama su prójimo como a sí mismo. Dios quiere nuestra fidelidad, lealtad, y gratitud, quiere que aprendamos a confiar en Él con un compromiso personal que nos lleve a confiar en su amor para que experimentemos una verdadera relación de Rey a pueblo, de Padre a hija. Él anhela que lo amemos con todo nuestro corazón y que ese amor se refleje en nuestro estilo de vida: ¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo! Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás.»

Oración: Señor enséñame a adorarte y a amarte con todo mi corazón, que los únicos sacrificios que te presente sean mi oración y mi alabanza. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 100). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

¿Era tan grave?

Martes 26 Noviembre

Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Romanos 5:12

¿Era tan grave?

http://labuenasemilla.net/20191126

Adán y Eva desobedecieron a Dios y comieron el fruto prohibido. Así el pecado entró en el mundo, y con el pecado, el sufrimiento y la muerte… «¿Todo esto por haber comido un fruto? ¿Era tan grave?», protestan algunos.

Realmente el alcance de este hecho era inmenso. En efecto, rodeando a Adán y Eva de las manifestaciones maravillosas de su bondad, Dios les había dado todas las razones para que confiaran en él. Y, prohibiéndoles comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, les había advertido claramente sobre las consecuencias de su desobediencia: “El día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).

Pero Satanás insinuó que Dios quería privar a Adán y Eva de una cosa deseable (Génesis 3:4-5). Y ellos le creyeron a Satanás, el “mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). En lugar de confiar en Dios, dudaron de su bondad. Entonces le desobedecieron. ¡Terrible afrenta a su Creador!

¿Debemos sorprendernos por el desastre que resultó de ello? El hombre escogió deliberadamente a Satanás como amo, convertido en “el príncipe de este mundo” (Juan 14:30). Las desgracias de este mundo comprueban que Satanás es un amo cruel, que lejos de desear la felicidad del hombre, trata de arrastrarlo con él a la perdición. El hombre, ¿osaría acusar a Dios de su desgracia?

Pero, cosa maravillosa, Dios tuvo compasión de nosotros. Y Jesús vino “para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8). Lo derrotó precisamente a través de la muerte: destruyó “por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14).

Job 32 – Hebreos 13 – Salmo 133 – Proverbios 28:17-18

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