
Martes 13 Diciembre
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.
Dando gracias al Padre… el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.
Atacado por un tiburón
La escena se desarrolló en África del sur, durante una competencia de surf. Repentinamente uno de los participantes percibió algo bajo su tabla, sintió un golpe y luego vio surgir un alerón triangular. No había duda: un tiburón lo atacaba. En un reflejo, el hombre golpeó la espalda del animal y se alejó lo más rápido posible; fue recogido in extremis por un barco cercano.
Este animal que rondaba en busca de una presa nos hace pensar en un adversario temible que ataca a los hombres: el diablo, llamado Satanás, “la serpiente antigua” (Apocalipsis 12:9). La Biblia confirma su existencia y le da varios calificativos: adversario y león rugiente (ver el versículo del día), el malo (Mateo 13:19), mentiroso y homicida (Juan 8:44), seductor (Génesis 3:13), etc. Dios nos pone en guardia contra este enemigo y nos revela sus intenciones: trata de confundir y extraviar a los creyentes, los empuja al mal bajo todas sus formas, morales o físicas, los induce a oponerse a Dios de diferentes maneras. Satanás desvía a los hombres del evangelio; quiere la desgracia de la humanidad.
Aunque no siempre sea consciente, el que rehúsa poner su confianza en Jesús todavía es esclavo de ese amo despiadado y cruel. Pero Satanás fue vencido en la cruz: el que cree en Jesús es librado de Satanás y tiene a Jesucristo como Salvador y Maestro, y puede decir:
No temeré nada. Ni Satanás ni el mundo pueden arrancarme de los brazos del buen Pastor… Con él estoy al abrigo del peligro para siempre.
Jueces 6:1-21 – Apocalipsis 6 – Salmo 141:1-4 – Proverbios 29:23
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