Vencer el miedo y la preocupación parece una locura imposible para nosotros que tememos y nos preocupamos. Sin embargo, se puede vencer a este dúo cobarde.
“Por nada estéis afanosos . . . pero estoy afanado por todo!”
¿Suena como tú o alguien a quien aconsejas? En Lucas 21:26 leemos que los últimos días se caracterizarán por el temor. ¡Ciertamente me parece que el miedo está en alza y la paz y el amor están por la ventana en nuestra cultura!
. . . desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas. Lucas 21:26
El Miedo Y La Preocupación Definidos
La ansiedad es un término bíblico que abarca tanto el miedo como la preocupación. Me gusta pensar que es el término paraguas sobre el miedo y la preocupación. El miedo se relaciona con algo del pasado, tal vez algo que harás cualquier cosa para evitar que vuelva a suceder. Arrastra ese evento al presente y te paraliza con el miedo de alguna manera – trastorno obsesivo-compulsivo, perfeccionismo, complacer a la gente, ataques de pánico, o ansiedad general o especializada son algunos ejemplos.
El miedo atormenta a los temerosos, dirigiéndolos cada vez más a protegerse de lo que temen que suceda. Hace volver tu enfoque hacia adentro. A medida que la ansiedad aumenta, la productividad disminuye. Un ataque de pánico se siente como si te estuvieras muriendo en el acto. La vida comienza a girar en torno a esa «cosa temida», sea lo que sea.
Tres tipos de miedo impío:
1. El miedo a una persona – complacer a esa persona, mantenerla feliz, o hacer que te acepte o te apruebe.
2. El miedo a no conseguir lo que crees que no puedes vivir sin él.
3. El miedo a una circunstancia que crees que no puedes manejar.
El miedo parece tomar una vida propia, ¡dirigiendo tu vida!
La preocupación, por otro lado, toma un potencial que ocurre en el futuro y te paraliza en el presente como si fuera la realidad. Puede o no suceder nunca, pero el nivel de ansiedad es como si estuviera sucediendo ahora mismo, y tus pensamientos se consumen por ello.
La preocupación pasa factura tanto a tu cuerpo como a tu alma. Se siente muy real para ti.
Un Antídoto Para El Miedo Y La Preocupación
El amor perfecto echa fuera el miedo.
17 En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo. 18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra[a] castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. 19 Nosotros amamos, porque Él nos amó primero. 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. 21 Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.. 1 Juan 4:17–21
A menudo mis consejeros pueden citar ese versículo pero no tienen idea de cómo el amor tiene el potencial de expulsar su miedo. Incluso pueden citar 2 Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Saben y me aseguran que el miedo no viene de Dios, pero no tienen ni idea de dónde se origina. Sale más bien como la proverbial excusa de «el diablo me hizo hacerlo», como si no tuvieran control sobre su miedo y preocupación o las acciones que siguen.
Entonces, ¿cómo ayudamos a nuestros consejeros, o cómo se obtiene la victoria sobre su ansiedad?
Piense en David y Goliat. Había dos ejércitos, los filisteos burlándose y amenazando mientras los israelitas temblaban de miedo.
Como las emociones son un subproducto de cómo evaluamos nuestras circunstancias, ¡la evaluación israelita de que las circunstancias eran peligrosas ciertamente provocó la emoción del miedo! Durante días, Goliat había lanzado amenazas mientras el ejército de Saúl se paralizaba.
Entra David: las mismas circunstancias, pero una interpretación diferente (peligroso, pero su Dios era más grande que la circunstancia peligrosa), y por lo tanto una acción diferente (luchar y matar al gigante como lo hizo con el león y el oso), y por lo tanto una emoción diferente (alabanza y gratitud a Dios y paz).
El amor de David por Dios y por su país produjo acciones y emociones justas. El resto del ejército israelita se perdió las bendiciones del vencedor por su miedo y preocupación paralizantes.
El amor cambia el enfoque de la autoprotección a amar y servir a Dios y a los demás. ¡En la obediencia al más grande mandato de Jesús (Mateo 22:36-40), encontramos la liberación de nuestra ansiedad!
Sabiduría para el Corazón comenzó en 2007 como una extensión del ministerio de enseñanza de Stephen Davey a su congregación, la Iglesia Bautista Colonial, ubicada en Carolina del Norte, EEUU. Desde entonces, el ministerio ha crecido, y hoy por hoy es un ministerio internacional, transmitido a través de todo el mundo vía radio e internet en seis idiomas: Inglés, Español, Portugués, Árabe, Chino Mandarín, y Swahili.
Sabiduría para el Corazón es el ministerio internacional de enseñanza bíblica del Pastor Stephen Davey, traducido y adaptado al español por Daniel Kukin.
Por la gracia de Dios esperamos proveer contenido bíblico y confiable en más idiomas y alcanzar al mundo con el mensaje de la Palabra de Dios.
Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre
l estudio de la teología nunca debe convertirse en un fin en sí mismo. El objetivo de la sana doctrina nunca es producir personas que tengan la cabeza llena pero los corazones vacíos y las vidas estériles. El propósito de la teología reformada nunca es producir «escogidos congelados». Más bien, el conocimiento de Dios y Su verdad tiene como propósito llevarnos a conocerlo y adorarlo. La enseñanza de la Escritura nos es dada para encender nuestros corazones en devoción por Dios e impulsarnos a vivir para Él. En pocas palabras, una teología sólida debe producir una doxología vibrante.
Estudiamos teología no para ser educados con el propósito de aparentar. La teología no es más que un medio para alcanzar el fin más elevado. Estudiamos la verdad acerca de Dios para conocerle mejor y que esta nos lleve a la madurez. La teología renueva nuestras mentes. Enciende nuestros corazones. Eleva nuestra adoración. Dirige nuestras oraciones. Humilla nuestras almas. Ilumina nuestro camino. Da energía a nuestro caminar. Santifica nuestras vidas. Fortalece nuestra fe. Profundiza nuestra pasión. Da forma a nuestros ministerios. Fortalece nuestro testimonio. La teología hace todo esto y mucho más. Cada aspecto de esta búsqueda de toda la vida trae gloria a Dios.
Debemos glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Pablo escribe: «Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). Este encargo de honrar a Dios abarca también el estudio de la teología. El apóstol advierte: «El conocimiento envanece» (8:1) si este no nos lleva a amar a Dios y a los demás. Debemos estudiar «la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (Jud 1:3) en última instancia para «el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor» (2 Pe 1:2). Esta verdad, a su vez, nos impulsará a darle a Él la gloria debida a Su nombre.
Hay un versículo importante que aclara esta verdad de manera especial. Pablo escribe: «Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén» (Rom 11:36). Esta confesión concluye la más profunda enseñanza de Pablo sobre cómo Dios salva a pecadores que perecen. Pablo ha expuesto las grandes doctrinas de la condenación, la justificación, la santificación, la glorificación y la elección, y entonces estalla en esta ferviente alabanza a Dios. Consideremos detenidamente esta doxología y emulemos la respuesta del apóstol dando gloria a Dios.
Este versículo comienza con tres frases preposicionales, «de Él, por Él y para Él», seguidas de cuatro palabras que lo abarcan todo: «son todas las cosas» (Rom 11:36). Esta es la frase más abarcadora jamás escrita. Esta es una cosmovisión cristiana completa. Es prácticamente una teología sistemática en sí misma. Este es el hilo argumental de toda la Biblia en pocas palabras. Es la historia del mundo sintetizada. Nada queda por fuera de los parámetros de esta tríada de frases. «Todas las cosas» incluye todo en tres grandes áreas: la creación, la historia y la salvación.
En primer lugar, el apóstol escribe que todas las cosas son y provienen «de Él». Esto apunta a la eternidad pasada, cuando Dios diseñó Su plan maestro para todo lo que habría de suceder. Dios es el autor de Su propósito eterno («de Él»), que incluye todo lo que ocurrirá. Antes de la fundación del mundo, Dios diseñó el plano de toda la creación, incluyendo las especificaciones detalladas de la tierra (Job 38-39). Además, Él elaboró Su decreto eterno que incluía todo lo que ocurriría dentro del tiempo (Is 46:8-9). Hace mucho tiempo, Dios escogió a Sus elegidos (Rom 8:29; Ef 1:4; 2 Tes 2:13). Luego se los entregó a Su Hijo para asegurar su salvación (Jn 6:37). Toda esta planificación previa de la creación, la historia y la salvación es «de Él».
En segundo lugar, Pablo afirma que todas las cosas son «por Él». Esto significa que, dentro del tiempo, Dios lleva a cabo «todas las cosas» que planeó. Él es el Creador quien llamó al universo a la existencia (Gn 1:1; Sal 33:6-7) y que continuamente lo sostiene con Su poder (Col 1:16; Heb 1:2). Además, Él preside sobre los asuntos de la providencia, obrando todas las cosas según el consejo de Su voluntad (Ef 1:11). Nunca se desvía de Su plan original para adoptar una estrategia alternativa. Nada sucede, ni siquiera el más mínimo movimiento, fuera de Su propósito soberano (Pr 16:33; Mt 10:29). Cosas como la buena suerte, la mala suerte, el azar o el destino ciego no existen. Asimismo, la obra de Dios en la salvación de todos Sus elegidos es completamente eficaz. Obrando a través de Su Hijo y del Espíritu Santo, Dios convence, llama, atrae, regenera, santifica, preserva y glorifica a todos Sus elegidos (Jn 6:37-40, 44; Rom 8:29-30).
En tercer lugar, Pablo escribe que «para Él» son «todas las cosas». Esto afirma que Dios dirige todo hacia Su propia gloria. El propósito más elevado del mundo físico es exhibir Su majestad (Sal 19:1). Todo lo que Él realiza en la historia es para mostrar la grandeza de Su nombre (Is 48:11). Todo lo que Él hace en la salvación para rescatar a los pecadores que perecen es para alabanza de la gloria de Su gracia (Ef 1:3, 6, 12, 14). Todas las cosas tienen este fin supremo: soli Deo gloria, solo para la gloria de Dios.
Todo es «de» Dios, procedente de Su voluntad soberana en la eternidad pasada. Todo es «por» Él, realizado por Su actividad soberana en el tiempo. Todo es «para» Él, promoviendo así Su gloria soberana en todo tiempo. Todo lo que planeó y predestinó lo realiza y preserva para Su propio propósito y placer.
Pablo luego afirma que es esta teología trascendente —y solo esta teología— la que produce la siguiente doxología: «A Él sea la gloria para siempre. Amén». Aquí esta elevada doctrina acerca de Dios nos lleva a una profunda devoción hacia Él. Aquel que creó y controla todas las cosas, quien convierte a todos Sus elegidos, merece toda la alabanza. No hay gloria alguna que pertenezca al hombre. Ni tampoco debe repartirse entre Dios y el hombre. Nuestro Dios celoso no comparte Su gloria con otro (Is 42:8).
La palabra gloria (del griego doxa) incluye el significado de «una correcta opinión o estimación de alguien». Transmite la idea de la reputación que alguien tiene. De doxa se deriva la palabra ortodoxia, que significa una creencia correcta sobre algo. Luego pasó a designar una opinión elevada sobre una persona notable de gran renombre y reputación. Indica el honor que se le debe a una persona de alto rango. Cuanto más grande sea la persona, más debe ser reverenciada. Asimismo, cuanto más estudiemos teología, más elevada será nuestra visión de Dios. Y a su vez, más le alabaremos.
La Biblia habla de gloria de dos formas diferentes que debemos distinguir. La primera es la gloria intrínseca de Dios. Esto es la suma y sustancia de todo lo que Dios es. Esta gloria representa la totalidad de Su ser divino. Incluye todas las perfecciones de Sus atributos divinos. Esta gloria intrínseca es inmutable, nunca aumenta ni disminuye. Desde la eternidad hasta la eternidad, Dios es «el que era y el que es y el que ha de venir» (Ap 4:8). No podemos darle a Dios gloria intrínseca. No podemos añadir ni quitar nada a quien Él es.
La Biblia habla también de Su gloria adscrita. Esta es la única respuesta apropiada al contemplar Su gloria intrínseca. Esta es la gloria que debemos darle a Él. Cuanto más comprendamos la gloria intrínseca de Dios, más le atribuiremos gloria. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento de Dios, mayor será nuestra adoración a Él. Una visión elevada de Dios producirá una gran alabanza hacia Él. La persona que crece en el conocimiento de Dios, lo alabará más fervientemente.
Esta gloria debe darse a Dios «para siempre», o literalmente «por los siglos». Pablo reconoce que nunca habrá un momento en el tiempo o en la eternidad en el que él no estará dando gloria a Dios. Esta es su preocupación presente y será su impulso a través de los siglos venideros. Este es el fin supremo para el que fue creado. Y es por eso que existimos. Debemos ser consumidos por vivir para la gloria de Dios, tanto ahora como para siempre.
Nunca cesaremos de alabar a Dios, porque Él es inmortal y nunca tendrá fin: «Al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén» (1 Tim 1:17). «Gloria» le será dada «por los siglos de los siglos» porque reinará supremamente como Rey a través de las edades venideras.
La última palabra de este versículo es la afirmación final de Pablo respecto a la teología que acaba de enseñar. Él concluye: «Amén». Esto es un rotundo «¡Es verdad!». En otras palabras, «Es correcto»; «Que así sea»; «¡Sí!». La teología debería producir esta respuesta ferviente en nuestros corazones. Esta verdad acerca de Dios debe crear este tema central y dominante en nuestras vidas. Este debe ser nuestro mayor latido y nuestra mayor pasión. Este debe ser nuestro más profundo celo y nuestra más alta motivación. Debemos vivir y morir —y luego vivir por siempre— para la gloria de Dios.
Que nuestro estudio de la teología sea para la gloria de Dios. Que nos lleve a darle la alabanza que solo a Él le pertenece. Amén.
El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.
Annamarie Sauter:Tan a menudo vivimos pensando en nosotras mismas, que olvidamos el efecto que nuestras vidas tienen en las personas que nos rodean.
Nancy DeMoss Wolgemuth:Tú y yo podemos ser un instrumento de ruina y destrucción para las vidas de quienes nos rodean, pero cuando elegimos obedecer a Dios, nuestras vidas pueden ser instrumentos de bendición y avivamiento.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Hoy continuamos nuestro estudio del libro de Rut en el Antiguo Testamento. Ya hemos visto que Rut vivió en una era corrupta y caótica, cuando la mayoría de las personas a su alrededor estaban haciendo lo que les parecía bien a sus propios ojos. Suena familiar.
Y tú, ¿alguna vez te has encontrado con ganas de huir de la presión? Debo decirles que la otra noche recibí, en un período de veinticuatro horas, un par de correos electrónicos que simplemente detallaban mucho trabajo y crearon algo de presión en mi mente. Era tarde en la noche, y finalmente eché un vistazo a todo lo que sabía que estaría involucrado en el seguimiento de estos correos. Dije, creo que me voy a acostar, quizás si me voy a dormir al despertar mañana ya no esté todo este trabajo aquí.
De maneras pequeñas, pero también para algunas de nosotras en grandes maneras, la tentación en medio de la presión, del dolor, de los problemas, de los asuntos de la vida, es querer escapar. Bueno, te alegrará saber –a medida que nos adentramos en la historia de Rut– que no eres la única que se encuentra deseando correr y escapar de la realidad de la vida.
Estamos en el libro de Rut en el primer capítulo, seguimos en el versículo 1. Esta historia tuvo lugar en los días de los jueces, la era oscura de la historia de Israel; y la Escritura dice:
«Aconteció que en los días en que gobernaban los jueces, en Israel hubo hambre en el país. Y un hombre de Belén de Judá fue a residir en los campos de Moab consu mujer y sus dos hijos» (v.1) .
«Hubo hambre en la tierra». Ahora, cuando revisamos otros libros del Antiguo Testamento, particularmente el libro de Deuteronomio, encontramos que bajo el antiguo pacto, Dios prometió a Su pueblo que si lo obedecían serían bendecidos, y esa bendición vendría en forma material y de prosperidad física, la tierra sería fructífera, ellos serían fértiles, tendrían familias y la tierra produciría en abundancia.
Ahora, Dios nos bendice hoy de diferentes maneras, ya no promete ese mismo tipo de bendiciones. Pero para la nación de Israel, Dios les dijo que si lo obedecían, la tierra y sus mujeres serían fructíferas. Serían prósperos.
También les prometió que si desobedecían Sus leyes, habría consecuencias naturales y físicas de su desobediencia. Prometió que habría castigo y que vendría en forma de hambruna y escasez, opresión militar y diferentes formas en que serían castigados si desobedecían a Dios.
Ahora, el propósito de Dios al traer este tipo de consecuencias era que quería mostrar que Él era el que tenía el control de la tierra, que no eran los dioses paganos cananeos de Baal y Astarot quienes estaban a cargo de la tierra y controlaban la fertilidad, sino que Dios era el Señor y el dueño de la tierra, y Su propósito al traer el castigo era restaurar a Su pueblo y llevarlo a un lugar de obediencia. Dios sabía que cuando hubiera presión, el pueblo clamaría a Él y Él podría bendecirlos y enviarles Su misericordia.
Pienso en esa línea de Francis Thompson, El sabueso del cielo, donde Dios dice: «Todo lo que tomé de ti, lo tomé no para hacerte daño, sino para que tú lo busques en Mis brazos». Te das cuenta, cuando Dios envía una hambruna, ya sea una hambruna literal o una hambruna espiritual o una hambruna emocional en nuestras vidas, Su propósito no es arruinar nuestras vidas. Su propósito es abrir nuestros corazones y nuestras manos para recibir lo que solo Él puede darnos.
Ahora bien, en esos días hubo hambre en la tierra, por lo que sabemos que probablemente Dios estaba castigando a Su pueblo. Estaba tratando de restaurarlos y llevarlos a un lugar de obediencia. Se nos dice que en medio de esa hambre, un hombre de Belén en Judá, dejó Judá, dejó su tierra natal para irse a vivir al país vecino de Moab.
Ahora la palabra Belén significa «casa de pan», la palabra Judá significa «alabanza»; así que este hombre vivía en un lugar que significaba «casa de pan y alabanza». Ese mismo nombre muestra que el hambre era inusual en la tierra, que la norma era la fertilidad y la prosperidad, que Dios estaba enviando el hambre para castigar a Su pueblo.
Dios quiere, por cierto, que nuestras vidas sean casas de pan y alabanza; casas de plenitud; casas de abundancia. Puede que no siempre sea plenitud física, abundancia material, pero Dios quiere que nuestras vidas sean fructíferas, plenas.
Cuando desobedecemos a Dios, Él a menudo envía hambre a nuestros corazones y a nuestras vidas de alguna manera, para que veamos las áreas en las que lo hemos desobedecido. Es importante que en esos tiempos aceptemos que el hambre viene de la mano de Dios.
La Escritura dice que este hombre salió de Belén, de Judá, tomó a su esposa y sus dos hijos y se fue a vivir por un tiempo a Moab, el país vecino. Moab estaba aproximadamente a 97 km de Belén. Si te imaginas un mapa de Canaán, estaba al otro lado del Mar Muerto.
Los moabitas, como recordarás, eran descendientes de Lot, como resultado de su relación incestuosa con su hija mayor, de ahí venía esta nación. Los moabitas eran enemigos de los judíos. Había malas experiencias entre los moabitas y los judíos, pero este hombre sintió que el hambre era tan terrible en su tierra que decidió huir, escapar al pais vecino, a Moab. Eso fue lo que le pareció mejor en ese momento.
Ahora, ten en cuenta por qué Dios enviaba hambrunas en esos días; porque quería castigar a Su pueblo que le había desobedecido. Entonces, si la hambruna era el resultado de la desobediencia por parte del pueblo de Dios, ¿cuál era la solución para el hambre y la escasez? No era correr, era arrepentirse. Elimelec, este hombre judío, eligió correr en lugar de ser quizás un instrumento de avivamiento y llamar al pueblo de Dios al arrepentimiento, a días de oración y ayuno, a buscar al Señor.
Realmente, irse a Moab reveló falta de fe y que él no vio el propósito ni la mano de Dios en medio de esta situación. Creo que no hay duda de que debió haberse quedado donde estaba. Pero el lugar donde estaba parecía tan lleno de problemas que pensó que el lugar al que se dirigía sería la solución a sus problemas. Entonces, en lugar de quedarse donde estaba, en Belén, y arreglárselas con Dios, reunir a su familia y a los demás y buscar a Dios, reunió a su familia y se fue a otro país pensando que estarían mejor allí.
Lo que sugerimos aquí es que probablemente tenía la intención de quedarse solo por un corto tiempo. Dice que se fue a vivir por un tiempo, pero cuando llegamos al final del versículo 2, vemos que él continuó allí. Hizo un viaje corto pensando que volvería, pero tres de los cuatro que dejaron Judá y se fueron a Moab, nunca regresaron, terminaron quedándose en Moab, viviendo allí, plantando allí a su familia. Se encontraron con consecuencias aún peores de las que estaban tratando de escapar cuando llegaron a Moab.
Déjenme decirles que el camino a la destrucción y el camino a la amargura (vamos a ver a Noemí como una mujer que sabía mucho sobre la amargura), ese camino comienza cuando tratamos de escapar de las consecuencias que Dios ha diseñado para moldearnos, para santificarnos, para disciplinarnos. Cuando intentamos huir de esas circunstancias, nos encaminamos hacia algo mucho peor.
Recuerdo ese versículo del Salmo 55 donde el salmista dice: «¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo. Ciertamente huiría muy lejos; Moraría en el desierto. (Selah) Me apresuraría a buscar mi lugar de refugio contra el viento borrascoso y la tempestad» (vv. 6–8).
¿Alguna vez deseaste que Dios te llamara a las regiones deshabitadas del mundo? Ahora, Señor, si pudiera ir a esta isla desierta donde no hay gente, donde no hay problemas. Bueno, hay días en los que solo queremos escapar de todo. En ese salmo vemos que David aprendió lo mismo que la familia de Noemí iba a aprender: la clave no es huir. La clave es enfrentar el problema, enfrentar la dificultad, encontrar a Dios dentro del problema y abrirnos camino hacia el ojo de la tormenta.
Muy a menudo, cuando estamos en tiempos de hambre, pérdidas, dificultades, privaciones, circunstancias que nos presionan, tal vez sea por nuestro propio pecado o los pecados de otros, pero la hambruna nos afecta a nosotros, y en lugar de buscar el rostro de Dios y preguntar por qué estamos en esta condición, lo que hacemos es mirar otros campos del mundo, otros países, otros lugares, y ponemos nuestro corazón en ese lugar.
A menudo creo que no es porque el mundo o el lugar al que corremos sea tan atractivo, sino porque el lugar en el que vivimos, la realidad del mundo en el que estamos se ha vuelto tan seca, y pensamos que tiene que ser mejor en otro lugar. Entonces, en lugar de enfrentar la verdadera causa de nuestra sequedad y llegar a la fuente del problema, hacemos lo que hicieron Elimelec y su familia. Hacemos lo que hizo el hijo pródigo, huimos a un país lejano.
Invariablemente, buscamos algún sustituto de lo que hemos perdido, pensando que si pudiéramos estar en una situación diferente, si pudiéramos mudarnos, si pudiéramos tener un conjunto diferente de circunstancias, entonces nos libraríamos de nuestros problemas. El problema es que cuando huimos de nuestros problemas, abandonamos la misericordia de Dios que Él quiso darnos en medio del hambre, en medio de nuestros problemas.
Nos decimos a nosotras mismas: «Es solo por un corto tiempo. Solo necesito un descanso. Solo tengo que alejarme un poco». ¿Entonces cómo hacemos eso? Bueno, Moab puede tomar muchas formas diferentes en nuestras vidas. Para mí, la otra noche fue simplemente irme a la cama. «Me iré a dormir y escaparé de todo esto». Ahora, no hay nada de malo en dormir cuando es hora de dormir, pero si estoy durmiendo para huir de la presión y de los problemas, voy a encontrar que realmente eso no resuelve mis problemas.
Algunas de nosotras corremos hacia la comida o al centro comercial –de compras; otras corremos a un trabajo, a una carrera. Es posible que en algún momento te hayas encontrado corriendo a una ubicación geográfica diferente. Quizás toda tu familia se muda solo para escapar de algunos problemas.
Todas nosotras a veces nos encontramos corriendo hacia nuestras amigas; y no hay nada de malo con los amigos, a veces pueden darnos consejos piadosos, pero a veces solo estamos tratando de conseguir a alguien que pueda sentir empatía, alguien que sienta compasión y alguien que sea un escape para nosotras de la realidad, de la dolorosa realidad de nuestras circunstancias.
Sé de mujeres que han corrido hacia las drogas, el alcohol, medicamentos recetados y eso se ha convertido en un escape. Están tratando de anestesiar el dolor, tratando de no tener que enfrentar la realidad de su hambre. Hay mujeres que han corrido a los brazos de un hombre pensando que ese es su lugar de escape. Quizás piensan que pueden salir del dolor de su matrimonio actual, del dolor de sus relaciones difíciles actuales para encontrar a alguien que sea comprensivo, cálido, que tenga un oído atento y que se identifique con su situación.
¿Qué están haciendo en realidad? Están corriendo hacia Moab. Huyendo del hambre, de su situación actual, de su matrimonio actual, de su entorno. Creo que esta es una de las razones por las que para las mujeres de hoy, incluidas las cristianas, son tan importantes las novelas románticas. Son un escape del dolor, del mundo real, de la vida real. Un escape a un mundo de fantasía, de sueños.
El internet ofrece muchos medios de escape, no solo para los hombres, sino también para las mujeres. Un medio para encontrar relaciones, atajos del dolor de las relaciones reales en este mundo, a relaciones en un mundo de fantasía. A menudo nos decimos a nosotras mismas: «No va a ser por mucho tiempo, solo voy a probar, solo voy a ver cómo se siente, solo voy a experimentar, solo voy a tener un pequeño alivio, será por un corto periodo de tiempo».
Probablemente eso fue lo que pensó Elimelec. Solo vamos a ir a Moab por un tiempo, mientras la presión aumenta. Regresaremos. Pero sabes qué, Elimelec nunca regresó, sus hijos nunca regresaron. Y muy a menudo, terminamos quedándonos en ese país lejano.
Di una conferencia recientemente y leí algunos de los comentarios de las mujeres que luego compartieron sobre temas importantes: la adicción y la esclavitud. No comenzaron siendo adictas al alcohol, a las pastillas para dormir o a la comida. ¿Qué sucedió? Pensaron que solo iban a escapar por un corto tiempo. Pero poco tiempo se convirtió en un largo tiempo, y ahora descubren que están encarceladas en su Moab. No pueden escapar, no pueden salir.
Ahora no tienen un corazón para Dios, no tienen un corazón para el pueblo de Dios. Y las consecuencias en Moab son mucho peores de las que estaban tratando de escapar mientras estaban en casa. Un lugar que a menudo pensamos que traerá alivio, libertad de la presión y de los problemas, termina convirtiéndose en un lugar de dolor aún mayor…y a veces incluso la muerte.
Es interesante que al leer esta historia se nos recuerda que cuando dejamos la voluntad de Dios, cuando dejamos el lugar que Dios ha diseñado para nuestra santificación, rara vez nos vamos solos. Dice que este hombre se fue y se llevó a su esposa y sus dos hijos con él. Invariablemente, tú y yo nos llevamos a otros con nosotras cuando dejamos la voluntad de Dios.
Puede que no tengamos la intención de herir a otros, pero nuestras decisiones sí afectan a los demás. De hecho, todo lo que tú y yo hacemos –nuestras actitudes, nuestras acciones, nuestras elecciones, todo lo que hacemos– afecta la vida de nuestra familia y de las personas que nos rodean. Ahora, sus vidas pueden arruinarse por nuestra desobediencia, o pueden ser bendecidas por nuestra obediencia. Pero nuestras vidas sí tienen influencia.
No pienses ni por un momento que las decisiones que tomas que parecen tan pequeñas e insignificantes no tienen nada que ver con quienes te rodean.
Me pregunto si Elimelec hubiera podido leer la historia que leímos y saber qué iba a pasar, qué le iba a pasar a su familia… Supongo que era un hombre que se preocupaba por su familia, los amaba. No creo que quisiera llevarlos a un lugar donde sus vidas fueran a ser destruidas, pero aparentemente no se detuvo a pensar en lo que esta decisión de huir podría significar para sus seres queridos, y ni hablar de lo que significó para su propia vida.
Tú y yo podemos ser un instrumento de ruina y destrucción para las vidas de quienes nos rodean, pero cuando elegimos obedecer a Dios, nuestras vidas pueden ser instrumentos de bendición y avivamiento.
Desafortunadamente, a menudo son los niños quienes se ven afectados por nuestras decisiones y quienes pagan las consecuencias.
A menudo me sorprenden las tarjetas de oración que las mujeres entregan en nuestras conferencias. Con frecuencia, las mujeres aparentemente no ven la conexión entre sus propias decisiones y dónde están sus hijos espiritualmente. He visto tarjetas en las que las mujeres decían: «Tengo esta esclavitud a algún hábito pecaminoso, un área donde no tengo autocontrol, por favor, oren por mí». Y luego, en la siguiente línea, dicen: «Oren por mis hijos que están viviendo vidas de inmoralidad abierta y latente». No están haciendo la conexión.
Al elegir vivir vidas que están fuera de control y no vivir vidas entregadas a Dios, han creado un entorno en el que es más fácil para sus hijos avanzar en su pecado y en sus estilos de vida destructivos.
Creo que una de las cosas que hace que esto sea más desafiante –era cierto entonces y es cierto hoy– es que hay tan poca diferencia medible en esta era, entre Moab, el país pagano, e Israel, donde vivía el pueblo de Dios. El pueblo de Dios había caído tanto en los caminos del mundo, que no creo que Moab realmente pareciera tan lejano desde un punto de vista espiritual.
Moab era un lugar pagano e idólatra que ofrecía sacrificios de niños. Allí se practicaba una religión malvada, pero los judíos estaban haciendo muchas de las mismas cosas.
Así que hoy, cuando las iglesias se vuelven tan parecidas al mundo, cuando nos mudamos a ese país lejano, ese lugar de escape y huida, muchas veces no pensamos que sea tan importante. No nos damos cuenta de cuánto nos hemos alejado de los caminos de Dios.
Ahora, la sugerencia aquí es que Elimelec tomó a su familia y los condujo a Moab; eso plantea la pregunta: ¿Qué pasa si tu esposo los lleva a ti y a su familia por un camino equivocado? ¿Fue Noemí parcialmente responsable aquí? ¿Quién tuvo la culpa y qué debe hacer una esposa si su esposo dice: «Vamos a Moab»?
Permítanme hacer varias sugerencias que no surgen directamente de este texto, sino a modo de aplicación. Creo que la primera es asegurarte de que tu conciencia esté tranquila como esposa.
Hay algunas cosas que no se cuentan en esta historia. No sabemos, por ejemplo, ¿influyó Noemí en Elimelec para que fuera a Moab? ¿Fue idea suya? Como Sara diciéndole a Abraham que tomara a Agar para resolver el problema de cómo tener hijos.
¿Era Noemí tan miserable e infeliz y llorona que Elimelec dijo: «Nos vamos de aquí. No voy a aguantar más a esta mujer quejumbrosa. Vamos a Moab»? No lo sabemos.
¿Tenía miedo Noemí? ¿No estaba contenta? O tal vez ninguna de las opciones anteriores. Cuando vio que su esposo estaba a punto de tomar una decisión equivocada, ¿se acercó a él? ¿Oró por él? ¿Lo animó a considerar las consecuencias? ¿Cuál fue su actitud? ¿Oró para que Dios cambiara su corazón?
¿Fue una víctima o fue parcialmente responsable de esa decisión?
Aquí está el desafío: cuando veas a alguien en una situación difícil, en un matrimonio difícil, por ejemplo, no asumas que conoces todos los hechos.
Veo algunos matrimonios y escucho a una de las partes contar la historia y pienso: «¡Oh! ¡No puedo creer que esa esposa haya tenido que aguantar esa situación dentro de ese matrimonio!» Pero el hecho es que no conozco todos los detalles.
No sabemos si Noemí fue culpable o no.
Ahora, al fin de cuentas, ya sea que ella fuera inocente o culpable, todavía había gracia disponible. Pero primero, como esposa, asegúrate de que tu conciencia esté limpia, ten cuidado cuando saques conclusiones sobre los tratos de Dios en la vida de otras personas. Puede parecernos muy obvio que alguna esposa es la parte inocente, pero el hecho es que no lo sabemos. No sabemos qué sucede detrás de las paredes de una casa.
He escuchado tantas historias en las que escuché por primera vez el lado de uno de los involucrados y pensé que la culpa era del otro. Entonces escuché al otro, y pensé que el primero tenía la culpa. La verdad a menudo se encuentra en algún punto intermedio, rara vez tenemos todos los hechos.
Así que asegúrate de que tu conciencia como esposa esté limpia, que hayas tenido una actitud piadosa, un espíritu correcto, que no sea tu desobediencia lo que contribuya a que la familia vaya en la dirección equivocada, que tu esposo no esté reaccionando a tus sentimientos, lloriqueos, tus miedos, tu descontento. He visto a maridos sacar a sus familias del ministerio, de la iglesia, de la voluntad de Dios, como reacción a la actitud de una esposa quejumbrosa.
Y él parece el malo. No digo que no tenga sus propios problemas, solo digo, como esposa, si tu familia va en la dirección equivocada, asegúrate de que no fue tu pecado lo que contribuyó, incluso en una pequeña parte, a esa decisión.
Entonces recuerda que Dios no te hace responsable por el pecado de tu esposo, Dios te hace responsable de tus elecciones, de tu pecado, de tus reacciones, de tus respuestas, recuerda que puede haber ocasiones en las que tengas que seguir a tu esposo a una situación que tal vez no sea la voluntad ideal de Dios para tu familia. Cuando lo hagas, por obediencia a Dios y a tu esposo, puede haber ocasiones en las que tengas que sufrir consecuencias con el resto de tu familia por la decisión equivocada de otra persona.
Digamos que tu esposo hace un cambio de carrera o una reubicación geográfica y no se hace dentro de la voluntad de Dios y tienes que mudarte con él. Puedes terminar con tu esposo en Moab sin ningún pecado propio, sino teniendo que seguirlo y experimentar algunas de las consecuencias de sus decisiones incorrectas.
Ahora, ¿qué pasa cuando terminas ahí? Recuerda que no puedes controlar sus decisiones. No puedes controlar sus elecciones, pero aún puedes estar bien con Dios. Todavía puedes tomar decisiones correctas en términos de tus reacciones, tus respuestas.
Cuando tu esposo te lleva a esa situación, y por cierto, esto puede ser en ambos sentidos; porque muchas esposas toman decisiones equivocadas que también afectan a los maridos. Somos un ministerio de mujeres y por eso hablamos a las mujeres. Cuando tu esposo toma, como lo hará a veces, decisiones incorrectas, tú puedes responder de una manera piadosa.
No puedes culpar a tu esposo y sus decisiones, de tus respuestas incorrectas (tus quejas, tus críticas). Eres responsable de tus elecciones, de cómo respondes a esa situación.
Así que aquí tenemos a un hombre que tomó una decisión y una esposa que lo siguió. Si ella fue parte de esa decisión o no, no lo sabemos. Incluso si fue víctima de la decisión equivocada de su esposo, llega el punto en esta historia cuando tiene que asumir la responsabilidad de su propia vida y regresar a Belén. Ella no tiene que pasar su vida prisionera de sus malas decisiones. Llega un momento en que ella puede, en nombre de su familia, arrepentirse, regresar a Judá, dejar Moab y tomar las decisiones correctas.
Eso nos dice que tú y yo podemos tomar decisiones correctas y piadosas independientemente de nuestro pasado, independientemente de lo que hayamos hecho o de lo que nos hayan hecho, podemos tener una relación correcta con Dios. Independientemente de dónde se encuentra espiritualmente tu familia, independientemente de si tu esposo camina con Dios o no, tú puedes caminar con Dios.
Incluso si tu esposo te lleva a Moab y lo sigues por obediencia a Dios y reverencia a tu esposo, puedes tener una relación íntima, personal y correcta con Dios. En última instancia, mientras esperas en el Señor y te rindes a Él, en plena confianza de lo que Él hará contigo, vas a experimentar lo que finalmente experimentó Noemí, y ese es el gozo de la restauración, viendo que Dios realmente puede sacar bien del mal.
La Escritura dice que Dios hará incluso que la ira de los hombres lo alabe, que las decisiones equivocadas de otros que afecten nuestras vidas puedan, en última instancia, convertirse en decisiones que glorifiquen a Dios, si estamos dispuestas a mantener nuestro lugar, a tomar nuestro lugar ante el Señor con humildad y obediencia y decir: «Señor, yo elijo, independientemente de las decisiones que tomen otras personas, elijo caminar contigo y confiar en Ti, Tu presencia y tu provisión me bastarán en este lugar».
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando que cada una de nosotras es responsable de sus decisiones. Y tú, ¿cuál es tu «Moab»? ¿Buscarás hoy al Señor?
Muchas veces no hacemos las preguntas correctas, y esto es clave para obtener respuestas correctas. Mañana Nancy te hablará acerca de esto. Ahora, ella regresa con unas últimas palabras.
Nancy: Me pregunto si viene a tu mente alguna situación en la que otra persona haya tomado una decisión equivocada y haya afectado tu vida; quizás tu marido…o tus padres, quizás sea un jefe, o el pastor de tu iglesia, y terminaste experimentando algunas consecuencias debido a las decisiones equivocadas de otra persona.
¿Reconocerías la verdad de que es posible que Dios te conceda vivir una vida piadosa y caminar con Él incluso en medio de esas circunstancias? Si has estado resentida y resistiéndote, lloriqueando, quejándote, amargada, hablando mal de otra persona por las decisiones que ha tomado, ¿te arrepentirías ahora mismo en tu corazón y dirías, «Señor, no es solo su pecado, es también el mío. Así es como respondí. Así es como he reaccionado en mi espíritu, mis palabras, mis acciones… No he esperado en Ti . No he confiado en Ti? ¿Le pedirías perdón a Dios por tus reacciones incorrectas, o por cualquier parte que pudiera haber contribuido a esa decisión equivocada? No puedes elegir por otra persona, pero puedes elegir caminar con Dios.
Señor, ¿comenzarías incluso en este momento a derramar Tu gracia y a crear circunstancias para lograr la restauración de las mujeres que pueden estar en un Moab hoy porque alguien más tomó una decisión incorrecta? ¿Les darías un sentido de esperanza y fe en que todavía tienes el control y que vas a hacer que estas circunstancias funcionen para su bien supremo y para Tu gloria? Oro por el amor de Jesús y en Su nombre, amén.
Annamarie:Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.
Ha escrito veintidós libros, incluyendo Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres, En busca de Dios (junto a Tim Grissom), y Adornadas. Sus libros han vendido más de cuatro millones de copias y están llegando a los corazones de las mujeres alrededor del mundo. Nancy y su esposo, Robert, radican en Michigan.
En la Biblia, las profecías del Antiguo Testamento anunciaron con certidumbre algunos hechos históricos de los siglos pasados mucho antes de que tuviesen lugar. Las profecías con respecto al futuro son igualmente seguras. Por encima de todos los eventos anunciados hay uno excepcional, que puede tener lugar de un momento a otro, sin que sepamos la fecha. Cada cristiano debe esperarlo con fervor y gozo, porque se trata del regreso del Señor Jesús para llevar con él a todos sus redimidos (1 Tesalonicenses 4:15-17).
La Palabra de Dios da varios indicios que muestran que ese momento está cerca y que el tiempo de la gracia pronto se acabará: la indiferencia de las multitudes hacia el Evangelio; la cristiandad que tiene apariencia de piedad pero que niega su poder (2 Timoteo 3:5); las naciones que buscan un camino hacia la paz pero sin Dios (1 Tesalonicenses 5:3); el renacimiento de un estado judío (Ezequiel 37:21).
Esperar al Señor debería desligar al creyente de las cosas del mundo, y hacer de él un ferviente testigo, siempre listo para ir al cielo. Jesús prometió a los suyos: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). Esta perspectiva regocija a los creyentes y los anima a proclamar la urgencia del mensaje del Evangelio: “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).