12/63 – El Poder de la Palabra y el avance del Reino | Marcos 4:21-34 

Iglesia Biblica del Señor jesucristo

Serie: Marcos

12/63 – El Poder de la Palabra y el avance del Reino | Marcos 4:21-34

Ps. Sugel Michelén

El pastor Michelén ha formado parte del Consejo de Ancianos de Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en Santo Domingo, República Dominicana, durante más de 30 años.Tiene la responsabilidad de predicar la Palabra regularmente en el día del Señor.Tiene una Maestría en Estudios Teológicos y es autor de varios libros: Historia de las Iglesias Bautistas Reformadas de Colombia, Coautor junto al Pastor Julio Benítez; La Más Extraordinaria Historia Jamás Contada, Palabras al Cansado – Sermones de aliento y consuelo; Hacía una Educación Auténticamente Cristiana, El que Perseverare Hasta el Fin; y publica regularmente artículos en su blog “Todo Pensamiento Cautivo”https://www.todopensamientocautivo.com/

Él es instructor asociado en Universidad Wesleyana en Indiana (IWU), extensión en español; enseña Filosofía en el Colegio Cristiano  Logos; y durante 10 años, ha sido profesor regular de la Asociación Internacional de Escuelas Cristianas (ACSI)  para América Latina. El pastor Michelén, junto a su esposa Gloria tiene tres hijos y cuatro nietos.

Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo

http://www.ibsj.org

¿Qué es la SALVACIÓN? ¿Cómo podemos obtenerla?

La Biblia Dice

logo-lbd-web-stDavid Logacho

¿Qué es la SALVACIÓN? ¿Cómo podemos obtenerla?

La palabra salvación representa la obra total de Dios por medio de la cual rescata al hombre de la ruina eterna y la sentencia por el pecado y le confiere las riquezas de su gracia, incluyendo la vida eterna ahora y la gloria eterna en los cielos. ¿Cómo podemos obtener la salvación? La Biblia habla de varios pasos. En primer lugar, es necesario reconocer que todo ser humano es pecador. Para hacerlo personal, tengo que reconocer que yo soy pecador.

Note lo que dice Romanos 3:22-23 Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron,  y están destituidos de la gloria de Dios,

La salvación es para los que nos reconocemos pecadores, no para los que se dan de justos. En segundo lugar, es necesario reconocer que estamos en peligro de recibir castigo eterno a causa de nuestro pecado. Romanos 6:23 dice: Porque la paga del pecado es muerte,  mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

La paga o el castigo o el resultado del pecado es muerte. Esto no sólo significa muerte física, sino una eterna separación de Dios en un lugar de tormento en fuego llamado infierno. Hablando a personas que jamás arreglaron su problema de pecado con Dios, el Señor Jesús dijo que algún día van a escuchar el fatídico veredicto que aparece en Mateo 25:41 Entonces dirá también a los de la izquierda:  Apartaos de mí,  malditos,  al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

El infierno o el fuego eterno no fue preparado para el hombre sino para el diablo y sus ángeles. Pero cuando una persona sale de este mundo sin haber recibido perdón de pecados, pasará en ese lugar por la eternidad. Hasta aquí todas son malas noticias. Pero luego vienen las buenas noticias. En tercer lugar, Dios ama al pecador y ha hecho todo lo necesario para que el pecador pueda ser perdonado de su pecado. Juan 3:16 dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna.

El amor de Dios por el pecador es de tal calidad que no escatimó a su propio Hijo unigénito, sino que lo entregó para que reciba el castigo por el pecado, de modo que todo pecador que cree en su Hijo no reciba el castigo que merece por ser pecador, sino que reciba vida eterna. En cuarto lugar, para obtener el beneficio de la obra del Señor Jesucristo al morir en lugar del pecador, el pecador necesita recibir por la fe al Señor Jesucristo como Salvador. El Señor Jesucristo murió por todo el mundo, pero no todo el mundo es salvo, porque no todo el mundo recibe por la fe al Señor Jesucristo como Salvador.

Note lo que dice Juan 1:12-13  Mas a todos los que le recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;J los cuales no son engendrados de sangre,  ni de voluntad de carne,  ni de voluntad de varón,  sino de Dios.

Cuando el pecador reconoce su estado espiritual delante de Dios, cuando toma conciencia del peligro en que está si sale de este mundo sin el perdón de su pecado, cuando reconoce que Dios le ama y que el Hijo de Dios recibió el castigo que el pecador merece, el pecador debe dar un paso de fe recibiendo al Señor Jesucristo como su único y personal Salvador. Si da este paso de fe, este pecador llega a ser salvo.

david-logacho-80x80David Logacho es Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

Disponible en Internet en: http://www.labibliadice.org

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Manteniendo la fe en una época sin fe

Coalición por el Evangelio

Manteniendo la fe en una época sin fe

Albert Mohler

“La más grande cuestión de nuestro tiempo”, dijo el historiador Will Durant, “no es el comunismo contra el individualismo, ni Europa contra Estados Unidos, ni siquiera Oriente contra Occidente; es si los hombres pueden vivir sin Dios o no”. Por lo que veo, esa pregunta se responderá en nuestros días.

Durante siglos, la Iglesia cristiana ha sido el centro de la civilización occidental. La cultura, el gobierno, la ley, y la sociedad occidental se han basado en principios explícitamente cristianos. La preocupación por el individuo, el compromiso con los derechos humanos, y el respeto por lo bueno, lo bello, y lo verdadero, todo esto surgió de las convicciones cristianas y la influencia de la religión revelada.

Todos estos temas, me apresuro a agregar, están bajo serio ataque. La noción de lo correcto y lo incorrecto ahora es descartada por grandes sectores de la sociedad estadounidense. Si no se descarta, se ridiculiza. Esto se ilustra en Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, pues los secularistas modernos simplemente declaran que lo bueno es malo, y lo malo, bueno.

Un nuevo paisaje
El teólogo cuáquero D. Elton Trueblood describió una vez a los Estados Unidos como una “civilización de flor cortada”. Nuestra cultura, argumentó, está separada de sus raíces cristianas como una flor cortada por el tallo. Aunque la flor mantendrá su belleza por un tiempo, está destinada a marchitarse y morir.

Cuando Trueblood dijo esas palabras hace más de dos décadas, la flor todavía tenía algo de color y signos de vida. Pero la flor hace tiempo que perdió su vitalidad, y es hora de reconocer los pétalos caídos.

“Si Dios no existe”, argumentó Ivan Karamazov, en la novela de Fyodor Dostoevsky, “todo está permitido”. La permisividad de la sociedad moderna no se puede exagerar, pero sí se puede rastrear directamente a los hombres y las mujeres de hoy, quienes actúan como si Dios no existiera o no pudiese cumplir Su voluntad.

La Iglesia cristiana ahora se encuentra frente a una nueva realidad. La Iglesia ya no representa el núcleo central de la cultura occidental. Aunque todavía ocupa puestos de influencia, estas son excepciones en lugar de la regla. En su mayor parte, la Iglesia ha sido desplazada por el reino del secularismo.

El periódico trae un bombardeo constante que confirma el estado actual de la sociedad. Esta época no es la primera en ser testigo de horror y maldad indescriptibles, pero es la primera que niega que haya una base consistente para identificar lo malo como malo, y lo bueno como bueno.

Las convicciones de la Iglesia no deben surgir de las cenizas de nuestra propia sabiduría caída, sino de la Palabra de Dios.

A la Iglesia fiel, mayormente, la toleran como una de las voces en la arena pública, pero solo mientras no intente ejercer una influencia creíble en el estado de las cosas. Si la Iglesia habla enérgicamente ante un tema de debate público, la castigan diciendo que es coercitiva y desactualizada.

Un nuevo rol
¿Qué piensa la Iglesia de sí misma al enfrentar esta nueva realidad? Durante la década de los ochentas, era posible pensar con ambición sobre cómo la Iglesia estaba a la vanguardia de una mayoría moral. Esa confianza ha sido seriamente sacudida por los eventos de la última década.

Se detecta poco progreso hacia restablecer un centro de gravedad moral. En cambio, la cultura se ha movido rápidamente hacia abandonar por completo toda convicción moral.

La Iglesia, aquella que sigue firme en su confesión, ahora debe estar dispuesta a ser una minoría moral, si así lo demandan los tiempos. La Iglesia no debe seguir el escandaloso llamado secular hacia el revisionismo moral y las posiciones políticamente correctas con respecto a los temas del día.

Cualquiera que sea el problema, la Iglesia debe hablar como la Iglesia, es decir, como una comunidad de caídos pero redimidos que están bajo autoridad divina. La preocupación de la Iglesia no es conocer su propia mente, sino conocer y seguir la mente de Dios. Las convicciones de la Iglesia no deben surgir de las cenizas de nuestra propia sabiduría caída, sino de la autorizada Palabra de Dios, que revela la sabiduría de Dios y sus mandamientos.

El primer propósito de una historia es ser una buena historia. El carácter que se produce en un pueblo que está bajo la autoridad del Dios soberano del universo inevitablemente estará en desacuerdo con la cultura de incredulidad.

Una antigua convocatoria
La Iglesia enfrenta una nueva situación. Este nuevo contexto es tan actual como el periódico de la mañana y tan antiguo como las primeras iglesias cristianas en Corinto, Éfeso, Laodicea, y Roma. La eternidad dará fe de si la Iglesia actual está dispuesta a someterse solo a la autoridad de Dios, o si la Iglesia perderá su vocación para servir a los dioses menores.

La Iglesia debe despertarse y percatarse de su condición de minoría moral y aferrarse al evangelio que se nos ha confiado para predicarlo. Al hacerlo, los manantiales de la verdad permanente revelarán que la Iglesia es un oasis vivificante en medio del desierto moral de los Estados Unidos, y de toda América.

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LIGONIER. TRADUCIDO POR EMANUEL ELIZONDO.

​El Dr. R. Albert Mohler Jr. es el presidente del Southern Baptist Theological Seminary (Lousville, Kentucky) y una de las voces de mayor influencia en el panorama evangélico de los Estados Unidos actualmente. El Dr. Mohler es conocido por su firme y clara defensa del evangelio y por su fidelidad a las Escrituras. Puedes seguir sus publicaciones mediante su sitio webTwitter y Facebook.

Salomón y el Templo

Ministerios Ligonier

Renovando tu Mente

Salomón y el Templo

R.C.Sproul

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Nosotros hemos visto que fue durante el gobierno del rey David, que Israel entró en su edad de oro. Ahora, se ha dicho de la historia de Israel que, bajo David tuvo lugar el apogeo de esa edad de oro, y que bajo su hijo, Salomón, ese oro empezó a oxidarse un poco y luego de la muerte de Salomón, el reino se empezó a oxidar.

Pero, pasemos algún tiempo, hoy, considerando la relación entre David y los hijos de Salomón, cuando el reino de los judíos se fraccionó en dos y el Reino Unido se desintegró en lo que se denominó el Reino Dividido. Al final de la vida de David, cuando estaba muy enfermo, al parecer su hijo mayor que estaba vivo, de nombre Adonías, supuso que recibiría el trono y que él reemplazaría a su padre en la sucesión dinástica; y así él mismo se declaró rey mientras David aún estaba vivo.

Esta historia se encuentra en el primer capítulo del libro de Reyes, del primer libro. Permítanme leer un breve pasaje al respecto. El versículo 1 del capítulo 1: «El rey David ya era viejo, entrado en días, y lo cubrían de ropas pero no entraba en calor» y luego leemos la historia de Abisag, la sunamita que lo atendía y calentaba.

Después en el versículo 5 leemos: «Entretanto Adonías, hijo de Haguit, se ensalzaba diciendo: “Yo seré rey.” Y preparó para sí carros y hombres de a caballo y cincuenta hombres que corrieran delante de él. Su padre nunca lo había contrariado preguntándole: ¿Por qué has hecho esto? Era también hombre de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón.  Y había consultado con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar, que respaldaban a Adonías. Pero el sacerdote Sadoc, Benaía, hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y los valientes que tenía David, no estaban con Adonías».

¿Ves ahora lo que está pasando aquí? Es posible afirmar que el hijo mayor de David, que estaba vivo, el hermano menor de Absalón, (Absalón, el que previamente se había rebelado contra su padre y trató de tomar la corona) y después que Absalón murió, ahora su hermano parece estar siguiendo sus pasos.

Lo que Adonías hace es reclamar el reino para sí mismo y conseguir que ciertas personas sean sus aliados, entre ellos Joab, quien es el general de mayor confianza de David.

Y él convence a algunos otros para esta conspiración; pero aquellos que son notablemente eliminados y no contados en este golpe, están personas como Abiatar, el sacerdote, y Natán, el profeta, y muchos otros que habían sido muy leales a David. Es decir, esto es algo trágico, pero es el tipo de cosas que se ven en los golpes de estado a lo largo de la historia, donde hay intentos de tomar el poder para uno mismo.

Entonces tenemos una lucha de poder de la mayor magnitud, que enfrenta David en los últimos días de su vida. Pero él ya había hecho un juramento a su esposa Betsabé, que su hijo Salomón recibiría el trono.

Y así, David se entera sobre esta conspiración de Adonías y en la última parte del capítulo 1 del primer libro de Reyes, versículo 32, leemos estas palabras: «Entonces el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc al profeta Natán y a Benaía, hijo de Joiada. Ellos entraron a la presencia del rey, y el rey les dijo: Tomad con vosotros a los siervos de vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón en mi propia mula y bajadle a Gihón. Que allí el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey sobre Israel; y tocad trompeta y decid: ‘¡Viva el rey Salomón!’».

Así que al final de su vida, David toma estas medidas para asegurar la sucesión dinástica de su trono, que está de acuerdo con sus deseos. Así que, después de que Salomón es anunciado como el sucesor de David, David llama a Salomón a su presencia.

En el capítulo 2, verso 1 leemos esto: «Y acercándose los días de la muerte de David, dio órdenes a su hijo Salomón, diciendo: Yo voy por el camino de todos en la tierra. Sé, pues, fuerte y sé hombre.

Guarda los mandatos del Señor tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas y sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, para que el Señor cumpla la promesa que me hizo, diciendo: ‘Si tus hijos guardan su camino, andando delante de mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel’».

Esto es prácticamente lo último que hizo David antes de morir. Una vez vi un programa de entrevistas en la televisión, en el que la persona entrevistada era Burt Reynolds, y el conductor del programa hablaba sobre la Transición, el pasar de la juventud a la adultez.

Y preguntó a Burt Reynolds, «¿Cómo sabes cuando te has convertido en un hombre?»  Y Burt Reynolds respondió a esa pregunta en la televisión nacional diciendo: «Tú sabes que eres un hombre cuando tu papá dice que tú eres un hombre».

Nunca he olvidado eso porque mostró un supuesto tácito que tiene raíces profundas en los hombres. Y lo que está pasando aquí al final de la vida de David, es que le dice a su hijo Salomón, «Sé un hombre». Y en el traspaso a Salomón, cuando le entrega el trono, él centra su atención en la solemne responsabilidad que conlleva el reinado: que debe ser obediente a la ley del rey, que debe seguir todos los mandamientos de Dios, todos los estatutos de Moisés, entre otras cosas.

Así es cómo el reino pasa de las manos de David a las manos de Salomón. La rebelión es pulverizada, los enemigos de Salomón son eliminados, y Salomón ahora tiene el camino despejado para ser el rey indiscutible sobre la nación. Ahora, para tener una idea de Salomón, tenemos que ir al tercer capítulo del primer libro de Reyes, donde leemos en el versículo 1: “Salomón se emparentó con Faraón, rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón y la trajo a la ciudad de David mientras acababa de edificar su casa, la casa del Señor y la muralla alrededor de Jerusalén.

Sólo que el pueblo sacrificaba en los lugares altos, porque en aquellos días aún no se había edificado casa al nombre del Señor. Salomón amaba al Señor, andando en los estatutos de su padre David, aunque sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos».

Lo que tenemos en esta declaración introductoria del capítulo 3 es una especie de presagio siniestro de lo que el futuro tiene reservado para Salomón.

Es evidente en nuestra cultura comprender que el nombre de Salomón esté vinculado proverbialmente con la sabiduría. Si vemos a alguien hoy que es particularmente sagaz, podemos decir acerca de esa persona: “Esa persona tiene la sabiduría de Salomón». Nadie en toda la sagrada Escritura se destaca con poseer tal don de sabiduría como este personaje, Salomón.

Su nombre se asocia íntimamente con una gran parte del Antiguo Testamento llamada la literatura sapiencial. Tradicionalmente, se considera a Salomón como el autor del Cantar de los Cantares, el autor de muchos, si no de la mayor parte de los proverbios contenidos en ese libro, y también el autor de una porción de los salmos que perduran hasta nuestros días.

De modo que él era famoso por su extraordinaria manifestación de sabiduría que veremos un poco más profundamente en un par de minutos. Pero fue Aristóteles quien dijo que en el cerebro del más sabio de los hombres siempre se encuentra el rincón del necio.

Ten presente que cuando leemos de estos héroes y heroínas del Antiguo Testamento, la Biblia no teme hacer los retratos de sus héroes y heroínas, con todos sus defectos. Por eso a menudo estas personas que emergen como gigantes de liderazgo y de la fe tienen características que nos recuerdan a una tragedia de Shakespeare, donde hay algún tipo de defecto mortal o imperfección que los lleva a la ruina, tarde o temprano. Y este es el caso de la persona de Salomón. Al inicio de su reinado, él manifiesta una sabiduría extraordinaria y una profunda devoción a las cosas de Dios.

Y como dije, David llevó a Israel a su edad de oro, extendió sus fronteras desde Dan hasta Beerseba y, en realidad, lo que hizo David en lo administrativo fue superado por Salomón, pues Salomón fortaleció los tesoros, se embarcó en ambiciosos programas de construcción y proyectos de obras públicas, e incluso fortaleció el poder militar del reino que heredó de su padre; por una temporada.

Pero lo que empezó con un espíritu de humilde dependencia de Dios empezó a desmoronarse y desintegrarse conforme pasaban los años. Pero una vez más consideremos por un momento esta extraordinaria dimensión de la sabiduría de Salomón.

Leemos en el capítulo 3, verso 6 o verso 5 debería decir: «Y en Gabaón el Señor se apareció a Salomón de noche en sueños, y Dios le dijo: Pide lo que quieras que Yo te dé. Entonces Salomón dijo: Tú has usado de gran misericordia con tu siervo David mi padre, según él anduvo delante de ti con fidelidad, justicia y rectitud de corazón hacia ti; y has guardado para él esta gran misericordia, en que le has dado un hijo que se siente en su trono, como sucede hoy.

Y ahora, Señor Dios mío, has hecho a tu siervo rey en lugar de. mi padre David, aunque soy un muchacho y no sé cómo salir ni entrar. Tu siervo está en medio de tu pueblo al cual escogiste, un pueblo inmenso que no se puede numerar ni contar por su multitud.

Da, pues, a tu siervo un corazón con entendimiento para juzgar a tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal. Pues ¿Quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande?”

Este pasaje huele a un espíritu de humildad de un joven que ahora recibe esta gran carga de gobernar a una nación que había sido organizada con grandeza por su propio padre.

Ocupar el lugar de David era algo poco envidiable por decir lo menos. Es un hombre joven, al parecer ya casado, y su matrimonio fue un matrimonio de diplomacia internacional. Se casó con la hija de faraón por lo tanto, cimentó las relaciones políticas entre el gran imperio de Egipto y la nación de Israel.

Pero, ¿recuerdas que vimos ese toque siniestro anteriormente en el capítulo? Volvamos a donde dice que ‘Salomón la trajo’ que es la hija de Faraón, a la ciudad de David, hasta que terminó la construcción de su propia casa, la casa del Señor, y el muro alrededor de Jerusalén. Entre tanto, es decir, hasta que se construya el templo, no hay un santuario central para que la gente adore, por lo que participan en la creación de sus propios sitios sagrados en los lugares altos

Y leemos mucho en el Antiguo Testamento sobre los “lugares altos”, porque los lugares altos se convirtieron en sinónimo de santuarios paganos y altares paganos. Y el pueblo de Israel ya anda corriendo, haciendo sacrificios en estos lugares altos y Salomón participa en esto también.

Y leemos al final de esta sección, que: “Salomón amaba al Señor, andando en los estatutos de su padre David, aunque sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos”. Esto será su perdición.

Y hay algo más que se insinúa aquí, que será su perdición: que su primer matrimonio es con una mujer pagana de una cultura pagana, lo que ya es en sí un acto de desobediencia puesto se le había ordenado al pueblo judío no casarse con los paganos alrededor de ellos, pero Salomón hace eso.

Pero él es aún joven, es idealista, está abrumado con la enorme responsabilidad que tiene ante él y Dios le dice, «Pide lo que quieras que yo te dé».

Y él no pide por dinero, no pide por fama, no pide por poder. No busca de Dios esos regalos o bendiciones que, tan a menudo, son la pasión que consume a otros jóvenes que buscan la fama y la fortuna.

Salomón lo que más desea es un corazón entendido. Él quiere la sabiduría para poder ser un buen rey. Él quiere sabiduría para poder resolver los conflictos y las diferencias que se producen dentro de la nación; que pueda ser un juez como Samuel, que pueda ser piadoso como su padre.

Esto es lo que él pide de Dios. Ahora leamos la respuesta de Dios a esto. Dice el versículo 10 del capítulo 3: «Y fue del agrado a los ojos del Señor que Salomón pidiera esto. Y Dios le dijo: Porque has pedido esto y no has pedido para ti larga vida, ni has pedido para ti riquezas, ni has pedido la vida de tus enemigos, sino que has pedido para ti inteligencia para administrar justicia, he aquí, he hecho conforme a tus palabras.

He aquí, te he dado un corazón sabio y entendido, de modo que no ha habido ninguno como tú antes de ti, ni se levantará ninguno como tú después de ti. También te he dado lo que no has pedido, tanto riquezas como gloria, de modo que no habrá entre los reyes ninguno como tú en todos tus días. Y si andas en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos como tu padre David anduvo, entonces prolongaré tus días. Salomón se despertó.» Esto es extraordinario.

Su petición fue humilde y Dios dijo: ‘Porque tu petición fue esto, que es tan humilde, estoy muy contento y voy a acceder a dicha petición; pero no solo voy a darte eso, sino que voy a darte todas las cosas que no pediste. Voy a darte poder y fama y ​​gloria y riquezas».

¿Recuerdas la historia sobre las minas del rey Salomón que revelan la fabulosa riqueza que se acumuló durante el reinado de este rey? Su reino llegó a ser tan opulento que la reina de Sabá vino de lejos para contemplar la gloria del reino que pertenecía a Salomón.

Incluso Jesús, hace referencia a ese episodio en el Nuevo Testamento. Bueno, la primera gran tarea de Salomón era cumplir el sueño de su padre y la voluntad del Señor en la construcción de la casa que sería la casa de Dios. Es bajo el reinado de Salomón que el templo del Antiguo Testamento se construye.

Y se construye a través de un tratado que Salomón hace con el rey de Tiro, cuyo nombre es Hiram, el cual proporcionó todos los materiales de construcción necesarios y este programa masivo se completa. Y al momento de la culminación del templo, una vez más vemos a Salomón en su rigurosa dedicación por las cosas de Dios cuando dedica el templo, el templo que su padre quería construir, pero Dios dijo: «No, esto se dejará a la próxima generación”

Y en la dedicación del templo, Salomón sigue manifestando una vida de devoción y obediencia. Pero luego en el capítulo 11 del primer libro de Reyes, empezamos a ver el triste declive de la integridad del hombre. El capítulo 11 inicia con estas palabras: «Pero el rey Salomón, además de la hija de Faraón, amó a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, de las naciones acerca de las cuales el Señor había dicho a los hijos de Israel:

No os uniréis a ellas, ni ellas se unirán a vosotros, porque ciertamente desviarán vuestro corazón tras sus dioses. Pero Salomón se apegó a ellas con amor. Y tuvo setecientas mujeres que eran princesas y trescientas concubinas, y sus mujeres desviaron su corazón.

Pues sucedió que cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no estuvo dedicado por entero al Señor su Dios, como había estado el corazón de David su padre.»

Ciertamente vemos la depravación en la que se hundió en el versículo 5: “Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. Salomón hizo lo malo a los ojos del Señor, y no siguió plenamente al Señor, como le había seguido su padre David.”

Luego construyó un lugar alto, edificó un altar a un dios pagano e hizo esto para complacer a sus esposas extranjeras. Entonces leemos en el verso 9: “Y el Señor se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado del Señor.” Luego, “Y el Señor dijo a Salomón: Porque has hecho esto, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que te he ordenado, ciertamente arrancaré el reino de ti, y lo daré a tu siervo.”

Lord Acton dijo, ‘el poder corrompe. Y el poder absoluto corrompe absolutamente’.  Esto no es exactamente cierto ya que solo Dios tiene poder absoluto y no hay corrupción en él. Pero humanamente parece ser cierto con mucha frecuencia.

Junto a este incidente, hay otro que no he mencionado. La Biblia pone gran énfasis en el pecado de Salomón al excederse con las peticiones de sus mujeres extranjeras de construir altares y santuarios a deidades paganas y esta fue su perdición.

Pero también en su afán de hacer el reino grande, para embarcarse en un proyecto de construcción masiva, Salomón instituyó el corvée, un término usado para referirse al trabajo de esclavo. Y lo más terrible de esto es que Salomón esclavizó una parte de su propio pueblo como algo esencial para completar la construcción de sus proyectos de obras públicas. Y eso, incluso más que la apostasía religiosa, provocó la división del reino, como veremos en el próximo segmento.

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation

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3/27 – La preexistencia de Cristo

Aviva Nuestros Corazones

el CriSerie: El Cristo incomparable

3/27 – La preexistencia de Cristo

Nancy Leigh DeMoss

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/la-preexistencia-de-cristo/

Leslie Basham: Jesús ha existido desde la eternidad pasada. ¿Qué hacía Jesús antes de descender a la tierra como un bebé? Aquí está Nancy Leigh DeMoss .

Nancy Leigh DeMoss: Jesús no solamente se deleitaba en Su Padre, disfrutando de Su compañía; sino que también se deleitaba en nosotros desde la eternidad pasada.

Leslie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh Demos, en la voz de Patricia de Saladín.

¿Cuándo empieza a existir Jesús? Es una pregunta cuya respuesta es esencial para mantener una teología sana. Cuando la respondas y lo comprendas, esto va a afectar tu adoración.

Nancy está abordando este tema a su paso por un libro titulado, “El Cristo incomparable”  [The Incomparable Christ — disponible en inglés]. Aquí está ella hablándole a un grupo de mujeres.

Nancy: Desde que yo era una niña pequeña he sido una aficionada a las biografías, disfruto su lectura y he acumulado una enorme colección de ellas. Al paso de los años he leído muchísimas y he descubierto que la gran mayoría inicia haciendo referencia a la era o a las circunstancias alrededor del nacimiento de la persona. La mayoría de las biografías comienzan narrando el nacimiento del protagonista de la historia.

Nosotros estamos comentando en esta serie acerca de El Cristo incomparable; no hay otro como Él. Hoy meditaremos aún en otro aspecto que hace a Cristo único.

Él es único entre los fundadores de religiones, o entre aquellos de quienes se han escrito sus biografías, porque si hablamos sobre cualquiera acerca de quien se haya escrito una biografía, veremos que su existencia comenzó en el momento de su nacimiento—pero este no es el caso de Cristo.

Jesucristo no empezó a existir al nacer de María en Belén, quizás no habías pensado en ello antes, pero esto es un hecho. Él existía mucho antes de que se celebrara la noche de Navidad, mucho antes de Su encarnación y de Su vida aquí en la tierra. En el principio de los tiempos, Él ya era.

Vamos a estar hablando hoy, y a lo largo de esta serie, de algunos temas difíciles de comprender, de cosas que no son fácilmente entendidas, pero que tenemos que aceptar por fe porque estamos tratando con realidades sobrenaturales; con asuntos que nuestras mentes racionales no logran comprender. En el inicio de los tiempos, Jesús ya existía. Él ya era. En el principio, Él ya estaba allí. Él siempre existió.

Algunas sectas, cultos y falsas religiones niegan la existencia eternal de Jesús y alegan que fue una criatura creada. De hecho, averiguar la postura de estas religiones con relación a esta doctrina, nos ayuda a discernir si su doctrina está o no apegada a las Escrituras. Pregúntate, ¿Creen ellos que Cristo siempre ha existido?

En esta serie estamos siguiendo como guía, el libro de Oswald Sanders titulado “El Cristo incomparable”  [The Incomparable Christ – disponible en Inglés]. Te invitamos a acompañarnos a través de este estudio durante las semanas previas a la Semana Santa.

Hoy estaremos viendo el capítulo 2 de “El Cristo incomparable”. El capítulo se titula “La preexistencia de Cristo”. Ninguna otra biografía puede iniciar con la preexistencia de su personaje, puesto que esa vida empieza con su nacimiento. Pero Cristo siempre ha existido. Él ha existido eternamente, desde el pasado y a través de toda la eternidad. Este es el testimonio de los profetas del Antiguo Testamento. Ellos hablaron de ese hecho de que Cristo existía aun antes de que el universo fuese formado, antes de que llegase a Belén como un bebé.

Por ejemplo, en Miqueas capítulo 5 en el versículo 2, un versículo que con frecuencia escuchamos citado en Navidad, dice:

“Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. [¿De quién está hablando?] De Jesús y dice “Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad”.

Él saldrá, pero siempre ha sido. La eternal preexistencia de  Cristo— existe desde la eternidad.

Leamos, ahora, un pasaje muy familiar para muchas de nosotras, en Isaías capítulo 6: El profeta dice:

“En el año de la muerte del rey Usías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el SEÑOR de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria”. (vv. 1-3)

Esto fue dicho y escrito cientos de años antes de que Cristo hubiese nacido; desde entonces Isaías vio la gloria de Dios, la gloria del Señor. Pero cuando llegamos al Nuevo Testamento, se hace claro para nosotros que Isaías estaba viendo al Cristo. Él estaba contemplando al Mesías sentado en ese trono.

En el evangelio de Juan, en el capítulo 12—veamos la secuencia aquí—en ese capítulo 12, Juan cita el texto de Isaías capítulo 6, el mismo pasaje que acabamos de leer hace un momento. Pero Él lo aplica a Jesús.

Él dice, “estoy hablando de Jesús.” Y luego dice en Juan capítulo 12 versículo 41, “Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de Él.” ¿La gloria de quien? La gloria de Jesús. “Vio Su gloria y habló de Él”. Isaías vio a Jesús sentado en el trono. Era la gloria de Cristo, la gloria del Padre—uno con el Padre.

De manera que Cristo existía cientos, miles de años antes de su nacimiento como hombre en la tierra; de hecho existía ya desde la eternidad.

No solo dan testimonio los profetas en el Antiguo Testamento acerca de la preexistencia de Cristo; sino que también se hace en el Nuevo Testamento. Juan “el Bautista”; él dio testimonio de  la preexistencia de Cristo.

Juan capítulo 1 versículo 15, dice,  “Juan dio testimonio de Él y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: «El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo».

Eso suena un tanto complicado, «El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo». Sabemos que Juan nació seis meses antes que Jesús, así que en su naturaleza humana Juan era antes que Jesús. Juan era primero que Jesús. Pero, como el eterno Hijo de Dios, Jesús existía eternamente antes que Juan. Así es que Juan dice: «El que viene después de mí—quien nació después que yo—es antes de mí, porque era primero que yo». El preexistía  desde la eternidad pasada.

Esta preexistencia de Jesús, no fue solamente testimonio de Juan, el Bautista; sino también, en numerosas ocasiones, el testimonio de Cristo mismo sobre sí mismo. En Juan capítulo 3: versículo 13, Jesús dice, “Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo”. Jesús está diciendo: Estoy aquí en la tierra, descendí de los cielos; vine del cielo”.

Nosotros solemos decir que los niños y las niñas vienen del cielo, pero sabemos que no es así. Dios los crea en el vientre de sus madres, pues no existían en el cielo antes de llegar al mundo. Pero Jesús existía en el cielo antes de llegar a esta tierra.

En Juan capítulo 6 versículo 33, Jesús dice, “Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo”. Luego dice, “Yo soy el pan de vida.” Jesús dice, “Yo estuve en otra parte antes de llegar aquí; vine de algún sitio antes de llegar aquí. ¿De dónde vengo? Vine del cielo.” Jesús dice, “yo anduve por ahí, ya existía antes de bajar del cielo.”

Otro pasaje más,  es Juan capítulo 8, el cual para variar es un poco confuso, pero igual leamos desde el versículo 56 a ver si lo entendemos. Comenzando en el versículo 56, Jesús dice, “Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró.” Abraham había vivido miles de años antes. Abraham había visto hacia el futuro y había anticipado el día que Cristo viniera a la tierra. Lo vio por fe y se regocijó.

“Por esto los judíos le dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” [De hecho Jesús apenas pasaba de los treinta años.] “Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham,” quien te precede por miles de años? (v.57)

Jesús les responde esto—imagínense cómo debe haberles impactado escuchar esto en aquél tiempo. Jesús les dice,  “En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy.” (v. 58)  De seguro estaban ellos allí rascándose la cabeza y preguntándose, “¿estará loco este hombre?”

No ¡no estaba loco! Él es el Cristo incomparable. Él vino a la tierra. Vino a marcar cual bisagra la historia humana. Por años la historia ha clasificado las fechas de los acontecimientos como AC (Antes de Cristo) o como DC (Después de Cristo) —“En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy”

Él no dice “Yo era”; sino dice “Yo soy”. Él es el eternalmente existente YO SOY. Siempre ha sido Yo Soy. Él es Yo Soy y siempre será Yo Soy. Siempre ha sido, siempre es y siempre será el eternalmente existente Cristo. Jamás ha habido tiempos en los que no ha existido en toda su plenitud.

Habiendo establecido lo anterior, ahora me intriga el considerar qué tanto sabemos acerca de la vida de Cristo antes de que viniera a la tierra. Vayamos a Juan capítulo 1 versículo1. Este es un pasaje que visitaremos numerosas veces durante esta serie, Juan dice, “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.”  Sabemos que la palabra “Verbo” se refiere a Cristo—la expresión de Cristo; porque Cristo es la Palabra Viva de Dios.

“En el principio existía el Verbo” —no dice que el Verbo empezó, sino que ya estaba ahí—Cristo estaba ahí, » el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” .

Entonces, ¿Qué sabemos acerca de la vida de Jesús antes de que viniera a la tierra?

Bueno, pues primero que nada sabemos que Él estaba con Dios. Él mantenía una comunión cercana,íntima y personal con Dios. Él estaba con Dios.

Juan capítulo 1 continúa diciendo en el versículo 18: “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.” ¿De quién estaba hablando él aquí? De Jesucristo, el único Dios. Él es Dios, pero también está a la diestra del Padre. Él nos ha dado a conocer al Padre.

Algunas de sus traducciones dice, “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer”. (RV60) Está al lado del Padre. La Nueva Versión Internacional dice que “vive en unión íntima con el Padre”. Él está al lado del Padre. Está con el Padre. Desde la eternidad pasada Jesús ha estado cerca de Dios. Él ha estado con Dios en comunión íntima. Ahora eso va a ser importante al comprender por qué Jesucristo  vino a esta tierra.

Pero no solo estuvo con Dios, sino que era Dios. Eternamente ha sido uno con el Padre, aunque son distintos. Él es una persona diferente al Padre; de hecho son tres personas separadas—Padre, Hijo y Espíritu Santo—tres personas distintas pero aún así son uno. No vamos a estudiar la Trinidad completa aquí, nos volveríamos locas tratando de entender esto, pero sabemos que Él es eternamente uno con el Padre.

Él siempre existió en la forma de Dios como nos lo recuerda   Filipenses, capítulo 2, “. . .Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse”. Él es Dios.

Hebreos capítulo1 nos dice que,  “Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza. . .” (v. 3).

Ahora bien, seré la primera en reconocer que aquí estamos entrando en un misterio. Estamos apenas introduciendo un dedo en la profundidad de esta agua, pero Él siempre ha estado con Dios, y siempre ha sido Dios. Él es la expresión exacta de Su naturaleza. Él es el resplandor de Su gloria.

Así que estaba con Dios, Era Dios. Era Dios antes de venir a la tierra. Y luego ¿Qué estaba Él haciendo? Bueno, al estudiar las Escrituras, aprendemos que siempre ha estado activo, trabajando siempre. No solamente cuando vino a la tierra ejecutó obras grandiosas, sino que siempre ha estado ocupado desde la eternidad pasada. Él estuvo ocupado creando el universo. Él es el Creador NO creado.

Juan capítulo 1 versículo 3 dice, “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Él es el Creador. Vemos este hilo a través de todos los registros del Nuevo Testamento.

Colosenses capítulo 1 dice,   “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.”  (v.16) Jesús estaba ocupado creando todas las cosas.

Hebreos capítulo 1 versículo 3, dice “En estos últimos días [Dios] nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo”. Jesús está activamente involucrado con el Padre creando el universo. Activamente involucrado en el sustento del universo.

Colosenses capítulo 1 dice, “Y Él es antes de todas las cosas,” —la preexistencia de Cristo, — “y en Él todas las cosas permanecen.” (v.17)  Él es el pegamento de nuestro universo. Si no fuera porque Cristo sostiene unido este universo, las cosas simplemente se saldrían fuera de control.

Él no es un Dios que meramente creó el mundo, lo lanzó al universo, para luego permanecer pasivo, alejado de ese mundo. No, Él está activamente involucrado en mantener y sostener este mundo.

Hebreos capítulo 1 versículo 3 nos dice que: “Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…” Él está activamente involucrado en el sostenimiento de Su Creación.

Te pido por favor que vayamos un momento a Proverbios capítulo 8. Un pasaje del Antiguo Testamento que pienso nos permite entrever qué hacía Jesús antes de venir a este mundo.

Proverbios capítulo 8. Este capítulo es la personificación de la sabiduría. Se le considera a la Sabiduría una persona en este capítulo. El capítulo completo habla de la Sabiduría, la sabiduría hace esto,  la sabiduría hace lo otro. . . Muchos estudiosos de las Escrituras opinan que está haciendo referencia a Cristo, quien es la Sabiduría de Dios. Así que donde está la palabra sabiduría en el capítulo 8 del libro de Proverbios, puedes pensar en Cristo. Al leer varios de estos versículos, creo que estarás de acuerdo conmigo de que este pasaje es un retrato de Cristo.

Empezando con el versículo 27, justo por la mitad del capítulo. Está hablando sobre la creación. La Sabiduría dijo,

“Cuando estableció los cielos, [Jesús habla de haber estado presente durante  la creación]; allí estaba yo; cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo, cuando arriba afirmó los cielos, cuando las fuentes del abismo se afianzaron,  cuando al mar puso límites para que las aguas no transgredieran su mandato, cuando señaló los cimientos de la tierra, yo estaba junto a Él, como arquitecto; y era su delicia de día en día, regocijándome en todo tiempo en su presencia. (Prov. 8:27-30)

Jesús dice, “Yo estuve durante la Creación. Yo estaba al lado de Mi Padre, como un maestro arquitecto o como un hábil artesano. La palabra en griego que vemos aquí en el Antiguo Testamento dice, “estaba yo ordenándolo todo. Yo estuve a Su lado.” Él estuvo activamente involucrado con Su Padre como un obrero experto, ordenando las piezas del universo.

Así que cuando Dios creó el mundo, Jesús estuvo con El Padre, a Su lado, no como un espectador pasivo, sino trabajando activamente con Su Padre. Y, de la misma manera trabajaron juntos cuando Dios ideó el plan de salvación en la eternidad pasada. Jesús estaba con Él, ideando el plan con Él.

Y luego, al avanzar en Proverbios capítulo 8, vemos que a lo largo de toda la eternidad, Jesús estuvo gozoso—el Dios gozoso. Dice,

“yo estaba entonces junto a Él, como arquitecto; versículo 30 y era su delicia de día en día, regocijándome en todo tiempo en su presencia, regocijándome en el mundo, en su tierra, y teniendo mis delicias con los hijos de los hombres.” (Versos 30-31)

“. . . era su delicia de día en día”, regocijándome en todo tiempo. Jesús nunca sintió nada más que gozo.

Es un cuadro, si se me permites exponerlo así, sin sonar irrespetuosa o trivial, es un cuadro de un Dios feliz, de un Salvador gozoso. El Padre y el Hijo se deleitaron muchísimo el uno en el otro. El Padre se deleitó en el Hijo, se complació de Su obra.  “Este es mi Hijo amado en quien me he complacido.” (Mateo 3:17) ¿Lo recuerdas?

“. . . era su delicia de día en día”. Y el Hijo se regocijaba en el Padre y se regocijaba en Su obra. “Complacido de hacer Su voluntad”. Este es un deleite mutuo; de uno con el otro—un Dios gozoso.

Y luego notamos en este pasaje a un Dios relacional. Ellos se disfrutaban entre sí. Disfrutaron estar juntos. Tenían a diario un sano compañerismo y una comunión inquebrantable entre ellos mismos. Pero Jesús—y esto es asombroso si meditas en esto: Jesús no solo se deleitó en Su Padre y disfrutó la compañía de Su Padre; sino que también desde la eternidad pasada se deleitaba en nosotros—se deleitaba en la humanidad.

“Regocijándome en todo tiempo en su presencia, regocijándome en el mundo, en su tierra, y teniendo mis delicias con los hijos de los hombres.” (Verso 31). Verás, Jesús amó a Su Padre, amaba estar con Su Padre, así que también amó a los seres humanos, quienes habían sido formados a la imagen de Su Padre y se deleitó en nosotros.

Ahora, esto es todo un cuadro, muy diferente a lo que muchos piensan de Dios. Pensamos en Dios como un ser severo, imposible de agradar, sin complacerse en nosotros en lo absoluto, buscando cómo hacer nuestras vidas más difíciles de lo que son.

Y es verdad que existen aspectos del carácter de Dios y del corazón de Cristo que nos resultan difíciles, especialmente cuando pecamos. Cuando somos orgullosas, Él humilla al orgulloso. Pero si retrocedemos,  nos percatamos que desde el principio, Dios inicia deleitándose en nosotros, que es un Dios gozoso, que Jesucristo desde la eternidad pasada, estaba deleitándose en nosotros. Él estaba regocijándose en el mundo aún no habitado de Dios.

Jesús desea que estemos con Él y con Su Padre, que vivamos con Él al lado del Padre, que nos gocemos en Él, que nos deleitemos en Él, que nos deleitemos en servir y en bendecir a otros. Él anhela que nosotros lleguemos a disfrutar de la misma relación con el Padre que Él ha disfrutado por toda la eternidad. Él desea que participemos del gozo que Ellos experimentan como Padre e Hijo.

Eso es lo que Jesús dice en Juan capítulo 15: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto.” (v.11) Eso es lo que Cristo desea para ti. Él anhela que nosotras tengamos esa plenitud de gozo y esa relación que Él tenía con Su Padre Celestial.

Permíteme solo mencionar otro asunto: Sabemos que antes de que Jesús llegara a esta tierra, Él era rico. Él era glorioso. Él tenía gloria con el Padre. Él vivía en un medio maravilloso, libre de pecado; lo sabemos porque en Juan capítulo 17, al final de su vida terrenal, Él ora así, “Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera”. (v.5)

De manera que Jesús dejó todo esto, se vació de Sí mismo, de la gloria que tenía en el cielo, para venir a esta tierra. Él escogió dejarlo todo atrás. ¿Por qué se despojó de todo esto—de ese compañerismo, de esa comunión, de ese gozo, de esa continua celebración, de ese regocijo, y ese deleite? ¿Porque se negó a Sí mismo todo esto y descendió a éste planeta corrupto y pródigo?

Bueno, Él lo hizo en obediencia a la voluntad de Su Padre: “Me deleito en hacer Tu Voluntad.” Y lo hizo por Su gran amor por nosotros.

El viejo himno lo dice así:

Saliendo de los palacios de marfil, a un mundo de dolor; solo su gran amor eterno, impulsó a mi Salvador  “Saliendo de los Palacios” de Henry Barraclough.

Fue Su amor por ti; fue Su amor por mí, Su deleite en nosotros que le movió a venir a la tierra. Fue enviado a la tierra por el Padre, enviado en una misión divina. El Hijo eterno, eternamente preexistente, Él que siempre fue, irrumpió en el tiempo, vino a este planeta— y hablaremos de ello en nuestra próxima sesión.

Pero ¿Por qué lo hizo? Vino para hacer posible que nosotros experimentáramos el gozo, la comunión, la unidad con el Padre que Él había disfrutado con el Padre durante toda la eternidad. 

Leslie: Ella es Nancy Leigh DeMoss explorando una pregunta muy profunda: ¿Qué estaba haciendo Jesús en la eternidad pasada?

Oswald Sanders escribió un capítulo sobre ese tema en su libro, “El Cristo incomparable”. Muchas de nuestras oyentes están leyéndolo y escuchando a Nancy enseñar acerca de esto durante las semanas de preparación para el Domingo de Resurrección.

Nancy volverá mañana con la serie, El Cristo incomparable, y estará enfocando su enseñanza en la encarnación. ¿Qué significa eso de que Dios se hizo carne? Te invitamos a sintonizar mañana Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Usado con permiso del Ministerio Aviva Nuestros Corazones 

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

De Rodillas

Isha – Salmos

DÍA 87 – Salmo 51

Dosis: Arrepentimiento y Perdón

De Rodillas

“Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado”. (Salmo 51:1–3) (NVI)

Esta es una oración intensa de arrepentimiento, donde el salmista abrumado por su pecado, pide a Dios perdón, purificación y renovación interior. El subtítulo dice que fue escrito luego que David pecó con Betsabé. ¿Alguna vez se desgarró tu alma por un pecado? ¿Has sufrido por fallarle a Dios, reconociendo que al hacerlo te fallabas también a ti misma? ¿Tienes aún una consciencia culpable? Este salmo puede guiarte a buscar la paz que tu alma necesita.

Lo primero que hace David es apelar a la misericordia divina: “ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad”. David fundamenta su petición en la naturaleza misma de Dios, en el amor divino que él conoce, porque sabe que la gracia de Dios, es activada cuando una persona se arrepiente de todo corazón y busca su perdón. Al decirle a Dios “ten piedad” es consciente que está pidiendo un favor inmerecido, confiando en su abundante misericordia. Palabra que significa que el corazón de Dios se conmueve por la miseria humana.

David reconoce su propia miseria, su condición de maldad y acepta la gravedad de su culpa, y que ha roto su pacto con Dios: “Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.” Dios es justo y puro. A la piedad, misericordia y compasión, el salmista añade la justicia de Dios frente a su maldad, pecado y rebelión.

No sé si alguna vez te has dolido así por alguno de tus pecados. Si has sentido que pecabas contra ese Dios de amor, si se desgarró tu alma al reconocer que fallaste, erraste el blanco o cediste a tus debilidades. El dolor por el pecado es más profundo cuando conocemos a ese Dios de toda gracia, cuando tenemos presente que Jesús fue a la cruz por nuestros pecados. Cuando ya hemos experimentado su perdón y volvemos a pecar, como en el caso de David y la circunstancia a la que hace mención este salmo.

Todas somos vulnerables frente a las tentaciones de la vida, todas podemos fallar y pecar ¡aún amando a Dios podemos rebelarnos contra Él y romper nuestro pacto como hizo David! El peso, la carga y el dolor por el pecado serán mayores si le conocemos, por eso David sufre y confiesa su naturaleza pecaminosa y le pide perdón: “Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.”

Amada si hay algún pecado “delante de tus ojos, delante de ti” arrepiéntete y busca con todo tu corazón a Dios como el salmista, humíllate con sinceridad apelando a su gracia y a su misericordia, para que experimentes su perdón liberador.

Oración: Señor, tú conoces mi corazón y mis debilidades, perdona mis pecados y lávame de mi maldad. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 102). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

¡Todo va bien hasta ahora!

Jueves 28 Noviembre

Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.

Lucas 12:20-21

El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Gálatas 2:20

Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.

Salmo 62:5

¡Todo va bien hasta ahora!

http://labuenasemilla.net/20191128

Esta fórmula se convirtió en la divisa de Steve, actor legendario y gran aventurero. Dios no tenía ningún lugar en su vida. A alguien que le preguntó si creía en Dios, Steve le respondió: «Yo creo en mí». A los 49 años de edad dijo a uno de sus amigos: «He escapado a la muerte tan a menudo que a veces me pregunto por qué estoy vivo todavía. Es como si alguien que me vigila hubiera cuidado de mí todas esas veces».

En aquella época, a menudo Steve tuvo la oportunidad de conversar con un cristiano sobre el tema de Dios y de la Biblia. Hasta ese momento él solo se interesaba en el dinero, en el éxito y en los placeres de la vida, pero ahora el recuerdo de sus pecados turbaba su conciencia. Como resultado de estos contactos, Steve halló el perdón y la paz por la fe en Jesucristo. Semanas más tarde descubrió que tenía un cáncer incurable. Su vida en la tierra pronto se acabaría, pero su alma estaba en paz. Steve sabía que tenía la vida eterna porque creía en el Hijo de Dios. Los últimos meses de su vida en esta tierra pudo apoyarse apaciblemente en su Salvador. Fue así como a los 50 años entró en la eternidad.

Jesús aún da esta paz interior a todos los que están cansados y cargados: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos” (Eclesiastés 12:1).

Job 34 – Colosenses 1:15-29 – Salmo 135:1-7 – Proverbios 28:21-22

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