Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre el libro de Hechos, que desglosa el diseño literario del libro y su línea de pensamiento. En Hechos, Jesús envía el Espíritu Santo a empoderar a sus discípulos mientras estos llevan las buenas nuevas de su reino a las naciones del mundo.
John Foxe nació en 1516 en Inglaterra. Obtuvo un título de maestría y una beca en Oxford, pero cuando se mostró de acuerdo con el protestantismo, perdió su beca y su familia lo repudió. Finalmente, la familia de un conde ejecutado lo contrató para educar a los hijos huérfanos.
Durante el reinado de Eduardo VI, pudo vivir abiertamente y comenzó a trabajar en una tratado de historia. Cuando la Reina María ascendió al trono, Foxe huyó al continente. Allí conoció a John Knox y a otros refugiados protestantes y en 1554 Foxe publicó una investigación sobre la persecución a los protestantes en Inglaterra. Cuando Elizabeth I ascendió al trono, Foxe regresó a Inglaterra y comenzó a trabajar para producir en 1563 una versión en inglés de su obra maestra, El libro de los mártires.
Fue una obra con una extensa documentación, una narración conmovedora e ilustraciones, que incluía relatos de muchos de los 300 mártires del reinado de María. La edición de 1570, que abarca la historia de la persecución de la iglesia primitiva se ordenó mostrar en cada iglesia, salón común y colegio.
Hasta la aparición de El Progreso del Peregrino, la gente común casi no tenía otra materia de lectura excepto la Biblia y El Libro de los Mártires de Foxe.
Antes de morir, Foxe había producido dos ediciones más de su gigantesca obra y había llevado a cabo un programa completo de predicación y buenas obras.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. Salmo 42:5
El desánimo
Sería falso y duro afirmar que un cristiano no puede estar triste. Es falso porque, creyentes o no, todos podemos pasar por fases de depresión que no tienen un origen espiritual. ¡Qué duro es para los que pasan por esas situaciones lamentables!
La Biblia cuenta la historia de creyentes que pasaron por grandes angustias, por ejemplo Job, Elías, Jeremías, Pablo.
Incluso sin tener momentos de depresión, a todos nos pasa que un día u otro estamos tristes o desanimados. En la vida de fe puede existir una sucesión de altibajos, de momentos en los que todo es claridad y otros en los que el horizonte parece oscurecerse. No dejemos que el pesimismo nos gane; nuestra fe debe estar vivificada continuamente por la lectura de la Palabra de Dios. Pidamos al Señor que haga brillar su luz en nuestro corazón mirando al Salvador en los evangelios.
La lectura de los salmos nos reconforta cuando nos sentimos turbados, desanimados, incomprendidos. A menudo sus autores cuentan su tristeza a Dios, ponen palabras a su sufrimiento. “¿Por qué te abates, oh alma mía…?”. Es como una toma de conciencia, la búsqueda de las causas de este sufrimiento, la convicción de que Dios quiere ocuparse de él y curar las heridas. Los momentos de recogimiento para buscar a Dios, solos o con la ayuda de hermanos y hermanas cristianos, pueden ser una gran ayuda.
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario” (Salmo 63:1-2).