56 – La frivolidad de anunciar días de milagros

Ministerios Integridad & Sabiduría

Tesis # 56

La frivolidad de anunciar días de milagros

95 Tesis para la iglesia evangélica de hoy

Miguel Núñez

Miguel Núñez

Es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puede encontrarlo en Twitter.

Una producción de Ministerios Integridad & Sabiduría

Y… ¿qué dice la Biblia sobre la salvación?

Coalición Por El Evangelio

Y… ¿qué dice la Biblia sobre la salvación?
MIGUEL NÚÑEZ

La salvación es un tema que ha sido de mucha controversia a lo largo de los siglos, principalmente cuando comenzamos a hablar de cómo es ganada o de si es posible o no perder nuestra salvación. Desde el inicio, tenemos que recordar es que precisamente, la doctrina que dividió la iglesia Católica de la iglesia Protestante en su momento, fue la doctrina de la salvación. Esto sucedió cuando Martín Lutero llegó a entender que la salvación es algo que Dios da por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9); y que somos justificados por la fe y no por las obras de la ley. Gálatas 2:16 dice que “el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”. Este entendimiento causó una gran división en el momento de la Reforma.

Por otro lado, dentro de la misma fe evangélica, ha ocurrido una división en ocasiones entre las iglesias que creen que es Dios quien hace la elección del individuo y lo salva soberanamente; y otros que piensan que el individuo tiene la habilidad todavía de escoger a Dios. Los primeros son llamados calvinistas y los segundos son llamados armenianos, basados en la exposición que Arminio hizo de esta doctrina en el siglo XVII.

Para comenzar queremos decir que la palabra “salvación” viene de la raíz hebrea Yasha. Esta raíz hebrea significa “el ser espacioso”. De esa misma raíz hebrea salen las palabras liberación, emancipación, preservación, protección y seguridad. Según la obra “Understanding Christian Theology”, del autor Earl. D. Radmacher, la palabra salvación hace referencia a la liberación de una persona o grupo de personas de una situación de peligro y restrictiva, donde ellos no eran capaces de ayudarse a sí mismos. Note esta última frase de esta cita, que dice que ellos no eran capaces de ayudarse a sí mismos. Esto es importante, porque eso es exactamente lo que ocurre con nuestra salvación: Dios nos ha dado salvación en un momento en que nosotros no éramos capaces de liberarnos nosotros mismos.

Como ocurre la salvación

La palabra salvación tiene un significado pasado, presente y futuro. En el pasado, yo fui liberado de la pena del pecado, cuando Cristo fue a la cruz y murió por mis pecados; y ese es el acto de justificación. El significado presente de la salvación es porque en este momento a través del proceso de santificación yo estoy siendo liberado del poder del pecado; y el significado en el porvenir de mi salvación es que llegará un momento en que yo seré liberado, no solamente de la pena y del poder del pecado, sino que yo seré liberado también de lo que es la presencia de pecado; y eso será entonces durante la etapa de glorificación, que tiene que ver con nuestra entrada al reino de los cielos.

En la salvación, toda la Trinidad está involucrada. La salvación es un proceso complejo que involucra la conversión de mi estado de no creyente a mi estado de creyente. Esto es posible cuando yo llego a depositar mi confianza en Cristo como Señor y Salvador. En la cruz, Cristo murió en sustitución nuestra, y esto hizo posible la reconciliación entre Dios y el hombre que estaban enemistados. Y esta reconciliación fue hecha posible porque Cristo aplacó la ira de Dios contra el pecado del hombre al morir en la cruz (propiciación). De esta manera Cristo hizo posible y real nuestra redención, que implica el ser comprado por precio en un mercado de esclavos, como nosotros fuimos comprados por la sangre de Cristo en el mercado del pecado. Todo esto conlleva un proceso de regeneración de mi espíritu, y esto pudo ser hecho posible porque mis pecados fueron imputados (cargados a la cuenta de) Cristo en la cruz y desde la cruz entonces, cuando yo creo en Jesús como Señor y Salvador, Él me imputa (carga a mi cuenta) Su santidad. Cuando Cristo hace esto, entonces Dios nos adopta como hijos suyos; nos hace parte de su familia, hasta el punto que en Efesios 1:5 nos llama hijos adoptados. Y una vez hemos sido adoptados, Dios comienza un proceso de santificación a través del cual vamos siendo limpiados de todos nuestros hábitos pecaminosos, y Él nos preserva a través de ese proceso hasta que nosotros entremos en gloria, que es lo que es conocido como glorificación.

Esa conversión se produce en nosotros a través de lo que es la predicación de la Palabra, por eso dice el Salmo 19:7 “La ley del SEÑOR es perfecta, que convierte el alma”. Y así mismo dice Romanos 10: 9-13 “que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: TODO EL QUE CREE EN EL NO SERA AVERGONZADO. Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO”. Con esto entendemos que la predicación de la Palabra es esencial para la conversión del individuo.

Perseverancia de los santos

Con relación al tema de si la salvación se puede perder o no, la Palabra es bien específica. Aquella persona que ha recibido a Cristo genuinamente de corazón y ha sido convertida, transformada o regenerada, no puede perder su salvación. Observemos las palabras del Señor Jesús en Juan 10:27-29Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre”. Notemos en primer lugar que el versículo 28 habla de que “yo les doy vida eterna”. Si es vida eterna, es una vida que no puede perderse mañana, porque entonces no era eterna. Vida eterna implica una vida que comienza en un momento dado, el día en que la recibí, y no va a terminar nunca. Si yo puedo recibir salvación hoy y la puedo perder mañana, pues entonces no tengo vida eterna, y Cristo dice que Él nos da vida eterna. Por otro lado, este pasaje garantiza nuestra salvación, porque dice que nosotros estamos en las manos del Padre y que nadie nos puede arrebatar de esas manos. Por tanto, es el Padre quien garantiza nuestra salvación. 

El apóstol Pablo hablaba a los Romanos 8:38-39 diciendo lo siguiente: “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Notemos cómo Pablo dice que él está convencido: no es que él tiene una opinión, un sentir, ni que él piensa. Pablo está está convencido de que nadie nos podrá separa del amor de Dios que está en Cristo Jesús. Y él hace referencia a cosas que pudieran separarnos como ángeles, principados, porvenir, etc., y él termina diciendo que ninguna otra cosa creada nos podrá separa del amor de Dios, y como nosotros somos una de esas cosas creadas, ni nosotros mismos podemos separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús.

Asimismo, Filipenses 1:6 dice lo siguiente con relación a la perseverancia nuestra: “estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”. Pablo una vez más habla de que él está convencido de que aquel que comenzó nuestra salvación, y esa es la persona de Jesús, a través del Espíritu Santo, va a perseverar con nosotros hasta el último día o hasta el día de Cristo Jesús.

Estos tres pasajes, y otros, nos hablan claramente de que nuestra salvación ha sido garantizada por Dios mismo. No es nuestra fidelidad a Dios que nos hace perseverar sino la fidelidad de Dios para con nosotros que nos preserva. Y este es un buen punto de enseñanza a tener pendiente.


Publicado origianlmente en Integridad & Sabiduría.

Miguel Núñez es vicepresidente de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puedes encontrarlo en Twitter.

La meta de la vida cristiana

Ministerios Ligonier

Serie: Cómo agradar a Dios

Esta es una serie de enseñanza de 6 edificantes lecciones donde el Dr. Sproul nos muestra cómo ser diligentes para vencer a nuestros enemigos: el mundo, la carne y el diablo. Esta serie es una mirada alentadora y realista a ese proceso que dura toda la vida: la santificación.

Si todavía no tienes la guía de estudio de Cómo agradar a Dios, por favor escribe tu correo electrónico en el siguiente formulario para recibirla.

Episodio 1

La meta de la vida cristiana

 La fe conlleva responsabilidades. ¿Qué pasos estás dando en tu vida para honrar a Jesucristo? En este episodio de Renovando Tu Mente, R.C. Sproul enseña la importancia de la planificación y la perseverancia al procurar el propósito de nuestras vidas como cristianos.

Por R.C.Sproul

Hace unas semanas tuve la oportunidad de hablar con un amigo mío que es un hombre de negocios en Orlando, y me estaba contando todo sobre los últimos acontecimientos en el mundo internacional de las finanzas, y me dijo de un estudio que se había hecho sobre corporaciones internacionales en términos de su planificación futura, y mencionó que había corporaciones japonesas que no solo tenían planes de tres años o cinco años para sus negocios, 

sino que algunas de ellas extendían sus planes de negocios a un tiempo de cien y doscientos años, a fin de que tuvieran un objetivo general que se mantuviera a través del tiempo, para así poder comprobar periódicamente y asegurarse de que todo lo que estaban haciendo en su empresa iba según el objetivo. Después de que este hombre de negocios me relató todo esto sobre lo que estaba pasando en el campo internacional de las finanzas, me miró, y me dijo: «Ahora sobre la vida cristiana, RC», me dijo, «dime por favor, ¿cuál es la gran idea?»  ¿Cuál es la gran idea del cristianismo?  Ahora, tengo que admitir que cuando me miró directamente a los ojos y me dijo: «RC, ¿cuál es la gran idea?» Me estremecí un poco, y me vino a la mente la imagen de mi madre allí de pie, cuando yo era niño, con las manos en la cintura, y luego ella tomaba su mano derecha y apuntaba hacia mí y me decía: «¿Cuál es la gran idea, jovencito?»  

Ahora, obviamente esa no era en sí una pregunta que ella estaba tratando de averiguar lo que yo pensaba que era el propósito por excelencia de mi vida, pero ella realmente estaba dando una acusación ligeramente velada como: «No tienes ninguna justificación para lo que acabas de hacer con tu comportamiento.  ¿Cuál es la gran idea?»  Pero desde otra perspectiva, esa es una pregunta crucial. Escuchamos sermones, leemos las Escrituras, nos vemos atrapados en el laberinto de los detalles de la teología, pero anhelamos la oportunidad de cortar todos los puntos finos, los detalles del cristianismo y llegar hasta el fondo, la esencia misma de lo que es la vida cristiana. A eso nos referimos con discernir la gran idea.  Así que cuando este hombre de negocios dijo, «RC, ¿cuál es la gran idea?» Lo pensé por un momento, y la respuesta que me vino a la cabeza salió de la Reforma del siglo XVI cuando los reformadores protestantes de la época tuvieron que definirse así mismos ante un mundo que observaba, y así tuvieron que cristalizar la esencia de lo que su ministerio y movimiento se trataba, y de ese proceso de cristalización salió una frase – por supuesto que era en latín – que fue introducida y utilizada con frecuencia por Martín Lutero para declarar la esencia de la vida cristiana, y Lutero utilizó esta frase: que la esencia de la vida cristiana es vivir la vida «coram Deo».  Esa puede ser una frase extraña para ti: «coram Deo». 

 Literalmente lo que esto significa es «delante del rostro de Dios», y lo que Lutero estaba diciendo simplemente era esto: que la vida cristiana significa vivir toda tu vida en la presencia de Dios.  Algunas veces nos comportamos y actuamos con nuestras vidas no como para Dios, sino como para el público que lo ve y que nuestro comportamiento, cuando estamos en secreto, puede ser diferente de cómo nos comportamos cuando estamos en presencia de personas cuyo juicio o aprobación buscamos. Pensamos, por ejemplo, en el hijo pródigo cuando suplicó a su padre para recibir su herencia adelantada; cómo despilfarró ese dinero.  Pero antes de despilfarrar esa herencia, ¿qué hizo?  Se fue a un país lejano donde era anónimo, donde nadie lo conocía, donde no sentía que tenía que vivir bajo el escrutinio de alguien que posiblemente podría desaprobar lo que estaba haciendo.  Ahora, Lutero dice que debemos vivir toda nuestra vida, no como personas que buscan la sombrilla de las tinieblas, donde tenemos una vida secreta, una vida privada que está oculta a la mirada de nuestros amigos o de las autoridades, sino que nuestras vidas deben ser vividas abiertamente en presencia de Dios, delante del rostro de Dios, practicando una especie de ser conscientes de Dios en cada instante.  

Ahora, a eso le añadimos un par de otras ideas, pero la gran idea del cristianismo es vivir «coram Deo», es vivir toda la vida en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, y para la honra y la gloria de Dios.  Déjame repetirlo.  La gran idea – «coram Deo» – es vivir la vida en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, para la honra y la gloria de Dios.  De eso se trata todo. Jesús lo dijo brevemente de esta manera: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos», es decir, «Si quieres agradarme, me complaces haciendo lo que he mandado que tú hagas». Pero vivir este tipo de vida, obviamente al principio suena bastante idealista, ¿no?  No hay nadie que viva toda su vida en un constante sentido de estar en la presencia de Dios, y ninguno de nosotros es tan justo que todo lo que hace está en sumisión a la autoridad de Dios, ni lo hace para su honra y para su gloria.  Podemos decir eso religiosamente y definirlo teológicamente, pero poner eso en práctica viva real no es algo sencillo de hacer. Podemos emocionarnos y entusiasmarnos emocionalmente y tener experiencias espirituales donde hacemos votos y promesas– «Oh Dios», ya saben, «mi vida es tuya.  Mi corazón está en el altar.  Te voy a complacer y voy a vivir para ti». Pero a través de las actividades cotidianas y las presiones que se nos vienen encima, ese celo y esa emoción empiezan a desvanecerse, y caemos de nuevo en nuestros patrones anteriores donde vivimos en ausencia de Dios, desafiando a Dios y para nuestra propia gloria. Entonces, lo que significa agradar a Dios no es simplemente hacer un compromiso o un voto, sino seguir adelante a través de esos momentos y períodos en los que estamos paralizados y frustrados en nuestro crecimiento espiritual.

Déjame hacer esta pregunta a la audiencia. ¿Cuántos de ustedes han tomado clases de piano?  Levanten su mano si han tomado clases de piano. Alrededor de tres, de cada cuatro en el público, han respondido y han dicho que han tomado clases de piano algún momento en sus vidas. A propósito, ¿alguno de ustedes, ejerce actualmente como concertista de piano?  No encuentro a ninguno de esos aquí. ¿No es extraño que cada año – bueno no cada año, sino en el transcurso de años – que literalmente millones de personas en los Estados Unidos de América empiezan clases de piano, pero hay muy, muy pocos que alguna vez llegan a ser concertistas de piano como Van Cliburn o incluso grandes pianistas de jazz famosos – pianistas – como Thelonious  Monk u Oscar Peterson o  Scharinger  o uno de los  otros. Recuerdo que cuando empecé a tomar clases de piano mi madre tuvo una gran idea, y ella dijo, «Jovencito, vas a empezar a tomar clases de piano», y así que me mandó a esta mujer que tenía como 110 años, y ella vivía en una casa que tenía 150 años y era muy tenebrosa, y crujía, y aterraba, y yo tenía que caminar cerca de dos kilómetros a través del bosque y a través de una carretera para llegar a la casa de esta maestra de piano cuyo nombre, por cierto, era Srta. Felicidad.  

¿Sabes lo que es un nombre equivocado?  Ese es un nombre equivocado.  El nombre de esa mujer era Srta. Felicidad, y ella trajo cualquier cosa menos felicidad a mi vida haciendo todos estos ejercicios; pero recuerdo vívidamente mi primera lección.  Entré en esta casa aterradora, espeluznante, vieja y tenebrosa, y me senté en ese banco junto a esta mujer que era tan aterradora y espeluznante y tenebrosa como la casa, y ella abrió la primera lección de la serie de libros para piano de John Thompson; y me mostró en el teclado donde se encontraba «Do central», y luego me dijo que tocara «Do central» con mi dedo índice, y seguí la primera lección en la página. Incluso recuerdo las palabras.  En la medida que tocaba «Do central» repetidamente con mi dedo índice de mi mano derecha, la canción iba así: «Estoy tocando ‘Do central’».  Los que tienen un tono perfecto saben que no estoy cantando en «Do central», pero así fueron las palabras. «Estoy tocando ‘Do central’» Entonces la mano izquierda – tocaba la misma nota. «Puedo tocarla bien, ves.» Yo dije, «Oye, esto es pan comido».  Empecé las clases de piano con un frenesí, con gusto.

Fue simple, y arrasé hasta la primera mitad de la serie de John Thompson en sólo unas semanas, y tuve visiones de convertirme en un gran pianista. Cinco años más tarde, dejé de tomar clases de piano, y sólo llegué hasta la mitad del libro del segundo curso de John Thompson.  Mi desarrollo como pianista se detuvo.  Quedó paralizado.  Llegó a un punto de dificultad que indicaba una meseta donde quedé atascado, así que renuncié.  Varios años más tarde, después de casarme, estaba en el Seminario. Teníamos una amiga muy querida en nuestra comunidad que era un excelente profesor de piano y cuyos estudiantes estaban ganando el premio Volkwein Studio «Pianista del Año» en Pittsburgh, y fui donde ella, y le dije, «Señora Winnerling», le dije, «¿podría darme algunas lecciones de piano?»  Ella dijo, «Oh, absolutamente.  Me encantaría darte clases de piano»; así que fui a mi primera lección con la señora Winnerling, y me senté.  

Ella dijo, «Bueno, ¿qué quieres estudiar?»  Y yo dije «Oh, señora Winnerling», le dije: «Me he enamorado de la música de Chopin, así que lo primero que quiero hacer es aprender el Nocturno en Mi bemol mayor de Chopin. Y ella me miró y sonrió.  Y dijo, «Bien».  Ella preguntó, «¿Cuánto entrenamiento de piano tienes?» Le dije: «Bueno, llegué hasta la segunda mitad de John Thompson, la primera mitad del libro del segundo curso de John Thompson», y ella sonrió y se rió, y ella dijo: «Bueno cariño», dijo, «no hay manera que puedas tocar el Nocturno de Chopin en Mi bemol mayor.  Tienes que tener – tienes que estar como en el sexto curso. Tendremos que retomar donde lo dejaste, y partir de ahí en adelante, y tal vez en un par de años podamos intentar con el Nocturno».  Le dije: «No, no entiende, señora Winnerling.»  Le dije: «Quiero aprender el Nocturno ahora, ahora mismo». Y de nuevo sonrió.  Ella me conocía, conocía mi impetuosidad y todo lo demás, y ella dijo, «Está bien».  Ella dijo, «Voy a hacer un trato contigo. Trabajaremos con el Nocturno ahora mismo siempre y cuando prometas hacer estos ejercicios que son correctivos entretanto», por lo que me asignó el primer compás del Nocturno para la primera semana.  Y después de seis meses finalmente pude tocar la pieza, pero luego mis estudios de piano se interrumpieron al ir a Europa a la escuela de posgrado, y llegué a otra meseta de tocar el piano donde quedé atascado.  Quedé paralizado. No pude seguir adelante.  Quince años más tarde conocí a un hombre que era un músico de jazz, y lo escuché tocar jazz, y me dejó boquiabierto.  

Y él me dio el incentivo para empezar de nuevo, así que empecé una vez más a tomar clases, y de nuevo pude llegar a otra meseta. Bueno, no quiero aburrirlos con la historia de mi participación en las clases de piano, pero lo que aprendí de la vida, estudiando piano, es esto: 

que tenemos una tendencia a iniciar rápidamente ciertos proyectos e involucrarnos y estar absortos en aquello que estamos tratando de aprender o tratando de lograr o tratando de hacer y tan pronto como nos encontramos con un obstáculo, o llegamos a una de esas mesetas difíciles donde quedamos temporalmente paralizados, ahí es donde renunciamos. Decimos: «He llegado al límite de mi habilidad.  Ya no puedo mas», pero la única manera de avanzar en cualquier proyecto es perseverar a través de ese nivel de parálisis para que podamos superar el bloqueo y seguir adelante. De hecho, si nos fijamos en algo, verán que cuanto más alto vayamos en nuestros intentos de dominar un procedimiento, más fácil es mejorar y mejorar después de aprender a superar esas mesetas. Ahora, ¿qué tiene que ver eso con agradar a Dios? Obviamente no todos estamos llamados a ser pianistas clásicos, pero todos estamos llamados a agradar a Dios.  He hablado muchas veces sobre la prioridad de la vida cristiana, tal como Jesús la declara en su enseñanza cuando Él les dice a sus discípulos que busquen primero el reino de Dios y su justicia y todas las otras cosas les serán añadidas.  En otra parte, Jesús hace una declaración muy extraña y enigmática sobre este reino de Dios.  Habla de la aparición del reino de Dios, y llama a sus discípulos a ir y contar del reino de Dios, y dice que los violentos la conquistan por la fuerza.  Ahora bien, eso, tal vez, puede ser una idea negativa que sugiere que los enemigos del reino de Dios utilizan la violencia para tratar de oponerse al reinado de Dios, o puede significar – y creo que significa – que lo que Él está diciendo es que aquellos que se toman en serio lo de agradar a Dios no son casuales o negligentes en su búsqueda del reino de Dios, sino que son como hombres violentos que asaltan las murallas del enemigo hasta que las derriban. 

Jesús dijo: «Así es el reino.  Es como una mujer que ha perdido una moneda y ella barre toda la casa y la pone de cabeza.  Ella está obsesionada hasta que encuentre esa moneda. «No puedo imaginar cómo Jesús fue lo suficientemente ingenioso en el siglo I como para contar una historia basada en la vida de mi esposa. Si vieras lo que sucede en mi casa cuando mi esposa pierde su bolso, sabrías lo que Jesús tenía en mente cuando él hablaba de esta mujer barriendo la casa de lado a lado para encontrar esa moneda. Mi esposa siempre está escondiendo cosas para mantenerlas a salvo de ladrones o – No sé de qué las está escondiendo, pero ella tiene estos escondites insólitos para sus joyas y para su bolso.  El único problema es que después de que ella los esconde, se olvida dónde los esconde, y han sido escondites tan insólitos que no puede encontrar lo que ha escondido, y luego tenemos que pasar por el proceso de levantar las alfombras, sacar los cajones del armario, revisar la ropa de invierno, todo para tratar de encontrar esa cosa.  

Jesús dijo: «El reino de Dios es como un hombre que encuentra una perla extraordinaria tan preciosa y tan valiosa – singular en su magnificencia – que esa persona tiene una pasión tan profunda por poseer esa perla – la cual es más costosa que cualquier otra perla – que él va y vende todo lo que tiene para poder poseer esa sola perla». Jesús dijo: «El reino de Dios es como un hombre que perdió a su hijo».  Ya mencioné que ese hijo, el hijo pródigo, que va al país lejano y desperdicia la herencia de su padre.  Tú ves estas casas rodantes en las carreteras con calcomanías en el parachoques posterior y ves a esta linda pareja jubilada conduciendo esta linda casa rodante por la carretera, y diciendo en la parte de atrás: “Estamos gastando la herencia de nuestros hijos. Bueno, cómo verías que tus hijos gasten la herencia por adelantado, antes que tú mueras, y cómo verías – si hay un letrero en el auto del hijo – en la parte posterior del auto que dice, «Estoy gastando el dinero de la jubilación de mi padre.»  Eso es lo que hizo el hijo pródigo.  Él fue y desperdició todo lo que su padre trabajó tan duro para ganar, y luego deshonró a la familia con su vida desenfrenada.  Ya conocen la historia; pero, sin embargo, cuando volvió en sí, y en total degradación y humillación después de vivir con los cerdos y oler terrible, con la cabeza inclinada, y en ruinas, empezó su camino a casa.  

Él se dijo a sí mismo: «Me levantaré e iré a mi padre».  Pero el punto de la historia es que cuando ese hijo todavía estaba lejos, el padre ansioso, ya que no sabía nada de lo que le había sucedido a su hijo desde que se fue, vio venir a su hijo a lo lejos, y se nos dice que el padre saltó de donde estaba y corrió a su encuentro por el camino – es decir, en aquellos días, los patriarcas judíos llevaban túnicas. Ahora, sólo puedo ver a este hombre, con las rodillas descubiertas, corriendo por el camino para encontrar a su hijo, y cuando alcanzó a su hijo, puso sus brazos sobre su cuello y lo abrazó, y ordenó a sus sirvientes que mataran al ternero engordado, que consiguieran el anillo familiar y le dio honor a su hijo.  Él dijo: «Porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida”. Todas esas parábolas – el hijo pródigo, la moneda perdida, la perla de gran precio – son parábolas que enfatizan la importancia de avanzar en pos del reino de Dios – de avanzar más allá de los puntos de parálisis, la meseta donde las cosas se vuelven tan difíciles que nos detenemos. Ahora, ustedes, que son cristianos, recuerden los inicios de su experiencia cristiana, el celo, el fuego y la pasión que tuvieron.  Probablemente alejaste a todos tus amigos porque eras odioso y demasiado insistente, y estabas tan emocionado que querías contarle a todo el mundo lo que te pasó.

Todos pasamos por eso, pero luego hemos aprendido a adaptarnos para acomodar a nuestros amigos, y hemos aprendido a ajustar nuestras metas hacia abajo, porque al comenzar a crecer, como una especie de brote de pubertad, de repente llegamos a esa meseta, y nos calmamos.

Dijimos, «Oh, voy a leer la Biblia de principio a fin.»  Pasamos por Génesis, pasamos por Éxodo, y luego llegamos a Levítico, y muchos de nosotros paramos cuando llegamos a Levítico. Algunos perseveraron a través de Levítico hasta llegar a Números, y después de empezar Números, dijeron: «No puedo más», y entonces renunciaron.  Y esto es lo que pasa: Empezamos, pero no terminamos lo que empezamos.  Damas y caballeros, lo que agrada a Dios es alguien que se anota por toda la vida, alguien que ora todos los días, «Venga tu reino»;

alguien que pasa su vida – no sólo el comienzo de su vida – pasa su vida buscando el reino de Dios. De nuevo, Edwards hizo esta declaración: que, «La búsqueda del reino de Dios no es algo que los incrédulos hacen.  La búsqueda del reino de Dios es el interés principal del cristiano», y es una tarea para toda la vida. Es una búsqueda permanente, y creo que eso es lo que significa ser discípulo, es estar bajo la disciplina de alguien más maduro. Si yo quería superar mis períodos de parálisis en los que estaba estancado en la música, tenía que recurrir a un maestro, un maestro que estaba al otro lado de esa meseta y que podía ayudarme a cruzar el umbral hacia una nueva liberación y una nueva libertad, y creo que lo mismo es cierto en la vida espiritual y en el crecimiento espiritual. Por último, permítanme darles esta ilustración de cómo Dios está complacido por aquellos que buscan su reino.  Otra vez, cuando era niño, fui al cine, y no recuerdo ni siquiera el título exacto de la película o incluso quién protagonizó la película.  

Tenía que ver con las aventuras de Robin Hood, y no sé si fue Errol Flynn o Douglas Fairbanks, Jr.: creo que fue Douglas Fairbanks, Jr. quien tocó en esa versión en particular, donde Basil Rathbone era el Sheriff de Nottingham; y vi esa historia mágica de Robin Hood en la pantalla, y me cautivó.  ¡Qué historia tan tremenda!  El rey de la tierra – Ricardo – tiene que partir e ir en una misión espiritual, y mientras él se ha ido, su reinado y su poder y su autoridad es usurpado por el malvado príncipe Juan, su hermano menor.  Ahora, Robin Hood es leal al rey, pero el rey se ha ido, por lo que Robin Hood y sus hombres se ven obligados a vivir en el bosque, encontrando refugio allí en el campo.  Entonces, le ponen precio a su cabeza, y tú ves el conflicto a lo largo de toda la historia, de alguien que es leal a un rey foráneo, al rey que se ha ido, y que no se someterá al usurpador que ha suplantado al rey legítimo.  Robin Hood vive para agradar al rey Ricardo, no al príncipe Juan. Y luego al final de la película, Sir Richard hace caballero a Robin Hood, convirtiéndolo en el conde de Loxley porque él perseveró. 

Vivió – Robin Hood vivió en la presencia de su rey, bajo la autoridad de su rey, para la honra y la gloria de su rey.  No veo mejor paralelo al llamado del cristiano, quien agradará a su Dios antes que servir al que ahora está entronizado como rey de reyes; y en su ausencia procurará complacerlo, honrarlo y obedecerlo.

R.C. Sproul

El Dr. R.C. Sproul fue el fundador de Ligonier Ministries, co-pastor de Saint Andrew’s Chapel [Capilla de San Andrés] en Sanford, Florida, y el primer presidente del Reformation Bible College. Fue el autor de más de cien libros, incluyendo La Santidad de Dios.

Mi hijo está en la presencia del Dios de amor (2)

Miércoles 23 Marzo

Padre de misericordias y Dios de toda consolación… nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

2 Corintios 1:3-4

Mi hijo está en la presencia del Dios de amor (2)

“Sentí la dulzura y la bondad de Dios cuando clamaba a él en medio de mi dolor, sentada en la habitación de Haddon, mientras leía mi Biblia. Ese Dios dulce y lleno de amor se llevó a mi niño a un lugar donde ahora está seguro. Allí puede experimentar todo el amor de Dios. Como madre no debo preocuparme, recordando ese momento en que partió, porque sé que fue introducido instantáneamente en la presencia de Cristo. Ahora Haddon puede gozar de la misericordia y de la gracia, y no estar más enfermo.

Dios no nos prometió un camino rápido o fácil hacia el cielo, pero nos promete conducirnos en este camino. Y hasta que llegue ese moment, “cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmo 34:18).

En medio de nuestras lágrimas y días de gran tristeza, deseamos que quienes nos rodean sepan esto: soportamos nuestro dolor porque Jesús llevó el castigo por nuestro pecado, porque resucitó y venció a la muerte. Para el cristiano la muerte no es el fin, pero para los que no quisieron aceptar a Jesucristo como Salvador, la muerte conduce al castigo eterno. Oro para que escuchen la buena nueva del Evangelio hoy, y depositen su confianza en Dios, el gran vencedor de la muerte”.

Lisa

Éxodo 35 – Hechos 24 – Salmo 35:22-28 – Proverbios 12:3-4

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