
14 de marzo
«Atenderé a mis caminos».
Salmo 39:1
Compañero de peregrinación, no digas en tu corazón: «Yo iré aquí y allá y no pecaré», porque nunca estarás tan lejos del peligro de pecar como para alardear de seguridad. El camino es muy fangoso: será difícil que limpies tu senda de manera que tus vestidos no se ensucien. Este es un mundo de betún; debes, por tanto, velar constantemente si al rozarte con él quieres conservar tus manos limpias. Hay un ladrón en cada recodo del camino para robar tus joyas; hay una tentación en cada virtud; hay una trampa en cada alegría; y, si alguna vez llegas al Cielo, será por un milagro de la gracia divina que debe atribuirse exclusivamente al poder de tu Padre. Está, pues, vigilante. Cuando alguien lleva una bomba en la mano, debe intentar no acercarse a una vela; tú también has de tener cuidado de no entrar en tentación. Aun tus actos corrientes son instrumentos afilados; debes, pues, pensar en cómo manejarlos. No hay nada en el mundo que estimule la piedad de un cristiano; en cambio hay muchas cosas que la destruyen. ¡Cuán deseoso debieras estar de recurrir a Dios para que él te guarde! Tu oración debería ser: «Sostenme y estaré seguro». Después de haber orado, debes velar, cuidando cada pensamiento, palabra y obra con celo santo. No te expongas, si no tienes necesidad; pero si eres llamado a exponerte, si se te ordena ir adonde los dardos vuelan, nunca te aventures a salir sin tu escudo. Porque si el diablo te encuentra alguna vez sin el mismo, se alegrará de que su hora de triunfo haya llegado, y de que pronto te hará caer herido por sus flechas. Aunque no te puede matar, sí le es posible herirte. Sé sobrio, sé vigilante; el peligro se puede presentar en un momento cuando todo te parezca seguro. Por tanto, atiende a tus caminos y vela en oración. Ninguno cae en el error por ser demasiado vigilante. Que el Espíritu Santo nos guíe en todos nuestros caminos, para que estos siempre agraden al Señor.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 82). Editorial Peregrino.