11/63 – La Parábola del Sembrador | Marcos 4:1-20

Iglesia Biblica del Señor jesucristo

Serie: Marcos

11/63 – La Parábola del Sembrador | Marcos 4:1-20

Ps. Sugel Michelén

El pastor Michelén ha formado parte del Consejo de Ancianos de Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en Santo Domingo, República Dominicana, durante más de 30 años.Tiene la responsabilidad de predicar la Palabra regularmente en el día del Señor.Tiene una Maestría en Estudios Teológicos y es autor de varios libros: Historia de las Iglesias Bautistas Reformadas de Colombia, Coautor junto al Pastor Julio Benítez; La Más Extraordinaria Historia Jamás Contada, Palabras al Cansado – Sermones de aliento y consuelo; Hacía una Educación Auténticamente Cristiana, El que Perseverare Hasta el Fin; y publica regularmente artículos en su blog “Todo Pensamiento Cautivo”https://www.todopensamientocautivo.com/

Él es instructor asociado en Universidad Wesleyana en Indiana (IWU), extensión en español; enseña Filosofía en el Colegio Cristiano  Logos; y durante 10 años, ha sido profesor regular de la Asociación Internacional de Escuelas Cristianas (ACSI)  para América Latina. El pastor Michelén, junto a su esposa Gloria tiene tres hijos y cuatro nietos.

Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo

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Y sin fe es imposible agradar a Dios

Desiring God

Y sin fe es imposible agradar a Dios

John Piper

Hebreos 11:4-6: Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla. Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; y no fue hallado porque Dios lo trasladó; porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios. Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan.

VOLVIÉNDONOS RADICALMENTE LIBRES
La semana pasada, comenzamos nuestra exposición de Hebreos 11 preguntando por qué fue escrito y qué tiene que ver con nuestras vidas hoy. Respondí que fue escrito para ayudarnos a convertirnos en el tipo de personas descritas seis versículos antes, en Hebreos 10:34. Éstos eran cristianos quienes aceptaron con gozo el despojo de sus bienes, por el servicio de Cristo y la causa del amor. En otras palabras, eran radicalmente libres del amor por este mundo y de los valores que determinan la mayoría de las cosas que pasan como éxito en Norteamérica. Eran libres de esta atadura porque, dice el versículo 34 que vivían que tenían para sí «una mejor y más duradera posesión”.

Aquí es donde comienza el capítulo 11. «Ahora bien, la fe es la certeza [o la substancia] de lo que se espera, la convicción [o evidencia] de lo que no se ve”. En otras palabras, el «conocimiento», o certeza de 10:34 («sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión»), es ahora llamado «fe». Y estamos a punto de leer un capítulo completo de ejemplos vivos de esta fe radicalizadora. Así que el mensaje del capítulo 11 es encarnar y demostrar más historias de fe, para que podamos imitar la fe y heredar las promesas de Dios.

IMITACIÓN Y HERENCIA
Usted puede saber que estamos en el camino correcto, al recordar Hebreos 6:11-12, que describía exactamente el mismo patrón de imitación y herencia. «Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, a fin de que no seáis indolentes, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas”. Ése es el propósito de Hebreos 11: dar más ejemplos de «los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas», para que podamos imitar su fe y unirnos a ellos en la herencia.

Y si usted se pregunta si solo debiera mirar así a los santos del Antiguo Testamento para encontrar ánimo e imitarles, Hebreos 13:7 dice que no, usted también debe mirar a quienes le enseñan la Palabra y ser inspirado también por fe de ellos. «Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe”. Así que este es un asunto importante en el libro de Hebreos. Tenga héroes. Conozca algo de la historia de la iglesia. Conozca algo sobre la biografía misionera. Conozca a algunos grandes hombres de negocio cristianos. Conozca algunas grandes mujeres quienes derramaron sus vidas en la familia y en la iglesia y en la comunidad por amor de Cristo. Conozca su fe y sea animado por ellos e imíteles. Ése es el propósito de Hebreos 11.

TENER PACIENCIA, HACER, Y OBTENER
O, pudiéramos tomar los versículos 35-36 en el capítulo 10 y decir que ellos expresan lo que está en juego al leer el capítulo 11. El escritor nos ruega: «Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. Note el patrón de tres pasos: 1) tenga paciencia mientras confía en Dios; 2) haga la voluntad de Dios en el poder de ésa confianza; y 3) obtenga lo que le es prometido.

En esta mañana, mientras damos otro paso en Hebreos 11, me siento impulsado a enfatizar, la necesidad de nuestra paciencia, como dice el versículo 36: «tenéis necesidad de paciencia». Antes de ayer, estuve en Charlotte para la reunión anual de la Alianza Cristiana y Misionera. David Wells fue uno de lo oradores, y tuvimos oportunidad de una breve conversación. Hablamos de los peligros de la debilidad doctrinal expandiéndose en un evangelicalismo que se define a sí mismo cada vez más en términos y métodos y relaciones interpersonales antes que en la verdad. En un momento de la conversación, él dijo algo muy crucial, y luego lo repitió en su mensaje. Dijo que muchas personas no se percatan de cuán vulnerables son y cuán peligrosa es la vida de fe.

Quiso decir que no debiéramos dar por sentada la fidelidad de nuestras iglesias o de nuestras denominaciones o iglesias o familias o, incluso, de nuestros propios corazones, como si la paciencia vigilante y consciente no fuera algo continuamente necesario. Sin nuestra ferviente atención a la verdad y a la fe, todo decae, incluyendo nuestro propio peregrinaje con Dios.

Así que, con una preocupación renovada por mi propia fe, por la fe de nuestra iglesia, y por la fe de nuestras almas y de nuestra familia, digo en esta mañana las palabras de Hebreos 10:36: «tenemos necesidad de paciencia». ¡Tenemos necesidad de paciencia! ¡Oh, cuán claramente lo vi en las vidas de los pastores a quienes hablé en Charlotte, algunos con lágrimas, quienes habían perdido su gozo y su pasión y no sabían si podían seguir adelante en el ministerio! El problema de la paciencia, y la perseverancia por un largo período, y de permanecer vivo, y de prosperar y ser renovado cada día, y de encontrar paz para terminar la carrera, es un problema inmenso para cada uno de nosotros. Y no hay descanso en las experiencias pasadas. No hay deslices casuales. El celo de hoy puede convertirse en la duda y el aburrimiento de mañana. Y la sensación de aletargamiento espiritual de hoy puede convertirse en el éxtasis y poder de mañana.

LOS HOMBRES DE ANTAÑO OBTUVIERON APROBACIÓN
Es por esta razón que Dios nos dio Hebreos 11. Es un ejemplo tras otro de fe verdadera, para que podamos ser «imitadores de los que mediante la fe y la paciencia [el sufrimiento prolongado, la perseverancia] heredan las promesas».

Ahora, para establecer la conexión entre el texto de la semana pasada y el de hoy, usted puede recordar que, la semana pasada, no dije palabra alguna sobre Hebreos 11:2. Estaba guardándolo para hoy. Hace un puente perfecto con el texto de hoy. Leamos los versículos 1-2: «Ahora bien, la fe es la certeza [o substancia] de lo que se espera, la convicción [o evidencia] de lo que no se ve. Porque por ella recibieron aprobación los antiguos».

Permítanme parafrasearla para mostrar su significado: Vemos que la fe tiene dos aspectos, como dice el versículo uno. 1) La fe es estar seguro de las promesas de Dios, que son dignas de que tengamos esperanza en ellas («la substancia de lo que se espera»). 2) La fe es estar seguro de que el Dios invisible y Su mano en la creación realmente existen («la evidencia de lo que no se ve»), lo que vimos ilustrado en el versículo 3. Y luego dice, en el versículo 2: vemos esto porque es mostrado en las vidas de los santos del Antiguo Testamento: «Porque por ella [por este tipo de fe] recibieron aprobación los antiguos [fueron autenticados por Dios, o agradaron a Dios].»

Así que las vidas de los santos del Antiguo Testamento son ilustraciones de este tipo de fe. Ellas no demuestran que la fe es lo que dice el versículo 1. La ilustran. De hecho, el escritor no trata de probar que esto es fe, a final de cuentas. Él ve todo esto como una de las teorías más básicas de la naturaleza de la realidad. Toda su interpretación del Antiguo Testamento pende de ella. Permítanme mostrarles simplemente lo que quiero decir.

Las dos primera ilustraciones del Antiguo Testamento que él da sobre la verdad del versículo 2 (que los antiguos recibieron aprobación por ella), son Abel, el segundo hijo de Adán y Eva, y Enoc, la séptima generación después de Adán, mencionado en Génesis 5. Así que dice en el versículo 4: «Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo [esta es la aprobación de Dios], dando Dios testimonio [la misma palabra de nuevo] de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla”. Así que el escritor se enfoca, con Abel, en que Dios aprobó su ofrenda al contarlo como justo. Y dice que la clave de la aprobación a Abel fue que hizo su ofrenda por la fe. No solo es importante lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. ¿Expresan nuestras acciones «la certeza de lo que se espera»?

Entonces, en el versículo 5, menciona a Enoc como ejemplo del principio del versículo 2 (que los antiguos recibieron aprobación por fe): Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; y no fue hallado porque Dios lo trasladó; porque antes de ser trasladado recibió testimonio [aquí está la misma palabra del versículo 2: recibieron aprobación, o testimonio] de haber agradado a Dios». Dos veces, en Génesis 5 (versículos 22 y 24), Moisés dice que Enoc «anduvo con Dios». Es por esto que el escritor a los Hebreos dice que Enoc agradó a Dios. Así concluye que «por la fe» Enoc fue bendecido por Dios al ser trasladado al cielo.

¿POR LA FE?
Ahora el escritor está totalmente consciente del problema que ha creado. Ha elegido santos del Antiguo Testamento para ilustrar este principio en el versículo 2 (que por la fe los antiguos recibieron aprobación), cuando de hecho, en ninguna de esas historias del Antiguo Testamento se menciona la fe. Esto no es un desliz. Él sabe exactamente lo que hace. Y si estamos dispuestos a seguirlo, veremos cuán profunda es esta revelación.

Su argumento de la naturaleza de la fe no parte de estos textos del Antiguo Testamento. No está diciendo: ya que descubrí que la fe fue mencionada en estas historias, entonces la fe debe ser el modo en que ellos agradaron a Dios. De hecho, su argumento es justamente el opuesto. Él ve la fe en las historias, no porque sea mencionada, sino porque estos hombres, de hecho, agradaron a Dios, y no hay otro modo de agradar a Dios que por la fe.

Vea el versículo 6. Éso es lo que dice. Vea nuevamente la idea del versículo 5. Termina diciendo que Enoc «recibió testimonio de haber agradado a Dios», es decir, anduvo con Dios. Entonces, el versículo seis retoma este detalle de que Enoc agradó a Dios y lo argumenta de este modo: «Y sin fe es imposible agradar a Dios». Ahora, es por esta razón que él ve fe en las vidas de Abel y de Enoc. La Biblia dice que los dos agradaron a Dios, Abel en su «mejor sacrificio», y Enoc al andar «con Dios». Y, entonces, el escritor concluye que esta ofrenda y esta comunión con Dios debieron haber sido por fe, porque «sin fe es imposible agradar a Dios».

Ahora, este es un razonamiento muy básico. Y, ¡oh! cuánto oro para que todos ustedes respeten y cultiven, en las mentes que Dios les dio, el razonamiento de las Escrituras. Si alguien me hubiera mostrado, cuando joven, que la Biblia, antes de afirmar, razona, entonces no me hubiera tomado hasta los 22 años para comenzar a descubrir tantas de las riquezas de la Palabra de Dios. Esto es un razonamiento básico. Yo diría que un niño promedio de 8 o 9 años podría comprenderlo.

DOS DECLARACIONES QUE LLEVAN A UNA CONCLUSIÓN:
Declaración #1: «sin fe es imposible agradar a Dios», o dicho positivamente, «Solo con fe es que nuestra obediencia agradará a Dios».

Declaración #2: Enoc agradó a Dios. Entonces, ¿cuál es la conclusión? • Conclusión: Enoc tenía fe. O: fue por fe que Enoc anduvo con Dios y fue trasladado al cielo. Así es como el escritor llega a la declaración del versículo 2: «Porque por ella [por la fe] recibieron aprobación los antiguos».

¿POR QUÉ ES QUE LA FE AGRADA A DIOS?
Pero aún no hemos llegado al fondo del asunto. El argumento aún no descansa en la verdad más profunda sobre Dios. Sí, Enoc agradó a Dios. Sí, sin fe es imposible agradar a Dios. Sí, por tanto, Enoc (y Abel) tenía fe, y actuó por fe, ilustrando el principio del versículo 2. Pero, ¿de dónde es que proviene esta premisa (esta declaración) de que «sin fe es imposible agradar a Dios»? ¿Cuál es el fundamento de esa declaración? ¿Cuál es la base? ¿Cuál es el fondo?

Él da la respuesta en la última parte del versículo 6. Primero hace la declaración: «Y sin fe es imposible agradar a Dios». Luego da el fundamento. Aquí está el fondo de todo: Sin fe usted no puede agradar a Dios «porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan». Por esta razón es que solo podemos agradar a Dios por la fe.

Hay dos partes de la fe en este versículo que muestran por qué agrada a Dios. El escritor no va más allá de esto. Él apoya su argumento en esta razón. Éste es el fundamento de todo. Primero, dice que la fe cree que Dios existe. Segundo, dice que la fe cree que Dios es remunerador de los que le buscan. Ya que la fe tiene estas dos características, por ello: agrada a Dios.

Ahora, medite conmigo por un momento y llegará a conocer más profundamente a Dios, quizás, más que nunca antes. Es por esto que este versículo está aquí, para que usted conozca a Dios. Él no dice por qué es que Dios se agrada por estos dos aspectos de la fe. Solo dice que lo hace. Hay algo sobre la naturaleza de Dios que lo hace obvio. No necesita un argumento. El hecho de que Dios se agrade de estos dos aspectos o características, pertenece a la misma esencia de lo que significa ser Dios.

ÉL ES REAL, Y ES REMUNERADOR
Digámoslo con nuestras propias palabras. Dios se agrada de nosotros cuando en nuestra relación con Él se reflejan dos aspectos. Uno: que Él es real, y el otro: que Él es galardonador.

Detrás de estas dos afirmaciones sobre Dios hay dos verdades:

Dios existe absolutamente. Él no llegó a ser y nunca dejará de ser. Él no se está convirtiendo en algo, o está creciendo, o está cambiando. Él dijo: «YO SOY EL QUE SOY» (Éxodo 3:14). Ése es Su nombre. Él es absolutamente. Por tanto, Él se agrada cuando su existencia absoluta es conocida y aceptada. Él se agrada cuando en nuestras vidas se refleja lo que Él es.

Detrás de la afirmación de que Dios es remunerador, está la verdad de que Dios es tan pleno y tan completamente auto-suficiente que sobreabunda. En lugar de necesitar nuestro servicio, Él es como un manantial inagotable de vida y energía y gozo y belleza y bondad y poder. Por tanto, a Dios le agrada cuando nos volvemos a Él en un modo que afirma esta verdad y se deleita cuando venimos a Él como nuestro galardonador.

Ahora, el escritor a los Hebreos solo afirma que esto es lo que hace la fe: la fe viene a Dios con confianza de que Él existe, y la fe viene a Dios con confianza de que Dios será un dador generoso. No está argumentando que la fe es así porque la haya encontrado definida en las historias del Antiguo Testamento. Está diciendo: debido a la realidad absoluta de la existencia de Dios, y de la plenitud de Dios, ésto es lo que debe ser la fe. Éste es el fin del argumento. Éste es el fundamento del razonamiento.

Pudiéramos decirlo de esta forma: lo que agrada a Dios es que nuestros corazones y mentes muestren la existencia de Dios y la belleza de Dios; que mostremos la existencia de Dios y Su excelencia; que mostremos cuán real es Él y cuán remunerador es. Ésto es lo que agrada a Dios, y es fe.

LA FE DEPENDE DE CÓMO ES DIOS, NO DE CÓMO SOMOS NOSOTROS
Ésto nos lleva de vuelta al versículo 1. Note cómo las dos partes del versículo 6 corresponden a las dos partes del versículo1. «La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Ése es el versículo 1. La «convicción de lo que no se ve» corresponde a que la creencia de la fe en que Dios existe (6a). Y la «certeza de lo que se espera» corresponde a la creencia de la fe en que Dios es remunerador de los que le buscan (versículo 6b). La fe tiene, al menos, estos dos componentes: uno es la convicción de que hay un gran Dios invisible quien existe absolutamente y no depende en lo más mínimo de nosotros. Y el otro es la certeza de que este gran Dios invisible es un Dios de amor y abundancia y libertad y gracia soberana para todos los que le buscan en verdad.

Comienzo diciendo que en nuestros días, la vida de fe es vulnerable y peligrosa. Las escuelas, las denominaciones, las iglesias, las familias, y las almas son vulnerables a la sutil intrusión del mundo y el pecado y el error y de Satanás. La vigilancia y paciencia son cruciales para nuestras almas y familias e iglesias y escuelas cristianas.

Lo que hemos visto en Hebreos, ahora, es que la naturaleza de la fe y la vitalidad de la fe están fundamentadas en cómo es Dios, no en cómo somos nosotros. Usted no descubre qué es la fe cristiana al consultar las necesidades que siente. La descubre consultando la naturaleza de Dios. Por tanto, si quiere que su fe sea fuerte, y su alma sea fuerte, y su familia sea fuerte, y su iglesia sea fuerte, y su denominación y escuelas sean fuertes, conozca a Dios. ¡Conozca a su Dios!

Mientras más conozca cómo es Dios, más conforme a Su grandeza será su fe. Estará más y más seguro de las cosas que espera y más y más convencido de las cosas que no se ven. Y la existencia y plenitud de Dios serán maravillosamente mostradas en su vida.

​John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

3 advertencias al cristiano sobre la psicoterapia

Coalición por el Evangelio

3 advertencias al cristiano sobre la psicoterapia

David Barceló

Nota del editor: En Coalición por el Evangelio estamos comprometidos con representar las perspectivas que consideramos se encuentran dentro del cristianismo evangélico, histórico, y conservador. Por esa razón publicamos este artículo. Para una perspectiva diferente a la presentada aquí, puedes escuchar Cristianismo y Psicología.

Empecé mis estudios en la facultad de psicología en 1991. Era un joven de 18 años ilusionado y convencido de que la psicología podía ayudar a la gente y podía ayudar a la iglesia del Señor. Cuando hablaba de ello con pastores, amigos, y líderes cristianos, todos me animaban y me aconsejaban libros sobre cómo integrar la psicología y la fe: “Será muy bueno para ti y para la iglesia”, “¡Ánimo! Necesitamos cristianos que sean psicólogos”, “Toda la verdad es verdad de Dios, no estamos en contra de la ciencia”.

No recibí ni una sola palabra de advertencia, pero pronto pude sentir el ateísmo que inundaba el aula. Gracias al Señor me agarré fuertemente a mi Biblia para mantenerme a flote, tomar aire, y seguir buceando en un mar de humanismo. Dios me sustentó. Recuerdo que en el último año de carrera un compañero me preguntó: “David, ¿tú no eras cristiano? ¿Aún lo eres después de lo que has escuchado?”. Aún hoy me sigue sorprendiendo que algo tan evidente a ojos de un joven ateo no sea percibido por los ojos de muchos cristianos. El gran esfuerzo que algunos hacen por justificar la integración de la psicología y la fe no es, me parece, sino la mayor evidencia de cuán incompatibles son.

Busqué respuestas en los libros de “psicología cristiana”, pero me sonaban a la misma psicología secular, con algunos versículos bíblicos espolvoreados por encima. En medio de mi desorientación, mis padres recordaron una crítica que escucharon años atrás sobre la “consejería noutética”, un modelo que deseaba ser netamente bíblico. A partir de ahí empecé a leer a Jay Adams, Wayne Mack, John MacArthur, David Powlison, Tedd Tripp, y Ed Welch, entre otros, y en un cambio radical de cosmovisión adopté la consejería bíblica, y Dios me llamó al ministerio.

En la providencia del Señor, diez años después de entrar en la facultad de psicología me preparaba para aprender teología. Junto con mi esposa Elisabet, y ya con nuestro primer hijo Moisés, nos mudamos a Norteamérica para estudiar en el seminario Westminster. Entonces sí que llegaron las advertencias, y algunas fueron muy vehementes: “Cuidado con el seminario”, “Ya sabes que la doctrina divide”, “La letra mata, pero el espíritu vivifica”, “No es tan necesario, ¿no te parece?”, “Westminster ¿es antipsicología, no? ¡A ver qué te enseñan ahí!”. Cuanto más lo recuerdo, más psicodélico me parece. Es como aconsejarle a tu hijo que no beba del “vaso teológico” porque el cristal pudiera estar sucio… pero animarle a beber del “vaso psicológico” invitándole a separar el agua del veneno con la lengua mientras va tragando.

Sé que el tema es profundo, y este artículo es pequeño. Quisiera con la ayuda del Señor escribir más en el futuro sobre otros asuntos relacionados con este, pero en un espacio tan breve solo deseo compartir algunas advertencias que yo no escuché en su día. Es necesario recalcar que al hablar de psicología me refiero a la clínica, a las psicoterapias, al intento del hombre por tratar los asuntos del alma. Hay otras aplicaciones, por ejemplo, en el campo de la educación o la empresa, con las que no tenemos conflicto. Usamos las observaciones de la psicología al ayudar a un niño en su proceso de aprendizaje, o en la selección de personal en una empresa. Otras ramas de la psicología están más cerca de la fisiología o la biología. El conflicto se produce cuando la psicología pretende responder a aquello que la Palabra de Dios responde. Entonces los temores, las ansiedades, y las tristezas del alma son medicadas como asuntos meramente orgánicos, o encaminadas con alguna de las muchas psicoterapias, que son el intento de sanar mediante la conversación según las filosofías de vida del mundo.

Esas psicoterapias son las que llamamos coloquialmente psicología, o psicologías —con “p” minúscula y en plural, como prefiero llamarlas dada su falta de acuerdo—, y representan el esfuerzo del hombre por cambiar al hombre con los recursos del hombre. Son más de 400 filosofías de ayuda, que expresan el desesperado intento de la humanidad por repararse a sí misma. El esfuerzo es loable, pero intentar entender al ser humano aparte de la Revelación de Dios es como intentar leer un idioma desconocido. El humanismo puede contentar a los incrédulos, pero no debiera satisfacer a los creyentes, y espero que estas letras nos hagan pensar sobre las repercusiones de dejar entrar las psicologías en nuestras vidas y en nuestras iglesias. Podríamos hablar largo y tendido sobre si las psicoterapias funcionan como una medicina para el alma o más bien como una droga, pero lo que es seguro es que vienen sin prospecto y causan serios efectos secundarios.

Advertencia 1: La psicoterapia te aleja gradualmente de las Escrituras  

La cultura psicológica que nos rodea es titánica, y en el caso de acabar entrando en la iglesia la inundación puede ser irreversible. Conferencias, publicaciones, retiros, entidades, y un sinfín de eventos introducen el discurso psicológico en las iglesias y en los púlpitos. A la psicología poco a poco se le atribuye más autoridad y mayores competencias. La sabiduría humana va reemplazando la sabiduría divina. La ansiedad, el temor, o las relaciones familiares dejan de ser asuntos espirituales para pasar a ser problemas psicológicos, y los cristianos van buscando respuestas fuera de la Palabra, y ven la Biblia cada vez más como un libro lleno de buenos consejos pero sin soluciones para los retos de la vida.

Pero la psicología tiene apenas doscientos años de existencia. ¿Cómo ha tratado siempre los asuntos de la vida la iglesia del Señor? Si en los momentos turbulentos la iglesia busca dirección en las filosofías de ateos como Freud, Rogers, o Skinner, es señal de que necesitamos urgentemente una nueva Reforma que redescubra la suficiencia de la Palabra de Dios. Sin embargo, la consejería bíblica aboga por el sola Scriptura de los reformadores (2 Ti. 3:16-17), porque aquello que llamamos “consejería bíblica” supone ministrar la Palabra de Dios en privado.

Si bien la predicación y la enseñanza tienen una función formativa, la consejería bíblica tiene un rol curativo. La consejería bíblica supone el reto de predicar la Palabra en medio de la tormenta, de tal modo que encontremos en Cristo todo el sentido, consuelo, y dirección que el alma necesita. La consejería bíblica pregona el sola Scriptura, y la iglesia que practica la consejería bíblica crece más y más en su apetito por la Palabra de Dios al ver su riqueza y trascendencia para los asuntos cotidianos (2 Pe. 1:3).

Advertencia 2: La psicoterapia estorba seriamente la santidad 

No hemos sido redimidos para vivir vidas felices, sino para vivir vidas santas y dedicadas al Señor (1 Pe. 1:15). Todos queremos ver iglesias que crezcan en santidad, pero muchos son los obstáculos que el enemigo, el mundo, y nuestra propia concupiscencia lanzan a nuestros pies para hacernos tropezar. En medio de las dificultades, Dios usa el sufrimiento de una forma muy especial para purificarnos al mostrarnos los ídolos que escondemos en el corazón, y al renovar nuestras fuerzas con su Espíritu.

Pero vivimos en una época muy impaciente y hedonista. La idea de proceso de cambio produce aversión, y dejarse arrastrar por las rápidas respuestas de la industria psiquiátrica supone una gran tentación porque la meta de las psicologías es la felicidad. Con una etiqueta diagnóstica, la persona halla una explicación rápida y plausible a su dolor. Pero el etiquetaje victimiza y aleja a los cristianos de las respuestas bíblicas.

En las iglesias parece haber, por tanto, cada vez menos pecadores y cada vez más enfermos que se han refugiado en la cosmovisión psicológica de sus experiencias. Ese rol pasivo ante la vida nos aleja de la santificación para la cual fuimos comprados, y la lucha contra el pecado es sustituida por psicoterapia.

Sin embargo, allá donde la consejería bíblica está presente, Dios es el centro de la ecuación. Los síntomas físicos se tratan con compasión, y la responsabilidad humana es encarada con valentía. La meta del cristiano sigue siendo la misma a pesar de las emociones y circunstancias, y el creyente comprende que debe seguir creciendo en santidad aun en medio de su fragilidad. Como Job en su dolor, como José en prisión, como Daniel en el exilio, somos llamados a dar gloria a Dios aun en la adversidad sin dejar que nuestra historia excuse nuestra conducta. El vocabulario bíblico nunca nos mueve a la pasividad o el victimismo, sino al deseo de reconocer nuestras debilidades, nuestras culpas, y nuestras pruebas, y en medio de ellas confiar en Jesucristo al ir hacia la meta en el poder del Espíritu. La consejería bíblica, en tu vida y en tu iglesia, estorba la carnalidad y fomenta la formación del carácter de Cristo.

Advertencia 3: La psicoterapia mina profundamente el ministerio pastoral 

En mi juventud pensé que la psicología sería una gran ayuda para el ministerio de los pastores. Pero es más bien todo lo contrario. No lo alimenta. Lo devora. Hace unos años visité un pastor conocido en Estados Unidos. Durante el almuerzo, él y su esposa me contaban lo bien que estaban en su iglesia. “La gente es muy amable y simpática —decía ella—. Estamos muy felices aquí”. Parecían estar viviendo un ministerio de ensueño. Ella añadió: “Son tan amables. Nuestra gente nunca nos dice sus problemas”. Eso me inquietó. Por la tarde me pasearon por las instalaciones del precioso edificio que habían construido, y en la zona de despachos mi mirada se clavó atónita sobre el rótulo de una de las puertas: “Psychologist”.

En las iglesias donde la psicología ha hecho su nido, el pastor va perdiendo terreno en su labor de cura de almas. A algunos no les molesta, pero muchos otros lo viven con frustración al ver cómo el intrusismo del psicólogo les va dejando fuera de la vida de sus feligreses. El llamado “secreto profesional”, versión secular del secreto de confesión, cierra la puerta a cualquier exhortación pastoral o disciplina eclesial que pudiera ser necesaria, al desautorizar a los líderes que Dios ha puesto en la congregación (Heb. 13:17).

Ante esta inundación psicológica, muchos pastores reemplazan la cura de almas por el evangelio social, sucedáneo de la tarea pastoral que han abandonado en manos de los psicólogos. El mito de la integración no ha llevado la Biblia a las facultades de psicología, pero sí ha introducido en los seminarios el DSM, el manual de diagnósticos psiquiátricos.

Muchos siervos del Señor se sienten incapacitados y frustrados al no poder desempeñar bien su tarea, y cansados de derivar sus ovejas al “psicólogo cristiano” más cercano, acaban viéndose abocados a estudiar psicología ellos mismos. Pero allá donde la consejería bíblica resurge, el pastor apacienta las almas que Dios le ha encomendado (1 Pe. 5:2). Allá donde la consejería bíblica abunda, el pastor habla a los corazones de sus hermanos tal como la iglesia del Señor ha hecho a lo largo de los siglos, exponiendo las Escrituras (Heb. 4:12).

Usemos los recursos de Dios

Querido hermano, prosigamos adelante en la tarea de “hacer discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19), lo cual implica la evangelización de los pueblos y el establecimiento de iglesias sanas. Pero la gran comisión también implica enseñar a guardar “todas las cosas que el Señor nos ha mandado” (Mt. 28:20). Esa tarea supone enseñar lo que el Señor nos dijo sobre cómo lidiar con la ansiedad, cómo vencer el temor, cómo vivir en el matrimonio, como afrontar el sufrimiento, la ira, el perdón, la tristeza, y cómo aplicar la Palabra a nuestras vidas de forma cotidiana. En esta hermosa tarea de edificar la Iglesia de Cristo, tengamos siempre a Cristo como el centro de todo.

Seamos precavidos. Las psicologías son filosofías de ayuda que representan el esfuerzo del hombre por cambiar al hombre, y se nos presentan como aquellas “filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” de las que nos advierte el apóstol Pablo (Col. 2:8).

Sin embargo, la consejería bíblica supone ayudar al hombre con los recursos de Dios. Aconsejemos con la Palabra, para ver cómo la consejería bíblica vigoriza a la iglesia y la llena de compromiso, cómo nos hace crecer en santidad y nos aleja del victimismo y el letargo espiritual, y cómo llena a los pastores de una confianza renovada en su labor. Que todos con pasión y compasión llevemos a cabo la labor que el Señor nos encomendó, y para la cual nos compró con su sangre preciosa.

David Barceló

David es licenciado en Psicología y graduado de los seminarios Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin). Es miembro de la NANC y graduado en Consejería Bíblica por IBCD. David ha estado sirviendo en la Iglesia Evangélica de la Gracia, desde sus inicios en mayo de 2005, siendo ordenado al ministerio pastoral en la IEG en junio de 2008.

David

Ministerios Ligonier

Renovando tu Mente

David

R.C.Sproul

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Nunca olvidaré la primera vez que tuve la oportunidad de visitar Tierra Santa. Habían estado tras de mí por años para ir a ese viaje diciéndome que me ayudaría mucho y que lo disfrutaría, yo decía: «No, yo no quiero ir, no quiero». Finalmente fui; y nunca lo olvidaré.

Nos quedamos en un hotel en el Monte de los Olivos, con vistas al valle del Cedrón, mirando justo de frente la ciudad vieja de Jerusalén. Y recuerdo una noche, saliendo al patio detrás del hotel, allí de pie, tarde en la noche, mirando las paredes iluminadas por los reflectores, y luego a la izquierda de las paredes que quedaban de Jerusalén esa pequeña parcela de tierra que era la ciudad vieja, la ciudad donde David estableció la capital.

Y allí, en la penumbra y la oscuridad, solo cerré mis ojos y me imaginé a David huyendo de su palacio con su familia, debido al avance de la horda rebelde que marchaba contra él bajo el liderazgo de su propio hijo Absalón.

Y la Biblia nos dice que esa noche cuando David huyó, se dirigió hacia el valle de Cedrón lamentándose mientras él iba. Y cuando me paré allí en ese lugar imaginando a David, me invadió una sensación única de la historia, porque han pasado poco más de 3.000 años desde que David fue ungido rey de Israel.

Recuerdo otra ocasión, muchos años después, que alguien me dijo, «RC, cuando vayas al cielo, aparte de tus familiares y seres queridos fallecidos ¿cuáles son las cinco personas que más te gustaría ver en el cielo, de la historia de la iglesia?»

No puedo recordar ahora mismo cuales cinco enumeré en esa ocasión, pero sé que uno de los cinco era David. Simplemente no puedo pasar por alto a David. Si alguna vez hubo un hombre renacentista antes del Renacimiento, sería David. Herbert Marcuse, un filósofo que revolucionó en el siglo XX cuyo libro más famoso se tituló «El hombre unidimensional».

Nunca este título se aplicaría a David, porque este era un hombre que tenía múltiples facetas, extremadamente complejo. Él era un conjunto desenfrenado de contradicciones que demostró el adagio de los que dicen que cuando era bueno, era muy, muy bueno, y cuando era malo, era terrible.

Entonces, vemos la grandeza de la humanidad manifestada en la vida de este hombre, así como las profundidades de la corrupción. Y esa es una de las razones, supongo, por las que me gusta David, porque es tan real.

Recuerdo que Kierkegaard una vez hizo la observación, «Mi queja no es que mi edad sea mala, sino que es insignificante; que carece de pasión». Él dijo: «Cada vez que me deprimo”, dijo, “vuelvo a las páginas del Antiguo Testamento, porque cuando leo la Biblia, allí’, dijo, “encuentro gente que miente, que mata, que engaña, que roba y comete adulterio».

Él dijo: «En una palabra, se trata de gente con pasiones igual que nosotros, no santos de papel o héroes de cartón». Y precisamente así era David. Nos quedamos la última vez con la aparición de la monarquía y el primer rey que fue Saúl.

Y vimos cómo Saúl empezó con un ascenso meteórico de esplendor, pero pronto degeneró en corrupción de todo tipo donde no solo fue invadido por la locura, por los celos y por la rabia contra David, sino que recurrió a la consulta de hechiceros, visitando a la adivina de Endor y cosas así.

Y Saúl, quien había sido muy distinguido como guerrero, finalmente, murió en batalla y tenemos el registro de eso en el primer capítulo de 2 Samuel. Y leemos del mensaje que le traen a David, que este hombre que había tratado de matarlo una y otra vez había sido herido en batalla.

Y leemos estas palabras en el versículo 17 del capítulo 1 de 2 Samuel: «David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo Jonatán, y ordenó que enseñaran a los hijos de Judá el cántico del arco; he aquí, está escrito en el libro de Jaser.

Tu hermosura, oh Israel, ha perecido sobre tus montes. ¡Cómo han caído los valientes! No lo anunciéis en Gat, no lo proclaméis en las calles de Ascalón; para que no se regocijen las hijas de los filisteos, para que no se alegren las hijas de los incircuncisos.

Oh montes de Gilboa, no haya sobre vosotros rocío ni lluvia, ni campos de ofrendas; porque allí fue deshonrado el escudo de los valientes, el escudo de Saúl, no ungido con aceite. De la sangre de los muertos, de la grosura de los poderosos, el arco de Jonatán no volvía atrás, y la espada de Saúl no volvía vacía. Saúl y Jonatán, amados y amables en su vida, y en su muerte no fueron separados; más ligeros eran que águilas, más fuertes que leones.” “¡Cómo han caído los valientes, y perecido las armas de guerra!”

Esto, de un hombre que lo había perseguido sin descanso, que lo había tratado de matar, Incluso David, quien había tenido más de una oportunidad para matar a Saúl, se negó a poner su mano sobre él, porque Saúl era el rey y Saúl era el ungido del Señor.

Ahora David escribe una elegía por la muerte del rey. Bueno, como dije, la historia de David es una historia llena de contradicciones y complejidades. David era muchas cosas; en primer lugar, era un niño prodigio. Siempre me han fascinado las historias de los grandes músicos como Mozart y otros, que a una edad muy temprana alcanzaron niveles de logro tan notables en su campo y en su arte.

Pero David era solo un muchacho que había cuidado de las ovejas de su padre en los campos y las había defendido de leones y de osos, cuando lo vemos aparecer en la escena donde el pueblo de Israel ha sido acorralado por el campeón de los filisteos, Goliat.

Los ejércitos de Israel acampaban a un lado de un barranco, y los ejércitos de los filisteos, al otro, y cada día de la semana, semana tras semana, el campeón de los filisteos llegaba al valle y este gigante, Goliat, desafiaba a los ejércitos de Israel a que enviaran un campeón para que pudieran resolver su conflicto en un combate de hombre a hombre.

Pero no se encontró a nadie en todos los ejércitos de Israel que asumiera el desafío. Y el rey se sentó en su tienda y tembló hasta que Isaí envió a su hijo menor David al campamento para llevar algo de comida a sus hermanos mayores y asegurarse de que estuvieran alimentados.

Y este muchacho llega y ve a este gigante desafiando a Israel para que presente a un luchador que pelee contra él. Y él, en su idealismo juvenil, está completamente confundido por esto, ¡ustedes saben!

Él mira a su alrededor, ¿dónde están sus hermanos?, ¿dónde está el rey? ¿por qué no se presenta alguien? ¿no se supone que los soldados están para luchar por el honor y la defensa de su pueblo? Y David, no puede soportar que este filisteo no solo avergüence al pueblo de Israel, sino que se atreve a hacerlo con la arrogancia de burlarse del Dios de Israel.

Él va donde el rey, y le dice, «Déjame ir». El rey dijo: ‘Eres un muchacho, no puedo dejarte ir’. David dijo: ‘¿Por qué?’, ‘yo puedo contra este gigante’. Él dijo: ‘Dios me ha librado del león, Él me ha librado del oso. Déjame ir a la batalla’. Finalmente, ya que nadie más aceptaba el desafío, y Saúl estaba harto de escuchar estas burlas día tras día y semana tras semana, finalmente llamó al que llevaba su armadura y le pusieron a David esta enorme armadura, pero David no podía ni moverse con todo eso.

Y dijo: ‘Quítenme estas cosas. No puedo usar esto. No necesito armadura. Tomaré mi honda, y mis cinco piedras lisas y el Señor Dios de los ejércitos entregará este hombre en mis manos’.
Y David caminó hacia el valle de la muerte solo. Como un joven, no un joven contra un hombre, sino un joven contra un gigante. Y cuando Goliat vio que venía este muchacho, se enfureció, él se sintió insultado. Y dijo: «¿Qué? ¿Me tratas como un perro?»

David dijo: ‘Vengo en el nombre del Señor Dios de Israel’ jujujuju con la honda y la piedra golpeó al gigante en su sien y el gigante cayó muerto, y en ese momento, David corrió hasta allá y tomó la espada de Goliat y le cortó la cabeza y la sostuvo en alto la cabeza de Goliat.

Esto es material de los cuentos de hadas, pero está registrado aquí en la Escritura como historia seria. No es de extrañar que este joven se convirtiera de inmediato en un héroe para el pueblo de Israel. Este fue solo el inicio de las hazañas militares de David.

Podríamos discutir sobre quién fue el guerrero más grande en la historia del Antiguo Testamento. Algunos podrían votar por Josué, pero ciertamente en términos de leyendas militares y hazañas, nunca nadie superó a David.

Él fue el Napoleón Bonaparte, Julio César, Aníbal de Cártago, Alejandro Magno, todos ellos en un solo guerrero de su época. De hecho, si algo nos muestra la imagen de los primeros días de David es a un hombre que a veces llega a ser casi un bárbaro. A veces no se parece tanto un general respetado como Julio César, se parece más a Atila el Huno: un bárbaro.

Cuando se encuentra con esta banda itinerante de merodeadores cerca del Mar Muerto y en Siclag y cómo se enfrenta a ellos … es como un Robin Hood. Él mismo es un fugitivo de la ira de Saúl, y tiene a su alrededor un puñado de soldados improvisados y se convierte en un guerrillero merodeador que saquea y asalta; sanguinario, cruel, despiadado. Si leemos solo esta porción de la vida de David, uno se pregunta cómo la Biblia podría afirmar que este era un hombre conforme al corazón de Dios.

Sin embargo, además de ser un guerrero, y un bandido, descubrimos que también era un hombre extremadamente sensible, que tenía el espíritu y el corazón de un poeta y de un músico. David tendría que ser el poeta con laureles de Israel. Y el fruto de su producción literaria llega hasta nosotros en los salmos. No hay literatura en toda la Sagrada Escritura que revele una sensibilidad más profunda, que nos permita ver con claridad el alma de un hombre de Dios, que suspira por Dios como el ciervo anhela las corrientes de agua, como vemos en los poemas de David.

Y no sólo tenía este don literario, de la creatividad, sino que se distingue como un músico. De hecho, es tan competente como músico que este es el único lugar donde fue recibido en el palacio por el trastornado rey Saúl, porque cuando Saúl tenía sus ataques de depresión, melancolía y delirio, enviaría por David y David vendría a tocar su lira, y mientras tocaba, la música era tan hermosa que tranquilizaba al demonio enfurecido dentro de Saúl. David compuso canciones para la música de la vida religiosa de su época.

Pero además de ser un prodigio, un guerrero, un bandido, un poeta y un músico, quizá David es más recordado por ser el rey. De hecho, el símbolo supremo de la realeza en el Antiguo Testamento y qué rey que él era. A pesar de que su ascenso al trono fue a través de una ruta tortuosa, y hubo una fuerte resistencia por parte de las personas que seguían a Saúl y que buscaban que el reinado de Saúl fuese una dinastía a través de la herencia biológica, sin embargo, Dios había hablado a través de la obra de la unción de Samuel, que Samuel había ungido a David como rey, de modo que David era elección de Dios para ser rey de Israel.

Y finalmente, cuando pudo acabar con la guerra civil y llevar al pueblo a la unidad, su monarquía empezó a prosperar. Recuerdo que cuando estaba haciendo un doctorado en Holanda, en los años 60, y vivía en las afueras de Ámsterdam, e iba a la escuela en la ciudad allí, a los holandeses les gustaba hablar sobre el siglo XVII.

Quiero decir que parecía que nunca dejaban de hablar del siglo XVII y tenían a todos los guías turísticos de la casa de Rembrandt, y contaban las historias de la magnífica producción de arte que salió de ese pequeño país.

En un breve período de tiempo en el siglo XVII, este pequeño país que siempre era amenazado con ser cubierto por el mar, gobernó el mundo con comercio y con la fuerza del transporte marítimo. Por eso, los holandeses llaman a ese período su edad de oro.

Hubo una edad de oro en Grecia, una edad de oro en Roma, una edad de oro en Holanda, pero también hubo una edad de oro en esta pequeñísima nación que era una franja de tierra uniendo los tres continentes en el Medio Oriente.

La edad de oro de Israel fue durante la monarquía davídica. Pues David, cuando llegó al poder, conquistó todas las naciones alrededor de Israel que amenazaban su seguridad. Él extendió las fronteras por primera vez desde Dan hasta Beerseba. Instituyó el período de mayor prosperidad en su historia, y no solo fue un rey fuerte, y un rey benévolo, sino que fue un administrador extremadamente capaz, lo cual es muy inusual cuando tienes a estos luchadores poéticos y carismáticos. Era un diplomático maestro.

En realidad, fue una idea genial tomar esta ciudad recién conquistada, que había pertenecido a los jebuseos, y que después de haberla conquistado, en lugar de mover su capital al Norte o al Sur para satisfacer las partes que rivalizaban, el “Real Madrid y el Barcelona” de Israel, decidió situar su capital en un lugar nuevo, y estableció la sede de su gobierno, la sede de su monarquía, en Jerusalén. Jerusalén. Jerusalén, la ciudad de la paz, la llamó así.

Había sido llamada la ciudad de pan, y ahora esta ciudad se convierte en el símbolo de la presencia de Dios. Es en esta ciudad que se establecerá el templo. Es en esta ciudad a la que el redentor vendrá y será crucificado. Este es el monte de Sion. Esta es la ciudad que los judíos todavía dicen, todo el tiempo, «El otro año en Jerusalén».
Esta es la ciudad que es el pedazo de tierra más disputado en el mundo de hoy y llegó a tal lugar prominente bajo la monarquía de David. Me refiero a que él sería famoso en la historia secular por sus logros como rey en el mundo antiguo, incluso si no fuera tan importante en las Escrituras.

Pero creo que quizás, lo que más recordamos de David, fueron sus extraordinarias hazañas como pecador. Lo que sea que David hizo, lo hizo a lo grande. Él no bromeaba cuando se involucró con esta mujer, Betsabé. Se enamoró locamente, fue cegado por su deseo, rebajándose no solo al adulterio, sino que rebasa los límites y usa su poder de rey para colocar a uno de sus fieles soldados en el frente de batalla para asegurarse que quede expuesto al fuego enemigo y lo maten.

Eso es lo que hace con el marido de Betsabé. Y toma a Betsabé para sí mismo y la embaraza. Pero Dios envió a David el profeta Natán y Natán le contó una parábola inolvidable.
Él le dijo a David: ‘Había un hombre que en el reino era leal al rey. Era pobre y desamparado, pero tenía una oveja pequeña, una corderita que era una oveja hembra y él amaba a esta oveja. Permitió que la oveja viviera en su casa y comiera de su mesa. Su vida estaba dedicada a esta pequeña oveja. Y había otro agricultor en la tierra que tenía enormes rebaños de ovejas, y vio la belleza de esta pequeña corderita que pertenecía al hombre pobre y en su arrogancia él entró y robó la pequeña corderita del hombre pobre’.

Cuando David escuchó esa historia dijo: ‘No en mi reino. Encuentra quién es ese hombre’ y añadió, ‘y haré caer toda la ira de mi reino sobre él y se hará justicia al respecto’. En ese momento Natán pronuncia la declaración inmortal, «Tú eres ese hombre». Verás que la caída de David fue más violenta que la caída de Goliat, porque la suya era una caída espiritual.

En muchos sentidos, parecía que él estaba a punto de repetir la degeneración y corrupción que había manifestado el reinado de su predecesor Saúl. Pero la gran diferencia entre Saúl y David se encuentra en el arrepentimiento de David.

David se convierte, en el Antiguo Testamento, en el modelo supremo del despertar piadoso a la propia bancarrota espiritual y moral y la absoluta necesidad de confiar en la gracia de Dios y nada más para la salvación.

En esta ocasión la profundidad del arrepentimiento de David se manifiesta en el Salmo 51. Cada estudiante del Antiguo Testamento debe leer el Salmo 51 con mucho cuidado para tener una idea de lo que realmente significa estar desnudo ante un Dios santo y justo, y confiar en su misericordia y solo en su misericordia. Por eso, en ese sentido, David era un hombre conforme al corazón de Dios.

 

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation

http://www.ligonier.es

2/27 – La perfección moral de Jesucristo

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Cristo incomparable

2/27 – La perfección moral de Jesucristo

Nancy Leigh DeMoss

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/la-perfeccion-moral-de-jesucristo/

Nancy Leigh DeMoss: Los científicos ahora  están reclamando  haber encontrado el estándar universal para la belleza. Simplemente es una  proporción matemática conocida como Phi o  “proporción divina” que también se le conoce como “El número de oro”.

Leslie Basham:  Esta es Nancy Leigh De Moss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy: La proporción es la siguiente 1.618:1  Esta proporción se puede aplicar a numerosas áreas donde se pueda encontrar la belleza. Se aplica al arte, la  arquitectura, la naturaleza, y a la belleza facial.

Por ejemplo, si la cara de mejilla a mejilla mide 10 pulgadas, entonces para estar conformada a  la proporción ideal el largo de la cara desde arriba de la cabeza hasta debajo  de la  barbilla debe  de ser 16.18 pulgadas   Esto sería la verdadera belleza.

Hay un cirujano plástico que desarrolló una máscara “phi”, que es  el modelo  ideal del rostro humano, incluyendo estas divinas proporciones de oro. Hay otro estudio hecho por un psicólogo que dice que sorprendentemente hay una gran consistencia en  las proporciones y dimensiones que se consideran atractivas.  Este estudio dice que para ser atractivo el rostro femenino ideal puede ser descrito  de la siguiente manera—mira a ver  si encajas dentro de una de estas características:

– Ancho de ojos que sea tres décimas el ancho de la cara a nivel de los ojos.

– Largo de la barbilla: una quinta parte del largo de la cara.

– Distancia desde el centro de los ojos a la base de las cejas: una décima parte del largo de la cara.

– Largo del globo del  ojo: un catorceavo del largo de la cara.

– Ancho de la pupila: un catorceavo de la distancia entre los pómulos.

– Área total  de la nariz, debe de ser menos de un cinco por ciento del área de la cara.

¿Qué tan bella eres?  Este estudio nos dice que la más pequeña variación es importante en cuanto a lo que la gente percibe como atractivo. Por ejemplo “la boca ideal es la mitad o el 50% del ancho de la cara al nivel de la boca; si ese porciento varía en tan solo unos 10 puntos, la cara es  calificada como “menos atractiva”.

Tú lees eso y te das cuenta que el estándar de la belleza perfecta es inalcanzable.  Muy raras veces alguien se acerca a ella aunque algunos han tratado.   Al prepararme para esta sesión,  encontré   una edición de la revista Newsweek  con el siguiente título en su portada, “El rostro perfecto: Un estándar global de belleza y lo que las personas están haciendo para obtenerlo”. Lo que las personas están haciendo para obtenerlo son cada vez más cirugías plásticas.

Al  pensar en la perfección, en la belleza, en el rostro perfecto,  y  las divinas proporciones de oro, todo esto  me lleva al estudio que acabamos de iniciar,  al Cristo incomparable.

Leslie: Este es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh De Moss… Ella nos dirige a través de esta serie titulada “El Cristo incomparable”.

Nancy: A través de esta serie estamos  siguiendo el libro escrito por Oswald  Sanders llamado “El Cristo incomparable”[The Incomparable Christ – disponible en Inglés]. Hoy venimos al primer capítulo de ese libro titulado, “La perfección moral de Cristo”.  A lo que nos estamos refiriendo cuando hablamos de Su perfección es a Su Belleza, a Su hermosura—a la belleza de Cristo.

Él es el modelo de todo lo que es lindo, de todo lo verdaderamente bello y hermoso.  Él es el único “Perfecto 10”.  Todo lo que se relaciona a Él está en perfecta simetría, en perfecto balance, en perfecta proporción.  Él es el único que no necesita ser realzado.  Él no puede ser más perfecto de lo que ya es.

¿Qué tan diferente es esto de nosotras?  Nosotras todas necesitamos realzar nuestra belleza.  Ya sea la belleza exterior o la belleza de carácter, o la belleza moral… todas tenemos imperfecciones. ¿Acaso no nos damos cuenta de ello todo el tiempo? Nos vemos en el espejo y vemos cosas que quisiéramos que fueran diferentes. Pero cuando miras a Jesús, nunca vas a ver nada que necesite ser diferente.

Como lo señala en su libro Oswald Sanders, y algo que vemos en los evangelios, es “el retrato de un  Hombre, de un Hombre verdadero, de uno que manifiesta perfección en cada etapa de su desarrollo y en cada circunstancia de su vida.” (El Cristo Incomparable, p. 18)

Esta misma idea se transmite en el Salmo 45.  Es un pensamiento de amor, un poema que dice… Y yo pienso aquí en la venida mesiánica de Cristo: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres.”  No hay otro como  tú.  Eres incomparable.  “La gracia se derrama en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”. (Salmo 45:2)

A través de los siglos ha habido muchos escritores de canciones y de himnos,  y  poetas,  que han tratado de capturar este retrato en palabras.  Me viene a la mente un antiguo himno escrito alrededor de los 1700, que ha sido de mis favoritos a través de los años. Dice,

Majestuosa dulzura firmemente entronada sobre la frente del Salvador;
Con glorias radiantes Su cabeza coronada, Sus labios gracia derraman.

Contempla los encantos de Su faz y en Sus glorias has tu morada;
Piensa en las maravillas de Su gracia, y de  todos Sus triunfos habla.

Ningún mortal de  entre los hijos de los hombres a Él compararse puede.
Intachable es y favorecido  más que todo el  cortejo celestial.
(“Majestuosa Dulzura Firme Entronada” por Samuel Stennett).

Él es más maravilloso,más bello que cualquier mortal, que cualquier ser humano.  Él es intachable y más maravilloso que cualquier criatura del cortejo  celestial.

Pero la belleza de Cristo no está tanto en su parte física como en Sus gracias, las gracias de Cristo.  Como hombre—y vamos a considerar su ministerio aquí en la tierra durante las próximas semanas, culminando con la Semana de la Pasión de Cristo—Él posee cada gracia, cada virtud en tensión  y en balance  perfecto.  No  hay nada que le falte, nada que esté fuera de balance.  Él no tiene “áreas insípidas” como todos tenemos, no hay deficiencia alguna en Él.  Algunas veces tenemos mucha gracia en un área pero en la contraparte de la misma estamos carentes.

Cristo las tiene todas en perfecta tensión, en perfecto balance, en perfecta simetría.  Él observó la Ley de Dios perfectamente.  No es que Él evitó pecar, sino que Él vivió el estándar perfecto de la Ley de Dios. Nunca se quedó corto en nada.

Hay mucho que podemos obtener para nuestras vidas, en particular si tomas el tiempo para contemplar la perfección de Cristo, el encanto de Cristo, la belleza de Cristo.  Yo me alegro tanto de que Sanders no  haya empezado este libro con el nacimiento de Cristo, sino  que él empezó   hablando de la hermosura, de la belleza y de la perfección de Cristo.  No hay nadie como Él.

Hay un pasaje maravilloso en el libro de Cantar de los Cantares de Salomón, en el Antiguo Testamento.  El Cantar de los Cantares es una historia de amor.  Es un  poema  del rey y de su novia.  Un bello retrato del matrimonio.  Pero también puedes darte cuenta que se está desvelando  allí el gran esplendor y la belleza de los encantos del Señor Jesucristo mismo.

En ese Cantar de los  Cantares, como es llamado, en el capítulo 5 tenemos el recuento donde el novio se acerca a su novia.  Él toca a la puerta de su habitación. Y le pide a ella que abra. Él quiere estar con ella, quiere pasar tiempo con ella.  Pero ella tiene sus excusas: Ella está cansada, ya preparada para acostarse a dormir, y no siente deseos de hacer nada.

Él persiste.  Y finalmente cuando ella le abre la puerta  se da cuenta que Él se ha ido de que ya no está.  Ella, perturbada por el cambio de los acontecimientos, sale a la ciudad y va a todos lugares en su búsqueda, diciéndoles a las personas, “¿Dónde está mi amado, lo han encontrado?” Luego se acerca a las hijas de Jerusalén—estas son sus amistades—y les pregunta a ellas, “¿saben ustedes dónde está mi amado?” “¿Lo han visto ustedes?” “¿Díganme adónde se ha ido Él?”

Y  en el  versículo  9 de Cantar de los Cantares, las hijas le dicen, “¿qué clase de amado es tu amado, oh la más hermosa de las mujeres?” ¿Qué clase de amado es tu amado, que así nos conjuras?” Lo que ellas están diciendo es,  “¿Qué tiene tan especial que lo echas tanto de menos? Tú sabes que Él ya partió, quizás haya aquí otros iguales a Él, quizás tú puedas encontrar alguien que lo reemplace”.

Entonces ella empieza a meditar en esto, y al principio del versículo 10, ella responde a las preguntas que ellas le han hecho.  “¿Qué tiene tu amado más que los demás? ¿Qué lo hace tan especial? ¿Qué lo hace tan singular?”  Ella   entonces  empieza  a describir a su amado a estas hijas de Jerusalén.

Ella dice en el versículo 10, “Mi amado es resplandeciente y rubio, distinguido entre diez mil”.  No hay otro como Él.  Y en los próximos versículos, ella les da una descripción detallada de Sus atributos físicos, de Sus características, y les dice qué es lo que ella admira de Él.  Ella da una descripción detallada.

Terminando en el versículo 16, ella dice, “Su paladar, dulcísimo, y todo él deseable.  ¡Este es mi amado y este es mi amigo, hijas de Jerusalén!”

John Flavel el Pastor Puritano de los años 1600 quien escribió toda una canción sobre Cantar de los Cantares capítulo 5 versículo 16, “Todo Él es hermoso.” Tituló el mensaje “Cristo es totalmente hermoso”. Él dice,

“Miren a todos los seres creados, revisen todo el universo: observarán  fortaleza  en uno,  belleza en el segundo, fidelidad en el tercero, sabiduría en el cuarto, pero en ninguno de ellos hallarás más excelencia que la que  encuentras en Cristo.

El  pan tiene una cualidad, el agua otra,  la vestimenta otra, la medicina otra; pero nada las tiene todas en sí mismas como lo tiene Cristo.  Él es pan para el hambriento, agua al sediento, vestido para el desnudo, ungüento sanador para el herido; y cualquier cosa que desee el alma lo puede encontrar en Él.”1

A medida de que esta novia le cuenta a sus amigas sobre la hermosura y la singularidad de su amado, dos cosas suceden.  Más adelante en el capítulo 6 vemos esto.  Primero,  la personas a quienes ella le habla acerca de su amado, lo quieren conocer.

Así es que en el capítulo 6 versículo 1 las hijas de Jerusalén le dicen a esta novia, “¿Adónde  se ha  ido tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿Adónde se ha dirigido tu amado, para que lo busquemos contigo?”

Cuando ellas oyen esta descripción ellas  piensan, “Wao, Él  es realmente muy singular”.  No hay otro como Él.  Lo queremos conocer.  Te vamos acompañar a ir en su búsqueda.

A medida que leemos el versículo 2, vemos que mientras ella está haciendo el recuento de sus encantos, de su  belleza y  de lo maravilloso que es su amado algo ocurre.  La intimidad que una vez ella experimentó y que había perdido, es restaurada.  Ella se da cuenta que él no se ha ido, que él aún está con ella y ella todavía tiene esa relación con él.

Así es que ella dice en el versículo 2, “Mi amado ha descendido a su huerto a las eras de bálsamo, a apacentar su rebaño en los huertos y recoger lirios.”  En este  lenguaje pintoresco y  lleno de simbolismo, lo que este poema de amor quiere decir es, “Mi amado ha vuelto a mí.” Él ha vuelto a sus jardines.

Y entonces  dice en el versículo 3, “Yo soy de mi amado y mi amado es mío.”  Y aquí vemos una  preciosa y dulce satisfacción del alma, al experimentar una vez más esa  intimidad y esa unión con su amado del que ella creyó haber estado separada, con el cual ella pensó haber perdido esa intimidad.  Y entonces otros quieren conocerle. La intimidad que ella una vez experimentó ha sido restaurada.

De manera que nosotras, al pensar en  la belleza y en los encantos de Cristo, nos hablamos a nosotras mismas acerca de Sus maravillas.  Al  contarlas  a los demás, ellos también sienten un creciente deseo por conocerle.  Y al hacer esto encontramos que nosotras también entramos en una mayor experiencia de intimidad con Él.

Ahora, en la medida que nos enfocamos las bellezas y las maravillas de Cristo, nosotras llegamos a reconocer que Él no solo es nuestro Salvador y Señor—Él es todo  esto, y hay mucho más acerca de Él sobre lo cual estaremos hablando en las próximas semanas—pero también nosotros nos damos cuenta de que Él es nuestro más preciado tesoro.

Él es bello.  No solo es Él justo, Él es bueno, Él es hermoso. Él es perfecto.  No hay nada en esta tierra más deseable que Él.  Al tener a Cristo, tenemos lo más bello, lo más hermoso, la cosa más maravillosa, la posesión más maravillosa, la  relación  más maravillosa que cualquier ser humano pueda tener en este planeta.

Cuando nos damos cuenta del tesoro que es Cristo, eso nos hace vivir nuestras vidas de manera diferente:

No pasaremos toda nuestra vida buscando cosas y  personas que nunca podrán satisfacernos plenamente.

Enfocaremos  nuestra atención y nuestros esfuerzos en Cristo.

Desearemos tener una devoción por Él sin distracciones.

Desearemos pasar más tiempo con Él.

No necesitaremos que se nos diga “Debes tener un tiempo de devoción. Necesitas leer tu Biblia.  Necesitas orar”.  Nosotras desearemos estar con Él.  Vamos a querer conocerle.  Desearemos decirle “no” a las demás cosas que nos distraigan para procurar a Cristo porque nos hemos dado cuenta de que Él es hermoso.

Un recordatorio aquí, Cristo solo es hermoso, precioso, bello para aquellos cuyos  ojos han sido abiertos para ver Su belleza.  Hasta tanto el Espíritu Santo abra tus ojos para ver cómo Él es, hasta ese punto, nuestros ojos están ciegos y Cristo es indeseable para aquellos que nunca han podido ver su belleza.

De hecho, leemos en Isaías 53, que es un pasaje profético del Antiguo Testamento acerca del Cristo Mesiánico. Este texto dice:

“No tiene aspecto hermoso ni majestad para que le miremos, ni apariencia para que le deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y  como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos. (Versículos 2-3)

Ahora, ¿cómo se puede despreciar a alguien tan hermoso, a alguien tan bello, a Uno que es perfecto? ¿Cómo pudimos nosotras en algún momento  de  nuestras vidas despreciarle y no estimarle?  ¿Cómo no lo pudimos apreciar? ¿Cómo pudimos ignorarle? ¿Cómo pueden tantas personas en este mundo aun despreciarle y no estimarle y no considerarle bello, hermoso y perfecto? ¿Cómo puede ser esto?

Es porque hasta ese punto nuestros ojos no habían sido abiertos para saber quién Él es.  Hay tantos en este planeta cuyos ojos todavía no han sido abiertos para ver que Él es bello.  Si Él no es totalmente hermoso para ti, si Él no es tu mayor tesoro, si tú no lo ves a Él como una posesión de inmenso valor, si no te maravillas y  admiras  Sus encantos y Su belleza, tienes que preguntarte, “¿Realmente le conozco?” “¿Han  sido mis ojos abiertos para yo ver quien realmente Él es?”

Si  la respuesta  a esto es  “no,”  entonces déjame animarte a ir al Señor en oración y decirle, “Señor, yo quiero conocerle.  Abre mis ojos para yo  ver a Cristo,  conocerle a Él, ver quién es Él  realmente.   Preséntamelo.  Ayúdame a verle a Él, y conocerle a Él como realmente Él es.”

Luego tenemos que recordar que la perfección solo se encuentra en Cristo.  No se  encuentra en los demás o en uno mismo.  Si buscas en cualquier otro lugar para encontrar belleza, o encontrar encantos inagotables  o para encontrar lo que es perfecto y sin defecto, vas a  ser decepcionada.

Eso es lo que nos lleva a tanta depresión y desánimo en este mundo.  Es que miramos a las personas y a las cosas en lugar de ver a Cristo para la satisfacción de nuestras necesidades y para la satisfacción de los anhelos más íntimos de nuestro corazón.  Pones tu mirada en cualquier cosa—en tu esposo, tu casa, tu trabajo, en ti misma—y  en algún momento te vas a desalentar.  Pero míralo a Él, Él siempre va a exceder y a sobrepasar tus más altas esperanzas y expectativas.  Nunca seremos  defraudadas  cuando  lo  miramos a Él.

El darnos cuenta de que la perfección solo se encuentra en Él, es llegar al final de nuestros  empeños, de nuestros esfuerzos humanos  para perfeccionarnos. Nosotras pronto nos  daremos cuenta de que no podremos ser perfectas.  Yo me encuentro con muchas mujeres que están   realmente tratando de ser grandes mujeres cristianas.

Ellas se desalientan y  se desaniman en el proceso. Pero ¿Por qué?  Porque no podemos ser perfectas.  No tenemos esa proporción perfecta de la cual hemos venido hablando.

-No la tenemos físicamente.

-No la tenemos espiritualmente.

-No la tenemos moralmente.

-Somos unas incompetentes que desesperadamente necesitan un Salvador.

Así es que el llamado a la vida cristiana no es un llamado a “borrón y cuenta nueva” o a esforzarse por ser una persona mejor, sino a reconocer nuestra imperfección.  Es un llamado a decir,  “soy imperfecta”, y dejar que el Espíritu de Cristo nos transforme a Su imagen a medida que lo contemplamos a Él.

Esta mañana me desperté y me sentí muy pecadora.  Revisé mentalmente mi día de ayer, no salí y cometí pecados atroces pero  al despertar esta mañana pensé en mi falta de dominio propio, pensé acerca de diferentes aspectos de mis reacciones, de mi espíritu.  Esto me sucede muchas veces en la mañana.  Oh… ¿Soy la única? Oh, no soy la única pecadora  aquí.

Me levanté con un sentido de necesidad.  Ahí mismo vino a mi memoria lo que iba a enseñar hoy.  Solo Cristo es perfecto.  Cristo es perfecto.  Fue ese gran predicador del pasado, Robert Murray M’Cheyne quien dijo, “Por cada mirada a ti mismo, pon tu mirada en Cristo 10 veces”.

No vivas en desaliento.  No vivas en derrota.  Si, reconoce que somos un fracaso, somos incompetentes.  El punto no es  convencernos los unos a los otros de que somos  buenas personas.  El punto es reconocer y recordarnos los unos a los otros que realmente somos un incompetente.  Tú pecadora.  Tú eres imperfecta; tú tienes tacha.  Pero mira a Cristo.  Él es perfecto.  A medida que consideramos y vemos la perfección moral, la belleza de Cristo, nosotras le respetaremos.  Nosotras le adoraremos.  Lo amaremos más.  Nosotras  desearemos conocerle más, más íntimamente.  Desearemos hablarle a los demás sobre Él. Tal y como lo hizo esa novia en el Cantar de los Cantares.

Seremos más y más como Él  y entonces reflejaremos  a los demás  Su belleza, Su perfección moral.  A medida que reflejemos Su belleza, otros lo desearán.  Él vendrá a ser  deseable  para ellos, y la tierra será llena de la gloria de Cristo.

Señor te pido que Tú hagas esa obra en nosotras; que Tú despliegues la belleza de Cristo.  Él es el único rostro perfecto.

Así que te adoramos, Señor Jesús.  Tú eres hermoso.  Tú eres bueno.  Tú tienes la simetría perfecta.  Tus encantos están en el balance perfecto, la proporción de oro divina, eres Tú.  Te amamos.  Y te pedimos que nuestras vidas puedan reflejar y desplegar tu belleza en un mundo que tan desesperadamente  necesita ver la  gloria de quien Tú eres.

Que nuestras vidas despierten en los demás una sed de ti.  Que señalen a otros hacia ti.  Y que ellos lleguen a decir, “Sí, lo amamos a Él, nosotros   también  queremos conocerle a Él”. Yo te lo pido en el nombre de  Jesús. Amén.

Leslie: Nancy Leigh DeMoss ha estado describiendo la perfección moral de Cristo.  No es un tema del que oímos muy a menudo, pero es uno que me lleva a adorar a Jesús de una manera fresca. En las semanas que culminan en el Domingo de Resurrección, Nancy nos mostrará facetas de la vida de Cristo que muchas veces  han sido descuidadas.

Este ministerio se hace realidad debido a la fidelidad de muchos oyentes que contribuyen mensualmente para ayudarnos a distribuir los mensajes de manera internacionalmente.

Te animamos a contribuir financieramente con nuestro ministerio. Puedes hacerlo por internet visitando www.AvivaNuestrosCorazones.com o llamando al 1-809-569-5959, desde EEUU y Canadá. Tu participación con este ministerio es muy valiosa para nosotros.  Cuando llames, solicita que los fondos sean asignados al ministerio hispano de Aviva Nuestros Corazones.

¿Qué estaba haciendo Jesús antes de venir como un bebé a esta tierra?  Es una pregunta fascinante.  Nancy la va a explorar mañana en nuestro próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.

 

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

http://www.puritansermons.com/sermons/flavel1.htm.

Hermoso Eres, Eric López, En Tus Alturas ℗ 2011 Life House Music Group.

Usado con permiso del Ministerio Aviva Nuestros Corazones 

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Como Sepulcro Blanqueado

Isha – Salmos

DÍA 86 – Salmo 50

Dosis: Honestidad

Como Sepulcro Blanqueado

“Pero Dios le dice al malvado: «¿Qué derecho tienes tú de recitar mis leyes o de mencionar mi pacto con tus labios? Mi instrucción, la aborreces; mis palabras, las desechas. Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas. Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño.” (Salmo 50:16–19) (RVR).

Hemos visto en la primera parte del Salmo, que Dios no solamente ve lo que hacemos, sino conoce las intenciones del corazón. Por eso, después de instruir a su pueblo sobre el método correcto de rendirle adoración, reprende ahora a los malvados. En primer lugar les acusa de usurpar las funciones y los privilegios que sólo le corresponde a su pueblo y a los que le temen realmente: «¿Qué derecho tienes tú que hablar de mis leyes?» ¿Cómo te sentirías si Dios te dijera estas palabras? ¡Cuántas veces juzgamos conductas ajenas, sin considerar las nuestras! ¡Qué acusación más certera para aquellos que aparentan ser piadosos pero tienen una mala conducta, declarando a otros la ley que ellos mismos no cumplen!

Esta es la misma hipocresía que Jesús descubrió en los religiosos de su tiempo, los escribas y fariseos cuando los llamó “sepulcros blanqueados”. A ellos, les gustaba instruir y corregir a otros, pero aborrecían ser ellos mismos corregidos.

En el salmo Dios especifica sus pecados más frecuentes: el robo, el adulterio y los pecados de la lengua como mentira y difamación en un acto deliberado y bien calculado: “Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.”

Ante estas cosas ¿Dios guardará silencio? El salmo dice, que como juez Dios tuvo paciencia, pero ahora les advierte: “Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a denunciarte.”

La paciencia de este juez justo, fue como una prórroga para que ellos cambien su conducta, pero muchas veces cuanto más demora el castigo, más se endurece el corazón frente al pecado, por eso Dios les advierte: “Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve. La paciencia de Dios, puede convertirse en ira; Dios les hace esta advertencia, esperando así que consideren sus palabras y cambien su conducta.

El salmo culmina con una feliz invitación a una íntima comunión con Él: “Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación.» Dios siempre da la oportunidad de rectificar nuestra conducta y anhela mostrarnos su salvación. ¡No desperdiciemos esta invitación!

Oración: Señor que mi corazón jamás se convierta en un sepulcro blanqueado, escudríñame y límpiame de todo pecado. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 101). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

Envió su palabra, y los sanó.

Miércoles 27 Noviembre

Envió su palabra, y los sanó.

Salmo 107:20

Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

Isaías 55:7

Heridas y culpabilidad

http://labuenasemilla.net/20191127

Las heridas de la vida son numerosas para muchos de nosotros. Profundas y penetrantes, como la muerte de un ser querido, el divorcio, la injusticia, el maltrato, la violencia, el desempleo… a menudo dejan huellas mal cicatrizadas. Las heridas, como la culpa, favorecen el sentimiento de rechazo, de abandono, y todo un cortejo de turbación: angustia, depresión… sin olvidar el sentimiento de soledad.

Así, ¿quién no necesita sanación y perdón? La Biblia declara que Dios sana a los de corazón quebrantado y venda sus heridas (Salmo 147:3). Dios es el único y verdadero refugio para los que sufren.

Su amor fue demostrado cuando Jesús vino a la tierra para llevar nuestros dolores (Isaías 53:4). Aún más, en la cruz tomó sobre sí mismo el castigo que merecían nuestros pecados. Solo Jesús es la fuente de la vida y de la paz; es el único que puede librar y consolar. Los sufrimientos de la vida deberían empujarnos a los brazos de Dios. Él puede cambiar un desierto en oasis (Salmo 107:35), una prisión en lugar de gozo.

Lo primero que necesitamos es el perdón de Dios. Jesús lo adquirió para nosotros en la cruz. No deje que el pasado lo detenga. Vaya al que puede colmar todas sus aspiraciones: perdón, verdad, purificación, consuelo… Dios tiene proyectos de paz para todos los que ponen su confianza en él.

Job 33 – Colosenses 1:1-14 – Salmo 134 – Proverbios 28:19-20

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