29 – Hambre y Sed de Justicia

Iglesia Caminando por Fe

Serie: Vida y Enseñanzas de Jesús

29 – Hambre y Sed de Justicia

Juan Manuel Vaz

Juan Manuel Vaz Salvador nació en Barcelona, España. Tras ser salvo, fue creciendo en el conocimiento de la Palabra y finalmente Dios le llamó al ministerio pastoral.

Juan Manuel es el fundador del ministerio ICPF, donde también sirve como pastor en la localidad de Hospitalet, en Barcelona. Además, ha escrito el libro La Iglesia Frente al Espejo.

Actualmente se dedica al pastorado y es conferenciante a nivel internacional.

¿Es la fe en Cristo la única manera de ser salvos?

9Marcas

Por 9Marks 

¿Es la fe en Cristo la única manera de ser salvos?

  • El cambio cultural: las personas de hoy en día aman ser inclusivos. Queremos que todo el mundo tenga la razón. De hecho, pensamos que la única manera de estar equivocados es pensando que cualquiera podría alguna vez estar equivocado sobre cualquier cosa. Así que en lo que se refiere a religión decimos, «todos los caminos conducen a Dios. No hay un camino correcto. Lo correcto es creer en cualquier cosa que funcione para ti». Pero, ¿Es eso lo que la Biblia dice?
  •  La respuesta corta: En Hechos 4:12 Pedro dice, «y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos».
  •  Una respuesta un poco más larga: la fe en Cristo es la única manera de ser salvos porque es sólo por la fe en Cristo que podemos ser considerados justos a la vista de Dios (Gálatas 2:16). Es sólo por la fe en Cristo que podemos ser reconciliados con Dios (Romanos 5:9-11). Es sólo por la fe en Cristo que podemos recibir vida eterna (Juan 3:16). Jesús es el único mediador entre Dios y el hombre (1 Timoteo 2:5).
  •  Verdaderamente inclusivo: a pesar de que muchas personas hoy en día encuentran este mensaje intolerablemente exclusivo, deberíamos apuntarles hacia la inclusividad radical del evangelio. El evangelio confronta a todas las personas como pecadores y ofrece perdón y vida eterna a todos aquellos que se vuelven de su pecado y confían en Cristo. No importa lo bueno o malo que hayas sido. No importa de dónde eres o cuáles son tus antecedentes religiosos. Si te arrepientes de tu pecado y confías en Cristo serás salvo.
Mark Dever

La historia de la Iglesia es importante

The Master’s Seminary

La historia de la Iglesia es importante

Josué Pineda Dale 

«¿Para qué me va a servir esto?», dijo en algún momento de su vida todo estudiante, refiriéndose a una materia o algún tema en particular. Tanto el creyente como el estudiante de teología no están exentos de este sentimiento. No todos los temas son igual de atractivos para todos y no todos disfrutan memorizar fechas, eventos importantes y personajes principales. Sin embargo, estudiar la historia de la Iglesia  es importante para el creyente en general y el estudiante de teología en particular.

¿Por qué estudiar la historia de la Iglesia?[1]

  1. Muchas veces se desconoce la historia de la Iglesia. Conocerla hará que se entienda mejor muchas cosas de práxis y doctrina, entre otras.
  2. Dios ha estado obrando a través de la historia. La historia es un testimonio de la providencia soberana de Dios. Sin embargo, hay que tener claro que la autoridad no la tiene la historia ni la tradición. La autoridad suprema es la palabra de Dios. La historia es un testimonio latente de lo que Él ha hecho a través de ella.
  3. Cristo dijo que Él edificaría su Iglesia (Mt. 16:18). Estudiar la historia es ver cómo la promesa se desarrolla.
  4. La historia de la Iglesia es la historia del creyente como miembro de su cuerpo. Cada creyente es parte. Por eso se debe estudiar.
  5. La verdad se ha conservado y transmitido a través de la historia (Jn. 15:26). Jesucristo encargó a los apóstoles de ese testimonio, ellos a sus discípulos, y ellos a todos los que no fueron testigos oculares (1 P. 1:8).
  6. Así como el creyente es alentado por la historia de la verdad, es también advertido por la historia del error. En el primer concilio (Hch. 10) se hizo defensa en contra del legalismo. A pesar de esto, hay grupos que siguen manteniendo esto (por ejemplo, los Adventistas). Siguen la ley a pesar que eso ya había sido descartado y condenado. La nueva era, los mormones o el gnosticismo fueron confrontados en su momento. Si no se estudia estas cosas, se corre el riesgo de volver a caer en el mismo error.
  7. Hay mucho que aprender de aquellos que caminaron con Dios (cf. He. 11).
  8. Hay mucho que aprender de aquellos que fallaron en varios puntos (2 Co. 10:6). Incluso Calvino en su momento defendió tanto el bautismo de infantes que estuvo de acuerdo en que alguien muriera por practicar lo contrario.
  9. Ser un apologista fiel incluye a menudo ser un buen historiador. Es importante poder defender las enseñanzas bíblicas del error.
  10. La historia ayuda a los pastores de este siglo a tener una perspectiva correcta sobre su lugar en estos tiempos de la Iglesia.

Una breve advertencia

La historia de la Iglesia son eventos que sucedieron en un momento específico. Por eso se cuenta con documentos de donde se obtiene la información de esos sucesos. Es importante que se investigue a profundidad y no apresurarse a hacer conclusiones apuradas y sin suficiente fundamento. Se debe tener cuidado porque puede haber algún tipo de sesgo en el autor al describir el evento histórico. Por eso es importante darle peso a los documentos que se consultan. Eso es hacer historia. Se debe hacer un estudio cuidadoso de los documentos disponibles e interpretarlos objetivamente. A diferencia de la Escritura, no podemos confiar plenamente en libros meramente históricos y tomar como dogma todo lo que se detalla. Hay que leer cada uno de ellos con sobriedad y tratar de entender lo que pasó porque cada autor relata según su perspectiva, su fuente o sus presuposiciones. También, hay un elemento filosófico a menudo, ya que algunos son pesimistas y otros optimistas. Finalmente, en ocasiones hay enfoques o elementos artísticos ya que se trata de presentar la historia de manera que no sea aburrida. Es vital tener presente todo esto a la hora de recopilar datos históricos.

Algunos usos prácticos

Las ilustraciones de personajes, temas o situaciones de la historia pueden ser de gran ayuda para el predicador. Son una herramienta valiosa porque no pasan de moda. Probablemente tendrán más utilidad y relación con el tema expuesto que otro tipo de ilustración. Los comentarios hechos por hombres históricos también son útiles a la hora de predicar por la misma razón que las ilustraciones. Se puede usar alguna cita en el sermón que servirá para ampliar o aclarar el punto que se está haciendo. La historia de la doctrina, por su parte, es útil para verificar que lo que se dice es verdad —entendiendo que la historia no tiene autoridad en sí misma sino sólo la palabra de Dios—. Esto salvaguardará al predicador de que sus descubrimientos exegéticos se mantienen dentro de la ortodoxia.

La apologética por su lado, se sirve también de la historia porque brinda herramientas para defender fácilmente en contra de ataques, cultos y demás que ya han surgido con anterioridad muy probablemente. Sin embargo, no se debe olvidar que la única fuente inerrante, infalible, suficiente y poderosa de verdad es la palabra de Dios. No hay otra fuente o norma suprema por encima de ella. Su palabra debe ser nuestro estándar de medición.

Reflexiones finales

Al estudiar la historia de la Iglesia el creyente aprenderá de lo que los padres de la Iglesia hicieron y podrá valorarlos más. Son hombres que lucharon y evitaron muchas veces que el nombre del Señor fuera vituperado. Es sorprendente constatar cómo defendían la verdad a costa de sus propias vidas. Muchas veces el creyente se encuentra muy cómodo y no está dispuesto a dar la milla extra, mucho menos sacrificar su vida.

Es invaluable leer los escritos de estos hombres y aprender acerca de sus vidas por medio de biografías y distintos relatos. Es reconfortante saber que el creyente no está solo y que antes vivieron cientos de hombres valientes. Poco a poco los errores entraban en la iglesia, fracturando el cuerpo de Cristo; sin embargo, Dios siempre se guarda un remanente fiel y cumple sus propósitos. Es de mucho ánimo contemplar la providencia de Dios en la vida y hechos de cada uno de estos personajes.

El reto es seguir aprendiendo y disfrutarlo en el proceso. Es importante «tomar nota» a fin de no cometer los errores que otros cometieron. Si el creyente hace esto, aprenderá a ser más sabio.


[1] Este listado está adaptado del material de clase de Teología Histórica I de The Master’s Seminary.


Josué Pineda Dale

Josué Pineda Dale

Josué Pineda Dale (M.Div., Th.M. Candidate) es coordinador administrativo de educación en español e instructor de sección en The Master’s Seminary, así como administrador de la Sociedad Teológica Cristiana. También es editor del blog de TMS en español y del ministerio «A tiempo y fuera de tiempo». Además, sirve en la enseñanza y como coordinador del ministerio de matrimonios en Grace en Español en Los Angeles, California. Está casado con Mabe y tienen dos hijos: Daniel y Valentina. Josué es el editor general y contribuidor de «En ti confiaré» (2 volúmenes), editor de contenido de «La hermenéutica de Cristo», autor en «Estudios bíblicos para la vida» de LifeWay y contribuidor en los siguientes libros: «Declaring His Glory among the Nations» y «Siervo Fiel».

El temor a no ser cristiano

Ministerios Ligonier

El Blog de Ligonier

Serie: El Temor

El temor a no ser cristiano

Por John P. Sartelle

Nota del editor: Este es el quinto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El temor.

Cuando era niño caminaba con mi padre por el campo que había detrás de nuestra casa. El terreno era irregular y a veces la maleza era alta. Inevitablemente, me caía. Cuando me ponía de pie, papá me ofrecía su mano. La lucha por la autonomía comienza temprano en nuestras vidas, así que yo ya estaba luchando por mi independencia. Debido a esto, avanzaba obstinadamente en mis propias fuerzas. Después de varias caídas que resultaron en múltiples cicatrices, papá empezó a tomarme de la mano con fuerza. Entonces algo maravilloso ocurrió: ya no me caía al suelo. Bueno, seguía tropezándome, pero ahora mis pies colgaban en el aire mientras su brazo fuerte me sujetaba.

En Juan 10:28-29, Jesús afirma plenamente que Sus manos y las manos del Padre nos sostienen. Él dice:

… y Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.

Como nuevos creyentes tenemos la tendencia a desarrollar doctrinas de salvación que son antropocéntricas. Así como yo quería caminar por el campo en mis propias fuerzas, preferiríamos jugar roles autosuficientes en nuestra salvación y en nuestro andar con Dios. Durante las diferentes tormentas que sacuden nuestras vidas —tanto física como espiritualmente— y nos llenan de temor y desaliento, nos imaginamos aferrándonos desesperadamente a Dios, a Su Palabra y a Su cruz. Esa percepción es errónea. Lo que nos mantiene a salvo no es nuestra capacidad de aferrarnos a Dios. Nuestro agarre no es omnipotente. El pecado todavía habita en nuestras mentes y en nuestros corazones. En nuestros mejores días, cuando nuestra confianza en Dios está llena de fuerza, esa fe sigue estando manchada por el pecado y la traición. Querido lector, las manos del Padre son omnipotentes. Son las que sostienen el universo. No hay nada en la tierra ni en el cielo que pueda arrebatarle a Sus hijos de las manos. 

Jesús también dijo que Sus manos nos sostienen. Mira esas manos. Tienen las cicatrices de los clavos de la crucifixión. Esas cicatrices probaron Su fidelidad y amor. Cuando Sus manos fueron clavadas, cuando el juicio y el castigo por nuestros pecados cayeron sobre Él, incluso mientras los escupitajos burlones de los incrédulos se mezclaban con Su sangre, no abandonó Su misión. Él no bajó de esa cruz, algo que seguramente tenía el poder de hacer. No desistió con ira para dejarnos perecer. Pablo debe haber tenido eso en mente cuando escribió:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?… Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom. 8:35-39).

¿Está tu fe menguando hoy? ¿Sientes que ya no tienes fuerzas para aferrarte a las increíbles promesas de Su Palabra? ¿Piensas que debes estar perdido porque has vuelto a caer en pecado? Entonces aprende una vez más a renunciar a tu orgulloso deseo de ser el que salva y preserva.

Las manos del Padre son omnipotentes. Son las que sostienen el universo. No hay nada en la tierra ni en el cielo que pueda arrebatarle a Sus hijos de las manos. 

En Mateo 14, Jesús les dice a Sus discípulos que se pongan en marcha y crucen el mar de Galilea mientras Él se queda a solas en tierra para orar. Más tarde, en las primeras horas de la mañana, Jesús viene andando sobre el agua hacia su barca. Están asombrados. Estos discípulos, algunos de los cuales son pescadores experimentados, están luchando contra las olas y el viento. Pedro, con su típica audacia, pregunta si puede acercarse a Jesús en el agua. Jesús le dice a Pedro que vaya hacia Él. Ahí va Pedro con fe, caminando hacia Jesús. Sin embargo, mientras camina sobre las olas su fe empieza a debilitarse y él comienza a hundirse. Pero entonces, es la mano de Jesús la que se apodera de él. Pedro no se salva por su aferramiento a Jesús; se salva por el aferramiento de Jesús a él.

Durante una época en la que estaban siendo castigados por sus pecados, el pueblo de Israel pensaba que Dios los había abandonado. Pero Dios envió a Isaías con un mensaje maravilloso:

¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, Yo no te olvidaré. He aquí, en las palmas de Mis manos, te he grabado (Is 49:15-16a).

Siglos más tarde, de esas manos a las que Isaías se refiere brotaría la sangre del pacto. Esas manos omnipotentes que aún llevan las cicatrices de los clavos son las que nos sostienen.

Este artículo fue publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
John P. Sartelle Sr.
John P. Sartelle Sr.

El Rev. John P. Sartelle Sr. es el ministro principal de Christ Presbyterian Church (PCA) en Oakland, Tennessee. Es el autor de What Christian Parents Should Know about Infant Baptism [Lo que los padres cristianos deben saber sobre el bautismo infantil].

Solid Joys en Español – Junio 11

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Mayo 21/2021

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Y si haces alguna locura?

Viernes 11 Junio

Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.Hebreos 10:1014

¿Y si haces alguna locura?

Álvaro y Jorge son cristianos, pero a Álvaro le preocupa la idea de perder su fe y, como consecuencia, su salvación. Jorge, por su parte, está totalmente seguro de su salvación. Vive tranquilo. Un día trató de explicar esto a su amigo, quien le preguntó sorprendido:

– ¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Y si mañana haces una locura?

– Eres hijo de tu padre -respondió Jorge-. Si mañana haces una locura, él se entristecerá, pero tú nunca dejarás de ser su hijo. Cuando somos hijos de Dios, lo somos para siempre. Recibiste la vida de Dios “por gracia… por medio de la fe… es don de Dios” (Efesios 2:8). Eres su hijo. ¿Negaría Dios a sus hijos? Si eres salvo por la fe en Jesús, Dios no te pide conservar tu salvación mediante tu conducta, sino mostrar por tu conducta que eres su hijo. Si tu salvación dependiera de tu actitud y de tus obras, aunque fuera en lo más mínimo, ya no sería la salvación por gracia. ¡Y si pudieses perder la vida eterna, ya no sería la vida eterna!

Jorge tiene razón; la salvación del creyente, incluso del más débil, está sólidamente establecida por la obra de Jesús en la cruz. Nada puede destruirla. ¡Es perfecta! ¡Jesús la llevó a cabo una vez para siempre! Obtuvo una redención eterna. Dio su vida por sus ovejas. Ellas le pertenecen, están seguras en las manos del Padre y en las Suyas (Juan 10:28-29). Nadie puede arrebatarlas de su mano; ninguna oveja está fuera de la protección de su buen pastor. ¡Y si se extravía y “hace una locura”, Su mano poderosa la encontrará y la traerá al redil!

2 Reyes 12 – Romanos 16 – Salmo 69:19-28 – Proverbios 17:3-4

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