Promesas Santas Y Eternas
Isha – Salmos

DÍA 126 – Salmo 89
Dosis: Fidelidad
Promesas Santas Y Eternas
“Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David: Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia. Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.” (Salmo 89:35–37) (NVI)
¿Conoces la historia del pueblo de Israel registrada en el Antiguo Testamento? Leerla siempre causará en nosotras un gran asombro. El pueblo de Israel desobedecía de continuo: sus quejas y rebeldía en el desierto, su idolatría durante el tiempo de los jueces, su infidelidad en cada reinado. Por eso mismo, la promesa de este salmo nos asombra. Imagina a una esposa que vez tras vez perdone a su esposo adúltero, o borracho, o drogadicto. ¿Qué le recomendaría una psicóloga o trabajadora social? ¡Déjalo! ¡Recházalo! Y si no lo hace, la juzgamos débil.
Así trató Dios a su pueblo. Prometió que sus descendientes no dejarían el trono. A pesar de su desobediencia, Dios estableció la dinastía de David hasta el fin. Como sabemos, Dios es confiable, pues tiempo después esta promesa se cumplió en su totalidad por medio de Cristo. En él, la descendencia de David vivirá por siempre y su trono no será removido jamás.
Volvamos al ejemplo de la esposa que perdona a su esposo vez tras vez. Si nos ponemos del lado de la esposa, nos enfadamos por su fidelidad. Pero si estamos en los zapatos del esposo, no podríamos sino deshacernos en vergüenza y gratitud. Dios nos ha repetido sus promesas vez tras vez. Así como mujeres queremos que nuestro esposo nos repita que nos ama, no porque no le creamos, sino porque necesitamos oírlo, de ese modo Dios nos ha llenado de promesas que se basan en su carácter y no en nuestras acciones. Por eso el salmista podía decir: “Oh SEÑOR, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad. Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad.
Ciertamente hay promesas condicionales: si… entonces… Pero en este salmo leemos una de esas promesas que no dependen del ser humano sino del carácter de Dios. ¿Puedes pensar en alguna más? Cuando estés abatida o confundida, recuerda las promesas de Dios y deja que el asombro te refresque.
El perdón no es debilidad sino una expresión del amor de Dios actuando en nosotras, si perdonamos movidas por misericordia y piedad, como Él nos perdonó… Es débil el esposo que, a pesar de ese amor, vuelve vez tras vez a su pecado. No seamos espiritualmente como ese esposo ingrato e insensato. Valoremos las promesas de Dios y glorifiquemos su nombre.
Oración: Señor, gracias porque cumpliste tu promesa a David y vino mi Señor Jesús a ocupar el trono para siempre. Amén.
De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 142). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.
