Tesis #28 – Prediquemos con autoridad, pero no de forma autoritaria

Ministerios Integridad & Sabiduría

Tesis # 28

Prediquemos con autoridad, pero no de forma autoritaria

95 Tesis para la iglesia evangélica de hoy

Miguel Nuñez

Miguel Núñez

Es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puede encontrarlo en Twitter.

Una producción de Ministerios Integridad & Sabiduría

¿Es bíblico el dispensacionalismo?

Got Questions

¿Es bíblico el dispensacionalismo?

Una dispensación es una forma de ordenar las cosas: una administración, un sistema o una gerencia. En teología, una dispensación es la administración divina de un período de tiempo; cada dispensación es un periodo divinamente designado. El dispensacionalismo es un sistema de teología que reconoce éstos periodos establecidos por Dios para poner en orden los asuntos del mundo. El dispensacionalismo tiene dos características principales. (1) Una consistente interpretación literal de la Escritura, especialmente de la profecía bíblica. (2) Una distinción entre Israel y la iglesia dentro del programa de Dios. El dispensacionalismo clásico identifica siete dispensaciones en el plan de Dios para la humanidad.

Los dispensacionalistas sostienen que su principio de hermenéutica es el de la interpretación literal. “Interpretación Literal” significa dar a cada palabra el significado que comúnmente tendría en el uso cotidiano. Se tienen en cuenta los símbolos, las figuras de voz y por supuesto los estilos. Se entiende que incluso los símbolos y los refranes figurativos tienen un significado literal detrás de ellos. . Aún los simbolismos y figuras del lenguaje tienen interpretaciones literales contenidas en ellas. Así, por ejemplo, cuando la Biblia habla de «mil años» en Apocalipsis 20, los dispensacionalistas lo interpretan como un período literal de 1.000 años (la dispensación del Reino), ya que no hay ninguna razón de peso para interpretarlo de otra manera.

Hay por lo menos dos razones por las que la interpretación literal es la mejor manera de ver la Escritura. Primero, filosóficamente, el propósito del lenguaje en sí parece requerir que lo interpretemos literalmente. El lenguaje fue dado por Dios con el propósito de poder comunicarse con el hombre. Las palabras son recipientes de significado. La segunda razón es bíblica. Cada profecía acerca de Jesucristo en el Antiguo Testamento, fue cumplida literalmente. El nacimiento de Jesús, Su ministerio, Su muerte y Su resurrección, todas ocurrieron exacta y literalmente como fueron predichas en el Antiguo Testamento. Las profecías fueron literales. No hay ningún cumplimiento no literal de profecías mesiánicas en el Nuevo Testamento. Este es un fuerte argumento a favor del método literal. Si no se utiliza la interpretación literal en el estudio de las Escrituras, entonces no hay un parámetro objetivo por el cual se pueda entender la Biblia. Cada persona podría interpretar la Biblia como le parezca. La interpretación bíblica se convertiría en “lo que este pasaje me dice a mí….” en vez de “la Biblia dice…”. Tristemente, este es ya el caso en lo que actualmente se conoce como interpretación bíblica hoy en día.

La dispensación teológica enseña que hay dos clases del pueblo de Dios: Israel y la Iglesia. Los dispensacionalistas creen que la salvación siempre ha sido por gracia por medio de la fe (En Dios en el Antiguo Testamento, y específicamente en Dios Hijo en el Nuevo Testamento). Los dispensacionalistas sostienen que la Iglesia no ha reemplazado a Israel en el programa de Dios y que las promesas a Israel en el Antiguo Testamento no han sido transferidas a la Iglesia. Ellos creen que las promesas que Dios hizo a Israel (de la tierra, muchos descendientes y bendiciones) en el Antiguo Testamento, serán finalmente cumplidas en el período del milenio del que se habla en Apocalipsis 20. Creen que, así como Dios en la época actual enfoca Su atención en la Iglesia, Él nuevamente en el futuro, enfocará Su atención en Israel (Romanos 9-11 y Daniel 9:24).

Usando este sistema como base, los dispensacionalistas entienden que la Biblia está organizada en siete dispensaciones; Inocencia (Génesis 1:1 – 3:7), Conciencia (Génesis 3:8 – 8:22), Gobierno Humano (Génesis 9:11 – 11:32), Promesa (Génesis 12:1 – Éxodo 19:25), Ley (Éxodo 20:1 – Hechos 2:4), Gracia (Hechos 2:4 – Apocalipsis 20:3), y el Reino Milenial (Apocalipsis 20:4-6). Nuevamente, estas dispensaciones no son medios para la salvación, sino maneras en las que Dios se relaciona con el hombre. Cada dispensación incluye un modelo reconocible de cómo Dios obró con las personas que vivieron en esa dispensación. Ese modelo es 1) una responsabilidad, 2) un fracaso, 3) un juicio, y 4) gracia para seguir adelante.

El dispensacionalismo como un sistema, resulta en una interpretación premilenial de la Segunda Venida de Cristo, y usualmente una interpretación pretribulacional del arrebatamiento. En resumen, el dispensacionalismo es un sistema teológico que enfatiza la interpretación literal de la profecía bíblica, reconoce una distinción entre Israel y la Iglesia, y organiza la Biblia en diferentes dispensaciones o administraciones.

El tiempo y las relaciones

Ministerios Ligonier

El Blog de Ligonier

Serie: Tiempo

El tiempo y las relaciones
Por Jason Helopoulos

Nota del editor: Este es el tercer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Tiempo

Mientras escribo este artículo en mi salón de estudio, estoy viendo una foto que cuelga en la pared sobre mi escritorio. La foto mira hacia abajo sobre todo lo que hago. Mi esposa tomó esta foto, la amplió y la colocó en un bonito marco de roble. Recuerdo el día en que le pedí que tomara esa foto. Vivíamos en Dallas y el sol brillaba, como siempre lo hace en las tardes de Dallas. Disfrutamos de un sábado de exploración mientras paseábamos por la ciudad con su nueva cámara en mano. Simplemente le acompañé en el paseo, sirviendo como su asistente.

Mientras caminábamos por una calle, vi un campanario en una iglesia grande. El capitel se elevaba en el aire y dominaba en el cielo, imponiéndose sobre todo lo que estaba debajo. Un reloj adornaba la parte superior del campanario y en la cara del reloj habían tres palabras en letras negras. A petición mía, mi esposa tomó una foto de la cara del reloj: esa es la foto que está encima de mi escritorio. Los números del reloj son números romanos; la manecilla corta apunta al número cuatro y la manecilla larga muestra algunos tics más allá del número doce. Las tres palabras en la cara del reloj resaltadas en negritas son simples: la noche viene. Son tomadas del Evangelio de Juan. Jesús le dice a Sus discípulos: «Nosotros debemos hacer las obras del que me envió mientras es de día; la noche viene cuando nadie puede trabajar» (Jn 9:4). La noche viene. Esa foto se encuentra encima de mi escritorio como un recordatorio: «Aprovecha el tiempo al máximo, Jason, porque la noche viene cuando terminará tu tiempo de hacer obra alguna para el reino».

Este principio resulta necesario para los cristianos en nuestro trabajo, nuestro descanso, nuestro juego e incluso en nuestras relaciones. Queremos hacer el mejor uso de nuestro tiempo, porque la noche viene cuando ya no se podrá hacer más por el bien del reino en esta vida. ¿Has pensado sobre esto con respecto a tus relaciones con los demás?

Como individuos limitados por el tiempo, nos involucramos en relaciones con otros individuos limitados por el tiempo. Tenemos solo una cantidad limitada de años, días, horas y minutos para invertirlos en las vidas de otros. Y vale la pena invertir en ellos. Muchas de las cosas en las que gastamos nuestras energías y tiempo desaparecen y no duran, pero la gente sí. Por lo tanto, resulta importante considerar el uso de nuestro tiempo en estas relaciones. Lo sabemos. ¿Con cuánta frecuencia un padre o una madre joven ha escuchado a una persona mayor decirle «atesora esos años con tu hijo; pasan demasiado rápido»? ¿Con cuánta frecuencia nos vienen a la mente los seres queridos que hemos perdido? Y pensamos en si tan solo hubiéramos tenido tiempo para una breve conversación más con ellos.

Al considerar el buen uso del tiempo en nuestras relaciones con los demás, es provechoso pensar detenidamente en la cuadrícula de cantidad y calidad de tiempo. Algunos defienden la cantidad de tiempo en oposición al tiempo de calidad en nuestras relaciones. Otros abogan por la calidad sobre la cantidad. Sin embargo, ambas son importantes.

La cantidad de tiempo con los demás importa. Primero, muestra lo que amamos. Un adolescente jugará con la pelota de baloncesto durante horas hasta que la luz del sol desaparezca porque ama el juego. Un aprendiz dedicará años a aprender un oficio. Un abogado analizará los libros minuciosamente por días para conseguir información sobre su escrito legal. Dedicamos tiempo a lo que creemos que es importante.

Si un esposo llega del trabajo a la casa cada noche, se sienta frente al televisor y solo encuentra un minuto aquí o allá entre los comerciales para hablar con su esposa, no importa cuánto diga que la ama, sus acciones demuestran algo más. Ella lo siente y lo sabe. Pasamos tiempo como sea que podamos con aquellos que amamos. Las circunstancias no siempre lo permiten. Pero a medida que la vida nos brinda la oportunidad, la aprovechamos. 

En segundo lugar, pasamos mucho tiempo con aquellos a quienes deseamos influir, moldear o impactar. La primera iglesia en la que tuve el honor de trabajar fue una iglesia de tamaño mediano en una zona rural de Carolina del Norte. Como ha sido mi práctica en todas las iglesias en las que he asistido o servido, pasé los primeros seis meses buscando a los miembros más viejos de la congregación. Encuentro que hay pocas cosas más importantes que conocer la historia de la iglesia a la que perteneces. El pasado informa el presente.

En mis conversaciones, siempre escuchaba un nombre en particular: Simón. Cada persona mayor de la congregación parecía incapaz de contar la historia de la iglesia sin mencionar el nombre de Simón. Al principio, pensé que debía haber sido uno de los primeros pastores. Sin embargo, ese no fue el caso. Todos decían lo mismo de Simón: era pequeño de estatura, marcado por un comportamiento humilde, siempre se mostraba reacio a hablar en público, servía entre bastidores y era considerado un laico muy «ordinario».

Sin embargo, Simón tuvo un impacto duradero en la vida de la iglesia. ¿Cómo? Los domingos, Simón invitaba a hombres jóvenes de la iglesia para caminatas vespertinas en el día del Señor. Mientras caminaban por el bosque, les hablaba sobre árboles, plantas, aves y Cristo. Cada domingo pasaban horas y horas de esta manera. No había una agenda semanal en particular, ni planes ni predicación; simplemente un hombre mayor que pasaba gran cantidad de tiempo con hombres jóvenes, proveyendo al Señor la oportunidad de obrar en Sus formas aparentemente simples para fines profundos. Al considerar a los ancianos de esta iglesia ahora, unos cuarenta años más tarde, casi dos tercios de ellos apuntaron al tiempo que pasaron con Simón los domingos por la tarde como la mayor influencia espiritual moldeadora en sus vidas. Las vidas que interactúan juntas se impactan mutuamente y eso a menudo toma tiempo.

Ciertamente es instructivo que el Señor Jesús pasara tres años con los discípulos antes de Su crucifixión. Él pudo simplemente haberlos llamado en las pocas semanas o en los últimos días previos a Su entrada triunfal a Jerusalén. Pero se requería algo más. Los minutos, horas, días, meses y años que los discípulos pasaron con el Señor Jesús los instruyeron en todo lo que debían hacer. Los instruyó, no solo con Sus palabras sino con Su vida, y eso tomó tiempo.

El tiempo de calidad también resulta esencial para las relaciones significativas. La intencionalidad importa. Pasar horas en el gimnasio sentado en un banco de entrenamiento y mirando tu teléfono no producirá aptitud física sino flacidez. La cantidad de tiempo mengua sin la calidad requerida. Como cristianos, reconocemos que nuestra cantidad de tiempo es limitada para servir al Señor productivamente. Queremos más relaciones saludables que relaciones flácidas porque la noche viene. Por lo tanto, queremos tanto calidad como cantidad de tiempo en nuestras relaciones.

Con los incrédulos, deseamos y apuntamos a que esas relaciones se muevan hacia una conversación espiritual. Apreciamos a los demás como portadores de la imagen de Dios, por lo que nuestra relación con ellos está dirigida a algo más que disfrutar de buena comida y unas cuantas risas. Buscar y aprovechar oportunidades para su bien eterno da forma a nuestras interacciones. Y francamente, no sabemos si tenemos un mañana, y ellos mucho menos. Por lo tanto, buscamos ser intencionales en comunicarles la belleza y gloria del evangelio y la oferta gratuita de salvación.

Con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, deseamos que el Señor nos use para animarlos a crecer a imagen de Cristo, aun cuando creemos que ellos están en nuestras vidas para moldearnos a nosotros a imagen de Cristo. Por lo tanto, las conversaciones no pueden quedarse siempre en un nivel superficial. Queremos poner nuestras mentes juntas en las cosas celestiales. Queremos hablar sobre las cosas de Dios, orar juntos y estudiar juntos la verdad de Dios. Hemos sido salvos no solamente para Cristo, sino también los unos para los otros. Y la forma en que enfocamos nuestras relaciones con los hermanos y hermanas en Cristo habla de cuán seriamente creemos en esa verdad.

Con nuestra familia, deseamos ver a Cristo exaltado en nuestros hogares y en nuestra vida en común. Creemos que una familia cristiana significa más que simplemente colocar una placa en nuestro hogar que diga «pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR» (Jos 24:15). Tener lemas está bien; pero vivirlos es mejor. Nuestro objetivo es ver a Cristo como el centro de nuestra vida familiar. Eso significa que para nosotros algunos momentos son más valiosos que otros. Los tiempos de calidad pasados en adoración familiar, hablando de la vida desde una perspectiva cristiana, orando juntos antes de dormir, sirviendo a otros en el cuerpo de Cristo y asistiendo a la adoración corporativa son momentos que atesoramos. 

Y mientras buscamos vivir de manera significativa con otros, tanto en cantidad como en calidad de tiempo, confiamos y esperamos en que el Señor obrará. La parábola de la semilla en Marcos 4:26-29 es un recordatorio provechoso sobre nuestras relaciones. El tiempo bien invertido con los demás nunca es una pérdida. No siempre podemos ver de inmediato lo que produce el tiempo invertido, pero esa es parte de la gloria de la obra del Espíritu. El granjero va al campo, esparce las semillas en el suelo y se va a dormir. Esa es su tarea. Si está buscando gratificación inmediata por el arduo trabajo de un día, no encontrará ninguna. Pero cuando el agricultor se acuesta a dormir, el Señor obra. Esto es a menudo lo que ocurre en nuestras relaciones con los demás. Con el tiempo, el Señor obra poderosamente. Las horas interminables o los minutos invertidos en relaciones con los demás producen una cosecha «mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Ef 3:20). Si el agricultor se va a la cama desanimado esa noche por no ver una cosecha, sería un tonto. No es así como funciona la agricultura. Y tampoco es así como funcionan las relaciones. Ellas merecen el tiempo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Invirtamos correctamente y luego descansemos. El Señor está obrando. Podemos confiar en eso. Usemos nuestro tiempo sabiamente en las relaciones con los demás porque la noche viene.


Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Jason Helopoulos
Jason Helopoulos

El Rev. Jason Helopoulos es el pastor principal de la University Reformed Church (PCA), en East Lansing, Michigan. Es autor de The New Pastor’s Handbook [Manual del pastor nuevo] y A Neglected Grace: Family Worship in the Christian Home [Una gracia descuidada: la adoración familiar en el hogar cristiano].

La Biblia habla de usted y de mí (1)

Lunes 7 Febrero

El hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?… Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?

Job 14:1014

¿Cómo se justificará el hombre con Dios? Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo.

Job 9:219:25

La Biblia habla de usted y de mí (1)

¡Ah, estas preguntas me persiguen día y noche!… ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué existe el sufrimiento y el mal… ? ¿La historia de Job nos dará una respuesta?

Este personaje bíblico tenía una vida religiosa irreprochable, pero un día su vida tambaleó en una serie incomprensible de desgracias. Entonces empezó a hacerse preguntas. Cuando todo va mal, nuestras frágiles mentes dudan de todo. En medio del sufrimiento, Job se atrevió a acusar a Dios, a hacerlo responsable de todos sus males. Esto es lo que hacemos todos, más o menos, un día u otro. Pero si todo va bien, a menudo vivimos como si Dios no existiera. Y luego, cuando los problemas se acumulan, lo acusamos, ¡sin ni siquiera darnos cuenta de que es contradictorio!

Si usted y yo nos identificamos con Job, solo nos queda ir hasta el final de su razonamiento, es decir, reconocer que su vida viene de Dios, que él no tiene que rendirnos cuentas. Si vivimos sin preocuparnos por lo que Dios espera de nosotros, entonces necesitamos ponernos en regla con él. Pero no podemos hacerlo solos. La fe de Job descansaba en su “Redentor”, es decir, en alguien que podría pagar en su lugar por sus pecados.

¡Ese Redentor o Salvador es Jesucristo, quien vino a este mundo para pagar mi rescate! Hay un solo mediador entre Dios y los hombres: ¡Jesús! Visto de esta manera, mi existencia cobra todo su sentido: sé que vengo de Dios, que voy a él y que no hay azar en mi vida.

(continuará los próximos lunes)

Génesis 41 – Mateo 24:1-28 – Salmo 20:1-5 – Proverbios 8:1-11

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