25 de octubre

«Partió, pues, y fue y espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que su suerte cayó sobre [margen] la parte del campo que pertenecía a Booz, que era de la familia de Elimelec».
Rut 2:3 (LBLA)
«Su suerte cayó». Sí, aquello no parecía otra cosa que una simple casualidad; ¡pero, qué bien guiada por Dios estaba dicha casualidad! Rut había salido de su casa con la bendición de la madre y con la bendición del Dios de la madre, para hacer un trabajo humilde pero honroso, y la providencia de Dios guió todos sus pasos. No se imaginaba ella que, en medio de las espigas, hallaría un esposo que la haría copropietaria de todos aquellos extensos campos, y que ella (pobre extranjera) sería una de las progenitoras del gran Mesías. Dios es muy bueno con los que en él confían y, a menudo, los sorprende con inesperadas bendiciones. Nada sabemos nosotros en cuanto a lo que nos puede acontecer mañana, pero quizá nos alegre saber que ningún bien se nos negará. La casualidad está desterrada de la fe de los cristianos, pues ellos ven en todas las cosas la mano de Dios. Los acontecimientos insignificantes de hoy o de mañana pueden implicar consecuencias de la más alta relevancia. ¡Oh Señor, trata a tus siervos con tanta bondad como trataste con Rut!
¡Qué bendición sería si en esta noche, mientras andamos por el campo de la meditación, nuestra suerte cayera sobre el lugar en que nuestro Pariente cercano se revela a nosotros! ¡Oh Espíritu de Dios, guíanos a él! Quisiéramos más bien espigar en su campo que llevar toda la cosecha de cualquier otro campo. ¡Oh, sigamos las huellas de su rebaño, las cuales nos pueden conducir a los verdes pastos donde él sestea! Este mundo es aburrido cuando Jesús se halla ausente. Sería mejor para nosotros vivir sin sol y sin luna que vivir sin él. ¡Pero cuán divinamente hermosas se vuelven todas las cosas en su gloriosa presencia! Nuestras almas conocen la virtud que reside en Jesús y nunca pueden estar satisfechas sin él. En esta noche, esperamos en oración que nuestra suerte caiga sobre aquella parte del campo que pertenece a Jesús y en donde él se manifiesta a nosotros.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 309). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.